martes, 8 de junio de 2021

La teoría de la acción social de Erving Goffman

 

RAFAEL RAMÍREZ LAGO         |        Psicología y Mente

Conociendo el abismo que existe entre nuestra imagen social y nuestra verdadera personalidad.


Con un simple vistazo a las publicaciones de tus amigos o seguidores en redes sociales como Facebook o Instagram, podemos ver el modo en el que las personas reflejan su vida y su personalidad a través de las fotos y videos que suben.

No obstante, en estas redes no hay muestras de sufrimiento, penuria o tristeza en los perfiles de ninguno de sus miembros. Vemos multitud de fotos de caras felices, paisajes, sonrisas, frases de superación; y sin embargo no hay cabida para una realidad tan aplastante y cierta como lo es la existencia del dolor y sufrimiento humano en la vida de cada persona.

¿Qué sabemos realmente de los demás cuando vemos su perfil en las redes sociales? ¿Pueden estas plataformas virtuales decirnos cómo son las personas realmente?

Este mercado de las muestras de felicidad que encontramos cada vez que abres las redes sociales, puede ser visto desde una de las grandes teorías de la personalidad, la desarrollada por el sociólogo y escritor, Erving Goffman.

 

Erving Goffman y la personalidad creada por interacciones

Este autor desarrolla su obra alrededor de la creación de la personalidad a través de las interacciones con los demás. Defiende que gran parte de nuestra conducta depende de los escenarios interpersonales y suele tomar las formas de lo que queremos conseguir y de lo que nos interesa de nuestros interlocutores. Se trata de un manejo constante de nuestra imagen ante los demás.

Según Goffman, en la interacción se trata siempre de definir la situación de forma que permita ganar el control sobre las impresiones que los demás forman de nosotros. Desde esta perspectiva, la mejor definición que corresponde a la persona es la de un actor que interpreta un rol y que actúa a través de interacciones con los demás.

Desde esta teoría, la interacción consistiría en crear impresiones que permiten formar las inferencias que nos benefician y que reflejan las intenciones y los aspectos de la propia identidad que queremos comunicar, haciendo de la relación con los otros un continuo manejo de la imagen pública, una serie sucesiva de autopresentaciones.

 

La teoría de Goffman y las redes sociales

En la actualidad estas autopresentaciones podrían ser cada una de las fotos y vídeos que hacemos llegar a todos aquellos que nos siguen en las redes sociales, como una forma de conseguir crear una imagen positiva sobre los demás para obtener beneficios sobre los propios seguidores. Pero no solo eso serviría para vender nuestra imagen pública, sino también cada una de las interacciones que llevamos a cabo en el día a día.

El encuentro con el panadero al comprar el pan, el café diario con los compañeros de trabajo, la cita con aquella persona que te presentó un amigo... Cualquiera de estos escenarios supone la creación de impresiones y, en función de tu interpretación, las personas con las que interactúes te impondrán una personalidad u otra.

Desde esta perspectiva, la identidad es la forma de presentarse del sujeto en función de las ventajas y desventajas que tienen las posibles múltiples identidades del sujeto en un momento dado. En definitiva, la teoría de la acción social de Goffman explicaría un conjunto de roles que vamos interpretando en cada interacción con el objetivo de obtener beneficios y, sobre todo, de ser acogidos por la sociedad.

Goffman insiste en que tal juego de representaciones nunca transmite la identidad real, sino la identidad querida, por ello, la conducta humana se caracteriza por las técnicas de publicidad, marketing e interpretación, por lo que el modelo de Goffman refleja la importancia que tiene la negociación como forma de interacción social.

 

El mercado de la imagen pública

Es fácil concluir que se trata de una teoría sobre la identidad algo maquiavélica y basado en lo superficial, lo estético y lo falso. No obstante, las semejanzas de las conclusiones de este autor con el mundo de las redes sociales y el trato personal, en el que no hay sitio para el sufrimiento y la desgracia sino que todo se oculta tras los productos de un supermercado de felicidad, apariencias y estética, son muy reales y es necesario tenerlas en cuenta. 

