viernes, 10 de marzo de 2023

Rafaela Santos, psiquiatra:"La felicidad es alcanzable, pero cuiddo con la idea que nos venden"


MARIAN BENITO      |      uppers.es     |      28/01/2023

Hablamos con la autora de 'Levantarse y luchar' sobre resiliencia, el principal factor protector de nuestra salud mental y la base de la felicidad

Un tercio de la población tiene el potencial innato de superar la adversidad de forma natural. El resto lo puede aprender

Simplemente cambiando el pensamiento se modifica nuestro cerebro e incorpora nuevos circuitos cerebrales que nos preparan para afrontar la vida con sensación de confianza y sin estrés.

 

'Levantarse y luchar'. Esta consigna tan simple con la que Rafaela Santos, médico y psiquiatra, tituló su primer libro resume toda una filosofía de la felicidad que empieza por una palabra: resiliencia. Es un concepto del que se habla mucho sin decir apenas nada. Por fin, de la mano de una de las mayores eminencias en este campo, vamos a conocer cómo funciona y cómo podemos preparar al cerebro para dar la cara y salir indemne cuando nos llegue la adversidad. Es algo que ocurrirá, según la doctora, al menos dos, tres o cuatro veces en la vida.

 

Santos preside la Fundación Humanae que ella misma creó en 2004 con la idea de cubrir el vacío que existe en la prevención de la salud mental y crear un mundo más humano. Además, imparte programas de desarrollo personal y preside el Instituto Español de Resiliencia y la Sociedad Española de Especialistas en Estrés Postraumático.

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El libro lo escribió hace ya diez años, pero la pandemia ha obligado a lanzar una edición ampliada y actualizada. La autora ha recopilado en él testimonios de personas que, teniendo motivos para rendirse, hicieron frente a la dificultad y aprendieron a levantarse. Nos recibe a punto de coger un vuelo con destino a México donde le espera una audiencia deseosa de escuchar cómo hacer frente a la incertidumbre y cómo lograr la felicidad.

 

Levantarse y luchar. Se dice pronto y suena bien, pero ¿cómo se hace?


La resiliencia es la capacidad de afrontar la dificultad de una forma constructiva y generar los recursos que nos permitirán seguir luchando a pesar de haber pasado por una situación traumática. Todos la tenemos o la podemos desarrollar cambiando la estructura cognitiva o la forma en que nuestra mente piensa y trabaja. Una parte de la población, por su propia estructura genética, tiene una facilidad natural para salir fortalecida. En Psiquiatría estamos investigando a fondo la importancia del gen transportador de la serotonina. Sabemos que los niveles bajos de esta sustancia en el cerebro provocan que el impacto de un golpe emocional sea mayor y a veces tan grave que el cerebro no lo procesa.

 

Decía Horacio, hace ya más de 2000 años, que en los contratiempos es donde conocemos nuestros recursos para hacer uso de ellos”.

 

La resiliencia no es espontánea. Nos hartamos de escuchar que saldríamos fortalecidos de la pandemia y ha ocurrido al revés. Como cualquier otro logro, es resultado del esfuerzo, del espíritu de superación y de tener una esperanza.

 

“La OMS augura que en 2030 la salud mental será la principal causa de discapacidad en el mundo. ¿Qué podemos hacer para que esto no se cumpla?”

 

Deberíamos ponernos ya a trabajar. Los americanos, que son muy agudos en temas de dinero, han calculado que por cada dólar que se invierte en prevención se ahorran cien en tratamiento y mil en rehabilitación. Podemos desarrollar la resiliencia como prevención y ahí deberíamos poner el foco, en prepararnos sin necesidad de haber sufrido un trauma. Es importante fortalecernos para resistir y minimizar los daños e incluso salir siendo mejores.

 

“Los americanos muy agudos en temas de dinero, han calculado que por un dólar que se invierte en prevención se ahorran cien en tratamiento y mil en rehabilitación”


¿Qué nos hace tan vulnerables?

 

Vivimos tiempos de mucha incertidumbre en todos los terrenos y nuestros cerebros no están preparados. No lo están para esta sociedad líquida, para un mundo que se ha vuelto volátil, ambiguo y muy complejo. Incluso a los padres se les va de las manos la educación de sus hijos. Tenemos muchas posibilidades de bienestar, pero hay que poner orden en nuestras cabezas y eliminar mucho caos. El estrés está en la base de los accidentes cardiovasculares, los accidentes de tráfico y la depresión. Debilita nuestro sistema inmunitario y nos deja vulnerables frente a la enfermedad. ¿No son razones suficientes para crear una población resiliente, con recursos mentales para afrontar lo que depare la vida?

 

El consumo de psicofármacos se ha disparado. ¿Nos empastillamos para soportar la vida?

 

La automedicación se ha convertido en un problema muy grave con efectos muy perniciosos. La tendencia en Psiquiatría es prescribir la mínima medicación en dosis y en tiempo. La última generación de inhibidores de recaptación de la serotonina está permitiendo ajustar la medicación de manera muy precisa. Además, hay una colaboración cada vez más estrecha con los psicólogos para trabajar bien los pensamientos.

 

¿Un cerebro de 50 o incluso de 80 aún tiene esa capacidad de tomar impulso después de una caída?

 

Lo vemos con personas mayores a las que las circunstancias ponen al límite y siguen encontrando una razón para seguir adelante tomando la vida como un regalo. No existe edad para aprender resiliencia. El cerebro es más plástico en las primeras décadas de la vida, pero cualquier etapa es buena para moldearlo con esfuerzo y entrenamiento. Ramón y Cajal anticipó que cada uno es escultor de su propio cerebro. La investigación posterior le dio la razón.

 

“Hasta el final de la vida, un cerebro bien entrenado tiene capacidad de reponerse y tomar impulso después de una caída”


¿Cómo distinguimos una tristeza por un momento malo de una depresión?

