miércoles, 29 de noviembre de 2023

El síndrome de Marilyn Monroe


Valeria Sabater.       |      La Mente es Maravillosa      |      06/06/2023
 
El síndrome de Marilyn Monroe define a esas personas a las que todo el mundo ama, pero a las que nadie se molesta en conocer en profundidad. Son perfiles rotos por la soledad, como lo fue la propia Norma Jean. Esa mujer en su eterno papel de “rubia ingenua” pero que en realidad, tenía un reverso más profundo, reflexivo y autoexigente que muy pocos conocían.
 
No queremos entrar aquí en cómo fue el final de la diva por excelencia del mundo del cine. Se ha escrito mucho sobre ello. Libros recientes como “”Marilyn Monroe: A case for Murder”, de los periodistas Richard Buskin y Jay Margoli, ya nos dan una pista sobre el tema. Ahora bien, lo que nos interesa en esta ocasión es ese perfil psicológico que caracterizó a la propia Marilyn y cuya esencia, ha dado forma a un síndrome que lleva su nombre.
 
“Vida, soy de tus dos direcciones y de algún modo, permaneciendo siempre colgada hacia abajo”.- Poemas de Marilyn Monroe-
 
En el libro “The Marilyn Syndrome” la doctora Elizabeth Macavoy nos explica que antes de fallecer, ella ya había muerto de vacío y soledad. Más allá del glamour, de los focos y de aquel Happy Birthday Mr. President que le dedicó con descaro a John F. Kennedyexistía una mujer fragmentada desde hacía mucho. Alguien que había entendido que la felicidad era eso que todo el mundo esperaba ver en las películas de Hollywood, pero que en la realidad (su realidad) lo único que existía era el egoísmo y la falsedad
El síndrome de Marilyn Monroe ¿qué es exactamente?
El síndrome de Marilyn Monroe se está dando en la actualidad con mucha frecuencia. Aparece en aquellas personas, actores, cantantes y perfiles en general que gozan de cierto éxito social y que suelen eclipsar a los demás por su encanto, su belleza o su destreza en alguna actividad.
Todos los quieren, todos los adoran y desean acercarse a ellos, ser parte de ellos… Pero en realidad, la mayoría de las veces son meros instrumentos, muñecas y muñecos que otros manejan a su antojo para escalar socialmente y potenciar su imagen, al tener cerca a ese ser “deslumbrante” que todos admiran. Asimismo, la “persona objeto” no es consciente de que lo es en un inicio, porque ser el centro de atención de todos los universos es casi adictivo, es reconfortante y muy placentero, sobre todo cuando uno tiene la autoestima muy frágil y bajo mínimos.
 
Así, y en el caso de Marilyn, toda esa vorágine resultó muy catártica tras una infancia traumática y una adolescencia precipitada que derivó en matrimonios muy tempranos. Sin embargo, poco a poco se fue dando cuenta de algo. Para sobrevivir en aquel escenario de cámaras, productores y directores de cine debía crear un papel de mujer tremendamente ingenua, despreocupada y siempre radiante. Esa era la imagen que todos querían, la que vendía entradas, la que enamoraba a todos por igual.
 
Norma Jean construyó su papel a la perfección y sin embargo, nadie le dio un Óscar por interpretar de forma magistral ese papel llamado Marilyn Monroe. Pocos sabían que se vio obligada a rebajar de forma continua su nivel intelectual para sobrevivir en Hollywood y para hacer de su ingenuidad su clave del éxito; cuidando al máximo ese tono de voz infantil con el que seducir, dando forma a una mujer que apenas se parecía a ella…
El síndrome de Marilyn Monroe o la autoestima perdida
El peligro de crear un papel para conseguir admiración y ser siempre ese centro de atención y de deseo permanente es que la propia identidad se acaba marchitando. Arthur Miller, el último marido de Marilyn, dijo de ella que era como “Jekyll y Mr. Hyde”. Miller fue tal vez de las pocas personas que sí llegaron a conocer ese otro lado de Norma Jean, la mujer taciturna, solitaria y reflexiva que disfrutaba escribiendo poemas.
De ella decía que “tenía instinto para la poesía” y que había sido una mujer hábil a la hora de llegar hasta donde lo había hecho. Sin embargo, y según decía el propio Arthur Miller, le faltaba cinismo, le faltaba tener los pies en el suelo. Puede que fuera así, pero de lo que en realidad carecía Marilyn era de una buena autoestima.
 
“Soy fuerte como una telaraña al viento, cubierta por una escarcha fría, resplandeciente”.- Poemas de Marilyn Monroe -
 
No obstante, aquellos no eran buenos tiempos, todo hay que decirlo. La testosterona y el machismo imperaban en el mundo del cine. Aunque la propia Marilyn intentó crear su propia productora (Marilyn Monroe Productions), tal osadía le fue duramente recriminada y considerada como un desafío a las industrias del cine. Así que rendida, volvió dócilmente a su papel de mujer ingenua.
 
El síndrome de Marilyn Monroe nos dice que interpretar un papel para poder sobrevivir y ser amados por otros, tiene un alto precio. Puede que no lo percibamos hoy, puede que en la actualidad quedemos deslumbrados, extasiados por todos esos refuerzos positivos que alimentan nuestra autoestima. Sin embargo, lejos de alimentar nuestro amor propio lo que estamos haciendo es envenenarlo.
La aprobación social y el éxito no siempre dan la felicidad, gran parte de las veces nos deja vacíos y nos desgaja lenta e irremediablemente.

lunes, 27 de noviembre de 2023

El sencillo ejercicio que propone Marian Rojas para decir adiós a tus inseguridades: "Es muy potente"


ANA RUMI       |       Cope-El diván de Marián Rojas     |    16/09/2023

 

La psiquiatra Marian Rojas explica en 'Fin de Semana' cómo podemos tratas nuestras inseguridades y nos propone unos cuantos ejercicios para hacerlo

 

Seguro que a ti te ha pasado más de una vez: te miras al espejo y no te gusta lo que ves, temes ir a un sitio u otro porque hay algo que te frena, o no te relacionas con las personas como a ti te gustaría. Eso, aunque parezca mentira, suele tener un denominador común y no es otro que la inseguridad.