Al menos, para concienciarnos de que la persona detrás de esa cuenta de Instagram puede distar mucho de la persona que es en realidad.

 

lunes, 7 de junio de 2021

La compasión también la necesitamos nosotros


SERGIO DE DIOS GONZÁLEZ     |     La Mente es Maravillosa     |     24/01/2021

Un umbral demasiado alto de autocrítica y una atención demasiado centrada en los errores puede ser una carga pesada para quienes se han acostumbrado a relacionarse así con ellos mismos. En este contexto, la compasión cobra un valor especial. 

La compasión es una vacuna para el sufrimiento. Parte de un ejercicio realista, reconociendo la falibilidad de nuestra naturaleza e integrándola en el relato de nuestra historia. De nuestros errores devienen consecuencias indeseables, pero poco o nada podemos hacer para cambiar el pasado. 

En este sentido, al practicar la compasión con nosotros mismos, mullimos un colchón frente al impacto emocional que pueden producir las consecuencias de un determinado error. Emplearla es un ejercicio de inteligencia emocional.

No somos unos inútiles; lo que sí sucede es que veces no somos útiles. No somos unos despistados; en ocasiones tenemos errores. No somos, actuamos; lo paradójico es que ahora tenemos la oportunidad de actuar de otra manera. En este sentido, gozamos siempre -a pesar de no poder cambiar el pasado- de la oportunidad de actualizar quienes somos.

¿Qué es la compasión?

Hablamos de un término complejo que abarca tres planos:

·        Plano emoción-motivación: la compasión, como las emociones, lleva asociada una energía para la acción. La despierta el sufrimiento y nos motiva a aliviarlo. Referida a nosotros, tiene mucho que ver con lo conectados o desconectados que estemos con nuestra parte más interna; aplicada a los demás, también tiene mucho que ver con lo conectados o desconectamos que estemos con ellos.

·        Plano conducta: tiene que ver con la propia acción, lo que llamaríamos ejecución de la compasión. La manera de tratarnos o de tratar a los demás. De cambiar o invitar a cambiar relatos que bajen la intensidad del sufrimiento. Las consecuencias de la actuación compasiva favorecen, de cara al futuro, el primer plano (emoción-motivación).

·        Plano cognitivo: incluye varios puntos.

·        La atención al sufrimiento ajeno.

·        La evaluación de ese sufrimiento.

·        La evaluación nuestras capacidades concretas para intervenir eficazmente y poder paliarlo en ese momento.

 

¿Qué es la autocompasión?

Kirstin Neff, una psicóloga que ha trabajo en este campo, describe tres pilares que la fundamentan para la práctica desde la óptica de la autocrítica y el sufrimiento. Esos pilares serían:

·        Tratarnos con amabilidad.

·        Aceptar las contradicciones y los conflictos, especialmente aquellos relacionados con la falta de consistencia –disonancia cognitiva-.

·        Sostener los pensamientos y sentimientos dolorosos en una atención consiente.

La compasión en terapia

Uno de los frentes de trabajo más frecuentes en terapia es precisamente el empleo de la autocompasión. Una revisión del pasado generosa con quien la realiza. Incluso, a veces, poco realista -el terapeuta es consciente de es poco realista-, pero muy útil para aliviar el sufrimiento de la persona.

Se trata de esas mentiras piadosas que nosotros también necesitamos. Dicho de otro modo, que nuestra definición necesita para ser una fuete de crecimiento y no un pesado lastre con el que cargar. Resaltar la intención o las dificultades, frente a un resultado que no fue el deseado. La persona puede pensar que defendió sus intereses, descartando el adjetivo de egoísta -con toda la carga semántica que tiene el término-. La persona puede pensar que expresó su enfado, sin utilizar el verbo ser. 

Antes hablábamos de la desgracia de no poder modificar el pasado. La fortuna es que siempre estamos en posición de actualizar nuestra definición. De actualizar con honestidad, valentía, generosidad o amor propio -o todo lo contrario-. El desafío para nuestros valores es constante y el intento de alinear nuestra conducta con ellos una motivación muy poderosa.

El castigo con frutos muy pobres 

¿En qué nos ayuda ser duros con nosotros mismos? ¿Qué nos aporta excluir a la compasión en nuestro diálogo interior? Quizás disminuyas la probabilidad de volver a cometer el mismo error agrandando la huella en la memoria de lo que ha sucedido. Sin embargo, para conseguir este mismo efecto no es necesaria “la tortura psicológica”, ponernos la toga de juez duro e implacable, mientras nos sentamos a nosotros mismos en el banquillo.

En muchas ocasiones, el precio es muy grande y el beneficio que obtenemos es muy poco. Haciendo balance, llamarnos inútiles o tontos de manera recurrente produce un daño mayor sobre nuestra autoestima que el incentivo que puede suponer en un momento determinado para corregir una conducta. Por ejemplo, para Gilbert, la autocrítica interna y el miedo al rechazo externo pueden volverse tan crónicos que pueden “acosar literalmente” a las personas hacia la depresión y la ansiedad. 

Así, existe toda una modalidad de terapia centrada en la compasión. Es muy útil con personas que se caracterizan por ser perfeccionistas, que trabajan con expectativas muy altas, que no saben relacionarse con el fallo o el error y que tienden a reescribir el relato de su pasado destacando aquello que no lograron o las equivocaciones que se lo impidió. 

Pensemos, en términos de bienestar, el cambio tan importante que puede suponer para alguien modificar la forma en la que se trata. Despedir a su juez interior y darse un tiempo. Reeducar su autocrítica. Abrir un espacio para que vea los efectos inmediatos que tiene sobre ella la ausencia de compasión.

sábado, 5 de junio de 2021

Cómo poner límites a gente tóxica sin torturarnos por ello

 

ALEJANDRO VERA      |     grullapsicologiaynutricion.com     |     05/01/2021 

Poner límites no es una tarea siempre sencilla, y menos aún, cuando a la persona que se lo tenemos que poner nos hace sentir inseguros/as.

Esto es lo que popularmente conocemos como «personas tóxicas». En este artículo veremos cómo poner límites a la gente tóxica sin torturarnos por ello.

¿Qué son las personas tóxicas?

El concepto de «gente tóxica» o «personas tóxicas» se ha vuelto muy viral en los últimos años. Si te soy sincero, es algo que no me gusta del todo.

Por un lado sí, ya que considero que ha ayudado a muchas a personas a tomar conciencia sobre el maltrato psicológico y/o emocional. Por otro, creo que etiquetas a las personas como tóxicas es un gatillo que tenemos cada vez más a mano.

Bajo mi punto de vista, a veces podemos comportamos como personas tóxicas sin serlo, y es que algunas relaciones, pueden sacar lo peor de nosotros.

Es difícil establecer donde está la frontera entre hacer mal las cosas por nuestras propias heridas emocionales y en qué tanto las hacemos por puro egoísmo.

Por esta razón, este artículo habla en realidad del maltrato psicológico y cómo defendernos ante él. 

Características:

La persona toxica o maltratadora suele reunir una serie de características que vamos a ver a continuación. Es importante que tengas en cuenta que, en muchas ocasiones, el maltrato es tan sutil que puede pasar desapercibido pero ahí está:

§       Manipulación emocional: La manipulación emocional es seguramente uno de los rasgos más característicos, si no el que más, del maltratador psicológico. Para ello, suele emplear emociones como la culpa y la victimización.

§      Suele hacerte sentir mal: Puede que sea de manera más o menos voluntaria, el caso es que genera en ti emociones negativas que te hacen sufrir y pasarlo mal. En el peor de los casos, es posible que mine tu autoestima y trate de colocarte nuevos defectos.

§       ¿Baja autoestima?: Las personas maltratadoras suelen tener rasgos de personalidad antisociales y narcisistas. El narcisismo no consiste en una baja o alta autoestima, si no, en ambas. Es decir, la persona narcisista culpa a los demás del fracaso y se atribuye el éxito. Esto lo hace para mentener la idealización entorno al yo. 

¿Cómo le pongo límites a las personas tóxicas?

En consulta es uno de los motivos más frecuentes que tienen mis pacientes: ¿como le pongo límites a una persona tóxica?

