viernes, 19 de mayo de 2023

¿Cuánto tarda en hacer efecto la terapia psicológica?


VALERIA SABATER      |           La Mente es Maravillosa      |      05/05/2023

 

Los miedos asociados a la consulta por problemas mentales complican acudir al tratamiento. Pero si decides dar el paso, es posible que te preguntes cuándo empezarás a notar avances. ¿Serán muchas o pocas sesiones? Este artículo lo revela.

 

Si hay una pregunta recurrente cuando alguien solicita ayuda especializada, es cuánto tarda en hacer efecto la terapia psicológica. Por término medio, durante las tres primeras sesiones el paciente ya percibe cambios. En esa etapa experimenta cierto alivio al sentirse comprendido y al trazar una alianza con la persona que le guiará en el viaje.

 

Ahora bien, los avances significativos dependen de las circunstancias de cada paciente; también del psicólogo y del tipo de estrategia metodológica que lleve a cabo. Asimismo, hay condiciones mentales que requieren un tiempo mayor de tratamiento, como es el caso de los trastornos de personalidad o la depresión mayor.

 

Las terapias cognitivo-conductuales que se enfocan en un problema específico, por lo general, son las más cortas.

Factores que determinan cuánto tarda en hacer efecto la psicoterapia

 

Dar el primer paso y acudir a terapia es, con frecuencia, un ejercicio de valentía, porque para llegar a la sala de espera hay que vencer muchos miedos. No es fácil para todo el mundo, debido a que son procesos dolorosos y/o porque tienen, también, un coste económico.

Esto hace que algunos pacientes quieran conseguir resultados lo antes posible; en tales casos conviene saber que hay muchas variables mediando en el ansiado avance terapéutico.

La Universidad de Zürich destaca que mejorar la precisión con la que se estima el número de sesiones necesitadas por un paciente, sería un progreso dentro del campo de la salud mental. En Reino Unido, por ejemplo, el mínimo oscila entre 8 y 20 encuentros.

Sin embargo, una vez más, incide que cada paciente presenta unas particularidades y no siempre es fácil saber en qué momento está preparado para abandonar la compañía terapéutica. Ampliamos la información, con el propósito de tener una idea más concreta.

A la hora de iniciar terapia psicológica muchas personas esperan avances rápidos, pero esto no siempre es posible.

1. ¿Qué dice la Asociación Estadounidense de Psicología?

En el 2017, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) publicó unas estadísticas sobre el número de sesiones necesarias para que un paciente perciba cambios. Los datos ofrecidos son los siguientes:

·        Se necesitan entre 15 a 20 sesiones, para que el 50 % de los pacientes continúen de manera autónoma.

·        Por su susceptibilidad a las recaídas, algunos trastornos necesitan una intervención terapéutica más larga.

·        Las personas con trastornos de la personalidad demandan atención terapéutica en varias fases de sus vidas.

·        Hay terapias psicológicas que por su enfoque necesitan menos sesiones y, para determinados casos, pueden ser igual de efectivas. Ejemplo de ello es la terapia breve estratégica.

 

2. Depende de la realidad personal de cada paciente

Para saber cuánto tarda en hacer efecto la terapia psicológica, es pertinente pensar en lo que conlleva a solicitar ayuda especializada. Por lo general, el tipo de problema de cada paciente interacciona con otras variables que acortan o prolongan la intervención.

La densidad y la calidad del círculo de apoyo o la percepción del trastorno son factores con mucho peso, en este sentido. ¿Qué otras variables considerar? Las siguientes:

·        Los trastornos de ansiedad y las fobias se benefician de terapias más breves y se notan avances de manera más rápida.

·        Realidades clínicas como el trastorno límite de personalidad (TLP) o la depresión mayor, pueden necesitar más sesiones.

·        La cantidad de sesiones que requiera un paciente depende también de su apertura, personalidad y compromiso con el proceso terapéutico.

·        A veces, el paciente puede presentar muchas resistencias durante la terapia. Esto provoca que se tarde más en evidenciar mejoría.

 

Por lo general, el psicólogo establece con el paciente durante la primera sesión los objetivos a lograr y las sesiones más o menos necesarias para ello. Los avances se manifiestan de manera progresiva.

3. El tipo de terapia hará que notes progreso antes

La terapia psicológica permite desarrollar nuevas herramientas, habilidades y técnicas para afrontar problemas. La estrategia cambia según el tipo de terapia recibida. Hay diferentes escuelas y modelos terapéuticos y cada uno de ellos podrá hacer que sintamos avances un poco antes.

