ELENA VILLEGAS | hola.com | 19/09/2025
Las expertas explican cómo el simple acto de jugar en familia fortalece el desarrollo cerebral y emocional de los niños
El juego no solo es diversión, sino que es necesario
para los niños. Mediante el juego aprenden habilidades sociales,
pero también es una forma de expresión de su mundo emocional. Además de todo
eso, es una forma única y maravillosa de fortalecer el vínculo con nuestros
hijos. “¡Creamos familia jugando!”, afirman con rotundidad Sara Bosch y Marta
López, psicólogas y coautoras del libro Juguetes fáciles
para momentos difíciles. Ideas profesionales para crear en familia y mejorar el
día a día (Ed. Sentir).
Hemos hablado con ellas y explican cómo el juego
contribuye al desarrollo cognitivo y emocional del niño y
aportan ideas de juegos muy especiales para que padres, madres e hijos jueguen
juntos y los niños aprendan al tiempo que disfrutan a lo grande.
¿Qué papel desempeña el
juego en el desarrollo emocional e intelectual del niño?
Un papel absolutamente fundamental. De manera natural
e innata, los niños juegan. Exploran, interaccionan y se adaptan a todo lo que
les rodea (entorno y personas), generando vínculos seguros a través del
juego. Por ello, podemos aprender de su método natural y
proporcionarles juguetes que, además, estén orientados a que esa interacción no
sólo sea lúdica, sino que genere aprendizajes dirigidos, conscientes y
saludables.
No existe un solo aspecto que forme parte de su desarrollo emocional que no pueda formar
parte de un juego. Y si aprenden jugando, resulta obvio que el juego es una
herramienta de incalculable e incuestionable valor. Los adultos
inventamos y fabricamos juguetes para ellos, pero aún no los vemos suficiente
-y desafortunadamente- como las maravillosas herramientas que son. No solo
desempeñan un papel fundamental, sino que hacen que el desarrollo sea más
bonito, sano, rápido y estable. Es -sencilla y llanamente- su lenguaje natural.
¿Qué juegos elegir para
ese correcto desarrollo emocional y cognitivo de nuestros hijos?
Creo que son pequeños grandes retos. Ellos son los que
nos desafían a que pensemos y optemos. Podemos repetir mil veces, gritar,
incluso castigar o pretender que sean “pequeños adultos”, o podemos pensar en
elegir o inventar no uno, sino cientos de juegos. ¿Cómo puedo enseñarle algo
importante? ¿Cómo puede motivarle hacer algo? Hablamos del juego
como un estilo, que trasciende al juguete clásico.
Cada edad tiene sus desafíos, por lo que cada edad
tendrá sus recursos en forma de juego o juguetes. ¡Y no por ello tendrá el aprendizaje menos valor! Al
contrario. No hay resistencias al aprendizaje porque es natural y divertido.
Somos los adultos quienes los hacemos aburridos. Así que elegimos el juego
siempre adaptándolo a un objetivo, unas normas y una manera de alcanzarlo.
Y lo hacemos fácil y que pueda repetirse.
Sin duda, mientras juega aprende conceptos que
después va a extrapolar a la vida. Sucede. Sin más. Siempre
animamos a los padres a que confíen en el aprendizaje positivo y natural.
Trabajamos todos los “músculos” emocionales (la frustración, la tolerancia, la
paciencia, la empatía, la adaptabilidad, la
impulsividad, el afrontamiento al miedo, etc) y cognitivos (la
planificación, la gestión del tiempo, la secuenciación, la atención, etc). Los
psicólogos los utilizamos como recursos profesionales -para hacer nuestro libro
escogimos algunos de ellos- ¿porqué no los van a utilizar los propios padres y
madres en casa?
Creemos que, cada vez que somos conscientes de que
queremos que aprendan algo, podemos pensar, diseñar o elegir un juego y
adaptarlo a ese desafío. Objetivo, normas/instrucciones y método. Tres aspectos
inherentes al juego de la vida. Ojalá la industria dedicara su
interés a crearlos para facilitarles a los padres directamente esas
herramientas. Quizás algún día… (estaremos encantadas de colaborar en eso!)