 

Es humano entristecerse por un acontecimiento vital negativo. Generalmente, en un mes una persona debería ser capaz de bajar la actividad neuronal que ocurre después de este impacto y, a partir de ahí, empezar a normalizar el dolor. Hay gente que se queda encapsulada en el sufrimiento dejando que el pensamiento arrastre a otros pensamientos negativos que agravan el sufrimiento y afectan a otras áreas de su vida. Las personas que aplican resiliencia buscan recuperarse con otras alegrías y otros pensamientos más constructivos.

 

¿Por qué la psicología positiva tiene ahora tan mala prensa?

 

Por un mal uso, por culpa de quienes la han banalizado. No estamos hablando de pensar en positivo, sino que los pensamientos negativos no se vuelvan reiterativos. No podemos hacer de la psicología algo frívolo y basado en frases simplonas.

 

¿La dicha absoluta debería dejar de ser una aspiración?

 

La felicidad se ha vuelto una presión. Debemos tener cuidado con la palabra. Vivimos presionados por las redes sociales, la publicidad y una imagen de felicidad irreal que, al compararla con tu realidad, te provoca ansiedad. La felicidad se nos presenta como imperativo, eludiendo que la vida implica sacrificio, enfermedad, pérdidas y dificultades. Todo esto no es raro, sino parte del ser humano y, simplemente, debemos aprender a vivir con ello. Pero somos impacientes y acostumbramos a que nuestros hijos también lo sean evitándoles la dificultad y sin prepararlos para lo que, inevitablemente, llegará.

 

¿Qué hábitos hacen un cerebro feliz?

 

En primer lugar, con lo que yo defino como "las tres A". Aceptación de aquello que no podemos cambiar (aunque sí elegir la actitud). Adaptación a la realidad valorando qué haremos con lo que tenemos o nos queda después de una situación. Y apoyo. Superar algo en soledad puede ser complicado. Todo ello lo resumió en una frase el psiquiatra vienés Viktor Frankl a partir de sus propias vivencias en el campo de concentración de Auschwitz: "Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que lo afrontas".

 

Y de manera aún más cotidiana, con formas de vida saludable que garantizan un equilibrio vital. Yo propongo la regla del 8: 8 horas de trabajo, 8 de sueño y 8 para el resto de actividades que te aportan bienestar. 

miércoles, 8 de marzo de 2023

Journaling: qué es la escritura terapéutica y cómo va a ayudar a tu bienestar

SARA TRUEBA RODRÍGUEZ     |     welife.es     |     06/02/2023

Hacer mindfulness no se reduce a meditar. Escribir con atención plena es una forma de practicarlo. Mejora la concentración, ayuda a enfocarse, discernir y validarse, activar la memoria y reducir el estrés.

La psiquiatra Marian Rojas Estapé suele decir que, cuando escribimos a mano, el cerebro produce una serie de codificaciones beneficiosas capaces de sanar heridas. «Enlentece el pensamiento, ayuda a desconectar del ruido. El trazo activa zonas de la memoria y ralentiza nuestro ritmo de vida frenético.

 Además, el cerebro recuerda mucho mejor lo que escribimos». Se habla mucho de la práctica del journaling como una fórmula de autoconocimiento, una técnica que carece de misterio y que podría estar al alcance de cualquiera atendiendo a distintos propósitos. Ahora, además, se puede practicar como un tipo de mindfulness.

En una sociedad tan reactiva como en la que vivimos, se recomienda escribir a mano porque es una manera de estar centrados al 100% en el momento presente, y eso es mindfulness. Así, el beneficio será doble: por un lado, estaremos focalizándonos en lo que deseamos profundizar, cambiar o descubrir de nosotros mismos (a lo que a priori aspira el Journaling) y, por otro, practicaremos la atención plena.

«El mindfulness está presente en cualquier cosa que hagamos con atención plena. Si cocinamos o caminamos y lo hacemos plenamente conscientes de cada aroma, de cada movimiento, apreciando lo que nos rodea, estaremos conectando con nosotros mismos a través de esa actividad. Lo mismo ocurre con el journaling», revela Anna Alfaro, Coach de vida y business.

Así, la respiración, el agradecimiento y la atención al presente es la guía básica en cualquier tipo de modalidad mindfulness y estos mecanismos también se ponen en marcha cuando nos permitimos practicar escritura terapéutica. Tal como dice Irene Ampuero López, psicóloga sanitaria en la Clínica Uden Salud Mental: «Se trata de centrarse en la actividad de escribir, sin juzgar lo que escribes, al mismo tiempo que respiras y prestas atención a ese presente, a ese preciso momento». 

¿Por qué y para qué practicar journaling?

Para favorecer la plasticidad del cerebro. Este tiene la capacidad de “reorganizarse” a lo largo de nuestra vida, gracias a las redes neuronales, las cuales se van modificando en función de las nuevas experiencias o aprendizajes adquiridos. Si el cerebro no experimenta nuevas experiencias, no se estimula y por tanto, no necesita crear estrategias más eficaces. «Durante la práctica de la escritura terapéutica van apareciendo pensamientos, historias, posibles escenarios, desenlaces, conflictos reales, ideas innovadoras, autoinstrucciones, entre otros. Todos ellos ponen en marcha la creatividad, el aprendizaje, la memoria, la capacidad de plasmar historias, la resolución de posibles conflictos, el autoconocimiento y la activación emocional. En definitiva, cada escritura puede integrarse en esa red neuronal favoreciendo la puesta en marcha de la plasticidad neuronal», comenta la psicóloga sanitaria Irene Ampuero.  

Para saber más sobre quiénes somos. Anna Alfaro, desde su especialidad como coach, habla de la capacidad del mind writing para el autonococimiento: «Nos permite hacernos preguntas de indagación profunda con las que podemos llegar a un mayor conocimiento de quiénes somos. Se trata de preguntarnos, de tomarnos un tiempo, de parar. Con el foco puesto en nosotros, nos hacemos preguntas que recibimos de alguien que nos guía (puede ser un terapeuta, puede ser un coach…) y podemos ir indagando en la persona que somos». 

Para ponernos metas o deshacer conflictos, desahogarnos o dejar que nuestros pensamientos fluyan. Julia Cameron, autora de El Camino del artista, define al hecho de escribir como algo «sensual, experiencial, enraizante y bueno para el alma. Debemos escribir porque la escritura nos proporciona un camino sentido a través del mundo en el que vivimos».