Y es que cualquiera que sea te hace frenarte a enfrentarte a ciertas situaciones y tiende a, sin quererlo, ir menoscabando poco a poco tu vida. Ya sea inseguridades físicas o psíquicas, todos terminamos sufriéndolas. Sin embargo, hay un porcentaje de gente al que esas inseguridades le bloquean gran parte de su vida, por eso, en Fin de Semana nos preguntamos, ¿cómo podemos evitarlas? ¿Qué podemos hacer para decirles adiós definitivamente?

 

Es lo que le preguntamos a nuestra psiquiatra de cabecera, Marian Rojas, quien nos explica que, lo primero que tenemos que tener en cuenta es diferenciar si es una inseguridad que nos permite tener una vida o no. "Cuando uno se siente inseguro tiene que identificar de donde viene la inseguridad, si es algo objetivo, como, por ejemplo, tener unos kilos de más, o es una inseguridad subjetiva. Es súper importante, porque todo lo interpreto con mucha intensidad, yo a la gente no le caigo bien, mira cómo me mira...Hay que  diferenciarlo" explicaba.

 

Y, si te das cuenta de que esas inseguridades están frenando tu vida, y "se te van de las manos", hay que ir a terapia.

 

El ejercicio que te ayudará a borrar tus inseguridades

 

Como siempre, Marian Rojas nos pone ejemplos fáciles y sencillos sobre cómo afrontar ciertos problemas mentales, a través de sus propios pacientes. "Tengo una chica joven que viene a la consulta y me dice que está gorda y no quiere ir a la playa, cuando uno tiene una inseguridad tiene que buscar en su mente dónde se agudiza esta inseguridad y dónde te sientes más respaldado y protegido, y hacernos la pregunta de cómo me habla mi voz interior con respecto a esto" explicaba.

 

Por eso, uno de los ejercicios que tienes que poner en marcha es el de inspeccionar de dónde puede venirnos esa inseguridad y, también, acallar esa "voz interior" de la que tanto nos habla para impedir que amplifique aquellas cosas con las que no nos sentimos a gusto. "Conocer siempre ayuda, comprender es aliviar, cuando sabes de dónde vienen esas inseguridades ayuda a ir desmarañando, pero a veces necesitas una ayuda externa".

 

Así pues, Marian Rojas propone un ejercicio sencillo para decir adiós para siempre a las inseguridades. Y ese no es otro que el que centrarte en aquellas cosas que te hacen fuerte, que te hacen mejor, y en las que verdaderamente eres bueno. "Cuando uno habla de inseguridades, en terapia se trabaja en tus fortalezas y hay que enfocarse en ellas, si conocemos los defectos, no tienen por qué hacernos daño" decía.

Lo que sí es importante también es poder tener en consideración que no hay que compararse con nadie. "Uno de los items más relacionados con la infelicidad es compararse, si quieres ser feliz en esta vida no hay que compararse. Si hay quien potencia esa inseguridad hay que alejarse, hay que celebrar los logros, por pequeños que sean" aseguraba.

sábado, 25 de noviembre de 2023

Las claves del minimalismo mental: qué es y cómo nos beneficia

 

ALEXANDRA BENITO      |      Vanitatis-El Confidencial      |       14/09/2023

El minimalismo mental se ha convertido en el aliado de los que buscan deshacerse de las cavilaciones menos útiles, en pro de la paz y la armonía de las emociones

 

El minimalismo se ha convertido en una de esas palabras que, de una forma u otra, surge en la mayoría de las conversaciones. Un término con múltiples acepciones que transcurre en terrenos como la decoración, con cocinas minimalistas o el minimalismo cálido, la belleza o la moda con propuestas como los looks de Jennifer Lawrence. Aunándose en un concepto de vida que nos lleva hacia el 'menos es más'. 

Así, buscando un estilo de vida más consciente y lento, el minimalismo es una corriente donde eliminar todo aquello que nos sobra, no necesitamos o no nos hace felices. Una meta que se suma al movimiento slow life, que se puede aplicar a la decoración, pero también a nuestros pensamientos, con el minimalismo mental. Miles de ellos se acumulan en nuestro cerebro a diario. Aquí el quid de la cuestión radica en lograr que nuestra mente esté centrada y sin distracciones.

Viviendo el aquí y el ahora, alejándonos del estrés y sobre todo de la ansiedad y de la anticipación. Una búsqueda de lo esencial para nuestra armonía, que parece sencilla, pero que resulta mucho más complicada de lo que parece, especialmente en la era de la sobreinformación que vivimos actualmente. 

De hecho, un equipo de psicólogos de la Universidad de Queen, en Canadá, estableció que solo en un día podemos acumular 6.200 'gusanos del pensamiento', como denominaron a los bloques o 'divagaciones' sobre un tema. Una carga mental que es excesiva en la mayoría de los casos, ya que buena parte de esos 'gusanos del pensamiento' son innecesarios y maliciosos para nosotros.

¿Qué es el minimalismo mental?