Ante la cuestión de cuánto tarda en hacer efecto la terapia psicológica, los enfoques cognitivo-conductuales ofrecen resultados relativamente rápidos. Un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology destaca que este es el modelo más investigado y uno de los respaldados para múltiples necesidades psicológicas.

Por otro lado, también están las terapias breves estratégicas, como la de Giorgio Nardone, que pueden ir entre 5 y 12 sesiones. En estos casos, de igual manera, se perciben avances sustanciales más tempranos en los trastornos depresivos y de ansiedad. Al preguntarse por contra qué terapias tienden a ser las más extensas, entran en esta esfera a las psicodinámicas.

 4. El psicólogo, un elemento esencial para percibir mejorías

A la hora de evidenciar sensación de mejora en el proceso terapéutico, el psicólogo es clave. Puede haber casos en que no se logre una conexión empática y cómoda con el profesional; esto se ve siempre durante las 3 o 5 primeras sesiones. Hay diversos factores influyendo en esa distancia entre especialista y paciente.

Por ello, en caso de tener esta percepción, es recomendable buscar otra opción. Hay psicólogos muy bien preparados con los que sí se logra el propósito de hallar lo antes posible el bienestar.

5. Depende de la idea que tengas sobre lo que es la terapia psicológica

¿Cuánto dura la piscoterapia para hacer efecto? La percepción sobre lo que es el proceso de psicoterapia hará que notes beneficios mucho antes. Es un punto a resaltar, porque aún se arrastran falsos mitos sobre esta dimensión y, en ocasiones, dificulta lograr los objetivos terapéuticos.

 

Enseguida listamos algunos de estos factores:

·        La terapia no es un proceso pasivo en el que hay que limitarse a escuchar al profesional.

·        El psicólogo no tiene como función solucionar los problemas ni hacer el trabajo por el paciente.

·        El proceso no siempre es lineal: hay retrocesos necesarios que harán ver dónde están los conflictos más complejos que abordar.

·        La psicoterapia es un ejercicio de aprendizaje con el cual integrar nuevas herramientas para afrontar las vicisitudes presentes y futuras.

 

La terapia psicológica no tiene como finalidad «arreglar a las personas», sino habilitarlas para que ellas mismas, con las herramientas aprendidas, aborden sus propios problemas. Saber esto hará notar avances mucho antes en el proceso terapéutico.

El compromiso influye en cuánto tarda en hacer efecto la terapia psicológica

 

Es común notar pequeños avances transcurridas las tres primeras sesiones. Esta cantidad, con frecuencia, es suficiente para identificar un progreso, así como para interiorizar algunas estrategias que mejoren las habilidades de afrontamiento o que empiecen a sanar las heridas.

A partir de ahí se inicia ese viaje entre paciente y psicólogo en el cual, ambos con su compromiso y esfuerzo, abordan las necesidades más profundas.

A pesar de ello, seguirán apareciendo momentos difíciles en los que no hay que rendirse. Recuerda siempre que, para sanar del todo, es necesario sufrir un poco más antes de cerrar para siempre los agujeros negros internos. No hay que rendirse, la terapia es la mejor aliada para el bienestar.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Marta Martínez, psicóloga: "Si la relación tiene más de montaña rusa que de sentirte en paz, algo falla"


CINTHYA MARTÍNEZ     |    lavozdegalicia.es      |      22/11/2022

Marta Martínez Novoa divulga sobre psicología desde una perspectiva científica y accesible para todos los públicos. La Voz de la Salud.

La especialista reivindica que el amor no daña y habla del tipo de situaciones tóxicas que se suelen dar hoy en día tanto en las relaciones de pareja, como en las de amistad

 

Marta Martínez Novoa abandonó Madrid en octubre del 2020, después de cuatro años viviendo en la ciudad, para comenzar su propio proyecto como psicóloga autónoma en Sanxenxo, su pueblo natal. Coincidiendo con este cambio profesional, abrió una cuenta de Instagram @martamnovoapsico, donde divulga sobre psicología desde una perspectiva científica y accesible a todos los públicos. Con una amplia formación en psicoterapia, trastornos de ansiedad, autoestima y relaciones de pareja publica Que sea amor del bueno, con el que pretende enseñar a cómo identificar comportamientos irresponsables cuando se habla de vínculos entre personas: «Comprenderás que el amor no daña, y que estás en tu derecho de reivindicar que, tanto el amor que das como el que te dan, sea amor del bueno». 