El journaling también es cuestión de método (pero hay muchos y todos son válidos)

·                  Debe ser una práctica diaria, un ritual. Solo así podrás profundizar en ti y cambiar cosas, descubrirlas o evolucionar. Suele ser necesario probarlo un tiempo suficiente para comprobar sus beneficios. Como dice el filósofo Will Durant: “Somos lo que hacemos repetidamente. Entonces, la excelencia no es un acto, es un hábito”.

·                  No existe un único método y todos funcionan si se cumple la premisa anterior (la constancia). Puedes escribir ideas desconectadas entre sí, plasmar pensamientos y emociones, lo que te frustra o limita, expresar por escrito cómo sería el día perfecto para ti…

·                  No puede suponer un esfuerzo. Si la persona no es capaz de comprometerse con la práctica diaria puede empezar con una práctica semanal. Tampoco es necesario escribir una cantidad de hojas inasumible para muchos. Puede comenzarse de 3 a 5 minutos hasta llegar a un máximo de 15 minutos.

Preguntas que te puedes hacer para comenzar a hacer escritura terapéutica

Julia Cameron promueve la escritura libre (y llegar a las tres páginas diarias con aquello que se te cruce por la mente), mientras que con otras técnicas se trabaja la gratitud, el orden, las metas, la sanación de heridas. Anna Alfaro propone unas sencillas preguntas en función de cuál sea el objetivo.

·                  «Si tenemos miedo, tristeza o incertidumbre es importante identificarlos por su nombre, preguntarse de dónde vienen y qué puedo hacer para salir de ellos».

·                  «Si quiero conocerme mejor podemos preguntarnos: ¿Qué me gusta hacer, con qué disfruto más, dónde me gustaría llegar en mi vida?

·                  «Si el ruido y los pensamientos rumiativos te invaden debes saber de dónde vienen y por qué no consigues acallarlos». La escritura aquí no sólo sirve de desahogo. «Hay que permitirse sentir lo que estamos sintiendo. Si estoy en un momento bueno, puedo enfocarme en todo lo que quiero crear. Si estoy en un mal momento, el journaling me permite darle un lugar a esas emociones para buscar una salida creativa. Verter sobre el papel ayuda a que el ruido disminuya y pierda poder». 

lunes, 6 de marzo de 2023

Patricia Ramírez: "La serenidad se logra si la conducta es acorde con tus valores"

 

ANA RODRÍGUEZ     |     El Faro de Vigo     |     17/01/2023

“Es un estilo de vida en que decides cómo responder ante el entorno” | “Cuando la alcanzamos mejora nuestra salud física y mental”, comenta la psicóloga en Club FARO

 

“Para la RAE, la serenidad es un estado de paz; para mí es un estilo de vida, la capacidad que tenemos para decidir cómo responder y reaccionar ante el entorno, incluso en situaciones incómodas. Cuando alcanzamos cierto nivel de serenidad, bajamos el estrés y la angustia, mejora nuestra salud física y mental, y también nuestra relación con los demás”. Así lo expresó ayer en Club FARO la psicóloga Patricia Ramírez en la charla coloquio presentada por la coach y formadora Cintia Salido.

 

La “psicóloga de lo cotidiano”, conocida en redes sociales como Patri psicóloga presentaba su décimo libro, “Vivir con serenidad. 365 consejos” (Grijalbo), que ya va por su tercera edición tras su salida a la venta el pasado noviembre. Al contrario que en anteriores títulos, en los que los temas salían de su experiencia profesional, en esta obra se decantó por abordar la serenidad tras observar el ambiente de ira que reina en la calle y, sobre todo, en las redes sociales.

 

La conferenciante, que confesó no haber sido siempre una persona serena, aseguró que ese estado se puede alcanzar con trabajo, no solo con propósitos ni intenciones. Aconsejó comenzar por el conocimiento de uno mismo, por anotar la escala de valores, acudiendo si es necesario a internet y trabajando cada mes del año uno de ellos. Luego “hay que ver si tu conducta es acorde con tus valores; nos comprometemos más con proyectos que estén alineados con esa escala”.

 

Realizar ese cambio no es tarea fácil porque “no estamos acostumbrados a mirar hacia dentro y muchas veces lo que vemos no nos gusta, así que nos escapamos con tiritas: ya sean donuts, una serie de Netflix, el alcohol o irnos de compras”, comentó, al tiempo que aconsejó no ser impaciente y entender que “hay momentos en tu vida en que perderás esa serenidad”, tales como discusiones con la pareja o los hijos. “Puedes sentir la ira, sí, pero también decidir si la expresas con gritos o manejas la emoción interpretando de manera benevolente” la conducta de la otra persona que, por ejemplo, te ha adelantado con el coche por la derecha. “Puedes pensar que va con prisa al hospital o que se ha equivocado porque estaba distraído. Probablemente te equivoques, pero al menos te sientes mejor”.

 

A una pregunta de su presentadora sobre las diferencias entre la serenidad y la felicidad, dijo de ésta última que “es un estado de bienestar cuando te sucede algo bueno, es una emoción que yo dejaría a la altura de las demás, todas hay que vivirlas. No puedes forzarla y pedirle a la gente que este todo el rato feliz porque eso genera frustración en quien no se siente así pese a no tener motivos aparentes”.

 

“La gente cree que vivir con serenidad es estar pasmado y no es así. Se trata de tener capacidad para estar atento a una sola cosa, dejar reposar la vida, olvidarnos de la multitarea, estar más presentes desde la amabilidad y el amor”. Respecto al ritmo de vida actual en que “vamos como pollos sin cabeza”, aconsejó “estar solo a una cosa que requiera atención –como demuestran los estudios científicos sobre la capacidad del cerebro humano–, aunque las empresas te pidan lo contrario”. Atendiendo a una pregunta realizada por un asistente a la charla, Patricia Ramírez lamentó que exista “ese perfil agresivo, ambicioso, de muchos directivos que exigen lo mismo para los empleados, fomentando incluso la competitividad entre compañeros. Luego vienen las bajas.”. Abogó por el “liderazgo servicial”: “Cuando tratas a una persona como tal, te da la mejor versión de sí mismo; de lo contrario, te dará una patada en cuanto pueda”.