Es curioso que por lo general, no van a ser esas «personas tóxicas» las que acudan al psicólogo, si no que van a ser sus parejas, hijos o padres las que sí que lo hagan.

Las personas maltratadoras, independientemente de que sea tu jefe o tu pareja, no eligen azarosamente  con quién juntarse, si no que eligen a personas con una escasa red social, que tienden a la sumisión o falta de empoderamiento, que les cuesta decir no, etc.

Una vez leí un artículo que me llamó la atención porque demostraba que aquellas personas que eran menos asertivas, también solían ser más empáticas. ¿Significa esto que las personas más sensibles tienen más riesgo de ser maltratadas?

Yo creo que no exactamente, en mi curso sobre asertividad y poner límites explico esto y muchas otras cosas relacionadas:

La empatía y la simpatía no son lo mismo. La simpatía es lo que ocurre cuando nos contagiamos de las emociones de la otra persona y nos salimos de yo.

Es decir, una persona puede decirnos que se ha sentido muy sola porque hayamos salido una tarde con nuestros amigos y con él o ella, y si somos empáticos, podremos entender lo que nos está queriendo decir, sin sentirnos culpables por haber hecho algo que no es malo.

Sin embargo, si somos simpáticos, seguramente nos sintamos muy culpables por pensar que hemos abandonado a esa persona y seguramente, la próxima vez dudemos a la hora de salir con nuestros amigos.

Por lo tanto, entrenar las habilidades de regulación emocional, estar atentos a nuestra forma de pensar y razonar  sobre todo, entrenar la asertividad, va a ser una de las mejores formas de saber cómo poner límites a gente tóxica.

¿Es la Distancia emocional una buena solución? 

Sí y no. Por lo general, cuando alguien es tóxico la solución es alejarse por completo. Míralo de este modo: Imagina que hay un escape de gas en tu edificio, ¿qué harías? ¿alejarte lo más posible para no respirarlo o quedarte a una distancia media donde sólo puedas olerlo un poco?

El problema es que muchas veces no es factible, ya sea por razones emocionales o por razones prácticas. Entre las razones emocionales encontramos el miedo a la soledad, la culpa por el abandono, dudas por el temor a estar cometiendo un error…

En las situaciones del maltrato de pareja el límite tiene que ser irse y salir de ahí. Si no se puede hacer de golpe, es bueno ir sentando las bases poco a poco para marcharse: contarle al entorno lo que pasa, tratar de ir haciendo nuevas relaciones, pasar más tiempo fuera de la relación…

Otras situaciones son más complejas de resolver, por ejemplo, cuando tenemos un familiar tóxico. Recuerdo el caso de una de mis pacientes, la cual tenía un hijo con trastorno antisocial de la personalidad. Una persona completamente carente de empatía.

Mi primer intento con ella fue que se alejase de él, pero al tiempo me di cuenta que ella nunca iba a dejar de sentirse su madre y que no iba a poder desentenderse por completo. De modo, que entonces sí tuvimos que trabajar en aprender a moverse en una distancia emocional donde él no tuviese acceso a poder hacerle daño.

¿Y si es un jefe o en el trabajo? 

Pues estamos un poco en las mismas, aunque considero, que no de igual manera. Muchas veces pensamos que debemos tragar «porque es trabajo». De hecho, así nos lo han enseñado.

Pero es que antes que el trabajo está la salud, y si estamos siendo maltratados laboralmente o sufriendo una situación de acoso laboral, lo mejor que podemos hacer por nuestro bien es salir de ahí.

En otras ocasiones, la persona no llega a percibir la situación como maltrato aunque su jefe/a sea tóxico/a. De nuevo, debemos emplear la asertividad y poner límites, ya que el entorno laboral no está vetado del poder para decir NO.

 

miércoles, 2 de junio de 2021

La importancia de educar en el asombro y en la realidad


Catherine L’Ecuyer -Doctora en Educación y Psicología-, artículo publicado en el Periódico Escuela 

“Ahora vamos a hacer una ficha. Vamos a pintar un conejo que vive en una granja. Luego vamos a ver unas letras en la tableta. Y luego vamos a escuchar una grabación en inglés. Y, finalmente, os voy a explicar por qué hay que ser generosos.” ¿Qué ocurre en un niño de 4 años que se encuentra en una clase así? ¿Cómo aprenden los niños? ¿Aprenden a través de fichas, pantallas y discursos?  