Por eso, el minimalismo mental puede ser la clave para ayudarnos de deshacernos de esos pensamientos de más. Su objetivo es dejar espacio para lo verdaderamente importante, creando un entorno en orden y calma. Despidiéndonos de aquellos elementos que nos distraen o nos hacen daño. Buscando una higiene emocional que, comparándolo con un minimalismo material, es cómo eliminar parte de tu ropa. 

Es decir, si te gusta practicar deporte, no tienes por qué dejar de tener ropa deportiva en tu armario minimalista. Sin embargo, si te causa ansiedad o frustración ver esas zapatillas de correr sin estrenar, es el momento de dejarlas marchar. Dando espacio a lo que de verdad te importa, que quizás es una esterilla de yoga. Unas claves que se pueden extrapolar al minimalismo mental

Las claves para conseguir iniciarse en esta práctica se resumen en tres grandes bloques, según expertos como el escritor Aston Sanderson. La primera tarea es observar qué pasa por nuestra mente. Recordando el famoso '¿Qué tengo en el coco?', hagamos literal este juego de mesa para pararnos a reconocer qué estamos pensando.

Dado que en nuestro día a día, los pensamientos pasan desordenados, agolpándose y sin ser detectados por nuestro cerebro. Aunque, es importante destacar que debemos hacerlo sin juzgar, solo fijándonos en qué está pasando en nuestro interior. La segunda clave es intentar deshacernos de los pensamientos innecesarios. Muy relacionado con las técnicas de mindfulness, el minimalismo mental nos pide que paremos, escuchemos qué pensamientos son útiles y que al resto les dejemos marchar.

¿Cómo centrar la mente?

Por ello, es muy interesante categorizar nuestros pensamientos. Priorizando cuáles son más o menos valiosos y cuáles son positivos o negativos para nosotros en ese momento. Una tarea para la que es muy útil la escritura, poniendo en papel cómo te sientes o qué pensamiento te ronda sin descanso. 

Una vez sepamos qué ocurre en nuestra mente y estemos simplificando nuestras cavilaciones, llega el momento de practicar la atención plena. Si ya has detectado y reducido tus pensamientos, podemos pasar al nivel de centrarnos al máximo en un pensamiento o una actividad. Si tu cerebro se enfoca en algo que te interesa, el nivel de estrés disminuye, mejora la concentración y notarás menos cansancio.

jueves, 23 de noviembre de 2023

La neurociencia dice que estos hábitos son muy positivos para los niños


RUBÉN GARCÍA DÍAZ      |   Ser padres      |       14/09/2023

La disciplina que más ha hecho avanzar disciplinas como la educación es la neurociencia, de cuyos conocimientos parten muchos de los hábitos positivos para los niños que recomiendan una y otra vez los expertos.
 
Antes nos educaban así y aquí estamos”, te dirán quienes reniegan de la educación en positivo y de todo lo que tenga que ver con avanzar y evolucionar en cuestiones relacionadas como la crianza. Algo que no se ha producido por capricho de Álvaro Bilbao y todos los divulgadores sobre neuroeducación, sino porque la neurociencia ha permitido un gran avance en el conocimiento de la plasticidad de nuestro cerebro.

Hace veinte años no se sabía tanto como conocemos ahora sobre nuestro cerebro, desde la infancia a la edad adulta. Y esto, lógicamente, tiene consecuencias en la forma de ver y hacer las cosas. Para eso sirven, entre otras muchas cosas, los avances científicos, que sí tienen impacto en la vida cotidiana. Los de la neurociencia, especialmente, ya que nos ha permitido reflexionar, estudiar, aprender y desarrollar nuevas y mejores estrategias durante la crianza de nuestros niños. Por mucho que haya gente que reniegue de ello.
 
Seguramente lo hacen por desinformación, ya que la neuroeducación, la aplicación práctica y sistemática de herramientas y estrategias basadas en la evidencia científica acerca del desarrollo y funcionamiento del cerebro, no habla de no poner límites ni dárselo todo hecho a los niños y adolescentes, como muchas de estas personas ‘haters’ de las nuevas formas de criar defienden. Nada más lejos de la realidad. Los neuroeducadores, a partir de lo aprendido gracias a la neurociencia, recomiendan los límites, pero no vinculados a la mano dura ni a la jerarquía muy marcada.
 
Y recomiendan también muchísimos hábitos y comportamientos que son positivos para los niños y niñas, hábitos que nacen también de una base forjada en lo aprendido gracias a la neurociencia.
 
Cinco hábitos positivos para los niños
La neurociencia nos ha permitido conocer mejor los principios básicos del desarrollo cerebral y esto ha abierto una puerta al océano del conocimiento que ha impactado de lleno en los educadores y psicólogos que abrazan el conocimiento científico.
Lo dice uno de los neuropsicólogos más populares del país, Álvaro Bilbao: Cuando pregunto a un grupo de padres qué desean para su hijo, el 99% tiene la misma respuesta. Que crezca sano y que sea feliz. La felicidad es uno de los principales deseos de todo padre para sus hijos y, sin embargo, pocos conocen qué ingredientes lleva la receta educativa que permitirá a sus hijos ser felices tanto hoy como el día de mañana. Cuando a nosotros nos educaron se sabía muy poco acerca de cómo ayudar a los niños a ser felices, pero en los últimos años, la psicología positiva y la neurociencia han encontrado muchos datos acerca de las claves que hacen que seamos más felices”, argumenta el experto.
 
A partir de lo que saben, Bilbao, Rafa Guerrero, Alberto Soler y compañía han adaptado sus conocimientos al campo de la infancia, la crianza y la adolescencia, y siempre que tienen ocasión comparten y divulgan qué hábitos son los más positivos para nuestros hijos e hijas.
Son muchos. Muchísimos, de hecho. Y abarcan todo tipo de ámbitos. Nosotros, a continuación, compartimos cinco ejemplos variados cuyo impacto es muy positivo si se llevan a cabo durante la crianza.
 