 

Atendiendo a la consulta de otra asistente al coloquio, Ramírez defendió trabajar las emociones con nuestros hijos desde la infancia, dejarles sufrir acompañándolos, ayudarles a que reconozcan lo que siente y enseñarles con el ejemplo”.

 

En busca del “oro olímpico de las emociones”

 

“No me gustan los tatuajes, pero si tuviera que elegir una palabra para llevarla en mi piel toda la vida, sería serenidad”. Patricia Ramírez ha elevado ese término a una categoría mayor que una palabra, la califica de “oro olímpico de las emociones” y la identifica con “el camino”, una filosofía y su forma de ser y estar en el mundo.

Tal valoración se debe, en parte, a que la propia psicóloga no siempre disfrutó de esa emoción en su vida, tal y como comenta en la introducción de su último libro. Una infancia y adolescencia con momentos revueltos y tristes, aunque también los hubo gloriosos, hace que la balanza de sus recuerdos de esta etapa se incline hacia el dolor.

 

Llegaron los años universitarios y con ellos empezó a bullir el cambio. “Lo primero que aprendí es que era capaz, válida, inteligente y poderosa”. Tras los primeros años de profesión “intensos, inciertos, duros”, llegó la etapa en que estaba medio asentada y la vida le dio un bofetón de realidad en forma de pérdida del padre de su hija, entonces de corta edad. Volvió la angustia, la autoexigencia, el querer tener todo bajo control y el dolor de tiempos pretéritos, el no tener tiempo para llorar, pero también el tesoro en forma de amistad.

 

El descubrimiento del libro “La trampa de la felicidad”, de Russ Harris, le supuso une revelación a Patricia Ramírez. Se lo regaló una amiga psicóloga que se formaba en esos momentos –sobre el año 2005– en mindfulness, meditación y terapias de tercera generación. “Leí el libro y hubo un antes y después en mi vida. A partir de aquel momento me inicié en una serie de formaciones autodidactas: leer, leer más y empezar a poner lo aprendido en práctica. A mi vida llegaron la meditación, la aceptación, el perdón, el dejar estar lo no controlable. Y se quedaron para siempre”.

sábado, 4 de marzo de 2023

'Narcisos' y con depresión: así impactan las redes sociales en la salud mental de los jóvenes


SUSANA M. OXINALDE        |        deia.eus      |     19/02/2023

 

Los contenidos de las redes sociales no pasan siempre por mostrar seres felices y ufanos. El algoritmo de las aplicaciones conduce a entornos que retroalimentan trastornos depresivos en una etapa en la que la personalidad se moldea. Varias demandas exigen a las plataformas cambiar sus parámetros para no dañar la salud mental de los más vulnerables.

 

Es conocido el impacto positivo de las redes sociales en nuestra sociedad: nos ayudan a conectarnos, hacen la comunicación más veloz, ofrecen compañía en casos de aislamiento y son una buena herramienta para hacer amigos, recuperar a quienes habíamos pedido la pista o relacionarnos con personas afines a nosotros además de potenciar nuestras habilidades digitales. Sin embargo, existe una cara B de las redes que está impactando de forma preocupante en la salud mental de aquellos cuya personalidad se está desarrollando: los adolescentes. 

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Según el informe de la OMS Health for the world’s adolescents, la depresión ya es la causa principal de enfermedad entre los jóvenes entre 10 y 19 años. Pero ¿qué papel juegan las redes sociales en este escenario? Su concurrencia ¿hasta qué punto posee un papel importante en la angustia que algunos de ellos viven?

 

Para el psicólogo clínico Marino Pérez Álvarez, las redes sociales que supuestamente iban a conectarnos, en realidad “ponen a unos y a otros juntos en soledad”. En su ensayo El individuo flotante (Ed. Deusto) refiere un concepto muy relacionado con las sociedades líquidas que Bauman acuñó hace dos décadas. El individuo flotante “alude a ligereza, la levedad del ser y falta de anclaje en algo sólido y duradero cuando uno está a expensas de modas, tendencias e influencers de turno”, señala. Un “siglo de la soledad” que las redes sociales han llevado al extremo y donde el individualismo ha encontrado un amplio campo para desarrollarse.

 

 El mundo de los adolescentes pudiera parecer que se amplía, su mundo es más grande que aquellas generaciones que no disponían de teléfonos móviles y es posible que sea más enriquecedor, con mayores grados de elección, pero también es más ficticio, una “burbuja donde uno se alimenta únicamente de lo que le gusta, empobrecido con las mismas opiniones y gustos que le sirven los algoritmos y las comunidades que piensan igual”, afirma Pérez, miembro de la Academia española de Psicología. Y añade: “El espejismo está servido cuando uno confunde el mundo con la carpa bajo la que está”. 

 

BOOM DE SERES FELICES

 

Es el tipo de individuo que caracteriza a la sociedad de nuestro tiempo donde las redes sociales en lugar de disminuir los malestares, en ocasiones los aumenta con el bombardeo continuo de aquello que hayamos buscado. Las redes son capaces de crear entornos que se reproducen para desarrollar personas narcisistas y realimentar la depresión. Ambos términos no son incompatibles porque, según el psicólogo, “el narcisista es tanto más vulnerable que otros a la frustración y la depresión. Su ego es difícil de satisfacer”. Y en este punto emerge la envidia como el gran pecado capital de las redes sociales, ese sentimiento que solo se alimenta de sí mismo, molido por un positivismo tóxico y la búsqueda constante de felicidad a mostrar al mundo como en el caso de los anuncios “que maquinan la envidia a través de suscitar deseos de cosas deseables porque las tienen o desean otros” - sostiene Pérez- “no por lo que valen por sí mismas”. 