Los niños nacen con asombro. El asombro es “no dar el mundo por supuesto”. Decía Tomás de Aquino que el asombro es “el deseo de conocer”. ¿Qué asombra? La belleza de la realidad. Los niños necesitan realidad para aprender, porque el cerebro humano está hecho para aprender en clave de realidad. Los niños, por ejemplo, aprenden a través de experiencias sensoriales concretas para comprender el mundo y comprenderse a sí mismos. De hecho, los últimos estudios en neurociencia nos confirman que la memoria semántica (de conocimientos conceptuales) y la memoria biográfica (de los acontecimientos vividos a través de las experiencias percibidas) todavía no están diferenciadas en la infancia. Esas dos memorias se diferenciarán poco a poco a lo largo de la adolescencia, hasta la edad adulta, lo que nos indica que los niños no aprenden las cosas a través de discursos, fichas o pantallas, sino que necesitan experiencias reales y relaciones interpersonales “en directo”. 

Necesitan tocar al conejo, no pintarlo en un fichero. Necesitan ver y oler la granja, no escuchar hablar de ella. Para interiorizar la generosidad, necesitan ver la belleza de esa virtud en acción, no escuchar discursos sobre ella. Para aprender un idioma, necesitan escuchar hablarlo por una persona en carne y hueso que les quiere (su principal cuidador). Por ejemplo, los estudios confirman que los niños no aprenden idiomas ni por CD ni por DVD, y que esos medios pueden contribuir incluso a la reducción del vocabulario en niños más pequeños. Estudios sobre el Video Deficit Effect (efecto deficitario del vídeo) confirman que existe un déficit de aprendizaje cuando un niño aprende a través de la pantalla en vez de “en directo”. Y, por eso, si le decimos a un niño pequeño que deje de gritar, pero se lo decimos gritando, puede ocurrir el efecto contrario al deseado. Susurrando conseguiríamos más resultados… 

Los niños triangulan entre la realidad y la persona que asume el rol de mediador entre ellos y esa realidad. En casa ese mediador son los padres mientras en el aula es el maestro. ¿Qué es lo primero que hace un niño cuando descubre un caracol en el patio del colegio? “¡Mira!”, va diciendo corriendo a su maestro. Como decía Rachel Carson, “para mantener vivo en un niño su innato sentido del asombro, se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo (…)”. Si su maestro se asusta del caracol, el niño hará lo mismo y lo tirará al suelo. Si el maestro aprueba, el niño empezará a jugar con el molusco sin miedo. Por eso decía la Madre Teresa de Calcuta, “no te preocupes porque tus hijos no te escuchan, te observan todo el día”. Los niños calibran la realidad a través de nuestra mirada, que hacen suya. 

¿Cuál es el pilar que fundamenta ese triángulo entre el niño y la realidad? Es el vínculo de apego. Por ese motivo, es tan importante que cada niño pueda desarrollar un apego seguro con su maestro. Ese vínculo convierte al maestro en una base de exploración segura para que el niño pueda lanzarse a aprender, movido por el asombro. El apego seguro es un vínculo de confianza que es consecuencia de haber atendido con prontitud las necesidades básicas del niño. ¿Cómo un maestro puede atender con prontitud las necesidades básicas de cada niño en una clase de 15 o 20 niños? Buena pregunta, quizás podríamos hacer esa pregunta a las personas que marcan los ratios en la etapa de Infantil. 

En definitiva, el rol del maestro es triple. Primero percibir las necesidades del niño, a través de la sensibilidad. Segundo, calibrar la realidad para el niño. Tercero, acompañar el niño discretamente en su exploración. Ninguna de esas tareas pueden ser realizadas por una pantalla, pues tanto la sensibilidad, “calibrar la realidad” como el acompañamiento discreto son actos profundamente humanos que ni un dispositivo ni los algoritmos de una aplicación, por muy perfectos que sean, pueden replicar.