Practicar regularmente deportes o actividades físicas
Explican desde la Fundación del Dr. Esteve que la neurociencia ha demostrado que “el ejercicio físico aeróbico beneficia las capacidades cerebrales tanto en el niño como en el adulto”. Por lo tanto, añaden, “quienes tienen una actividad física semanal más intensa tienen también una mejor memoria y mayor flexibilidad y velocidad de procesamiento de información mental”. La actividad física, por lo tanto, es positiva no solo desde el punto de vista de la salud física, sino también en un plano emocional y práctico.
 
Consecuencias reparadoras
Uno de los hábitos en los que más insisten los docentes y psicólogos si hablamos de crianza es el de las consecuencias reparadoras. La neurociencia ha demostrado, aplicados sus conocimientos en educación, que los castigos son contraproducentes. En ello insiste cada dos por tres Rafa Guerrero. En distintos foros, el psicoteraupeta se harta de recalcar que el castigo invita a la venganza por una cuestión científico, ya que se hiperactiva la parte del cerebro de las emociones y los instintos, lo cual impide que se controle la parte en la que se trabajan cuestiones como el razonamiento y las funciones ejecutivas. Dicho de otro modo, los niños, ante un castigo, se vuelven más distintivos y emocionales.
Esto no implica no poner límites, sino hacerlo de un modo respetuoso y positivo. Por ejemplo, mediante lo que los expertos llaman consecuencias reparadoras. De nada sirve dejarle sin parque por romper un dibujo a su hermana; sí sirve, en cambio, que le haga un nuevo dibujo y un perdón sincero después de un período de reflexión, por ejemplo.
 
Adultos autorregulados
Sabemos gracias a la neurociencia que la corteza prefrontal no comienza a madurar hasta los 7 años de edad, por lo que los niños y niñas necesitan acompañamiento y enseñanza emocional. Además, sabemos también que como mejor aprenden es copiando a sus modelos más cercanos, por lo que debemos dar ejemplo los adultos que tienen a su alrededor con nuestro comportamiento.
Ser, en definitiva, adultos autorregulados en lo emocional es clave para poder ayudar y acompañar a nuestros hijos e hijas. Se acabó, por lo tanto, lo de volverse “locos” en un cabreo y lanzarles la zapatilla, por ejemplo. La neurociencia nos invita a la pausa, la paciencia, el respeto, la argumentación, etcétera.
 
Acompañamiento en positivo
Es difícil concentrar en un solo hábito todo lo que la neuroeducación nos recomienda partiendo de la neurociencia en lo que respecta al trato con nuestros peques. Un vínculo fuerte depende de múltiples detalles que tienen un denominador común: sabemos que son más efectivos por cómo funciona el cerebro en la infancia.
 
Por ello, los especialistas en neuroeducación hablan de legitimar las opiniones de los niños y niñas, de mostrar amor verbal y gestual, de facilitar que expresen lo que sienten, de no restarle importancia a sus emociones y sentimientos, de apoyar, de darles responsabilidades en entornos controlados para fomentar su autonomía, de poner límites de forma respetuosa. Al fin y al cabo, de acompañar en positivo a nuestros hijos e hijas incluso cuando el contexto es “negativo”, como puede ser el momento posterior a que hayan hecho algo mal.
 
Adelanta la hora de la cena
Cerramos con un hábito que nada tiene que ver con los anterior para que sirva de ejemplo del enorme campo de acción en el que la neurociencia impacta.
Este es un hábito en el que incide Álvaro Bilbao cuando comparte trucos para que los peques coman mejor. Es el “más eficaz” según el experto, y no dejar de ser un hábito basado en la neurociencia porque, como él mismo explica, “el cerebro primitivo es una región del cerebro que se encarga de gestionar el hambre y el sueño, y uno de los principios que lo regula es que el sueño es más importante que el hambre por lo que el cerero del niño siempre va a preferir el descanso sobre la cena”.
 

martes, 21 de noviembre de 2023

¿Qué es la hipervigilancia y cómo afecta a tu equilibrio emocional?


MARÍA SERRALTA     |     Vanitatis-ElConfidencial     |       06/09/2023
Estar permanentemente alerta, en un estado de elevada activación y tensión, puede provocar graves perjuicios en quienes la padecen.

Como explica la psicoterapeuta Camila Cams, “la hipervigilancia es un estado de atención excesivamente intensa y constante hacia el entorno, acompañada de una percepción ampliada de las señales y estímulos que podrían indicar posibles amenazas o peligros”. Es decir: es un estado psicológico que nos hace estar permanentemente alerta, como si estuviéramos en peligro, a la espera de que pase algo. “Quienes experimentan hipervigilancia suelen estar en un estado de alerta elevada, siempre atentos a cualquier cambio en su entorno, incluso a los más sutiles”, añade Cams. 

Este estado de alerta constante puede estar asociado con el estrés, la ansiedad o el trauma: las personas que han vivido situaciones amenazantes o peligrosas pueden desarrollar hipervigilancia como una forma de autoprotección. Podemos explicarlo, de la forma más llana, como la necesidad de estar todo el tiempo alerta, atentos a la aparición de algún peligro.

Sin embargo, la hipervigilancia puede ser agotadora, y puede provocar importantes perjuicios en quienes la padecen, puesto que, a menudo, suele llevar a un aumento en los niveles de ansiedad y estrés. Pero además de provocarlos, la hipervigilancia también puede ser parte de trastornos de ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TETP) u otras condiciones de salud mental. 