 

— ¿Qué es la responsabilidad afectiva?

 

— La responsabilidad afectiva es la conciencia, que sería importante que todos tuviésemos, de que los actos que realizamos nosotros en una relación tiene implicaciones y consecuencias en el mundo emocional de la otra persona. Un mundo emocional que además puede ser muy diferente al nuestro. Se basa en que haya una comunicación fluida y directa, empatía, y respeto.

 

— Hablas sobre la toxicidad hoy en día (que suele tener terminología en inglés). ¿Para ti cuáles son las situaciones más graves en términos de toxicidad?

 

— Todas son graves de por sí porque todas pueden resultar bastante devastadoras en la autoestima de la otra persona dependiendo del momento vital en el que se encuentre y demás. Pero quizás el «love bombing», el «breadcrumbing» y el «hoovering» puede que sean las más peligrosas. Aunque esto depende de la persona y de su momento vital. Pero quizás esas tres porque son las más relacionadas ya con conductas de maltrato. Están muy relacionadas con la manipulación, que a veces es inconsciente por parte de la otra persona, aunque no deje de ser manipulación. Y están relacionadas con ensanchar el ego propio más que con relacionarse y disfrutar de la relación. Quizás estas puedan ser las más devastadoras para la autoestima de la persona.

 

El «breadcrumbing» proviene de «breadcrumb» o migas de pan, y hace referencia a esas personas que van y vienen de tu vida pero nunca se quedan del todo. Es decir, evitan totalmente el compromiso pero quieren que la otra persona siga ahí, enganchado o enganchada. 

 

El «love bombing» se traduce como una explosión de amor. La persona se ve bombardeada por muestras de cariño y amor, pero al tiempo, estas decaen, provocando sentimientos de culpabilidad. La otra parte, la que realiza el «love bombing», puede llegar a chantajear, manipular y castigar con este chantaje emocional. Así, esta persona pasa de los cumplidos, palabras y gestos bonitos, a escuetas palabras como un «vale» en sus contestaciones. 

 

El «hoovering» o «la técnica de la aspiradora» es una táctica de manipulación típica de personas narcisistas. Es decir, el que la practica pretende que regreses a la relación tóxica que dejaste en el pasado enviándote de nuevo mensajes de texto, apareciendo en tu trabajo en tu casa, o haciéndose la víctima.

 

— ¿Cómo se podría detectar que se está siendo víctima de este tipo de situaciones?

 

— Dos puntos principales para detectar que algún tipo de irresponsabilidad afectiva se está cometiendo, sea del tipo que sea, es que en la relación no sientas paz a nivel general. A pesar de que siempre puede haber conflictos, evidentemente. Pero, si la relación tiene más de montaña rusa que de sentirte en paz, quizás hay algo que está fallando. El segundo punto sería que no se hable nunca de las expectativas o del vínculo. Con esto no me refiero con que haya que hablar ya el primer día de si vamos a ser o no pareja, o si vamos a ser amigos para toda la vida, pero sí hablar un poco de lo que son nuestras emociones. Lo que nos gusta o no de la otra persona, cómo nos vemos con esa persona. Un poco hablar de eso, las expectativas que tenemos sobre el vínculo. Cuando eso no está, quizás hay una cierta falta de responsabilidad afectiva, ya sea por un lado o por el otro, lo cual también es un punto a tener en cuenta. 


— También hablas de que a veces confundimos la sinceridad con hacer daño a la otra persona. No siempre conocemos el límite. ¿Cuál sería?

 

— Básicamente el límite está en plantearnos si lo que vamos a decir es realmente útil para la otra persona. Es decir, si le va a sacar algún partido, si es necesario decirle lo que queremos decirle. Luego también es importante buscar el momento adecuado. Es cierto que muchas veces para algo que sea doloroso, porque hay cosas que lastiman las contemos como las contemos, no hay un momento adecuado. Pero sí que hay diferentes grados. No es lo mismo comunicar que vas a dejar a tu pareja justo cuando le acaba de morir un familiar, en el mismo día, que hacerlo unos días después, por ejemplo. Aunque la persona siga estando mal. Y después, creo que también hay que buscar un poco las palabras. Habrá veces que no se pueda evitar el malestar completo, pero creo que si utilizamos tacto y cariño a la hora de decirlo y sobre todo empatía, decirlo como nos gustaría a nosotros que nos lo dijeran, ya estamos marcando un poco esa diferencia entre sinceridad y sincericidio. Para mí, esos quizás sean los puntos principales a tener en cuenta. 

