VALERIA SABATER | La Mente es Maravillosa | 05/01/2022
El rencor es una carga que carcome a todo aquel que lo padece. Veamos qué hay detrás de este sentimiento y cómo podemos gestionarlo.
Las
personas rencorosas sujetan de modo permanente un pedazo de carbón ardiendo. Lo hacen con la idea de
poder lanzarlo en el momento menos pensado a todos aquellos que les han
ofendido. Sin embargo, quienes se acaban quemando no son precisamente los
demás, sino ellos mismos al estar sujetando durante tanto tiempo todo ese
fuego, toda esa fuente de rabia, odio y malestar.
A pesar de que
ahora mismo nos venga a la mente alguna que otra persona rencorosa que hemos
conocido, hay un aspecto que no debemos descuidar. Esta dimensión, este
sentimiento profundo (y sin duda autodestructivo) no lo experimentan de forma
exclusiva quienes no saben practicar el saludable ejercicio del perdón. En realidad este tema
tiene su profundidad, sus matices y dimensiones contrapuestas en las que todos nosotros podemos
derivar en un momento dado.
Así, cabe decir
que más
allá de lo que pueda parecer estamos ante un tipo de sentimiento muy
recurrente. Lo
experimenta por ejemplo quien ha sido herido, abandonado o traicionado por su
entorno familiar. Lo sufre quien ha sido engañado en su relación afectiva. El
rencor es también esa sensación permanente que habita en quienes han
sobrevivido a una guerra o un conflicto armado. Son situaciones como vemos
comprensibles, aunque no saludables desde un punto de vista psicológico.
No lo es en primer
lugar porque el rencor se caracteriza por un hecho altamente nocivo: la
cronicidad. Son estados angustiantes que se alargan en el tiempo, que se
arrastran hasta el punto de interferir en otros ámbitos de la vida. Cambia
el humor, se pierde la confianza en los
demás, varían las actitudes y se altera incluso el tipo de trato que prestamos
a quienes nos envuelven. El rencor es como el óxido, se extiende y
termina debilitando toda estructura, toda identidad.
“El resentimiento se deleita de antemano con un dolor que
querría que sintiese el objeto de su rencor”. – Albert Camus
Personas rencorosas:
características y perfil psicológico
Las personas
rencorosas tienen una caja fuerte en su interior. En ella esconden el peso de
un agravio, el dolor de un engaño, de una traición o incluso de un abandono u
ofensa. Esa caja está blindada por una razón evidente: no desean olvidar ni un
matiz de lo sucedido. Así, a todo ese daño moral comprimido y a buen
recaudo, se le añade esa tristeza que en un momento dado mutó en rabia y más tarde en odio.
Asimismo, en todo ese tejido psicológico se le suele añadir un último componente: el del deseo de venganza. No en sentido directo o con componentes violentos. Porque lo que se desea en la mayoría de los casos es que de algún modo, le sea devuelta a esa persona que nos hizo daño la misma moneda, el mismo sufrimiento y en las mismas condiciones. Por tanto, y sabiendo esto, es común que las personas rencorosas presenten las siguientes características.
Incapacidad para perdonar
A veces perdonar
resulta muy complicado, lo sabemos. Sin embargo, debemos tener claro que el
perdón es ante todo ese paso que nos permite cerrar una etapa y recuperar el
equilibrio emocional. Así, y en lo que se refiere a este tipo de perfil
caracterizado por un rencor profundo, cabe señalar que además de no querer
perdonar, alimentan su propio sufrimiento recordando a diario el peso de la
ofensa o daño sufrido.
Hay por tanto una
retroalimentación constante y con ella, una intensificación del sufrimiento. De
hecho, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Pisa y publicado en
la revista Frontiers in Human
Neurosciencie, nos revelan que el hecho de alimentar el
resentimiento abre aún más la herida emocional. Sin embargo, el acto de perdonar regula un
gran número de estructuras neuronales, favorece la calma, reduce el estrés y activa áreas
como la corteza prefrontal (relacionada con la resolución de problemas).
Pensamiento dicotómico
O estás conmigo o
estás contra mí. Las cosas o son blancas o son negras, o me ayudas o me
traicionas. Este tipo de enfoque conforma una clara distorsión cognitiva. Es un
esquema muy rígido de pensamiento del cual, las personas rencorosas ni tan
siquiera son conscientes porque están habituadas a bordear siempre los extremos, a situarse en posiciones muy
polarizadas donde lo único que consiguen es establecer enormes y amargas
distancias con quienes les rodean.