En conclusión, en un mundo educativo cada vez más “digitalizado”, hemos de recordar que el papel del maestro tiene mucha más trascendencia de la que nos imaginamos. No solo porque el maestro es base de exploración hacia la realidad, sino también porque transmite a sus alumnos las actitudes que haya encarnado con su vida. Porque la belleza que asombra, solo se transmite a través de la belleza. Es necesario que los maestros se den cuenta del impacto que tienen y tendrán, no solo en toda una generación de niños, sino también en el futuro de la humanidad, porque como decía Kundera: “Los niños no son el futuro porque algún día vayan a ser mayores, sino porque la humanidad se va a aproximar cada vez más al niño, porque la infancia es la imagen del futuro”.

martes, 1 de junio de 2021

Depresión mayor: síntomas, causas y tratamiento


JONATHAN GARCÍA-ALLEN      |      Psicología y Mente

Un trastorno del estado de ánimo muy grave y que requiere terapia psicológica. 

A lo largo de nuestras vidas, es posible sentir tristeza por algún motivo o pasar una mala racha en el terreno emocional. Y a pesar de que a nadie le gusta pasar por estos baches, lo cierto es que el sufrimiento puede incluso hacerte crecer como persona, y, en definitiva ser positivo para tu desarrollo personal.

Sin embargo, es necesario ser conscientes que, en algunos casos, lo que podríamos pensar que es simple tristeza o un bajón emocional, en realidad es un proceso depresivo; es decir, patológico. Existen distintos tipos de depresión, y en este artículo hablaremos sobre el trastorno depresivo más grave: la depresión mayor. Veamos en qué consiste este fenómeno psicopatológico.

 

Depresión mayor: ¿qué es?

La depresión mayor, también conocida como depresión unipolar, es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por la aparición de uno o varios episodios depresivos de mínimo dos semanas de duración, y presenta un conjunto de síntomas de predominio afectivo (tristeza patológica, apatía, anhedonia, desesperanza, decaimiento, irritabilidad, etc.). Sin embargo, también suelen estar presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo y somático durante su curso.

Así pues, las personas que presentan depresión mayor no están simplemente "tristes", sino que tienden a mostrar una extrema falta de iniciativa para hacer cualquier cosa, así como incapacidad para estar alegres y sentir placer, fenómeno que se conoce como anhedonia. También experimentan otros problemas tanto físicos como psicológicos que dañan significativamente su calidad de vida.

Por otro lado, la depresión mayor también afecta a cómo se piensa y se razona. En general, la falta total o parcial de motivación hace que las personas que han entrado en una crisis de este tipo parezcan ausentes y no tengan ganas de hacer nada, ni siquiera pensar mucho (lo cual no significa que presenten discapacidad mental).

El cuadro depresivo mayor puede dividirse en leve, moderado o grave, y suele tener su inicio durante la adultez joven, si bien puede surgir en prácticamente cualquier etapa de la vida. El individuo que padece esta condición puede experimentar fases de estado de ánimo normal entre las fases depresivas que pueden durar meses o años.

Por otro lado, la depresión mayor es un tipo de depresión unipolar, es decir, que no presenta fases de manía (lo cual la diferencia de la bipolaridad), y el paciente puede tener problemas muy serios si no recibe el tratamiento adecuado.

 

¿Es un fenómeno psicopatológico único?

Si bien la depresión mayor es uno de los conceptos más importantes del mundo de la psiquiatría y la psicología clínica y de la salud, muchos investigadores cuestionan que sea algo más que un conjunto de trastornos similares entre sí y que en realizad no comparten causas ni lógicas de funcionamiento. Esto es así porque las personas que experimentan depresión pueden manifestar los síntomas de una manera variada, y responden al tratamiento de un modo que es también muy diverso.

Es probable que, a medida que se investiga más acerca del tema, vayan surgiendo nuevas maneras de clasificar estos síntomas. Sin embargo, hoy por hoy el constructo psicológico de "depresión mayor" ayuda a tratar a muchas personas que necesitan tratamiento por parte de profesionales y que pueden beneficiarse de la terapia, algo importante si tenemos en cuenta que esta alteración de la salud mental está vinculada al riesgo de suicidio y que además normalmente produce un gran sufrimiento.