 

— ¿Cómo ha influido el mundo Disney en cómo vemos el amor y las relaciones?

 

— Un montón. El mundo Disney y todo lo relacionado con esta visión edulcorada del amor, así como esa visión del amor para siempre, de que todo lo puede o todo lo perdona, afecta mucho a cómo vemos el amor y las relaciones. Porque al final en nuestro imaginario colectivo hay muchas dinámicas relacionales que aprendemos de manera inconsciente a través de la cultura popular. Con películas, series y demás. Esto lo que tiene de peligroso es que nos deja una visión muy idealizada del amor que luego puede provocar que a veces estamos en relaciones perfectamente sanas y las dejamos porque no es ese amor de película que nos prometieron También por otro lado, y casi más importante aún, es que quizás esta clase de mitos del amor romántico, del mundo Disney,  nos hace, sin quererlo, legitimar y normalizar conductas que no son sanas. Si tú estás en una relación de maltrato y de repente te dicen «es que el amor todo lo perdona». Y tú piensas: «Ah bueno, claro, y yo quiero a esta persona. Tengo que perdonar esto y seguir aquí». Por eso también es tan peligrosa esta influencia.

 

— También influye lo que vivimos en casa, nuestro entorno familiar, lo que vivimos desde pequeños…

 

— Influye tanto a nivel de mandatos, que es precisamente esto de lo que estábamos hablando ahora, y los mitos del amor romántico. Son como ideas inconscientes que se van promulgando de generación en generación que nos dicen, por así decirlo, lo que está bien o lo que está mal como sociedad. Y sí que es verdad que a nivel familiar hay mandatos muy férreos de lo importante que es tener pareja, lo importante que es que las relaciones pervivan cueste lo que cueste, todo esto afecta mucho. Y también por otro lado, las referencias que tenemos de nuestra casa. Por ejemplo, cómo era la relación entre nuestros padres y madres, que nos ponen como esa referencia de lo que es el amor. Puede ser una referencia muy sana y otras veces no. Incluso las relaciones que tenemos nosotros a nivel familiar, que a veces van creando en cierto modo nuestra autoestima y por tanto, el amor que creemos merecer por parte de los demás o el que no. 

 

— Comentas que es totalmente legítimo elegir la soltería. 

 

— Efectivamente. De hecho, para mí es una idea importante que he tratado en el libro. Que valoremos la responsabilidad afectiva en todo tipo de relación, ya sea pareja, amistad, una persona que estás conociendo, familia, compañeros de trabajo… porque al final en la vida es importante tener vínculos, pero no es esencial tener un vínculo de pareja en concreto. Se puede ser perfectamente feliz sin estar en pareja. Creo que por eso es muy importante desmontar todos estos mitos de «se te va a pasar el arroz» o «te vas a quedar solo/a y rodeado de gatos». Porque al final, con tal de tener una red social de calidad de vínculos, sea del tipo que sea, ya sentamos una base de bienestar que no tiene que estar completa por una pareja. 

 

— ¿Cómo una persona puede detectar que su autoestima está sana o reforzada?

 

— Suelo hablar mucho de autoestima sólida o frágil. Para mí es lo que muchas veces diferencia una autoestima sana de otra que no lo está tanto. Y esto se basa mucho en que cuando una autoestima es frágil, normalmente solo depende de un ámbito de tu vida. Todos tenemos ámbitos importantes de nuestra vida como pueden ser nuestros estudios, trabajo, familia, la pareja, nuestro tiempo libre y hobbies. Cuando nuestra autoestima solo está centrada en un ámbito, como puede ser el laboral o el de la pareja, es muy probable que sea más frágil. Porque quizás cuando en ese hábito ya no nos va tan bien, sentimos que ya no somos válidos o suficientes. Es un punto muy importante para valorar lo que es una autoestima sana de lo que no. Y luego más allá de ahí, una autoestima es frágil cuando dudas constantemente de ti mismo y de tus habilidades, y por lo tanto te cuesta mucho tomar decisiones. Cuando crees que no tienes derecho a poner límites en las relaciones y no tienes claro tampoco qué tipo de amor mereces. Por eso también muchas veces acabas en relaciones tóxicas. Son algunos puntos en los que fijarnos. Aunque hay muchos más.

 

— ¿Habría una forma adecuada de llevar una ruptura?

 

— Es verdad que depende de muchos factores, pero algo que creo que puede ser esencial en todo tipo de rupturas es tratar que todo quede lo más claro posible cuando se rompe. Tratar de ser honestos tanto en nuestros sentimientos como en lo que nos ha pasado para llegar a ese punto, por así decirlo. Y por otro lado, dejarnos espacio. Esto no quiere decir que haya que romper el contacto con la otra persona de manera tajante. Es verdad que cuando hemos tenido una relación dependiente, tóxica, y por supuesto, de maltrato, sí que es esencial romper el contacto definitivamente, pero en otro tipo de rupturas quizás no lo es. Lo que sí debemos hacer es intentar hacer espacios nuevos para conocernos de nuevo a nosotros mismos sin estar con esa pareja, por así decirlo. Por lo tanto, puede ser importante frecuentar lugares diferentes a los que solíais ir juntos y tratar de limitar el contacto en cierta medida. Intentar dar esos espacios a cada uno. Creo que eso sí se puede comparar a todas las rupturas. 

 

— ¿Cómo debe ser un perdón para que sea de verdad?

 

— Lo primero es que lleve una intención de reparación, sea del tipo que sea. Porque es verdad que hay actos que realizamos que no tienen reparación. Pero si la hay, como mínimo que esté acompañada de un: ¿Qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por ti después de eso? Lo que está claro es que un perdón no es algo que decimos simplemente para sacarnos la culpa sin ninguna intención real de cambio. Ni algo que de repente utilizamos para darle la vuelta la tortilla y hacerle sentir a la otra persona culpable de nuestro propio acto, haciendo que acabe siendo casi la otra persona la que nos tiene que pedir perdón. Que sea algo honesto, que se dé espacio también a la otra persona cuando quiera hablar del tema, cuando esté preparada. Y sobre todo que vaya con esa idea de “¿qué necesitas tú ahora mismo para que podamos reparar esta situación de algún modo?”

 

— Estamos hablando de relaciones de pareja, pero interpreto que es igual para las relaciones tóxicas de amistad.

 

— De hecho, en ese sentido, muchas veces algo que ocurre es que con los amigos en concreto, se da por hecho y socialmente está muy validado, que es algo muy positivo, mantener a tus amigos de la infancia. Y puede ser que tus amigos y amigas de la infancia en el presente, congenies súper bien y todo genial. Pero algo que suele suceder muchas veces también es que cada uno de nosotros evolucionemos en un sentido y deja de haber lugares en común. Aa veces puede que la relación se vuelva un poco tóxica en el sentido de que ya no nos encontramos pero nos forzamos como a estar ahí. En este caso, tenemos que tener en cuenta que la amistad tampoco tiene que ser para siempre ni mucho menos. Ni es menos importante que una relación de pareja y con lo cual también es muy importante tener en cuenta cuándo me siento en una relación satisfactoria y sana y cuando no. Y cuando es que no, cortarla y seguir adelante. 

 

— Quizás esté un poco más validado cuando tú estás mal en pareja acabar en ruptura que en una amistad. 

 

— Exacto, es lo que hablábamos antes. Si yo ahora te digo la palabra «relación», lo primero que se piensa es en relación de pareja generalmente. Yo creo que esa omnipotencia de la pareja nos hace ver que en otros vínculos parece que tampoco es tan importante lo que suceda en ellos y sí que lo es. 

 

— ¿Cómo conseguir «amor del bueno»?

