lunes, 19 de diciembre de 2022

Fijarte demasiado en tus propios defectos, ¿por qué y cómo superarlo?

 

SERGIO DE DIOS GONZÁLEZ       |     La Mente es Maravillosa     |     12/12/2022 

Una de las formas más comunes de automaltrato tiene que ver con el protagonismo que les damos a los errores, por la excesiva atención que les préstamos a nuestros defectos. Si te pasa, en este artículo te damos algunas estrategias que puedes utilizar. 

Fijar la atención en tus propios defectos no es un acto de honestidad ni una vía para tener más conciencia frente a lo que eres. La autoevaluación es importante para aprender de tus errores, pero de ahí a enfocarte en ellos, edificar en sus raíces y criticarte sin piedad hay un gran trecho.

Dentro de las grandes capacidades del cerebro humano, está la de ver casi “desde fuera” una actividad propia en el mismo momento en que se está realizando. Dicho de otra manera, nos observamos, al tiempo que actuamos, pudiendo juzgar en ese momento lo que estamos haciendo.

Por desgracia, esta capacidad a veces se torna demasiado incisiva. Es entonces cuando comienzas a fijarte demasiado en tus propios defectos y en lugar de hacerte una autocrítica  sana, te fustigas, te reprochas y terminas por menospreciarte. ¿Por qué ocurre esto? ¿Existe alguna forma de superarlo? Veamos. 

 No hay que ser tan duro con uno mismo ni autocastigarse. Hay que ejercitar la autocompasión y creerle a la ciencia y a los estudios que demuestran que tratarnos bien cuando cometemos un error no afecta negativamente a nuestros resultados”. – Celia Antonini – 

La focalización en los errores y defectos puede llegar a ser muy destructiva. 

¿Por qué te fijas tanto en tus defectos?

Fijarte demasiado en tus propios defectos es un ejercicio que llevas a cabo, la mayoría de las veces, sin darte cuenta. Lo más probable es que lo hayas adoptado como costumbre sin percatarte de ello. De hecho, es posible que lo consideres positivo, ya que sostienes la creencia de que esta es una vía de para mejorar.

Lo que no tienes en cuenta es que la autocrítica excesiva está lejos de ser un camino para crecer. Enfocarte con especial interés en tus errores o desaciertos no te lleva a ser mejor, sino que te hace daño. Es una forma de autoagresión que termina por limitar la acción, al tiempo que aumenta tu inseguridad.

¿Por qué mantienes este hábito mental? Existen dos posibles causas:

·        Patrón educativo. Tuviste una infancia en la que la crítica era protagonista. Internalizaste la idea de que es adecuado estar señalando errores y enrostrando las equivocaciones. Fijarte demasiado en tus propios defectos es congruente con esta idea.

·        Sentimiento de culpa inconsciente. Hay algo en tu vida de lo que te sientes avergonzado o culpable, pero no eres consciente de ello. Es posible que hayas hecho o deseado hacer algo que consideras reprobable y la autocrítica severa es una forma de castigarte continuamente.


Las señales de una autocrítica excesiva

Es posible que fijarte demasiado en tus propios defectos sea algo que consideras perfectamente normal. Incluso, no te das cuenta de que lo haces con frecuencia. ¿Cómo saber, entonces, si estás cayendo en un patrón autodestructivo o solo quieres ser consciente de tus errores?

Las siguientes son señales de que te criticas en exceso:

·        Culpa latente. Siempre que ocurre algo negativo, piensas que pudiste haber hecho alguna cosa para evitarlo.

·        Generalizas tu propia conducta. “No soy capaz de hacer nada bien” o “siempre se me salen las situaciones de las manos”, etc.

·        Enorme autoexigencia. Para que consideres que algo de lo que hiciste está bien, en realidad tiene que estar perfecto. Si no lo está, lo consideras un fracaso.

·        No te felicitas. Si cometes un error, te fustigas; pero si haces algo bien, lo dejas pasar como si no fuese nada.

·        Pensamiento dicotómico. “O blanco, o negro”. Si no lograste todo, significa que no lograste nada.

·        Te comparas con los demás para salir perdiendo.

·        Temes a los riesgos.

·        Piensas que perdonarte es ser condescendiente contigo mismo y que esto es inaceptable. 

La autocrítica excesiva está llena de sesgos, como la ilusión de hacer las cosas perfectas para sentirse mejor. 

El camino de salida: la autocompasión 

La autocompasión es una palabra injustamente estigmatizada, pues suele asociársele con el victimismo. Nada más errado. Ser compasivo con uno mismo es casi un deber. Significa solidarizarnos con nosotros mismos, adoptar una actitud comprensiva frente a nuestros errores y perdonarnos con espontaneidad y alegría.

La autocompasión no te lleva a ser más permisivo con lo que haces. Todo lo contrario; si fortaleces la imagen que tienes de ti mismo y en lugar de fijarte demasiado en tus propios defectos decides simplemente dejarte ser, es muy probable que obtengas mayores logros en todos los aspectos de tu vida.

La autocompasión motiva y propicia, de forma espontánea, cambios positivos en ti mismo. En cambio, la autocrítica severa y excesiva solo destruye y reduce tus posibilidades de avanzar. Aprendiendo a ser un buen amigo de ti mismo, ganas mucho más que portándote como tu propio verdugo.

sábado, 17 de diciembre de 2022

Juanjo Fraile, empresario y autor de "Inspirarte": "El viaje de darte cuenta de quién eres es maravilloso"

 ALDARA MARTITEGUI     | Madrid    |     niusdiario.es    |     22/05/2022

·        Juanjo Fraile es un empresario del mundo de la comunicación a quien un diagnóstico de cáncer le hizo empezar a vivir de otra manera.


·        En su segundo libro, ‘Inspirarte’ nos invita a vivir más conectados con nuestra verdadera esencia y menos con nuestro ego.


·        Para ello, primero debemos hacer ese clic y darnos cuenta de que más allá de ‘lo que hago’ hay un ‘quién soy’.

 

Pocas veces me dejo llevar por mi intuición para empezar un artículo. Reconozco que suele ser mi ego quien dirige esas acciones, quien elige escrupulosamente cada frase, cada palabra y hasta el orden de los párrafos…¡Y eso está bien!, ¡fantástico!, apuesto que eso es lo que diría Juanjo Fraile: tu ego es parte de ti, está bien que lo reconozcas como una parte de ti porque te acompañará hasta que te mueras…¡pero tú no eres solo tu ego! “Creo que vivir con mi ego es bueno…que se apodere de mí, eso es lo que no es bueno”, me explica en una conversación de más de hora y media por Zoom.

 

Juanjo Fraile es un empresario del mundo de la comunicación que, como ven, habla más como un místico que como un hombre de negocios…No le conocía: Fraile no se mueve en el ámbito del coaching y del desarrollo personal más ‘popular’. Por eso precisamente me llamó tanto la atención su segundo libro cuando cayó en mis manos. Inspirarte (Alienta, 2022) no fue escrito para ser publicado. Pero ahí lo tienen. Cosas de la vida.

 

Cosas de la vida…y de la pandemia. Por una jugada del destino, el inicio del confinamiento le pilló en Santander, donde nació hace casi 50 años. “Me tocó encerrarme con mi familia, maravillosa, allí… fue por una casualidad del destino absolutamente increíble porque no vivo allí. Entonces, empiezo -cada día desde el 14 de marzo-, después de mi tiempo de meditación matinal, a hacer una reflexión para mí en mi cuaderno: de lo que está pasando, de lo que vivo, de cómo lo experimento, de lo que me llega… y de mil cosas. Y aguanto 300 días haciéndolo”.

 

De esas 300 inspiraciones, fueron seleccionadas 264. Se publicaron tal cual, sin correcciones. Por eso ‘Inspirarte’ es Juanjo Fraile en estado puro hablando de las cosas que él habla, de su forma de mirar el mundo, de su forma de vivir tan conectado con su verdadero ser y con su esencia, pero a la vez tan comprensivo y compasivo con su ego: esa otra parte de él (y de todos los seres humanos) que es la necesaria expresión de nuestra esencia en un cuerpo, en un espacio y un tiempo concretos, pero que en absoluto nos define. El ego tiene que ver con el hacer, con el personaje que interpretamos. La esencia, tiene que ver con el ser, con quiénes somos en realidad, con eso que permanece inalterado aunque cambie nuestro nombre, nuestra profesión, nuestra familia, nuestros amigos…

 

Pregunta: Me pregunto de dónde nace este impulso de escribir sobre estas cosas de las que escribes…

 

Respuesta: Yo no soy escritor, vaya por delante. Es mi segundo libro, lo cual no deja de ser paradójico porque, no siendo escritor, escribir dos libros es extraño (…) En determinado momento, mi vida cambia. ¿Por qué cambia?, en mi caso concreto porque tuve un cáncer. Tengo un cáncer. Con el cáncer viene una bofetada que, bien interpretada, es un regalo y mal interpretada, es un disgusto. Y la vida, al final, pues incuestionablemente te hace pasar disgustos para tratar de entenderlos y para que, de nuevo, vuelvas a elegir.

