JONATHAN GARCÍA-ALLEN |
Psicología y Mente
A lo largo de nuestras vidas, es posible sentir tristeza por algún motivo o pasar una mala racha en el terreno
emocional. Y a pesar de que a nadie le gusta pasar por estos baches, lo cierto es que el sufrimiento puede
incluso hacerte crecer como persona, y, en definitiva ser positivo para tu desarrollo personal.
Sin embargo, es necesario ser conscientes que, en
algunos casos, lo que podríamos pensar que es simple tristeza o un bajón
emocional, en realidad es un proceso depresivo; es decir, patológico. Existen
distintos tipos de depresión, y en este artículo hablaremos sobre el trastorno depresivo más grave: la depresión mayor. Veamos en qué consiste este fenómeno
psicopatológico.
Depresión mayor: ¿qué es?
La depresión mayor,
también conocida como depresión unipolar, es un trastorno del estado de ánimo que se
caracteriza por la aparición de uno o varios episodios depresivos de mínimo dos semanas de duración, y presenta un
conjunto de síntomas de predominio afectivo (tristeza patológica, apatía,
anhedonia, desesperanza, decaimiento, irritabilidad, etc.). Sin embargo,
también suelen estar presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo y somático
durante su curso.
Así pues, las personas
que presentan depresión mayor no están simplemente "tristes", sino
que tienden a mostrar una extrema falta de iniciativa para hacer cualquier
cosa, así como incapacidad para estar alegres y sentir placer, fenómeno que se
conoce como anhedonia. También
experimentan otros problemas tanto físicos como psicológicos que dañan
significativamente su calidad de vida.
Por otro lado, la
depresión mayor también afecta a cómo se piensa y se razona. En general, la
falta total o parcial de motivación hace que las personas que han entrado en
una crisis de este tipo parezcan ausentes y no tengan ganas de hacer nada, ni
siquiera pensar mucho (lo cual no significa que presenten discapacidad mental).
El cuadro depresivo mayor
puede dividirse en leve, moderado o grave, y suele tener su inicio durante la
adultez joven, si bien puede surgir en prácticamente cualquier etapa de la
vida. El individuo que
padece esta condición puede experimentar fases de estado de ánimo normal entre
las fases depresivas que pueden durar meses o años.
Por otro lado, la depresión mayor es un tipo de
depresión unipolar, es decir, que no presenta fases de manía (lo cual la
diferencia de la bipolaridad), y el paciente puede tener problemas muy serios
si no recibe el tratamiento adecuado.
¿Es un fenómeno psicopatológico único?
Si bien la depresión
mayor es uno de los conceptos más importantes del mundo de la psiquiatría y la
psicología clínica y de la salud, muchos investigadores cuestionan que sea algo
más que un conjunto de trastornos similares entre sí y que en realizad no
comparten causas ni lógicas de funcionamiento. Esto es así porque las personas
que experimentan depresión pueden manifestar los síntomas de una manera
variada, y responden al tratamiento de un modo que es también muy diverso.
Es probable que, a medida que se investiga más acerca
del tema, vayan surgiendo nuevas maneras de clasificar estos síntomas. Sin
embargo, hoy por hoy el constructo psicológico de "depresión
mayor" ayuda a tratar a muchas
personas que necesitan tratamiento por parte de profesionales y que pueden
beneficiarse de la terapia, algo importante si tenemos en cuenta que esta alteración de la salud
mental está vinculada al riesgo de suicidio y que además normalmente produce un
gran sufrimiento.
Síntomas frecuentes
Según la quinta edición
del Manual Diagnóstico Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-V), para el
diagnóstico de la depresión mayor, el sujeto debe presentar cinco (o más) de los siguientes
síntomas durante el periodo depresivo (al menos dos semanas).