 

— La clave es que tiene que haber mucha comunicación. Que sea clara, directa y fluida, y que dentro de esta comunicación no se nos olvide la escucha activa que es parte de la comunicación también. Comunicación no es solo hablar. Atender a lo que necesita la otra persona, cómo se siente. Para construir amor del bueno también es importante poner unos límites sanos, definir en la relación lo que es sano para mí y lo que no, que tú defines lo que es sano y lo que no, y con eso realizar acuerdos. Decir «oye pues esto, en la relación, pues no, y esto sí, pero en determinados momentos». Eso es clave. Y otro punto muy clave es saber gestionar nuestras emociones, saber gestionar las de los demás, sin responsabilizarnos de ellas, pero saber un poco cómo manejar de manera empática y cuidadosa las emociones de los demás. Y creo que también es importante trabajar en nuestra autoestima, por lo que te decía antes. Porque muchas veces cuando no nos queremos, o cuando no nos aceptamos nosotros mismos, es muy difícil aceptar el amor que nos dan los demás. El amor del bueno. Muchas veces lo que creemos es que merecemos amor romántico y ahí nos quedamos. Por eso yo creo que esos son los puntos básicos. 

lunes, 15 de mayo de 2023

El exceso de antidepresivos en España, según la experta Esther Samper:"Se usan como parches porque no hay profesionales"


JORGE GARCÍA     |     20minutos      |     10/05/2022

 

Según los datos que proporciona el propio ministerio de Sanidad, en España se recetaron en 2021 54 millones de cajas de ansiolíticos y 45, 1 millones de antidepresivos. Son cifras, teniendo siempre en cuenta que se producen en un contexto en el que uno de cada cinco españoles presenta síntomas compatibles con un cuadro depresivo (según estimaciones del Consejo General de Psicología en España), con implicaciones muy preocupantes.

 

La pandemia no ha hecho más que empeorar la situación: para hacernos una idea, en 2019 se consumieron en España 83,07 dosis de psicofármacos al día por cada 1.000 habitantes; en 2020 fueron 86,28 y en 2021 92,79. Esto representa un aumento del 7,5% en tan sólo un año (de nuevo, según los datos del ministerio de Sanidad).

 

De hecho, hace tiempo que incluso en las esferas políticas se discute que desde el sistema sanitario público español se está fallando en dar una respuesta adecuada a los problemas de salud mental. Y según algunas voces, como explica a 20minutos la doctora en Ingeniería Tisular Cardiovascular Esther Samper, autora del libro El lado oculto de la farmaciaesta ingente cantidad de recetas sería sintomática de estos problemas sistémicos.

 

"Se recetan a personas para las que no están indicados"

 

"Es un tema muy complejo", arranca Samper, "pero sí que es cierto que se recetan antidepresivos a personas para las que no están originalmente indicados. Por lo general, las guías clínicas desaconsejan la prescripción de antidepresivos a personas con depresión leve y, en según que casos, moderada".

 

"Para estos pacientes lo que se aconseja principalmente es psicoterapia porque las probabilidades de que los antidepresivos sean eficaces son muy bajas, y están acompañados de efectos adversos en algunos casos", añade.

 

En buena parte, la causa del problema está en la falta de recursos en materia de salud mental del sistema sanitario público. "Lo que vemos en la realidad", dice Samper, "es que la mayor parte de la población con depresión va al médico de familia, este les ve muy poco tiempo, y lo que se hace por sistema es recetar antidepresivos aunque la depresión sea leve y se puede intentar remitir al paciente al psicólogo o al psiquiatra, pero como el número de profesionales en España es muy bajo, hay una espera que puede llevar muchísimo tiempo". Así se explica que "la mayoría de antidepresivos en España los recetan médicos de familia".

 

Cabe señalar que en ciertos casos sí es adecuado que sea el médico de familia el que recete psicofármacos a un paciente. "Sí que podrían hacer una buena valoración de determinados casos de depresión", coincide Samper, "y sobre todo remitir los casos más graves a psiquiatras. Pero la atención debería ser principalmente por psicólogos clínicos, y eso en nuestro país no ocurre".

 

"También hay que tener en cuenta que con el tiempo que tienen actualmente los médicos de familia, es casi imposible realizar un buen diagnóstico y tratamiento de la depresión. Hay una sobrecarga asistencial brutal y simplemente los tiempos que hay ahora en los centros de salud no permiten atender la depresión correctamente en la absoluta mayoría de los casos", añade la experta.

 

"Deberían usarse para aliviar síntomas a corto plazo"

 

Las consecuencias de este modelo son devastadoras para los propios pacientes. "Se enfrentan a efectos adversos que pueden aparecer en ciertas personas, y puede ser que no obtengan ningún beneficio de estos fármacos", dice Samper.

 

Esto puede resultar especialmente grave si pensamos que "puede pasar que estas personas piensen que ya han recibido el tratamiento que necesitaban y no busquen recurrir a psicoterapia o a una atención más especializada".