Por otra parte, el elevado nivel de energía que exige estar permanentemente alerta es algo que produce agotamiento, tanto a nivel físico como emocional, y puede afectar a diferentes niveles, desde la sensación de debilidad a alteraciones en el sistema inmune. En los casos más extremos, puede incluso ser el origen de problemas en distintos sistemas y órganos del cuerpo, como cardíacos, respiratorios, endocrinos o musculoesqueléticos. Además, por supuesto, de alteraciones en el ciclo de sueño y vigilia, así como dificultad tanto para conciliar el sueño como para mantenerlo. Y también puede afectar, y mucho, a las relaciones interpersonales.

Para que la hipervigilancia no se convierta en un problema mayor es importante ser consciente de ella, ser capaz de reconocerla si aparece, y abordarla para que no interfiera negativamente en la calidad de vida y el bienestar emocional de la persona. 

Si sientes que estás experimentando hipervigilancia y está afectando a tu vida diaria, lo mejor que puedes hacer es hablar con un profesional facultativo especializado en salud mental para obtener orientación sobre cómo lidiar con ella.

lunes, 20 de noviembre de 2023

María Inés López Ibor, psiquiatra

 

La Voz de Galicia     |     15/06/2022
 
Lleva la Psiquiatría en la sangre y ha pasado parte de su carrera investigando sobre la tristeza. Pero ha escrito un libro sobre la alegría y propone hacer de su búsqueda un hábito que acompañe al ser humano durante toda la vida
Su apellido está ligado al de la historia de la psiquiatría en España. Hija, nieta y sobrina de especialistas en trastornos mentales, María Inés López Ibor siempre tuvo claro que quería estudiar Medicina. La especialidad llegó después, en quinto de carrera, para seguir la saga familiar, algo de lo que no se arrepiente. «Tener referentes te hace el camino más corto, pero también te exige», reconoce. Y tiene claro que esos referentes son un privilegio. Lleva años investigando sobre la tristeza y acaba de publicar un libro para luchar contra ella. Editado por Planeta, su título ya es toda una declaración de intenciones: En busca de la alegría.
—Cuentas que comenzaste a escribirlo durante el confinamiento, pero que ya lo tenías antes en la cabeza. ¿Cambió su esencia por la situación que vivíamos?
—Llevaba años investigando sobre la tristeza, que es el sentimiento que más se analiza desde la psiquiatría. Pero luego me di cuenta de que la alegría es más que un sentimiento, que depende de los rasgos de personalidad y he tratado de plantear una idea: tenemos que conseguir que los momentos de alegría se conviertan en las partes esenciales de nuestra biografía, que sean las vivencias que marquen nuestra existencia.
—¿Cómo fue ese proceso de escribir para el público general sin caer en la profundización de un experto?
—Es un trabajo de muchos años, soy profesora de Psicología Médica y he aprovechado para incluir algunos de los ejemplos que voy dando a mis alumnos.
—¿Es ahora más necesario que nunca este tipo de libros?
—Creo que siempre han sido muy necesarios, me pregunto por qué el ser humano no se preocupa más por conocer su mente, por saber la razón por la que piensa de una manera determinada. Cuidamos más el cuerpo, pero no tanto la mente, y es muy importante para estar sanos.
—¿Cómo ha respondido la sociedad ante la pandemia?
—Creo que es pronto para saberlo y, además, no todos lo hemos vivido de la misma manera. Pero desde el punto de vista psicológico, la pandemia es algo para lo que no estábamos preparados. Y después ha venido una guerra, otra situación que no esperábamos. Lo peligroso es que estas situaciones nos pueden dar inseguridad o incluso apatía. Pero yo confío en la población y creo que mucha gente saldrá fortalecida de esta situación.
—¿Cómo podemos prepararnos para algo así?
—En el caso de la pandemia, yo a mis alumnos, a mis pacientes y a mis hijos siempre les invito a que escriban cada día lo que hayan vivido y sentido; y que intenten reforzar los pequeños detalles, como puede ser hablar con un amigo o dar un paseo. Destacar lo bueno que se ha conseguido en el día a día ayuda a tener una perspectiva más positiva de la vida.
—¿Hay falta de alegría en la sociedad?
—Hay mucha falta de alegría porque hay mucha ansiedad, que es la respuesta psicológica al estrés. Vivimos en un estado de angustia permanente.
—¿Puede tener que ver el ambiente de crispación que se respira en la calle?
—Las emociones son sentimentales, primero las notamos y luego las interpretamos; y si el ambiente es muy negativo, por supuesto que repercute en ellas.
—Defiendes en el libro que la alegría es una condición de la sociedad y del ser humano. ¿No pueden los animales estar alegres?
—Los animales sí pueden ponerse alegres, pero no tienen esa capacidad para desarrollar un trastorno como puede ser una depresión. Sus respuestas son más emocionales, no hacen introspección. Su vida instintiva les domina más.
—¿Y crees que son más felices las personas que viven acompañadas que las que viven solas?
—El ser humano es un ser social que necesita de los demás para crecer y que es más feliz cuando da que cuando recibe. Pero también es muy importante esa parte de armonía que ofrece el hecho de estar con nosotros mismos. La soledad no es muy buena, pero saber estar solo está muy bien.
—¿Cómo se aprende a ser optimista?
—Es un proceso que no es automático y muchas veces es intencional. Si quieres que se convierta en un hábito lo tienes que repetir. Hay que darle mucha importancia a esas pequeñas cosas de las que hablaba antes. Cuando estamos angustiados convertimos esos malos pensamientos en globales y lo que hay que hacer es aislarlos.
—¿Crees que estamos en un momento decisivo para el tratamiento de la salud mental?
—Es un momento muy importante porque se está quitando el estigma de la enfermedad mental; ya no es como antes, que había una impresión generalizada de que todo el mundo que iba al psiquiatra estaba loco. La población empieza a ver que hay enfermedades mentales que tienen tratamiento y notan su efecto. Y la salud mental es la parte positiva de todo esto: está demostrado que si una persona la cuida, enfermará menos tanto física como psicológicamente.
—Son preocupantes las cifras de suicidios. ¿Cómo se debe hacer frente a este estigma social?
— Que mueran 3.000 personas al año en España por suicidio es un tema casi de salud pública y, más aún, si se tiene en cuenta que un alto porcentaje son adolescentes; y está confirmado que hablar sobre ello no hace que aumenten los casos, sino que ayuda a reducirlos. No hay que olvidar que muchas personas con tendencias suicidas tienen un trastorno que, si se trata, pude reducir dichas tendencias. Además, hay otro aspecto que me parece muy relevante, que es la importancia de acompañar a las personas que han perdido a algún familiar por un suicidio: en muchos casos, sus amigos no hablan de ello porque genera mucha culpa, es como un estigma, y a esa gente hay que cuidarla.
—Las cifras de venta de ansiolíticos se han disparado. ¿Crees que se debe a esa medicalización del sufrimiento de la que hablas en el libro?
—Estamos en una sociedad en la que parece que todo el mundo tiene que ser feliz y no es así. Es necesario llorar, hay que estar tristes, hay que hacer duelos y pasar por todo ese proceso que trae la tristeza. No por tomar un ansiolítico vas a estar bien. Si evitamos el sufrimiento con un medicamento haremos al individuo más débil.
—¿Dónde está el límite entre la tristeza y la depresión?
—Es difícil de definirlo y es algo en lo que llevo trabajando durante muchos años; la tristeza aparece cuando perdemos algo, pero en la depresión hay otros síntomas biológicos, como pueden ser la falta de sueño, la apetencia o los trastornos alimentarios.
—Hacer de la alegría un hábito suena fácil pero, ¿realmente lo es?
—No es fácil, pero está demostrado que el ser humano es capaz de modificar su comportamiento mediante los hábitos que adquiere. Es un proceso que requiere motivación, esfuerzo, disciplina y paciencia. Mi propuesta es hacer de la búsqueda de la alegría un hábito que nos acompañe toda la vida.
 