 

Síntomas frecuentes

Según la quinta edición del Manual Diagnóstico Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-V), para el diagnóstico de la depresión mayor, el sujeto debe presentar cinco (o más) de los siguientes síntomas durante el periodo depresivo (al menos dos semanas).

·        Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días

·        Pérdida de interés en las actividades que antes eran gratificantes

·        Pérdida o aumento de peso

·        Insomnio o hipersomnia

·        Baja autoestima

·        Problemas de concentración y problemas para tomar decisiones

·        Sentimientos de culpabilidad

·        Pensamientos suicidas

·        Agitación o retraso psicomotores casi todos los días

·        Fatiga o pérdida de energía casi todos los días

Es importante no confundir la depresión mayor con otros trastornos del estado de ánimo similares, como la distimia. Esta alteración psicológica también está asociada a muchos de los síntomas de la depresión mayor, pero presenta algunas diferencias. Principalmente, lo que permite distinguir la distimia de la depresión mayor es que la primera se desarrolla a lo largo de ciclos más largos (de al menos dos años), la intensidad de los síntomas es menor, y típicamente no se presenta anhedonia.

 

Tipos de depresión mayor

Además, el DSM-V especifica que los síntomas han de causar malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra afección médica, y el episodio de depresión mayor no se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, trastorno esquizofreniforme, trastorno delirante, u otro trastorno especificado o no especificado del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.

Existen dos tipos de depresión mayor:

·        Depresión mayor con episodio único: solamente existe la presencia de un sólo acontecimiento depresivo en la vida del paciente.

·        Depresión mayor recidivante: Los síntomas depresivos aparecen en dos o más episodios en la vida del paciente. La separación entre episodios depresivos debe ser de al menos 2 meses sin presentar los síntomas

 

Causas de este trastorno del estado de ánimo

La depresión mayor es un fenómeno multifactorial, por lo que diferentes factores podrían causar esta psicopatología: factores genéticos, vivencias de la infancia y adversidades psicosociales actuales (contexto social y aspectos de la personalidad).

Además, las dificultades en las relaciones sociales, las disfunciones cognitivas o el estatus socio-económico podrían ser factores de riesgo para el desarrollo de este trastorno. Probablemente, pero, la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales favorezca la aparición de la depresión mayor.

También se ha vinculado la depresión mayor con una falta de dopamina en el sistema de recompensa del cerebro, lo cual hace que la persona no tenga objetivos. Este hecho puede ser el desencadenante de un estilo de vida sedentario y monótono y de los graves problemas de autoestima que suelen aparecer en estos casos.

 

Tratamiento

La depresión mayor es una patología seria pero, afortunadamente, tratable. Las opciones de tratamiento suelen variar dependiendo de la gravedad de los síntomas, y en casos graves, la administración de psicofármacos (de tipo antidepresivo) combinado con la psicoterapia parece ser el tratamiento más apropiado.

Ahora bien, en los últimos años se ha mostrado la eficacia de otros tratamientos, por ejemplo, el de la Terapia Electroconvulsiva (TEC), que suele emplearse cuando la sintomatología depresiva es severa o la terapia con fármacos no da resultado. Eso sí, esta terapia no es comparable al viejo electroshock, ya que la intensidad de las descargas es mucho menor y es indolora, dado que se realiza con anestesia.

En las sesiones de psicoterapia se entrena a los pacientes con depresión a desarrollar hábitos para participar en actividades del día a día de forma activa. Este tipo de intervenciones basadas en la activación conductual hacen que la persona vaya descubriendo nuevas formas de auto-motivarse. Como veremos, también se potencia las habilidades de auto-conocimiento y reconocimiento de emociones y el cuestionamiento de creencias disfuncionales mediante reestructuración cognitiva.