Y es que estos fármacos sí pueden constituir una parte importante de ciertos tratamientos, pero no deberían sustituir a la totalidad del mismo. "Idealmente", opina la doctora, "deberían aliviar los síntomas de la depresión, sobre todo a corto plazo".

 

"Porque otra cuestión es que tenemos muy pocos estudios sobre los antidepresivos a largo plazo, y hay personas que los consumen durante años. No tenemos ensayos clínicos que respalden este uso, y de hecho está muy discutido actualmente si tiene sentido pautar antidepresivos a largo plazo", apostilla.

 

Con los ansiolíticos se da una situación similar, o incluso aún más sangrante si tenemos en cuenta que se trata de medicamentos con un alto potencial de abuso. "El de los ansiolíticos es otro caso también muy llamativo", desarrolla Samper, "porque en teoría no se deberían recetar más allá de dos o tres semanas y lo que vemos es que hay personas que consumen estos medicamentos durante meses o incluso durante años. Esto lleva a dependencia o incluso a adicción".

 

"A menudo, el problema tiene un componente social"

 

"Son muchas las razones por las que esto sucede. Vemos estos medicamentos (tanto los ansiolíticos como los antidepresivos) como más seguros de lo que son en realidad. Y se están usando como parches", afirma la experta.

 

"Porque no solo deberíamos proporcionar psicoterapia, sino que tendríamos que ir también al origen de este problema, porque a menudo hay una importante causa social", prosigue. "Por ejemplo, sabemos que quienes se enfrentan a un alto riesgo de desahucio tienen una peor salud mental, como es totalmente lógico", añade.

 

"Muchas veces, la causa de los problemas mentales tiene un claro componente socioeconómico. Lo que pasa es que desde la medicina no se puede hacer nada ahí; pero donde sí se podría hacer, que es con la psicoterapia, como el número de profesionales es tan bajo se acaba medicando porque es lo más fácil", añade, "aunque no sea realmente en tratamiento más recomendado en la mayoría de los casos".

 

Por eso, Samper cree que incrementar los recursos destinados a la atención de la salud mental en el sistema público es solo una parte de la solución. "Por otra parte, tendrían que percibirse los problemas de salud mental como cuestiones que van más allá de la biología e incidir en los causantes sociales. He puesto el ejemplo de los desahucios, pero muchas veces el trabajo también puede ser causa de depresión o ansiedad".

 

"Las publicaciones científicas han estado bastante sesgadas"

 

Con todo, no conviene dejar de ver que hay una industria que es la gran beneficiada de que los psicofármacos se prescriban de modo tan liberal. Y estos agentes han fomentado activamente que se llegue a esta situación, en opinión de Samper.

 

"Como menciono en el libro", comienza, "las publicaciones científicas sobre los antidepresivos han estado durante décadas bastante sesgadas. No se publicaban estudios clínicos con resultados negativos (en los que se viera que los antidepresivos no tenían un resultado más beneficioso que el placebo) o se ocultaban ciertos resultados, con lo que se ha sobreestimado la utilidad de estos medicamentos", cuenta.

 

"Con el paso de los años se han ido conociendo más datos sobre estos estudios clínicos (gracias también a la legislación actual, que obliga a que se publiquen todos los datos de estos ensayos) y lo que hemos visto es que en muchos casos estos medicamentos no eran tan beneficiosos como parecía inicialmente", continúa.

 

"También, hemos conocido inversiones multimillonarias en marketing sobre estos fármacos, que han hecho que tanto la población general como los médicos los percibieran como muy efectivos para el tratamiento de la depresión", detalla.

 

"Todavía desconocemos su eficacia real. No tenemos estudios a largo plazo, con lo que ahí tenemos un gran agujero de conocimientos y esto distorsiona la percepción sobre ellos", finaliza.

 

"Quien tenga mayor estatus socioeconómico tiene ventaja"

Frente a este panorama, no son demasiadas las opciones que, individualmente, tiene un paciente con una patología mental. "Los pacientes que se lo puedan permitir, pueden ir a un psicólogo o un psiquiatra privado. No tendrán que esperar mucho y tendrán una atención mucho mejor que quien no pueda pagarse la sanidad privada y tenga que esperar meses para que recibir atención mental especializada".

 

"Aquí, como en otros ámbitos de la salud, quienes tengan un mayor estatus socioeconómico tienen ventaja a la hora de tratar su problema de salud mental", concluye Samper con crudeza.