El orgullo que no deja tregua
El orgullo es un caballo de batalla que todo lo invade, lo arrasa y lo transforma. Esta característica hace que este tipo de personas estén siempre a la defensiva, y que a la mínima se sientan heridos y altamente dolidos. No es fácil hacer vida, dialogar o llegar a acuerdos con quien se deja llevar siempre por el orgullo, por esa actitud que todo lo toma de forma personal.
Incapacidad para atender
necesidades emocionales y psicológicas
A todos nos pueden
hacer daño. A su vez, y como es de esperar, tenemos pleno derecho a
experimentar sensaciones negativas hacia quien nos lastimó. Sin embargo hay un aspecto que
ya no entra dentro de la normalidad psicológica: mantener de forma permanente
esa rabia, ese recuerdo doloroso y la impronta que le acompaña, el mismo que
acaba transformándose en amargura crónica.
Tenemos
la plena obligación de asumir lo aceptado y avanzar. Avanzar no es olvidar ni mucho
menos, sino aprender a valernos de ciertas estrategias psicológicas para lidiar
con las heridas y permitirnos nuevas oportunidades. Así, quien no lo hace,
quien no es capaz de dar un escape, una salida válida a tanta rabia y amargura
termina haciendo del rencor su forma de vida.
¿Cómo acabar con el rencor que nos
atenaza y domina?
En un artículo
publicado en una revista de psicología conductual, se hablaba de un
interesante estudio llevado a cabo en la
Universidad de Ontario, Canadá sobre este mismo tema. En él se
argumentaba la
necesidad de facilitar herramientas a las personas rencorosas para que dieran
forma al perdón emocional.
Esta dimensión, este ejercicio de salud, es
determinante por una razón muy simple: nos permite liberarnos de las emociones
negativas para generar una nueva realidad psicológica desde la cual, empezar a
trabajar.
·
Por otro lado es recomendable que este tipo de perfil
trabaje la flexibilidad en su enfoque de pensamiento. Con esta
dimensión facilitaremos el que puedan ver las cosas desde nuevas perspectivas.
·
Asimismo, también es
conveniente ofrecer herramientas para la
gestión de la rabia, una dimensión habitada siempre por
pensamientos distorsionados y por una activación fisiológica poco saludable.
·
Las personas rencorosas,
además, necesitan poner atención en otros aspectos con los cuales poder
trasladar la mirada desde el pasado hacia el presente. Alimentarse en exclusiva de los recuerdos negativos del ayer entorpece
la oportunidad de vivir con libertad. Por
tanto es recomendable que inicien proyectos nuevos, que se abran a nuevas
experiencias, aficiones, relaciones, etc.
Algunas prácticas para superar el
rencor
Por su parte, cuando el rencor se apodere de ti, te
aconsejamos poner en práctica las siguientes acciones:
·
Manifiesta tu dolor. Es importante que no te quedes con nada por dentro. Para
ello, puedes escribir una carta donde manifiestes lo que estás sintiendo, o
hablar con una persona de confianza. Poner en palabras nuestras emociones es
una gran herramienta para gestionarlas. No intentes evitar o suprimir lo que
sientes, esto sólo empeorará el rencor experimentado.
·
Acepta lo sucedido. No podemos cambiar las acciones de los demás y mucho menos
si ya ocurrieron. Por tanto, no te enfrasques en el pasado y asume los hechos,
por mas dolorosos que sean.
·
Identifica el aprendizaje. Toda situación pasada, por más negativa que nos parezca,
nos puede dejar una enseñanza. Quizá sea tiempo de aprender a no confiar en cualquiera
o dejar de ser tan exigente con los que nos rodean… Una vez que reconozcas lo
aprendido en un futuro podrás evitar estas situaciones.
·
Trabaja en tu autoestima y
autocuidado. En la medida que te sientas bien
contigo mismo, tendrás una mayor fortaleza para afrontar y superar situaciones
difíciles Para ello, cuida tu alimentación, practica ejercicios de relajación,
haz algo de deporte, cultiva tiempo de ocio, conócete a ti mismo, acude a
terapia, etc. Estas acciones sin duda te harán una personas más fuerte y sabia.
Para concluir, tal
y como se suele decir el rencor es un abismo sin fondo o un páramo sin
fronteras. Nadie
merece vivir eternamente en semejante escenario. Aprendamos por tanto a
construir vías de escape, caminos para liberarnos y respirar con mayor
tranquilidad y dignidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario