sábado, 25 de octubre de 2025

Claves para conectar con otras personas: cómo los pequeños gestos fortalecen los vínculos que protegen la salud mental

Infobae.com      |     06/10/2025 

La neuropsicóloga Lucía Crivelli destacó en Infobae en Vivo la importancia de las relaciones sociales y dijo que la ciencia revela cómo los actos cotidianos más sencillos impactan en el bienestar emocional y en la prevención de enfermedades como la demencia

Valorar la empatía, la escucha activa y los gestos sencillos, como una sonrisa llamar a una persona por su nombre, pueden marcar una diferencia significativa en los vínculos interpersonales. Así lo aseguró la doctora Lucía Crivelli, neuropsicóloga (MN 33.849), durante su columna en Infobae en Vivo, donde expuso cómo las relaciones sociales inciden en el bienestar psíquico, la prevención del envejecimiento cerebral y hasta en el riesgo cardiovascular.

“No hay sonido más dulce que el nombre propio”, afirmó, cuando destacó el papel central de los pequeños gestos para forjar vínculos valiosos.

Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Maru Duffard, Ramón Indart y Cecilia Boufflet.

En este contexto, Crivelli profundizó sobre la importancia de los lazos sociales y la capacidad de influir en los demás de manera positiva, sin imponer, a través de la empatía y estrategias concretas de comunicación. Su intervención giró en torno al arte de conectar con las personas e influir en ellas sin imponerse y cómo los pequeños gestos pueden generar los mayores cambios en nuestras relaciones, una materia que ha cobrado notoriedad, especialmente tras la pandemia y en una era donde el aislamiento social es uno de los catorce factores de riesgo para la demencia.

Durante la conversación, la especialista hizo hincapié en cómo el aislamiento social no solo repercute en la salud mental, sino que también se asocia a un aumento en las probabilidades de desarrollar enfermedades como la demencia. “Uno de los principales factores de riesgo es el aislamiento social”, recalcó Crivelli, y enfatizó que el ser humano está hecho para el contacto y que la interacción genuina es tan vital como cualquier tratamiento médico preventivo. Citando la experiencia de la pandemia, la neuropsicóloga remarcó: “Vimos como experimento natural cuánto sufrió la gente por el aislamiento, no solo en lo emocional, sino también en la salud física”.

De acuerdo con Crivelli, incluso los vínculos que surgen espontáneamente pueden no resultar fáciles para todas las personas, y muchas veces la necesidad de conectarse requiere de un aprendizaje y de estrategias intencionales. “No es tan sencillo hacerse amigos a lo largo de la vida, y menos en tiempos donde las redes sociales han instaurado la ilusión de los contactos masivos, pero lo que realmente beneficia al cerebro y a la felicidad son las amistades genuinas, esas que existen en la conversación cara a cara”, explicó.

Las investigaciones científicas, como el famoso Harvard Aging Study, desempeñan un rol clave en este debate. “Las personas más felices no son quienes tienen una enorme familia, sino las que cultivan una variedad de relaciones de distintos ámbitos”, comentó Crivelli. “Es importante fomentar relaciones laborales, de amistad, familiares, de diferentes entornos. La diversidad social proporciona una red de bienestar y protección, un amortiguador importante frente al estrés y al desgaste”, añadió.

El valor de la empatía fue otro eje central. Definida como la capacidad de comprender y sentir las emociones del otro, la empatía, según Crivelli, tiene tanto un costado emocional como uno cognitivo. “Entender lo que el otro siente y, también, lo que piensa, es esencial. En ciencia, lo llamamos teoría de la mente”, explicó. Para ejercer la empatía conscientemente, recomendó el uso de preguntas abiertas e indagar sobre los sentimientos reales de los demás, dado que “no todos tenemos ese ejercicio tan incorporado”. En esa línea, la experta subrayó la importancia de la escucha activa, donde “más que hablar, debemos aprender a preguntar y a dejar espacio a la mirada del otro”.

Un fenómeno actual analizado por Crivelli es lo que en Estados Unidos se denomina “phubbing” (combinación de phone y snubbing), es decir, el desaire social producido por la irrupción del teléfono móvil en medio de una interacción personal. “Los experimentos muestran que mirar el teléfono repetidas veces frente al otro genera una caída abrupta de la confianza y la valoración. Hay que aprender a poner el celular fuera del alcance cuando estamos en una conversación importante”, subrayó, aludiendo al efecto directo que estos pequeños gestos pueden tener en la calidad del vínculo y, a largo plazo, en la salud mental.

Durante el diálogo, la frase “no hay sonido más dulce que el nombre propio”, atribuida al célebre empresario y escritor Dale Carnegie, fue especialmente destacada por la especialista. “Eso lo avalan los estudios neurocientíficos actuales: cuando escuchamos nuestro nombre, se activa un área cerebral relacionada con las emociones positivas”, explicó. “A veces olvidamos lo importante que resulta para cualquier persona ser reconocida y llamada por su nombre. Es un acto simple que puede fortalecer profundos lazos”.

La experiencia personal y profesional nutrió muchos de los ejemplos y recomendaciones de la neuropsicóloga. “Quienes trabajamos en contacto con mucha gente solemos tener más oportunidades para ejercitar las habilidades sociales, pero es fundamental que esto sea parte de las recomendaciones de salud para todas las etapas de la vida. Desde la infancia, pasando por la adultez, hasta la vejez, la importancia de forjar y mantener vínculos saludables es transversal”, enfatizó.

En la misma línea, Crivelli describió el “efecto Franklin”, que hace referencia al acercamiento que se produce cuando alguien pide un favor y la otra persona responde positivamente. “Cuando pedimos un favor, generamos una validación: el otro se siente respetado y valorado”, aclaró, sumando que esta clase de microactos tienen un sorprendente impacto en la percepción y la construcción de lazos de confianza.

Entre las medidas prácticas para fortalecer relaciones, la especialista mencionó varios “gestos neuroeficientes”, como la sonrisa auténtica (la “sonrisa de Duchenne”, que involucra tanto boca como ojos), el contacto visual, la escucha activa y la atención tangible al otro. “Así como la empatía se puede entrenar, también se aprende a prestar atención real, dejar de lado las distracciones tecnológicas y demostrar interés genuino. Estos gestos, aunque parezcan menores, desencadenan respuestas neurológicas beneficiosas, inclusive la activación de neuronas espejo responsables de la imitación emocional”, afirmó Crivelli.

En cuanto a los desafíos para sociabilizar, la neuropsicóloga describió cómo, si bien existen diferencias individuales marcadas (como la personalidad introvertida o extrovertida), el cerebro humano está diseñado para recibir estímulos positivos del contacto interpersonal. “No hay nada más desafiante ni más saludable para el cerebro que interactuar con otro en tiempo real, con espontaneidad y escucha. Los mensajes de texto, a pesar de su inmediatez, no reemplazan la riqueza y la adaptabilidad que se pone en juego en una conversación presencial”, enfatizó.

Consultada sobre la relación entre vida social y salud cerebral, Crivelli se refirió al creciente cuerpo de evidencia que vincula aislamiento social y aparición de demencias. “En la Argentina, cerca del 60% de los casos de demencia podrían evitarse; el aislamiento social explica el 3% y, aunque pareciera poco, representa una enorme diferencia a escala poblacional. Por eso es fundamental promover políticas de prevención y acciones comunitarias para mantener a las personas conectadas”, advirtió.

Cuando comenzó su diálogo de hoy en Infobae en Vivo, Crivelli comentó el reciente trabajo internacional sobre Alzheimer del cual formó parte y que tuvo una amplia difusión en medios del mundo días pasados: “Es una serie de artículos en The Lancet, la primera vez que la revista saca un fascículo íntegro sobre el tema en 200 años. El cambio más relevante es que ahora el diagnóstico puede ser certero incluso con pruebas de sangre para proteínas claves, pero es un campo todavía controvertido: no siempre la presencia de biomarcadores significa que se desarrollará la enfermedad y eso exige un debate ético sobre a quiénes diagnosticar y tratar, porque los nuevos fármacos, aunque mejoran la calidad de vida, pueden tener efectos adversos”.

Destacó que su contribución al trabajo colectivo, integrado por 40 expertos internacionales, giró en torno a los factores de prevención y riesgo. “Yo escribí especialmente sobre prevención, que es mi área de especialidad. Todavía hay mucho por recorrer, pero hoy sabemos que fomentar la interacción social es una de las claves preventivas”, recalcó la neuropsicóloga y relató que la serie de artículos tuvo impacto internacional con un gran lanzamiento en Ginebra y cobertura en los principales medios del mundo.

Por último, la especialista instó a recuperar hábitos sencillos y a valorar los gestos pequeños: “Tomarse el tiempo para saludar, sonreír o simplemente preguntar cómo está el otro, puede generar los mayores cambios. Hay toda una ciencia detrás de estas prácticas”, concluyó Crivelli, e invitó a reflexionar sobre la capacidad de influir en la vida ajena de forma positiva y duradera.

Cómo proteger la salud mental: diez asignaturas pendientes para superar el estigma de ir al psicólogo

RAQUEL ALCOLEA       |       abc.es      |      10/10/2025

Desde distintos frentes, tanto políticos como sociales y sanitarios, se insiste en la importancia de cuidar la salud mental y en la necesidad de hablar de ello sin tapujos, pero aún quedan escollos que siguen siendo objeto de estudio y análisis

Desde la pandemia el interés por la salud mental no solo se ha normalizado sino que ha crecido de forma exponencial. Se aprecia en el aluvión de libros publicados sobre psicología, desarrollo personal y autocuidado, en las apuestas editoriales de los medios de comunicación, en los temas tratados en pódcasts, en los contenidos de las redes sociales, especialmente en las cuentas de instagram y Tik Tok de los principales divulgadores, en talleres, cursos y retiros y en decenas de formatos creados en los últimos años para dar visibilidad tanto a la salud mental como al bienestar físico, mental y emocional.

Desde distintos frentes, tanto políticos como sociales y sanitarios, se insiste en la importancia de cuidar la salud mental y en la necesidad de normalizar y visibilizar un sufrimiento que, aunque no sea visible como las enfermedades físicas, provoca un profundo malestar en quienes lo padecen. Y parece que en este sentido se ha avanzado pues ya se habla sobre el tema sin tapujos. Sin embargo, aún quedan unos cuantos escollos por superar.

 Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, hacemos un repaso de algunas de las reflexiones que en la actualidad forman parte de la conversación y que son objeto de análisis y estudio para seguir mejorando.

1. El trabajo, atención prioritaria

La salud mental puede llegar a representar hasta el 8% del coste total de la nómina anual, generando una presión significativa sobre la rentabilidad y la operativa de las empresas. Según los datos de ifeel, las empresas que invierten de manera proactiva en la salud mental de los empleados obtienen una mejora en sus finanzas, lo que resulta en una ventaja competitiva respecto a otros actores del mercado que no ven la salud mental como un activo estratégico.

viernes, 24 de octubre de 2025

Marian Rojas, psicóloga: "Mucha gente no tiene depresión, lo que tiene es una vida vacía"

ACyV      |      elconfidencial.com      |      06/10/2025

La especialista en bienestar emocional ha compartido una reflexión sobre el agotamiento interior que sufren muchas personas en la actualidad

La doctora Marian Rojas Estapé ha vuelto a poner el foco en un tema que cada vez preocupa más: la delgada línea entre la tristeza, la apatía y la depresión. Durante una intervención en @Sanandotupsique, la psiquiatra reflexionó sobre cómo muchas personas interpretan el vacío existencial como una enfermedad, cuando, en realidad, lo que les ocurre es que han perdido la ilusión por vivir.

“Mucha gente no tiene una depresión, lo que tiene es una vida vacía”, afirmó Rojas. La autora de Cómo hacer que te pasen cosas buenas insistió en que el problema no siempre es químico o clínico, sino emocional y vital. Según explicó, cuando una persona se levanta sin propósito ni motivación, su cerebro “se va apagando a lo largo del día”.

Durante su intervención, la psiquiatra relató la historia de Ana, una maestra jubilada que había dedicado su vida a la enseñanza. Sin familia ni proyectos nuevos, su día a día se había convertido en una sucesión de horas vacías. “Mi padre le dijo: Se te ha vaciado la vida”, recordó Rojas. La clave fue sencilla: retomar actividades que despertaran su interés. “Llamó al ayuntamiento de su pueblo, preguntó por clases de pintura y baile, y en un mes era otra persona”, explicó.