sábado, 18 de noviembre de 2023

El psicólogo Antonio Rios explica a los padres cómo tratar a un adolescente: "No se puede entrar en un cuerpo a cuerpo"


Elisa Albacete      |      Madrid      |  niusdiario.es    |    17/06/2023

Esta etapa de transición a la juventud dura aproximadamente cinco años y va asociada a cambios emocionales y físicos 

El adolescente solo responde con monosílabos, no acepta más que tres preguntas y no responde de manera inmediata 

Aunque parezca imposible existen tres tipos de charlas que se puede mantener con los chicos y chicas en esta etapa

De pronto, cuando menos lo esperas, en casa hay un adolescente. Una persona que o no habla o responde con monosílabos, que se encierra en su cuarto, que huye de besos y abrazos, que mira con desprecio a su familia y que se rebela contra todo lo establecido. La buena noticia es que es un proceso normal del desarrollo, la mala que suele durar de media unos 5 años. 

El doctor Antonio Ríos los conoce bien. Como psicoterapeuta especialista en terapia familiar y de adolescentes, lleva años aconsejando a padres y madres sobre cómo asimilar esta etapa tan difícil. Un periodo complicado de la vida humana en el que se producen muchos cambios y que suele pillar por sorpresa hasta al propio interesado. 

Pregunta: Se suele decir que la adolescencia es una etapa de transformación.

Respuesta: Es que se transforman, aunque es verdad que con diferente intensidad dependiendo de la personalidad de cada chico, de cada chica. Pero en cualquier caso hay un cambio muy importante. Dejan de ser niños y pasan a ser otra cosa que ni ellos saben qué es. Es un proceso hacia la juventud. Una transición de querer saber quién son, ir descubriéndose. Lo que sufren es una crisis de la identidad. Dejo de ser niño o niña y de ver a mis padres y todo lo que me rodea con ojos de niño o niña para verlo todo de otra manera diferente. Mi cuerpo cambia físicamente, emocionalmente , sexualmente, intelectualmente, mis motivaciones cambian. Lo que de niño me interesaba ya no. Cambia todo.

P. Una etapa de tanto cambio que lleva a que ni ellos mismos se entiendan.

R. Eso es, cambian de valores, cambian de todo. Lo ven todo de otra manera porque han cambiado ellos. Han aparecido hormonas, se enamoran, se desenamoran. Tienen ganas de experimentar sexualmente, de hacer lo que hacen los mayores. Y eso le provoca una serie de emociones que le hace estar todo el día fluctuando. Pasan de la más absoluta euforia a la más absoluta depresión (no una depresión clínica). Cambia también de amigas, de amigos. Muchos padres me dicen: "Pero ¿si eran amigas desde infantil? ¿Cómo es posible?". Pues porque en la adolescencia aparece el fenómeno de la elección del amigo. La amistad en la adolescencia surge por elección. En la infancia está condicionada porque coinciden en clase, en las extraescolares, porque los padres son amigos. En la adolescencia no, ahora ellos eligen a sus amigos. Y no puedes intervenir porque se volverá en tu contra.

