RAFAEL RAMÍREZ LAGO | Psicología y Mente
Conociendo el abismo que existe entre nuestra imagen social y nuestra verdadera personalidad.
Con un simple vistazo a las publicaciones de tus
amigos o seguidores en redes
sociales como Facebook o Instagram, podemos ver el modo en el que las personas reflejan su
vida y su personalidad a través de las fotos y videos que suben.
No obstante, en estas
redes no hay muestras de sufrimiento, penuria o tristeza en los perfiles de
ninguno de sus miembros. Vemos multitud de fotos de caras felices, paisajes,
sonrisas, frases de superación; y sin embargo no hay cabida para una realidad
tan aplastante y cierta como lo es la existencia del dolor y sufrimiento humano
en la vida de cada persona.
¿Qué sabemos realmente de
los demás cuando vemos su perfil en las redes sociales? ¿Pueden estas plataformas virtuales decirnos
cómo son las personas realmente?
Este mercado de las muestras de felicidad que
encontramos cada vez que abres las redes sociales, puede ser visto desde una de
las grandes teorías de la personalidad, la desarrollada por el sociólogo y
escritor, Erving Goffman.
Erving Goffman y la personalidad creada por interacciones
Este autor desarrolla su obra alrededor de la creación
de la personalidad a través de las interacciones con los demás. Defiende que gran parte
de nuestra conducta depende de los escenarios interpersonales y suele tomar las
formas de lo que queremos conseguir y de lo que nos interesa de nuestros
interlocutores. Se trata de un manejo constante de nuestra imagen ante los
demás.
Según Goffman, en la
interacción se trata siempre de definir la situación de forma que permita ganar
el control sobre las impresiones que los demás forman de nosotros. Desde esta
perspectiva, la mejor definición
que corresponde a la persona es la de un actor que interpreta un rol y que actúa a través de interacciones con los demás.
Desde esta teoría, la interacción consistiría en crear
impresiones que permiten formar las inferencias que nos benefician y que
reflejan las intenciones y los aspectos de la propia identidad que queremos
comunicar, haciendo de la relación con los otros un continuo manejo de la
imagen pública, una serie sucesiva de autopresentaciones.
La teoría de Goffman y las redes sociales
En la actualidad estas
autopresentaciones podrían ser cada una de las fotos y vídeos que hacemos
llegar a todos aquellos que nos siguen en las redes sociales, como una forma de
conseguir crear una imagen positiva sobre los demás para obtener beneficios
sobre los propios seguidores. Pero no solo eso serviría para vender nuestra
imagen pública, sino también cada una de las interacciones que llevamos a cabo
en el día a día.
El encuentro con el
panadero al comprar el pan, el café diario con los compañeros de trabajo, la
cita con aquella persona que te presentó un amigo... Cualquiera de estos escenarios supone
la creación de impresiones y, en función de tu interpretación, las personas con las que
interactúes te impondrán una personalidad u otra.
Desde esta perspectiva,
la identidad es la forma de presentarse del sujeto en función de las ventajas y
desventajas que tienen las posibles múltiples identidades del sujeto en un
momento dado. En definitiva, la teoría de la acción social de Goffman
explicaría un conjunto de roles que vamos interpretando en cada interacción con
el objetivo de obtener beneficios y, sobre todo, de ser acogidos por la
sociedad.
Goffman insiste en que tal juego de representaciones
nunca transmite la identidad real, sino la identidad querida, por ello, la
conducta humana se caracteriza por las técnicas de publicidad, marketing e
interpretación, por lo que el modelo de Goffman refleja la importancia que
tiene la negociación como forma de interacción social.
El mercado de la imagen pública
Es fácil concluir que se
trata de una teoría sobre la identidad algo maquiavélica y basado en lo
superficial, lo estético y lo falso. No obstante, las semejanzas de las
conclusiones de este autor con el mundo de las redes sociales y el trato
personal, en el que no hay sitio para el sufrimiento y la desgracia sino que
todo se oculta tras los productos de un supermercado de felicidad, apariencias
y estética, son muy reales y es necesario tenerlas en cuenta.
Al menos, para
concienciarnos de que la
persona detrás de esa cuenta de Instagram puede distar mucho de la persona que
es en realidad.
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