 

P: Y elegiste interpretar el cáncer como un regalo…

 

R: Cuando vino ese momento delicado, yo lo único que sabía hacer era analizar entornos y, con ese análisis y esa información, tratar de buscar la mejor opción. Y en ese momento se cruzaron dos cosas: esas habilidades que se supone que tengo por mi trabajo, y otra, en la que llevaba mucho tiempo -en un plano más discreto- trabajando o estudiando…Desde que tengo 17 años soy monitor de control mental, de PNL [programación neurolingüística] ¿y qué sucede?, que en ese momento chungo vital, las herramientas que tienes, no son las de trabajo. Las del trabajo te sirven para gestionar, pero no para profundizar en la solución del conflicto. Lo que decido entonces es vivir mi vida de otra manera. Básicamente este es el prefacio.

P: En tus inspiraciones hablas del EGO y de la esencia…las reflexiones que compartes son una invitación constante a darnos cuenta de estas dos dimensiones que hay en todos nosotros: el cuerpo y la mente serían el ego, el hacer. El alma, el espíritu, sería la esencia, el ser que hay más allá del hacer, ¿correcto?

 

R: Al final, hay una trilogía maravillosa en la vida que tiene que ver con tu cuerpo como templo, que es tierra y se convertirá en tierra porque al final un ser humano vive necesariamente de la tierra; por tanto eres lo que comes, lo que respiras y todo está en la tierra, no hay nada que pueda venir de otro sitio, por tanto tu cuerpo es un compañero de viaje que de alguna forma has de cuidar, cada uno como considere oportuno. Creo que hay un segundo plano que es el de la mente, el de las ideas, el de la imaginación, el de la percepción, el de las creencias, donde indudablemente cada uno tenemos la oportunidad -con las armas que nos han dado- de interpretar lo que está sucediendo y reaccionar a lo que está sucediendo (…) El tercer plano es el que tiene que ver con tu alma, con esa parte intangible, no visible, no perceptible a través de los sentidos, que llamamos la mayoría de las veces intuición… y que es muy difícil de diferenciar de las vocecitas que provoca tu mente.

 

P: ¿Qué ocurre cuando uno se da cuenta de que existe esa parte, de que uno es mucho más que el EGO?

 

R: Creo que el viaje de darse cuenta es un viaje maravilloso…¿Y darse cuenta de qué? Darse cuenta, o trabajar en darse cuenta de quién eres, ¿quién eres?, ¿qué haces aquí?, ¿para qué?, ¿por qué?…pero darse cuenta desde la esencia, no desde la mente; desde la intuición, no desde la mente…y ahí, cualquier herramienta que utilices para hacerlo me parece maravillosa: todas. Me da igual que sea la religión, que las técnicas americanas, que las orientales, que las hawaianas, africanas, de nativos indios de américa…todas me parecen bien porque no dejan de ser el sendero que has de caminar para tratar de descubrir la mística de quién eres, quién eres de verdad

 

P: Si alguien me pregunta quién soy, ¡adivina qué contesto!…nada que ver con mi ser.

 

R: Si te preguntan quién eres, esa respuesta me la vas a dar desde la mente, desde un ángulo en el que me vas a hablar de tu profesión, de tu actividad, de tu historia, lo cual no deja de ser paradójico, porque eso es lo que haces, no lo que eres.

 

P: Esta manera de vivir, siendo consciente de esta distinción, ¿te ha ayudado a vivir tu cáncer de otra manera?

 

R: Yo he entendido el cáncer y, al entender el cáncer, me relaciono con el cáncer: primero lo observo, después lo acepto y, después, lo cuestiono…Pero la cuestión es ¿quién hace esto?, ¿quién lo está haciendo?... y quien lo está haciendo no es el hacer, es el ser.

 

P: Vivir ciegos a que somos algo más que lo que hacemos, que el personaje que interpretamos, que el EGO, es como pasar de puntillas por la vida…

 

R: Hay algo místico, espiritual, que es lo que no percibo por los sentidos y que me regala la oportunidad de estar aquí y ahora y de darme cuenta de que estoy consciente aquí y ahora e interpretar todas las creencias que tengo, todo lo que veo a mi alrededor desde un ángulo nuevo. ¡Desde un ángulo que teníamos al nacer! pero fuimos perdiendo como consecuencia del ‘matrix’, como yo le llamo, que es esa sociedad que nos acaba construyendo unas reglas de juego que aceptamos. Si yo acepto las reglas del juego sin ser consciente de ellas…¡está bien, es fantástico!, pero lo que me estoy perdiendo en este viaje es darme cuenta de que eso que existe y que está ahí, no es lo único. No es lo único de mi vida…

 

P: ¿Dónde está el despertar?

 

R: No está en nada místico: despertar es darte cuenta y, en el instante en que te das cuenta, sientes que de repente todas las reglas de juego que existen ahí fuera ¡están fantástico!, pero tú no eres eso; esa es la única diferencia. Esto no va de que de repente mi cuerpo astral se eleva y veo la sala y la habitación; no va de lamer un sapo, ni de leer 36 libros de autoayuda, ni escuchar 200 vídeos de coaching….

 

P: Si tuvieras que dar una recomendación a la gente para ayudarles a ‘darse cuenta’...

 

R: Yo…¿qué recomendaría a la gente?; Mira: date cuenta primero de que estás vivo…¡qué tontería!, ¿no? No, date cuenta de que estás vivo porque perfectamente podrás no estarlo en los próximos minutos. Segundo: date cuenta de que en la mayoría de los casos hay más partes de tu cuerpo que no te duelen que las que te duelen…yo no voy a decir que no te duelan, no, pero hay más partes que no te duelen que las que te duelen; date cuenta de que la mayoría de los días puedes comer; date cuenta de que todos los días puedes ir al baño a hacer pis, a hacer caca…¡fíjate qué tontería!...prueba a no hacerlo; date cuenta de que probablemente tangas una cama donde dormir; date cuenta de que tienes agua que beber; date cuenta de que alrededor tuyo hay gente que te quiere o por lo menos que está a gusto contigo; date cuenta de que, probablemente tengas un trabajo y, si no lo tienes, lo vas a tener en breve o estás estudiando; date cuenta de que puedes salir a la calle y respirar aire, puedes caminar y mirar lo que hay a tu alrededor…¡y todo eso está hecho para ti!

 

P: Esto que dices tiene mucho que ver con lo que escribes en tu primer libro, La magia de la gratitud

 

R: Primero está el darte cuenta de lo que hay…y segundo, agradécelo. Hay una cuestión neurológica ahí y es que es imposible neurológica y físicamente -que es el plano en el que estamos- es imposible estar agradecido y pasarlo mal a la vez…entonces, si yo ahora estoy agobiado, no pasa nada, no pasa nada, quiero dejar de estar agobiado: voy a tratar de traer a mi consciencia algo de lo que estar agradecido. Y ahí es donde se acabó el agobio.

 

P: Volviendo al título de ti libro, Inspirarte

 

R: Hay determinados instantes a lo largo de tu vida en lo que algo transparente, no perceptible por los sentidos convencionales, te inspira a hacer cosas. Ese es el título del libro. Inspirarte tiene que ver con una palabra maravillosa que es inspirar. Inspirar significa que obtengo vida de manera consciente y automática, pero a la vez es de las pocas palabras que simultáneamente genera lo contrario, que es que comparto con los demás, que tengo la capacidad de influir en los demás ¡y de influir sin mente!…es diferente inspirar que manipular…La realidad es que cuando tú inspiras a los demás, no lo haces de manera consciente, no existe voluntad de hacer, lo que existe es voluntad de compartir, de abrir aquello que tienes dentro y que te ha dado vida. Eso nada más que lo tiene el ser humano, ninguna otra especie de este mundo tiene esa capacidad…el libro se llama Inspirarte porque, lo que a mí me ha dado vida durante un tiempo, escrito, pretende ser un mensaje que no sé a quién llegará…

 

P: Y ese mensaje es…

 

R: Que la incertidumbre es maravillosa, que el cambio es maravilloso, siempre y cuando lo veas desde ese apreciar este regalo maravilloso que es la vida, que es finita. La vida dura hasta que te mueres. Cuando mueres dejas de 'hacer', pero nadie dice que dejes de 'ser'…


viernes, 16 de diciembre de 2022

La Navidad cambia el cerebro, según la ciencia

SERGIO DE DIOS GONZÁLEZ     |     La Mente es Maravillosa    |     11/12/2022

La Navidad cambia el cerebro de las personas, ya que las modificaciones en el entorno estimulan o inhiben la producción de diferentes neurotransmisores: dopamina, serotonina, cortisol, adrenalina, oxitocina, etc. 