P. Esta etapa de adolescencia ¿avisa o llega de repente?

R. Generalmente llega de pronto. Yo siempre digo que es después de un verano. Está acabando quinto o sexto y cuando llega primero de la ESO ya han cambiado. Te miran de otra manera, te desafían de otra manera. Han pasado solo unos meses pero ya no es la misma persona. Pero puede ser de repente. Una vez un padre me decía: "¿Un verano? ¡Pero si fue en una noche ! Se acostó y al despertarse era otro". Y eso es así. A veces los cambios son más bruscos, en unas semanas o días se levantan y son adolescentes. Pasan de mirarte como niño, a mirarte con asco, como suelo decir yo en tono de broma. Te mira como diciendo: ¿Y por qué te tengo que hacer caso a ti?. Puede pasar que te diga "que asco de comida". Y resulta que era su plato favorito hace unos días. Todo lo que les gustaba antes, ya no.

Hay que entender que es un ciclo evolutivo que va a llegar inevitablemente 

P: Una etapa que no solo pilla por sorpresa a ellos, también a los padres.

R. Muchos padres no se preparan, creen que no va a llegar. No se imagina que ese niño o niña de siete años que te mira con admiración y te quiere, en cinco años se transforma. Se vuelve otro. 

P. ¿Dice que son otra persona distinta?

R. Lo que ellos tienen claro es lo que ya no soy. Ya no soy un niño o una niña. Ya no quiero que me mires como me has mirado, ni que me trates como me has tratado, ni que me hables, ni que me digas, ni que nada. Todo lo que durante diez doce años has vivido con ellos ya no vale. Empieza a ser todo nuevo para todos, para ellos y para los padres. 

P. El modo de acercarnos a ellos pasa por entender el proceso.

R. Eso es. Entender que vamos a entrar en una etapa de transición a la juventud. Que es una época que empieza y termina. Los progenitores tienen que aprender a llevar esto de la mejor manera, para salir de esta época y transitar sin vivirlo muy “lesionados”. Prepararse para ello entender que es un ciclo evolutivo que va a llegar inevitablemente, que es normal que cambie, y que cuando ellos cambian van a ver la vida de otra manera.

Te van a cuestionar todo lo que tú le digas. 

P. ¿Y cómo nos podemos preparar para llevar mejor ese momento?

R. Pues normalizando. Pensando que la niñez se termina y que va a llegar una etapa lógica, normal, saludable que hay que pasar inevitablemente. Una etapa en la que tu hijo, tu hija, se va haciendo mayor. Eso es “que yo quiero decidir”. Te va a cuestionar todo lo que tú le digas. ¿Cómo te preparas? Sabiendo que vas a tener que contar con su opinión y sabiendo que vas a tener que negociar mucho. 

P. ¿Qué quiere decir con negociar?

R. No se negocia con los niños pequeños. Lo que se hace es proponer alternativas, ellos eligen entre lo que tu propones para fomentar la independencia. Pero con los adolescentes es distinto. Con ellos se negocia. A partir de los 12-13 años hasta los 18, son cinco años de negociación. Un adolescente pasan por una crisis de la afirmación del yo, de la personalidad. Es cuando la personalidad eclosiona, te dicen "yo soy mayor". "No soy un niño". Y esto lo quiere afirmar. Es la afirmación del yo. Cuando yo quiero, como yo quiero, con quien quiero, a la hora que a mi me apetezca. Yo, yo, yo. Y eso hace que desafíe todas las normas, limites, criterios pautas. todo lo que en 12 años hemos hablado en casa y aceptaba sin ningún problema. Obligaciones, tareas domésticas... 

P. Y ¿cómo podemos manejar eso?

R. Pues hay que preparar algunas estrategias y hay que aprender a negociar. Ellos no saben negociar, pero nosotros sí. En su caso son del todo o nada, pero hay que conseguir un punto intermedio. Pero sin darles órdenes. No tenemos que decir: "Recoge tu cama o saca el perro. Porque te dirán sí, sí. Y luego harán lo que les dé la gana. Lo que sugiero es que se les diga algo con margen de tiempo: "Antes de irte ordena la habitación". "Antes de que te de la paga haces los deberes".  ¿Y cuándo lo van a hacer? Dos minutos antes de que se acabe el plazo.  

P. Los padres tienen que armarse de paciencia.

R. Sí, mucha paciencia, mucha negociación. Sabiendo que es un proceso lógico que hay que pasar. Que aunque te lo digan, no te odian. Que te siguen queriendo. Pero te conviertes en el enemigo en casa porque me impides hacer lo que yo quiero. 

P. Y ¿hay que dejarles hacer lo que quieran?

R. No y por eso llega el conflicto. Ellos quieren hacer lo que les da la gana porque se sienten mayores y no “tienen” por qué obedecer tus órdenes. Y tú tienes que establecer en casa una serie de pautas, de límites, de obligaciones. Hay que llegar a acuerdos. Negociar mucho y escuchar mucho. Y flexibilizar. Hay padres que son muy rígidos. Y eso tampoco es bueno. No olvidemos que los padres, madres somos los enemigos. Ellos van a defender todo lo que a nosotros no nos gusta, es una manera de afianzar su personalidad. El adolescente se afirma en las áreas donde a los padres les pone más nerviosos. Para fastidiar. Tenemos que saberlo y dejarles. Todo volverá a su sitio. No discutir, no darle importancia, que vean que no hay desafío. Eso les desinfla. 

P. Claro que antes de poder negociar tenemos que conseguir que hablen.

R. En la adolescencia tenemos que prepararnos a los monosílabos. Son cinco años de monosílabos. Tenemos que ser conscientes de que no responden. Y no te enfades, porque como les digas algo te dirán: "Ya está bien, ¿no?" Deja de interrogar". No hay que hacer interrogatorios. Un adolescente solo admite tres preguntas. Ni una más. A la cuarta se va. Y tampoco te responden de manera inmediata. Eso lo tenemos que tener claro y aceptarlo. Por último debemos aprender a interpretar sus respuestas, porque no siempre implican lo que creemos. No es fácil, pero con paciencia y calma lo iremos consiguiendo. 