·
Estado de ánimo depresivo
la mayor parte del día, casi todos los días
·
Pérdida de interés en las
actividades que antes eran gratificantes
·
Pérdida o aumento de peso
·
Problemas de
concentración y problemas para tomar decisiones
·
Sentimientos de
culpabilidad
·
Agitación o retraso
psicomotores casi todos los días
·
Fatiga o pérdida de
energía casi todos los días
Es importante no confundir la depresión mayor con
otros trastornos del estado de ánimo similares, como la distimia. Esta
alteración psicológica también está asociada a muchos de los síntomas de la
depresión mayor, pero presenta algunas diferencias. Principalmente, lo que
permite distinguir la distimia de la depresión mayor es que la primera se
desarrolla a lo largo de ciclos más largos (de al menos dos años), la
intensidad de los síntomas es menor, y típicamente no se presenta anhedonia.
Tipos de depresión mayor
Además, el DSM-V
especifica que los síntomas han de causar malestar clínicamente significativo o
deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o
de otra afección médica, y el episodio de depresión mayor no se explica mejor
por un trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, trastorno esquizofreniforme,
trastorno delirante, u otro trastorno especificado o no especificado del
espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.
Existen dos tipos de
depresión mayor:
·
Depresión mayor con
episodio único: solamente existe la
presencia de un sólo acontecimiento depresivo en la vida del paciente.
·
Depresión mayor
recidivante: Los síntomas depresivos aparecen en
dos o más episodios en la vida del paciente. La separación entre episodios
depresivos debe ser de al menos 2 meses sin presentar los síntomas
Causas de este trastorno del estado de ánimo
La depresión mayor es un
fenómeno multifactorial, por lo que diferentes factores podrían causar esta psicopatología:
factores genéticos, vivencias de la infancia y adversidades psicosociales
actuales (contexto social y aspectos de la personalidad).
Además, las dificultades
en las relaciones sociales, las disfunciones cognitivas o el estatus
socio-económico podrían ser factores de riesgo para el desarrollo de este
trastorno. Probablemente, pero, la interacción de factores biológicos,
psicológicos y sociales favorezca la aparición de la depresión mayor.
También se ha vinculado la depresión mayor con una falta de dopamina en el sistema de recompensa del cerebro, lo cual hace que la persona no tenga objetivos. Este
hecho puede ser el desencadenante de un estilo de vida sedentario y monótono y
de los graves problemas de autoestima que suelen aparecer en estos casos.
Tratamiento
La depresión mayor es una
patología seria pero, afortunadamente, tratable. Las opciones de tratamiento suelen variar
dependiendo de la gravedad de los síntomas, y en casos graves, la
administración de psicofármacos (de tipo antidepresivo) combinado con la
psicoterapia parece ser el tratamiento más apropiado.
Ahora bien, en los últimos
años se ha mostrado la eficacia de otros tratamientos, por ejemplo, el de la Terapia Electroconvulsiva (TEC), que suele emplearse cuando la sintomatología
depresiva es severa o la terapia con fármacos no da resultado. Eso sí, esta
terapia no es comparable al viejo electroshock,
ya que la intensidad de las descargas es mucho menor y es indolora, dado que se
realiza con anestesia.
En las sesiones de
psicoterapia se entrena a los pacientes con depresión a desarrollar hábitos
para participar en actividades del día a día de forma activa. Este tipo de
intervenciones basadas en la activación conductual hacen que la persona vaya
descubriendo nuevas formas de auto-motivarse. Como veremos, también se potencia las habilidades de
auto-conocimiento y reconocimiento de emociones y el cuestionamiento de
creencias disfuncionales mediante reestructuración cognitiva.
Por otro lado, mientras que el Mindfulness ha mostrado cierta eficacia al intervenir en casos de depresión
leve, con la depresión mayor no parece funcionar más que para prevenir la
recaída. Las personas diagnosticadas con depresión mayor pueden recaer con facilidad en este
tipo de crisis, de modo que el
tratamiento se plantea como una ayuda de por vida (aunque no necesariamente con
frecuencia semanal). Además, los métodos utilizados para evitar las recaídas
son diferentes a los utilizados cuando el paciente está viviendo una crisis de
depresión.