La elección del juego no es sencilla, pero como padres y
madres, tenemos que apostar sobre todo por aquello que resulte funcional para
nuestros peques, en base a su etapa madurativa, a su desarrollo emocional y a
los objetivos que nos queramos marcar. Es importante ir poco a poco, hacerles el
adecuado acompañamiento en ese aprendizaje disfrazado de juego.
Los padres, a menudo, se justifican en consulta
explicando que cuando gritan, es porque no pueden más. Optar por elegir juegos
adecuados a su etapa, fáciles y motivadores, nos dará ese plan b mágico, ese
oxígeno que a veces se acaba cuando educamos.
¿Cuáles son los primeros
juegos que todo padre o madre debería ofrecer a su bebé?
Los juegos del amor, sin duda. Una
manera de promover una relación mutua -a través de un objeto- que se convierte
en un vínculo maravilloso. Esos juegos donde aparecen reacciones y gestos
simples y sencillos (acción-reacción) que se repiten en una secuencia divertida
“(no juegues a algo con un bebé que no estés dispuesto a repetir mil
veces!”); sonidos, manipulaciones,
movimiento/parálisis, simulaciones, aparecer/desaparecer… De aspectos y
actividades primarias y básicas.
Los primeros juegos deben promover ternura y sonrisa. No hay más
complicación. Son momentos insustituibles de promover un apego seguro, un vínculo afectivo
adecuado que perdurará en el tiempo. Ese es el objetivo y el aprendizaje que
-mágicamente- se produce. Los bebés, los niños que juegan con sus padres y
madres (adaptándose los adultos a ellos y no a la inversa) están grabando en su
cerebro enlaces neuronales maravillosos, no sólo en ese momento en la relación
con sus padres, sino como base futura de relación con los demás.
Y fíjate, todos de forma instintiva usamos el juego con los bebés o para
aproximarnos a ellos.
¿El juego puede sanar
heridas emocionales?
Son fascinantes. Lo vemos cada día en consulta. El juego del buzón
respondón, por ejemplo. Recuerdo un niño de 6 años. Su madre
falleció y vivía en medio de un litigio entre su padre (custodia) y sus abuelos
maternos, con quienes había convivido. Los abuelos estaban muy
preocupados porque cuando iba a visitarles no expresaba nada de la nueva vida
con su padre. Sentían que, obviamente tenía miedo de causar más conflictos en
el mundo adulto. El buzón fue la clave. De repente empezó a poner notas dentro
de él expresando miedos y tristezas. Y los abuelos (¿o el
buzón?) pudieron responderle con notas de comprensión, amor y serenidad. Poco a
poco, llevó esas expresiones a la comunicación real. El buzón le ayudó a
transitar. Aún conservan esas notas escritas.
No siempre es fácil que los niños nos hablen de lo que
sienten. Ellos prefieren otros canales. Otros juegos nos ayudan a sanar
adecuadamente la autoestima (otro músculo fundamental!),
incluso a gestionar el duelo (tenemos ejemplos
maravillosos) y el rechazo, algo que en ciertas edades causa
un enorme daño entre iguales (como el bullying). Incluso nos ayudan a
que adquieran habilidades para relacionarse cuando
por circunstancias no las han adquirido adecuadamente. Como te decía, los juegos son recursos
básicos en terapia. Nos ayudan a fomentar y promover estrategias personales
que por otro canal, en ocasiones los peques no se ven capaces, a veces porque
duele y otras porque no se contemplan...
¿Es necesario jugar en
familia?
¡Indudablemente! ¡Creamos familia jugando! Cambiamos
o intercambiamos roles, no hay jerarquías, todos tenemos el mismo objetivo y
oportunidades… reír y hacer una actividad juntos no sólo es un rato agradable,
sino que crea vínculo. Un vínculo irrompible que se graba en nuestro cerebro
desde muy temprano. Es mi tribu. Y el vínculo parece invisible, pero no lo
es. Químicamente es más que evidente y real.