P. Entonces, ¿para entender a un adolescente hay que aprender a comunicarse con ellos?

R. Hay tres formas de comunicarte con un hijo-hija adolescente. Una es la comunicación afectiva. Es cuando ellos vienen a hablar contigo. Eso es una compulsión, es en este momento, en este lugar y en esta hora. Y suele ser a la hora más inoportuna y en el lugar más inapropiado o cuando tú estás en peores condiciones. Mientras estás preparando la cena, tienes prisa y entran en la cocina a hablarte. Y es cuando yo digo: "Estás cortando la lechuga y tienes que seguir cortando lechuga, añade tomate, corta cebolla, sigue sin mirarle y ocupándote de la ensalada porque ese momento es mágico".

"Mientras hablan es un momento mágico. Ellos han decidido venir a hablar contigo y tú los escuchas. En ese momento no hay que discutirle ni cortar la conversación. En cuanto les comentes algo de lo que dicen, dirán: “Ya estás tú siempre igual. No me comprendes. Se van y dejan de hablar”. Si hay algo que ha dicho que no te parece bien, te lo tienes que guardar y al día siguiente, sin ninguna preparación ni nada, les dices en el pasillo: "Oye, ayer cuando me contabas en la cocina hubo algo que me he quedado pensando. No sé. No me parece bien creo que mejor…" y se lo sueltas. Pero ya se lo dices en otro momento. Y no has cortado la charla anterior. Mientras ellos te cuentan tú tienes que seguir la conversación sin dejar de hacer lo que estás haciendo. Sin mirarles. Es lo que llamamos comunicación afectiva, porque ellos necesitan que tú los escuches. Su mente les dice espero que me escuchen y no me interrumpan o me digan si está bien o mal. Es lo que necesitan. 

P. Y las correcciones, al día siguiente.

R. Efectivamente, lo que necesitemos matizar al día siguiente. Porque luego está la comunicación efectiva. Cuando queremos hablar con ellos. No se les puede avisar. No les decimos esta noche hablamos, porque esa noche tendrán mil planes. Tienes que pillarlos de pronto. Aquí lo que sugiero son mensajes muy breves y concisos, porque como te enrolles, desconectan. Mensajes concretos: "Tenemos que hablar de las vacaciones". Sin avisar. 

P. Eso para corregir o contarles algo importante.

R. Es una conversación que ellos no decide, que hemos decidido nosotros y por eso se ponen en plan pasivo. Dejan claro que ellos no han buscado la conversación con un lenguaje no verbal, ponen caras, suspiran. No hay que hacer caso. Pero sí ser muy breves y concisos. 

P. Y luego hay un tercer tipo de conversación, más lúdica.

R. Sí, la que llamamos conversación superficial, que es la que más tenemos que usar con un adolescente y todo lo que podamos. Hablar de temas que no les impliquen. Una charla que no hace referencia ni a la familia ni a ellos. ¿De qué se habla? Pues de deportes, de música, de moda, de cotilleos. Tuve un padre en consulta que se hizo fan de los Mojinos Escozíos porque a su hijo le gustaban y se ponían a hablar de las letras de las canciones. Esa es una buena comunicación. 

P. Buscar algo que conecte con ellos.

R. Cualquier tema moda, fútbol, cómic. Ellos luego dirán: "Yo hablo mucho con mi padre/madre". Aunque estamos hablando de temas superficiales, ¡para ellos es una conversación!. 

P. En cualquier caso lo que tenemos que evitar con los adolescentes es discutir.

R. No se puede entrar en un cuerpo a cuerpo. Entras en una escalada donde ellos no paran. Es el adulto el que tiene que frenar. Es una espiral que no tiene fin. Aunque depende de su personalidad. En un extremo están los rebeldes, impulsivos que hablan antes de pensar, que se quejan de todo. Y en el otro extremo está esa personalidad sutil que te dice a todo que sí y luego hace lo que le da la gana. 

P. ¿Se puede educar de pequeños para evitar los conflictos en la adolescencia?

R. Si tienes un hijo con una personalidad muy fuerte hay que marcar muy bien la autoridad antes de que llegue esa etapa. Desde pequeños tiene que quedar claro que en casa hay normas, que esto no se negocia. Esto es para que cuando llegue a los 15 años sepa que la autoridad la tienes tú. Si un niño ha sido educado con permisividad absoluta se convierte en un tirano en la adolescencia. Porque no olvidemos nunca que los adolescentes por su propia naturaleza son interesados, egoístas, egocéntricos y ensimismados. Es un término evolutivo. No son términos morales, es evolutivo. Son así. 

P. Pero es una etapa que pasa.

R. Claro, se termina. Igual que un día se levantan y te miran con asco, de pronto, en torno a los 18 años o así, se sientan a tu lado y te empiezan a hablar y les llaman para salir y dicen: "No salgo que prefiero estar en casa con mi familia" O te dicen: "¡Qué buena la comida!". Y ya está. Ya se ha acabado. Lo bueno de la adolescencia es que se termina. 

P. Eso es lo positivo, aunque tenemos que tener en cuenta sus consejos para transitar esos cinco años.

R. Tengamos en cuenta que es una etapa natural en la que hay que negociar. Pero no esperes que lo negociado lo cumplan cien por cien. Hay que dejar márgenes. Si en la negociación llegas a un acuerdo, ten en cuenta que el acuerdo lo cumplirán en parte. Por eso hay que pasar esta etapa con calma. Y pensar que esto es normal, tienen que hacerse mayores y esto pasará. Lo bueno de la adolescencia es que pasa.