 

Mostrar felicidad en una etapa de la existencia en la que el balance sobre la vida de los individuos simplemente no tiene sentido puesto que está comenzando, da lugar a situaciones de angustia e insatisfacción porque “cuando uno mide la vida con la felicidad, está perdido”. Para Pérez, “la vida tiene cosas más importantes que ocuparse de ser feliz. ¿Qué puedes esperar de alguien feliz? Ya no necesita nada más”. 

 

ALGORITMO MACHACÓN

 

Pero cuando el joven está enganchado y la propia aplicación le hace transitar cada vez que se conecta por contenidos que pueden inducir a autolesionarse, hablamos del reverso de este virus global de individuos felices. “Más que trastornos mentales”, afirma Pérez, “los adolescentes tienen crisis existenciales conforme están en edades complicadas de transición, exploración, búsqueda y reubicación en la vida”.

 

El algoritmo nos conoce en lo bueno y en lo malo y esa información puede impactar en alguien vulnerable, más si cabe cuando su personalidad, como es en el caso de la adolescencia, se está formando, una etapa además en la que aparecen los trastornos mentales, y si tiende a la depresión o al bajo nivel vital, puede suponer un cóctel peligroso. 

 

En estos casos, llevar a los jóvenes más propicios a entornos y contenidos donde se repitan machaconamente los mensajes puede hacer corresponsables a las grandes tecnológicas de una crisis de salud mental en los adolescentes del mundo. Varios colegios públicos de la ciudad de Seattle, nicho de gigantes como Microsoft o Amazon, han sido los últimos en sumarse a las demandas hacia Meta, TikTok o Youtube que explotan el sistema de recompensas en el cerebro para que los usuarios no abandonen las aplicaciones y vuelvan una y otra vez produciendo una ‘dopamina digital’ que puede dar lugar a enganches similares a las adicciones a sustancias. Son las llamadas ‘adicciones comportamentales’, que el psicólogo clínico define cuando “uno ya no puede dejar de conectarse y está perjudicando otros aspectos de la vida como las relaciones, los estudios o el sueño”.

 

Pero ¿son las empresas responsables del daño debido a su diseño? ¿Sus efectos pueden considerarse como el tabaco? ¿Hay una causa-efecto? La iniciativa de Seattle no persigue eliminar las redes y plataformas sino cambiar la forma en la que operan, por ejemplo, con leyes como la que promulgó California hace unos meses para obligar a las aplicaciones a poner al alcance del lenguaje de los menores la comprensión de sus políticas de privacidad. En definitiva, rediseñar los productos de las compañías en provecho de los niños y establecer límites a las grandes tecnológicas cuando afectan a los menores porque añade Pérez Álvarez, “alguien tendrá que proteger el bien común”.

 

El ‘caso Rusell’

 

Un tribunal de Londres dictaminó el pasado octubre que la joven británica Molly Rusell murió por “un acto de autolesión mientras sufría depresión y por los efectos negativos del contenido on line”. Directivos de Instagram y Pinterest declararon en el proceso tras el suicidio de la joven de 14 años en 2017. En su correo electrónico se halló un mensaje de Pinterest titulado Pins sobre la depresión y, semanas antes de su muerte, Molly había reaccionado en Instagram a miles de publicaciones referentes a las autolesiones y el suicidio.

 

Una de las directivas de Meta pidió perdón a la familia porque la adolescente tuvo acceso a contenidos que violaban las reglas de uso de la plataforma, como aquellos que romantizan el suicidio y la depresión o los que invitan a los adolescentes a esconder sus sentimientos o pensamientos negativos. Molly era según los Russell, una “joven positiva, feliz y brillante que cayó en el más sombrío de los mundos”. Acudió a la red y el algoritmo, reenviándole siempre el mismo contenido, no hizo sino favorecer un terrible desenlace.

jueves, 2 de marzo de 2023

Alejandra Vallejo-Nágera, psicóloga:"Existe una estrecha relación entre las emociones y los dolores que se manifiestan en diferentes partes de nuestro cuerpo".


·        GEMA GARCÍA MARCOS      |      El Mundo      |     03/02/2023

En 'La voz de tu cuerpo', su programa en la app de meditación Petit BamBou, brinda las claves para reaprender a escuchar el lenguaje de nuestro yo interno.

Vivimos contracturados. día sí y día también, nos toca lidiar con ese punzante dolor en la boca del estómago que 'escala' hasta invadir nuestras papilas gustativas con un extraño sabor metálico. De las lumbares y las cervicales, mejor ni hablamos. Nos hemos acostumbrado a que el cuerpo nos duela, pero, sin embargo, nos hemos 'desacostumbrado' a escucharle para conocer las razones de sus 'quejíos'.

Ese es, precisamente, el apasionante (e inquietante por su importancia y el poco caso que le hacemos en nuestra vida cotidiana) tema que aborda la psicóloga Alejandra Vallejo-Nágera en 'La voz de tu cuerpo', el programa que estrenó a finales del pasado año en la app de meditación Petit BamBou. Se trata de un espacio en el que se bucea en "la estrecha relación que existe entre las emociones y los dolores que se manifiestan en diferentes partes de nuestro cuerpo"; también en cómo "hemos dejado de escuchar los mensajes que nos envía nuestro organismo para decirnos que algo no va bien" y en cómo aprender a utilizar la meditación como herramienta para arreglar ese 'teléfono interno escacharrado' que tantos problemas nos está causando.

"No todos los dolores físicos tienen una causa psicosomática. Sin embargo, habría que pensar que, cuando un dolor se repite y, a pesar de que intentamos buscar solución tomando relajantes musculares -siempre prescritos por un facultativo-, por poner un ejemplo, sigue sin pasarse, convendría pensar que, quizás, pudiera existir una causa psicológica, porque mente y cuerpo son lo mismo. Ambos forman parte de la misma persona y accionan por igual", argumenta Vallejo-Nágera.