El caso de Ana, según Rojas, es representativo de una realidad más común de lo que parece. “Cuando perdemos las ilusiones, se nos arruga el corazón”, apuntó la especialista, subrayando la importancia de mantener viva la curiosidad y el contacto social como parte de la salud mental.

Rojas sostiene que la ilusión es una de las fuerzas más poderosas del ser humano. “El cerebro se transforma cuando hay ilusión. Las moléculas del organismo cambian, la energía vital se renueva”, afirmó. Por eso, recomienda buscar pequeñas metas que generen entusiasmo: un hobby, un proyecto, una nueva rutina o algo tan simple como una conversación significativa.

En su visión, muchas personas que hoy creen estar deprimidas, en realidad, están desconectadas de aquello que les daba sentido. El vacío no siempre se llena con medicación, sino con propósito. Y, para ella, ese propósito se alimenta a través de la acciónapuntarse a una actividad, ayudar a otros, aprender algo nuevo o recuperar una afición olvidada.

La psiquiatra recuerda que no todas las etapas difíciles requieren tratamiento farmacológico. “Hay que aprender a reactivar la ilusión, porque sin ella la mente se marchita”, afirma. De ahí su insistencia en que el bienestar emocional no depende solo de las circunstancias, sino también de la actitud ante la vida.

Con su habitual tono cercano y realista, Rojas lanza un mensaje esperanzador: incluso cuando todo parece perdido, es posible recuperar la chispa. “No hay felicidad sin tener ilusiones”, concluye. Una frase que resume su filosofía vital y que invita a mirar hacia dentro para volver a encender el motor del entusiasmo.

domingo, 19 de octubre de 2025

Viktor Frankl, filósofo y psiquiatra: "La vida no es una búsqueda de placer, como creía Freud, o de poder, como decía Adler, es una búsqueda de significado"

 

CELIA PÉREZ LEÓN     |     cuerpomente.com     |     07/10/2025  

¿Para qué vivimos? Esa es la pregunta que la filosofía se hace desde hace siglos. Viktor Frankl planteó su propia respuesta: vivimos para encontrar un sentido a nuestra existencia..

A lo largo de la historia de la humanidad, muchos se han preguntado en qué consiste la felicidad. ¿Es, como decía Freud, la búsqueda del placer lo que nos conduce a la satisfacción? ¿O, como decía Alfred Adler, se trata de una búsqueda insaciable de poder? Placer y poder comparten algo en común: jamás se tiene suficiente de ninguno de ellos. Siempre se puede tener más. Y una vez conseguido, se pierde fácilmente.

No, la felicidad no puede estar en algo tan perecedero como inagotable. La felicidad no puede hallarse en algo efímero como el poder o el placer. Viktor Frankl, psiquiatra y superviviente del Holocausto, sabía cuál era la verdad. La vida es una búsqueda de significado, y solo así se encuentra la felicidad.

El sentido como brújula vital

No cabe duda de que en el momento en el que nacemos y tomamos conciencia de nosotros mismos, nos diferenciamos de otras especies. Este hecho es discutible, dado que hay estudios que indican que ciertas especies animales podrían tener también algo parecido a la autoconciencia. Sin embargo, nuestro lenguaje nos permite manifestar esta conciencia propia. Y a partir de ahí, la cosa se complica.

Si fuéramos animales más simples, nos bastaría con nacer, crecer, reproducirnos y morir. La vida transcurriría sin mayores molestias, sin dolores de cabeza. Habría hambre, dolor y muerte. También satisfacción, placer y vida. Eso es, en esencia, la vida.

Pero cuando el hombre toma conciencia de si mismo se hace una pregunta: ¿por qué? ¿Por qué estoy vivo? ¿Por qué yo y no otro? ¿Por qué?

La filosofía lleva desde hace siglos intentando dar respuesta a esta pregunta que, sinceramente, no creo que tenga una sola respuesta. Pero ese, nos dice Viktor Frankl, debería ser el motor de nuestra existencia. Encontrar esa respuesta. Buscar sentido. Porque solo por medio del sentido, encontramos consuelo.

¿Por qué?

Es importante comprender la situación en la que se encontraba Viktor Frankl al momento de elaborar esta tesis. Durante los años previos a la publicación de su célebre obra, El hombre en busca de sentidoViktor Frankl estuvo en el campo de concentración de Auschwitz. Allí, la muerte, el hambre, el dolor y la crueldad eran el pan de cada día.

Sin embargo, en un poderoso pasaje de su libro, el psiquiatra reflexiona sobre la maravilla de la vida. Un pescado medio podrido sobre la mesa despierta su interés. La anatomía de su ojo es un auténtico milagro de la naturaleza, una obra precisa de ingeniería que tiene un por qué, pese a que no lo terminemos de comprender. Frankl comprende entonces que la vida no es más que una búsqueda constante de sentido.

No, el poder viene y va. Un hombre como él lo había experimentado. Había visto como sus títulos y conocimientos no le garantizaban nada dentro de un campo de concentración. Tampoco el placer garantizaba nada. Tan rápido como llegaba, se iba. E incluso en el lugar más oscuro del mundo, el ser humano seguía existiendo. Y permanecía su deseo de existir.

El sentido era la respuesta a todo. Y este solo puede entenderse si comprendemos que existe otro que le da sentido a nuestra vida.

 

Todos somos uno

Volvamos a los animales. Parecen crueles. Un león devora a las crías del anterior macho dominante solo para asegurarse de dejar su descendencia. Un cuco deposita cuidadosamente su huevo en un nido ajeno, sacrificando la vida de las crías del pájaro elegido. Todos buscan la forma de sobrevivir. Pero más allá de la supervivencia individual, cada especie sobre la faz de la tierra busca algo mucho más importante: la supervivencia del grupo.

Si el ser humano pudo evolucionar, sostienen los antropólogos, es porque vivían en grupo. El esfuerzo colectivo, el carácter sociable de nuestra especie, es lo que propició nuestra evolución. Perfeccionar formas de comunicarnos entre nosotros, de fortalecer lazos, es lo que nos hizo convertirnos en lo que somos. Ese es el sentido que todos buscamos, sin darnos cuenta de que lo tenemos en lo más instintivo.

El sentido sigue siendo ahora el mismo que entonces: hacer algo que mejore al grupo. Garantizar la supervivencia de la especie. Ayudar a las personas que nos rodean. Dar de nosotros lo mejor de lo que disponemos para ponerlos al servicio de los demás.

Puede ser una sonrisa tímida por la calle, un agradecimiento sentido a la persona que te atiende, un trabajo bien hecho que beneficia a los demás. O cuidar de tu familia con esmero. Pero solo cuando nos ponemos al servicio del sentido, al servicio de ese otro que da sentido a nuestra vida, estamos comprendiendo el verdadero significado de la existencia. Y solo así, podemos ser felices.

9 señales sutiles de inseguridad, según expertos en salud mental

BAUTISTA SANJURJO      |      infobae.com      |      26/08/2025

 

Cuáles son los comportamientos inadvertidos que afectan la autopercepción y qué estrategias utilizar para fortalecer la autoestima y mejorar las relaciones personales y profesionales

Sentir inseguridad representa una experiencia común para las personas, aunque muchas veces no sea percibida ni por quienes la sufren. De acuerdo con especialistas citados por Verywell Mind, a veces puede manifestarse de forma tan sutil que resulta difícil identificarla. Reconocer estas señales y comprender su origen constituye el primer paso para enfrentarla y fortalecer la autoestima.

Según la consejera profesional licenciada y terapeuta certificada en trauma, Janice Holland, la inseguridad se define como una sensación interna de incertidumbre. Holland explica a Verywell Mind que este estado suele darse como resultado de traumas no resueltos o necesidades emocionales insatisfechas, factores que generan una vigilancia constante del entorno y una búsqueda continua de validación externa. Esta dinámica conduce a analizar en exceso las propias acciones y a cuestionar el valor o las capacidades, sobre todo en determinados contextos sociales.

El impacto de la inseguridad trasciende el plano individual. Aunque se experimenta de forma interna, influencia de modo directo la manera en que las personas interactúan con el mundo y con quienes las rodean. En lugar de actuar con confianza, la inseguridad motiva a responder con temor, lo que afecta la calidad de los vínculos, así como la autopercepción.