La Navidad es una época diferente en la que la mayoría realizamos actividades en las que no nos prodigamos durante todo el año. Hay un cambio generalizado de actitud en las personas, mientras la decoración de las calles y las casas también cambian. Todo ello hace que sea una temporada especial, llena de estímulos afectivos y sociales. 

Como resulta obvio, esa transformación que se produce durante la Navidad en las costumbres y en el entorno físico tiene su efecto en el cerebro. Ahora, un estudio científico ha verificado que, en efecto, esta época propicia una actividad cerebral diferente. Así mismo, los cambios en los hábitos y en el entorno modifican la mente. Enseguida hablaremos de todo esto. 

Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año”.-Charles Dickens- 

Un estudio sobre la Navidad y el cerebro

Un grupo de científicos de la Universidad de Copenhague llevó a cabo una investigación sobre los efectos de la Navidad en el cerebro. Su objetivo fue ubicar el “espíritu navideño” dentro de la actividad cerebral, y para ello emplearon imágenes de resonancia magnética funcional.

Para el estudio se partió de dos grupos de personas. Uno de ellos correspondía a quienes habían celebrado la Navidad desde la infancia y tenían una actitud positiva hacia estas fechas. El otro grupo no tenía por costumbre hacer festejos navideños.

En el primer grupo se detectó una activación de ciertas zonas cerebrales ante imágenes o estímulos que evocaban la Navidad. En concreto, se observaban cambios en la corteza motora sensorial, la corteza motora primaria y premotora y el lóbulo parietal. En el otro grupo no se veían estas reacciones. 

¿Qué significa esto? Que quienes tienen presentes las tradiciones navideñas reaccionan a estas poniendo en juego aspectos como la memoria y las sensaciones motoras. Al parecer, esta época activa evocaciones y recuerdos profundos. Esa es la razón por la que el cerebro parece presentar un patrón de activación diferente en estas fechas que en otros momentos del año. 

Las experiencias navideñas 

Las variaciones en el entorno provocan modificaciones en el estado de ánimo y, por supuesto, esto tiene un referente en el cerebro. Durante la Navidad cambian las costumbres, los eventos, la actitud de las personas e incluso la apariencia de las casas y de las calles. Así que, en mayor o menor medida, hay una transformación en la mente. 

No se puede hacer una generalización sobre la forma en la que la Navidad cambia el cerebro. Depende de cada entorno y de cada persona. Sin embargo, lo que sí es posible es establecer los factores que tienen el potencial para producir modificaciones. Son los siguientes. 

Compras y compromisos

Es habitual que durante la Navidad se tengan más compromisos sociales que de costumbre. Hay más reuniones, despedidas, fiestas y toda suerte de eventos. Así mismo, lo común es que en esta época se destine tiempo a las compras de regalos, en medio de tiendas atestadas de gente. Todo esto en conjunto hace que se incremente el estrés.

Lo más frecuente es que quienes experimentan una sensación positiva con la Navidad también sientan una cierta tristeza cuando estas se terminan. Puede haber una sensación de agotamiento o de vacío, acompañada por la obligación de regresar a la rutina.

Los regalos

La Navidad y los regalos son como el pan y la mantequilla: suelen ir juntos. Tanto dar como recibir obsequios produce satisfacción emocional. La generosidad se asocia con la liberación de dopamina y endorfinas. Esto incrementa la sensación de bienestar.

También se da el caso de que ni se puedan dar todos los obsequios que uno quisiera, o que no se reciban suficientes regalos. De ser así, es posible que haya cierta desilusión o tristeza. Si es tu caso, la mejor salida está en darte un obsequio que llene en parte ese vacío.

El contacto con los demás

Durante la Navidad se establece más contacto con otras personas. Es importante regular bien esto, para que no sea agobiante, en especial para quienes no se sienten cómodos socializando con tanta intensidad. Por lo demás, resulta excelente para llenarse de la buena actitud navideña de otros.

Los excesos

Esta época, sin duda alguna, se presta para excesos. En particular, en el gastar, en el comer y en el beber. Pasar el límite suele tener consecuencias, que al final solo se notan en enero. Mejor controlarse un poco y disfrutar de estas festividades con moderación.

La Navidad es una época maravillosa y casi nadie es indiferente a ella. Ubicarse mental y emocionalmente en esta etapa hace que se pueda vivir de una manera adecuada, nutriendo los cambios positivos que traen los festejos navideños y regulando todo para que después no haya efectos indeseables.