Pero, ¿qué nos ha pasado? ¿Por qué ya ni reconocemos, ni escuchamos nuestra voz interior? Su explicación no puede ser más fácil de entender: "Nos pasamos demasiadas horas sentados, trabajando ante un ordenador, y esa área del cerebro que se ocupa de la postura y del movimiento llamada propiocepción deja de trabajar al no tener una acción en la que fijarse. Un área que, curiosamente, es la más grande en relación con los demás sentidos y nos cuenta todo sobre cómo se siente nuestro cuerpo. Si la 'atrofiamos' por falta de uso, llegará un momento en el que seremos incapaces de entender el lenguaje con el que nos hablan nuestras emociones y éstas acabarán por manifestarse cada vez con más intensidad hasta llegar a convertirse, en algunos casos, en una enfermedad. Yo suelo decir que todos tenemos una bestia que está ahí para protegernos; cuando nos encontramos ante una situación complicada, reacciona y, si la alimentemos (desoyendo sus avisos), va a engordar hasta llegar a secuestrarnos literalmente".

Por desgracia, "no se ha dado al lenguaje corporal la relevancia que tiene. Desde que somos muy pequeños, se nos dice -puede que con la mejor de las intenciones-, que aguantemos en situaciones tan urgentes para nuestro organismo como orinar o comer. Y algo tan 'cotidiano' como educar a nuestro cuerpo para no escuchar la llamada de que necesitamos ir al baño, hace que, incluso, nos lleguemos a olvidar de hacer pis y, como consecuencia, dejemos de hidratarnos adecuadamente".

Así, sin darnos cuenta, "vamos inhibiendo el lenguaje natural de nuestro cuerpo". Algo parecido pasa con la respiración. "Una de las mayores causas de estrés y ansiedad es que las personas nos hemos olvidado de respirar correctamente. Y, al no hacerlo, no se oxigena ni la sangre, ni el cerebro de una forma adecuada, empieza la 'niebla mental' y, a partir de ahí, se produce una reacción en cadena."

El viaje que, a través de la app de meditación Petit BamBou, nos propone Vallejo-Nagera para 'reconciliarnos' con nuestras emociones es absolutamente fascinante y arranca por algo tan básico cómo saber que "nuestro cuerpo nos habla" y que, cuando lo hace, cada zona en la que se 'manifiesta' tiene un significado concreto. "Cuando nos encontramos ante una dificultad, esta va a manifestarme en la parte de nuestra anatomía que tenemos más vulnerable y, aunque en esto no hay reglas universales, sí que nos encontramos con enormes coincidencias".

Si hablamos de la espalda, desde el punto de vista psicosomático, "hay una diferencia entre cuando duele la parte superior y la inferior (zona lumbar)", detalla. Así, "si las molestias se presentan en el cuello, los hombros u los omoplatos, estas tienen que ver, normalmente, con la asunción de una responsabilidad que no corresponde. Es el típico dolor que experimenta, por ejemplo, la persona que se ve obligada a asumir la carga de trabajo de un compañero o que tiene que recoger, cada día, la habitación de sus hijos ya mayores. Las lumbares, por su parte, suelen molestar cuando tenemos problemas de relaciones con los demás".

En muchos casos, prosigue, "la angustia se revela en forma de dolor en la boca del estómago o, incluso, en la aparición de problemas para hablar, ronqueras o dolor de garganta". Esto suele sucederle "a personas que, de niños, han tenido mucha dificultad para expresar lo que estaban sintiendo. Esa inhibición hace que, ante una situación adversa, sientan una especie de nudo en la garganta que les impide hablar y expresar lo que sienten".

En las ocasiones en las que sentimos mucho miedo, "lo que va a resentirse más es la zona del suelo pélvico. Por eso, a los niños e, incluso, a los adultos, cuando tienen mucho miedo, se les sueltan los esfínteres".

Cuando lo que duele es la zona lumbar o de los órganos reproductivos (ovarios, útero), "muchas veces, si se 'rebusca' desde el punto de vista psicológico, hay un sentimiento de culpabilidad persistente en el tiempo".

Si es el plexo solar, punto en el que las costillas hacen una uve invertida, "si se indaga, suele haber un cuadro de humillación detrás. Suelen ser experiencias adversas que se han quedado ancladas. Por eso, es recomendable revisar qué momentos y qué situaciones exteriores han provocado que sintamos dolor allí.".

Detrás de molestias en el pecho, los pulmones o los bronquios, suele haber problemas afectivos. "Nos encontramos con el síndrome del corazón roto que es un síndrome clínico que se da en personas que han tenido un desengaño amoroso brutal".

Esos dolores de cabeza recurrentes también pueden tener detrás una emoción más encauzada. "Las cefaleas tensionales de origen difuso a las que no se puede poner remedio (con independencia de que, en la actualidad, los estudios sobre la microbiota están ayudando mucho a mitigarlos) tienen mucho que ver con esas situaciones en las que nos encontramos en una encrucijada y no sabemos cómo resolverla. Se nos inflaman las meninges para decirnos que encontremos la salida lo antes posible porque estamos bloqueados".

EJERCICIOS PRÁCTICOS PARA APRENDER A RECONOCER LAS SEÑALAS DE NUESTRO CUERPO

¿Qué podemos hacer para volver a reconocer y a atender a la voz de nuestras emociones? La clave, según está psicóloga, radica en recuperar 'nuestro sexto sentido', el de la propiocepción'. "Hay cinco sentidos que todos identificamos como tales, pero hay otros dos más ante los que la sociedad está sorda, ciega y muda. Y, curiosamente, son los que más espacio ocupan en el cerebro. Uno de ellos es la intracepción que no podemos controlar, pero sí notar como cuando, por ejemplo, se nos altera el ritmo cardíaco o el tránsito intestinal. Es la percepción de que lo nos está pasando por dentro. El otro es la propiocepción y, como ya he dicho anteriormente, ese sentido se nos está atrofiando debido a nuestro estilo de vida sedentario porque no tiene que 'estar pendiente' ni de la postura, ni del movimiento"".

Vallejo-Nágera relata cómo ha observado que, a sus alumnos de tercero de Medicina, a veces, "les cuesta distinguir, con la mirada interna, la diferencia entre su parte izquierda y la derecha. Les resulta complicado darse de cuente de si tienen apoyados adecuadamente los dedos y la planta de los pies, un detalle muy importante del que depende el equilibrio de todo el cuerpo (que, al pasar tantas horas sentados, no nos es tan necesario). Cabe recordar que todas las cadenas musculares están conectadas entre sí y el hecho de no tener todos los dedos de los pies bien apoyados sobre el suelo nos puede afectar a los hombros".