Señales de inseguridad en la vida cotidiana

Existen 9 señales sutiles que, según los expertos consultados por Verywell Mind, pueden indicar la presencia de inseguridad diaria:

1.      Exceso de disculpas: solicitar perdón es parte de la convivencia, pero hacerlo de manera constante puede reflejar temor a ser una carga o cometer errores. Holland señala que quienes se disculpan en exceso suelen dudar de su valor y tienden a minimizarse para ser aceptados, con el objetivo inconsciente de evitar el rechazo y mantener la armonía. Este comportamiento puede generar tensión innecesaria en los vínculos.

2.      Dificultad para aceptar cumplidos: la neuropsicóloga Sanam Hafeez, directora de Comprehend the Mind, indica que rechazar o restar valor a los elogios revela inseguridad. La incapacidad de aceptar un cumplido y la respuesta con autocrítica evidencian problemas de autoaceptación.

3.      Necesidad constante de validación: buscar aprobación reiterada, ya sea en forma de reafirmación o halagos, termina debilitando las relaciones y demuestra una falta de confianza en las propias decisiones y habilidades.

4.      Aislamiento social: la inseguridad puede llevar a evitar reuniones o a permanecer en silencio en grupos por miedo al juicio o a no encajar. Hafeez advierte que este aislamiento alimenta la sensación de insuficiencia y limita las oportunidades de conexión.

5.      Evasión de desafíos: Holland explica que evitar retos o preferir la zona de confort se disfraza a veces de prudencia, pero en realidad corresponde al miedo al fracaso o a la vulnerabilidad. Esta actitud impide el crecimiento personal y profesional.

6.      Sobrecompensación: exagerar logros o virtudes para ocultar dudas internas es otra señal. Quienes sobrecompensan tienden a resaltar sus méritos o a dominar las conversaciones, generando incomodidad en el entorno.

7.      Perfeccionismo: buscar la perfección en todo puede parecer positivo, pero revela una inseguridad profunda. Holland afirma que el perfeccionismo suele justificarse por el temor a la crítica o al rechazo, y la creencia de que el valor personal depende de un desempeño sin errores.

8.      Celos y comparación: observar los logros ajenos y compararse todo el tiempo reduce la autoestima y genera resentimiento. Esta actitud suele estar vinculada a una lucha interna con la propia valía y al miedo a no ser suficiente.

9.      Complacencia excesiva: anteponer las necesidades de los demás a las propias, incluso sacrificando el propio bienestar, evidencia la búsqueda de aceptación. Holland sostiene que, aunque parezca generosidad, en el fondo obedece al temor a la desconexión o al rechazo, y a la creencia de que el afecto debe ganarse.

Consecuencias y estrategias para superar la inseguridad

Estas conductas, aunque discretas, pueden tener consecuencias significativas. Las inseguridades ocultas afectan la comunicación, generan distancia emocional y dificultan la expresión de necesidades, lo que puede derivar en relaciones poco satisfactorias. Hafeez advierte que, en el contexto laboral, la inseguridad reduce la confianza y limita el desarrollo profesional, mientras que en el plano personal impide la construcción de vínculos auténticos.

Para superar la inseguridad, los especialistas consultados por Verywell Mind sugieren varias estrategias. Holland recomienda desarrollar la autoconciencia mediante la observación de pensamientos y conductas sin juicio, aplicando herramientas como la escritura reflexiva o la atención plena. Esta práctica ayuda a identificar en qué momentos surgen las inseguridades y permite elegir respuestas más saludables.

Otra estrategia consiste en practicar la gratitud diariamente, ya que enfocar la atención en los aspectos positivos fortalece la autoestima. Hafeez destaca la relación entre la gratitud y el bienestar emocional. Además, los expertos aconsejan desafiar las creencias negativas sobre uno mismo, reemplazándolas por pensamientos compasivos y realistas, y limitar la tendencia a compararse con otros, sobre todo en redes sociales o entornos competitivos.

La autocompasión debe convertirse en un eje fundamental. Holland señala la importancia de permitir momentos de descanso, aprender a decir que no y tomar decisiones alineadas con los propios valores, recordando siempre que la imperfección forma parte de la experiencia humana. Contar con el apoyo de personas de confianza y establecer una red de contención también resulta clave para aumentar la autoestima y el sentido de pertenencia, según Hafeez.