Por otro lado, mientras que el Mindfulness ha mostrado cierta eficacia al intervenir en casos de depresión leve, con la depresión mayor no parece funcionar más que para prevenir la recaída. Las personas diagnosticadas con depresión mayor pueden recaer con facilidad en este tipo de crisis, de modo que el tratamiento se plantea como una ayuda de por vida (aunque no necesariamente con frecuencia semanal). Además, los métodos utilizados para evitar las recaídas son diferentes a los utilizados cuando el paciente está viviendo una crisis de depresión.

 

Tratamiento con psicoterapia

La terapia psicológica ha demostrado ser una herramienta eficaz para el tratamiento de la depresión, especialmente la terapia cognitivo-conductual. Este tipo de terapia considera al paciente como un sistema que procesa información del medio antes de emitir una respuesta. Es decir, el individuo clasifica, evalúa y da significado al estímulo en función de su conjunto de experiencias provenientes de la interacción con el medio y de sus creencias, suposiciones, actitudes, visiones del mundo y autovaloraciones.

En la terapia cognitivo conductual se emplean distintas técnicas que pretenden tener un efecto positivo sobre la autoestima baja, los estilos negativos de resolución de problema o la manera de pensar y evaluar los acontecimientos que ocurren alrededor del paciente. A continuación se muestran algunas de las técnicas cognitivo conductuales más habituales:

·        La autoobservación, las hojas de registro o el establecimiento de metas realistas técnicas son técnicas que se suelen emplear y han mostrado su eficacia.

·        Reestructuración Cognitiva: La reestructuración cognitiva se emplea para que el paciente pueda tener conocimiento sobre sus propias emociones o pensamientos y pueda detectar pensamientos irracionales y sustituirlos por ideas o creencias más adaptativas. Entre los programas más conocidos para el tratamiento de la depresión, se encuentran: el programa de reestructuración cognitiva de Aaron Beck o el de Albert Ellis.

·        Desarrollo de habilidades de resolución de problemas: Los déficits en solución de problemas están relacionados con la depresión, por lo que el entrenamiento en resolución de problemas es una buena estrategia terapéutica. Además, el entrenamiento en habilidades sociales y el entrenamiento asertivo también son tratamientos útiles para esta condición.

Otras formas de terapia psicológica también han demostrado su efectividad para el tratamiento de la depresión. Por ejemplo: la psicoterapia Interpersonal, que trata la depresión como una enfermedad asociada a una disfunción en las relaciones personales; o la terapia cognitiva basada en mindfulness.

Tratamiento farmacológico

Aunque en casos menos graves de depresión o en otros tipos de depresión no siempre es necesaria la aplicación de psicofármacos, en casos graves del trastorno depresivo se aconseja la administración de distintos medicamentos durante un periodo de tiempo determinado.

Los fármacos antidepresivos más empleados son los siguientes:

 

·        Antidepresivos tricíclicos (TCAs): Estos se conocen como fármacos antidepresivos de primera generación, aunque raramente son empleados como primera alternativa farmacológica por sus efectos secundarios. Los efectos secundarios comunes provocados por estos medicamentos incluyen boca seca, visión borrosa, estreñimiento, dificultad para orinar, empeoramiento del glaucoma, alteración del pensamiento y cansancio. Estos fármacos también pueden afectar a la presión arterial y la frecuencia cardíaca, por lo que no son recomendables para personas mayores. Algunos ejemplos son: Amitriptilina, Clomipramina o Nortriptilina.

·        Inhibidores de la Monoaminooxidasa (IMAOs): Los IMAOs son antidepresivos que actúan bloqueando la acción de la enzima monoamino oxidasa. Como los anteriores, se emplean con menos frecuencia debido a sus efectos secundarios graves: debilidad, mareos, dolores de cabeza y temblores. La Tranilciprominao la Iproniazida son algunos ejemplos de este fármaco.

·        Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS): Son los más empleados y suelen ser la primera opción en el tratamiento farmacológico de la depresión. Estos medicamentos suelen tener menos efectos secundarios que otros antidepresivos, aunque también pueden provocar boca seca, náuseas, nerviosismo, insomnio, problemas sexuales y dolor de cabeza. La Fluoxetina (Prozac) es el ISRS más conocido, aunque también suelen emplearse otros fármacos de este grupo, como: Citalopram, Paroxetina o Sertralina."