Esto se puede trasladar a todas las partes de nuestro cuerpo. "Cuando un órgano enferma los otros, y esto lo sabemos bien los que hemos sufrido una extirpación, se ven 'obligados' a hacer un trabajo extra para suplir su función. Cuando no tenemos la estructura corporal bien integrada o la postura corporal adecuada, otras partes tienen que ponerse a disposición para suplir este déficit. Y, si esta situación se perpetúa en el tiempo, terminan por aparecer los dolores".

Por eso, uno de los ejercicios que propone en 'La voz de tu cuerpo' es recuperar nuestra 'mirada interna'. "La idea no es mirarse al espejo para poner a prueba en sentido de la vista, sino percibir la sensación interna que nos ayude a identificar si estamos en una postura inadecuada, si tengo un dedo del pie montado sobre el otro. etc".

Pero antes, nos invita a entrenar la paciencia. "No estamos acostumbrados, por ejemplo, a dedicar la atención que se merece a nuestra lengua de la que, más allá del habla, depende la tensión de la mandíbula, de la boda del estómago o de la garganta. No nos damos cuenta de la cantidad de músculos que hay en la lengua y la tensión que se concentra en ese punto. Por eso, yo invito a los que estén leyendo este reportaje a que destensen la lengua y noten cómo se expande hacia los lados y se apoya en las muelas inferiores y detrás los dientes incisivos. En el momento en el que esto sucede, inmediatamente, vamos a notar un descanso en la garganta y el inicio del aparato digestivo".

Otro de los retos que nos plantea es "centrarnos en nuestros globos oculares que están llenos de músculos que, cuando se tensan, hace que pasen muchas cosas".

"De las plantas de los pies, nos recuerda, dependen muchos dolores musculares y, sobre todo, el equilibrio que, curiosamente, también se ve condicionado por la tensión en la mandíbula. Si la relajamos, notaremos como mejora nuestra postura y nuestro equilibrio. De hecho, otro de los ejercicios que practico en clase con mis alumnos consiste en ponerse de pie y ver cuánto tiempo aguantan en equilibrio sobre una pierna para comprobar que, al relajar la mandíbula, les resulta mucho más sencillo mantener el equilibrio".

En definitiva, Alejandra Vallejo-Nágera hace hincapié en la importancia de que "entendamos que nuestro cuerpo es nuestra casa y tenemos que cuidarlo bien, algo a lo que no estamos acostumbrados y que debería de empezar por reaprender a escuchar el lenguaje corporal para detectar a tiempo qué es lo que está pasado y ponerle remedio".

martes, 28 de febrero de 2023

No escondamos el suicidio

JORDI JUAN (Director)      |      La Vanguardia     |     23/02/2023 

Uno de cada tres adolescentes catalanes ha tenido pensamientos suicidas. El dato es fruto de una macroencuesta a 270.000 estudiantes de 1.960 centros educativos. Si esta fría estadística es cierta, y a la vista de lo que cuentan los especialistas y la propia Administración parece bien real, es evidente que tenemos un grave problema como sociedad. Alguna cosa no estamos haciendo nada bien entre todos –incluyendo el papel de los medios de comunicación– para que nuestros hijos crezcan en este ambiente de precariedad emocional. Es ya un hecho común admitir que la pandemia ha dejado secuelas muy negativas respecto a la salud mental de la ciudadanía. Nos hemos hecho a la idea. Pero, cada cierto tiempo, aparecen noticias que nos obligan a afrontar el problema de cara y no limitarnos a aceptarlo sin más.

Las razones por las que las dos niñas gemelas de 12 años se precipitaron desde un balcón de su casa en Sallent no debería convertirse ahora en un culebrón. Respetemos el dolor de su familia. Pero el caso vale para llamar la atención sobre el peligro que subyace hoy en otros muchos núcleos familiares donde muchos niños y jóvenes se sienten marginados y sin ganas de seguir viviendo. Y ya no tiene sentido la pretensión de querer esconder el suicidio y tratarlo como si no existiera.

Si esta noticia causa impacto, imagínense la que nos escribe desde València Enrique Bolland: la dirección de un instituto en Mislata ha dimitido en bloque ante la imposibilidad de gestionar las conductas suicidas, autolesivas o violentas de su alumnado. Profesionales que escogen la docencia como forma de vida para hacer algo tan noble como la enseñanza y que optan, al cabo de un tiempo, por dejarlo porque se sienten sobrepasados ante el problema.

La Generalitat ha distribuido este año un manual entre las escuelas con el inquietante título de Guía para el abordaje de la conducta suicida y de las autolesiones no suicidas . Este es el camino. Hablar del tema sin miedo y sin prejuicios. Todos podemos ser víctimas de una depresión o de una crisis emocional. Y hay que abordarlo sin tabúes y de forma abierta. Solo así se podrán evitar tragedias como las que hoy nos interpelan. 

domingo, 26 de febrero de 2023

Las tareas psicológicas para hacer fácil tu vida y no amargarte

 

ELSA GARCÍA LEÓN       |          ABC        |        16/02/2023

El hacer ejercicios prácticos es una manera de automatizar comportamientos y de aprender con la propia experiencia

Una vida sin problemas ni preocupaciones a veces no es suficiente para ser feliz. De hecho, parece que cuando mejor estamos nos creamos conflictos para estresarnos y no dejarnos disfrutar del momento. Y lo probamos todo: nos apuntamos al gimnasio, hacemos yoga, nos alimentamos de forma saludable... pero nada es suficiente. ¿Por qué? Porque no has identificado lo que está fallando y no te has puesto a trabajar en ello.

 

Por este motivo, la psicóloga Elsa García León comparte en su libro ' 10 tareas para construir una vida feliz' (Editorial Seleer) una serie de ejercicios prácticos que, si los trabajas y los incorporas en tu día a día, harán que afrontes las circunstancias cotidianas de manera optimista y te amargues lo menos posible.