Tratamiento con psicoterapia
La terapia psicológica ha
demostrado ser una herramienta eficaz para el tratamiento de la depresión, especialmente la terapia cognitivo-conductual. Este
tipo de terapia considera al paciente como un sistema que procesa información
del medio antes de emitir una respuesta. Es decir, el individuo clasifica,
evalúa y da significado al estímulo en función de su conjunto de experiencias
provenientes de la interacción con el medio y de sus creencias, suposiciones,
actitudes, visiones del mundo y autovaloraciones.
En la terapia cognitivo
conductual se emplean distintas técnicas que pretenden tener un efecto positivo
sobre la autoestima baja, los estilos negativos de resolución de problema o la
manera de pensar y evaluar los acontecimientos que ocurren alrededor del
paciente. A continuación se muestran algunas de las técnicas cognitivo
conductuales más habituales:
·
La autoobservación, las hojas de registro o el establecimiento de metas
realistas técnicas son técnicas que se suelen emplear y han mostrado su
eficacia.
·
Reestructuración
Cognitiva: La reestructuración cognitiva se
emplea para que el paciente pueda tener conocimiento sobre sus propias
emociones o pensamientos y pueda detectar pensamientos irracionales y
sustituirlos por ideas o creencias más adaptativas. Entre los programas más
conocidos para el tratamiento de la depresión, se encuentran: el programa de
reestructuración cognitiva de Aaron
Beck o el de Albert
Ellis.
·
Desarrollo de habilidades
de resolución de problemas: Los déficits en
solución de problemas están relacionados con la depresión, por lo que el
entrenamiento en resolución de problemas es una buena estrategia terapéutica.
Además, el entrenamiento en habilidades sociales y el entrenamiento asertivo
también son tratamientos útiles para esta condición.
Otras formas de terapia
psicológica también han demostrado su efectividad para el tratamiento de la
depresión. Por ejemplo: la psicoterapia Interpersonal, que trata la depresión
como una enfermedad asociada a una disfunción en las relaciones personales; o la terapia cognitiva basada en mindfulness.
Tratamiento farmacológico
Aunque en casos menos
graves de depresión o en otros tipos de depresión no siempre es necesaria la
aplicación de psicofármacos, en casos graves del trastorno depresivo se
aconseja la administración de distintos medicamentos durante un periodo de
tiempo determinado.
Los fármacos antidepresivos más empleados son los siguientes:
·
Antidepresivos
tricíclicos (TCAs): Estos se conocen como
fármacos antidepresivos de primera generación, aunque raramente son empleados
como primera alternativa farmacológica por sus efectos secundarios. Los efectos
secundarios comunes provocados por estos medicamentos incluyen boca seca,
visión borrosa, estreñimiento, dificultad para orinar, empeoramiento del
glaucoma, alteración del pensamiento y cansancio. Estos fármacos también pueden
afectar a la presión arterial y la frecuencia cardíaca, por lo que no son
recomendables para personas mayores. Algunos ejemplos son: Amitriptilina,
Clomipramina o Nortriptilina.
·
Inhibidores de la
Monoaminooxidasa (IMAOs): Los IMAOs son
antidepresivos que actúan bloqueando la acción de la enzima monoamino oxidasa.
Como los anteriores, se emplean con menos frecuencia debido a sus efectos
secundarios graves: debilidad, mareos, dolores de cabeza y temblores. La
Tranilciprominao la Iproniazida son algunos ejemplos de este fármaco.
·
Inhibidores Selectivos de
la Recaptación de Serotonina (ISRS): Son los
más empleados y suelen ser la primera opción en el tratamiento farmacológico de
la depresión. Estos medicamentos suelen tener menos efectos secundarios que
otros antidepresivos, aunque también pueden provocar boca seca, náuseas,
nerviosismo, insomnio, problemas sexuales y dolor de cabeza. La Fluoxetina
(Prozac) es el ISRS más conocido, aunque también suelen emplearse otros
fármacos de este grupo, como: Citalopram, Paroxetina o Sertralina."
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