 

Y es que el hacer tareas es una manera de automatizar comportamientos y de aprender con la propia experiencia. Por ejemplo, no valdría con saber que uno tiene que ser más agradecido, o criticarse por ello, sino que habría que practicarlo.

 

A continuación, García León comparte algunos ejemplos con los que empezar a trabajar:

 

1.Reconoce lo que ya está bien en tu vida

 

Algo importante es poder darnos cuenta de lo que ya funciona en nuestra vida, de aquello que no necesita ningún cambio o arreglo. En esta línea, la tarea consistiría en aprender a valorarlo, apreciarlo y tenerlo más presente. En definitiva, se trata de trabajar el sentimiento de agradecimiento. «Solo tenemos que esforzarnos en apreciarlo y disfrutarlo», apunta García León.

 

Para trabajar en ello y mejorar nuestra capacidad de agradecer, hay muchas prácticas provenientes de diferentes religiones y filosofías que se han ido transmitiendo de generación en generación. «Agradecer los alimentos o toda la cadena de personas y servicios que han hecho posible que yo reciba algo determinado, sería un ejemplo», indica la psicóloga.

 

2. Acaba con el autosabotaje

 

Todos tenemos saboteadores internos que vienen de mensajes externos que hemos ido incorporando: ideas de que no somos capaces de llevar algo a cabo porque en un momento determinado no fuimos capaces de afrontarlo, o porque alguien nos ha dicho frases como «quítate que tú no sabes» o «las cosas se hacen así». Todas estas voces las incorporamos en nuestra cabeza y se convierte en una lucha interna.

García León propone reconocer esas voces, su valor y, en lugar de tratar de eliminarlas o sacarlas de la mente, construir otras alternativas que cada vez tengan más presencia. «Suelen ser voces protectoras que están ahí para ayudarnos, darnos más fuerza o escondernos de la vergüenza de hacerlo mal», explica la psicóloga.

 

Estas voces nuevas que creemos deben recordarnos que no siempre lo hemos hecho mal, que también hubo momentos en los que pudimos afrontar situaciones con éxito, y que no importa lo que piensen otras personas de nosotros. «Hago un juego de creación de personajes, como en una serie o película de Netflix, donde encarnas en personajes estas voces y las hacemos participar dentro de nuestra cabeza. De tal manera que la parte boicoteadora no sea siempre la protagonista, sino que haya otros personajes que estén interactuando también en las escenas cotidianas de nuestra vida».

 

3. Practica la mente del pincipiante

 

La mente del principiante es una cualidad que tenemos todos, pero que a veces resulta difícil de enfocar. «Con ella se siente curiosidad, capacidad para sorprenderse, no se da nada por sentado y se sabe que todavía hay mucho que aprender», manifiesta la autora. Al final es una manera distinta de observar la realidad.

 

Un ejemplo de ello es la forma en que se gestionaría el estar en la cola del súper con mucha prisa. En ese momento nos inunda la impaciencia, pero es algo que no podemos resolver. Entonces, si nos enfocamos en este sentimiento, tratamos de identificarlo en el cuerpo con las señales que nos muestra (mover la pierna repetidamente, mirar el reloj una y otra vez...), paradójicamente podremos aliviarlo.

Cómo activar la mente de principiante

Esta es una de las propuestas que Elsa García León hace en su libro:

1. Busca un lugar seguro y aislado de distracciones. Cuando lo tengas, adopta una postura cómoda, pero no excesivamente relajada.

2. Focalízate en tu respiración.

 

3. Deja vagar libremente tu mente observando lo que hace, sin enredarte en nada concreto para desarrollarlo, sino solo viendo donde se posa tu atención espontáneamente.

4. Focalízate luego en los sonidos exclusivamente, de los más cercanos a los más lejanos.

5. Vuelve a relajar la mente dejándola vagar a su antojo, pero sin perderle la pista.

6. Haz foco en las sensaciones de tu cuerpo.

 

7. Intenta estar con todo al mismo tiempo: sensaciones, sonidos, respiración, pensamientos, emociones... Incluye también el sentido de la vista. Pasa un tiempo con todo lo que ocurre, toda la experiencia de estar despierto observando.

8. Recupera poner el foco en tu respiración para salir del ejercicio y seguir con tu vida, pero antes mira cómo te sientes, cómo te ha sentado el ejercicio.

Anotación de la psicóloga: «No te preocupes de mantener el orden que te doy, es solo una propuesta. La idea es que aprendas a hacer foco sucesivamente en algunos sentidos y en la respiración. Lo mismo da si empiezas por los sonidos o por las sensaciones del cuerpo. Si cerrar los ojos te ayuda a concentrarte, estar con lo que ves solo debería formar parte del principio del ejercicio y del final para no hacerlo excesivamente complejo».

 

4. Aprende a gestionar la soledad

 

Lo primero que habrá que plantearse es si le estamos dando una importancia a la soledad que en realidad no tiene. «Podemos encontrar un lugar dentro de nosotros mismos en el que valorar esto de forma más sosegada», señala la psicóloga. No obstante, debemos reconocer que necesitamos estar en contacto con otras personas, por lo que es normal que lo echemos en falta si no lo tenemos.

García León comparte distintas formas de compensar esta soledad o nutrir las relaciones personales: aplicaciones donde compartir aficiones con otros, hacer voluntariados... «cualquier actividad que nos conecte con otras personas».

 

Eso sí, es fundamental saber si la soledad que nos acompaña es circunstancial, porque nos hemos ido de nuestra ciudad natal y todavía no conocemos a nadie, por ejemplo, o si es algo que hemos sentido a lo largo de la vida por el hecho de que tenemos cierta dificultad en tratar con los demás. «Si identificamos esto, tenemos que tomar consciencia de que hay algo más profundo que necesita nuestra atención y la ayuda de un profesional, pues habría que resolver las carencias del apego», manifiesta la autora, que además añade: «En este sentido, no tendríamos que obcecarnos en hacer amigos a toda costa, pues supondrá un coste emocional muy alto, y no habremos resuelto lo que realmente hay debajo».