Pocas cosas hay que les gusten más a los niños que
jugar con sus padres. Y si es con ambos a la vez, y con hermanos… es la máxima
felicidad. Verse feliz con ellos y verles felices entre ellos. Eso les da una
seguridad que no nos podemos ni imaginar. Sentir esa comunión
con los suyos a través del juego común deja ese sentimiento de
pertenencia y aceptación social que es el antídoto a sentir vacío, miedo a
fallar, inseguridad y soledad futuros. Para la salud mental y su correcto
desarrollo, es obligatorio jugar en familia.
¿De qué manera puede
afectar a un niño la falta de juego con sus iguales?
La falta o ausencia de juego con iguales siempre va a
ser un indicador a tener en cuenta. Puede ser que el niño no quiera jugar o que
simplemente no pueda darse esa circunstancia. En cualquier caso no es la
interacción natural. Los niños juegan a relacionarse, ensayan códigos,
proyectan aprendizajes, emulan e imitan. La falta de esa antesala o
entrenamiento social “jugando” promoverá una probable falta de habilidades
relacionales o la tendencia a relacionarse muy específica
y selectivamente o a percibir a los demás, en general de forma defensiva.
Jugar con los iguales nos enseña a sentirnos iguales.
Y a conocernos. El juego nos homogeneiza, nos comparte, nos hace
colaboradores necesarios, nos muestra que el paraguas común del
juego comprende estilos distintos, nos comparamos, competimos, nos obliga a
vivir conflictos y a negociar o a buscar maneras de afrontar que, si son
desadaptativas, los adultos pueden revertir. La falta de juego nos debe alertar
a estar muy pendientes ante problemas relacionales futuros o incluso de
identidad.
Uno de los juegos que
proponéis en el libro es el 'spray antimonstruos', ¿en qué consiste?
Lo más importante del juego es que revierte el “modo
pasivo” (bloqueo) en el que el miedo nos sitúa. El niño se convierte en
un agente activo. Hace la pócima. Sigue instrucciones de figuras de confianza.
Se enfrenta con inteligencia y realiza una acción claramente afrontadora
(rociar). Es muy importante lo que proponemos que diga en voz alta (y lo
repita) porque es lo que en psicología llamamos una autoafirmación.
Es el mensaje que se da a sí mismo. Cada noche. De seguridad. De capacidad. Es
lo que esa acción de afrontar dice de él.
Todo eso son conductas incompatibles con las conductas
que obedecen al miedo (pasivas, vulnerables, empequeñecedoras, devaluadoras..).
Es un giro de 180 grados. La repetición conllevará el aprendizaje y la
desensibilización. El miedo se neutraliza solo… con otras
emociones antagónicas. Nunca el miedo desaparece con la razón, haciéndole
sentir tonto o con la imposición a que no debe sentirse.
'Los dormimonos' es el
primero de los juegos que aparecen en el libro y está orientado, además de para
superar miedos, para favorecer el sueño. ¿Cómo funciona este juego?
Es maravilloso. La creatividad de los papis aquí es lo
que más lo enriquece. Es cómo usamos el juego. Son dos peluches (monos) unidos
por una cuerda (liana). Obviamente la liana es la unión física entre los peques
y los papis. Así la distancia emocional desaparece. No hay
sentimiento de soledad aunque mamá o papá no estén delante. Un pequeño tirón
sirve para comunicarnos sin vernos. Como los padres tienen uno de los peluches
y el/la peque tiene el otro, representan simbólicamente los mismos pares. No pueden
verse pero están unidos.
Primero juntos se utilizan para generar un cuento,
luego se comunican, se despiden, se dan las buenas noches… puede el mono
“papis” aparecer de vez en cuando por el marco de la puerta y anunciarle al
monito del peque que seguirá haciéndolo mientras descansa tranquilo… los
dormimonos generan tranquilidad, seguridad y conexión. Y el peque se
convierte en protector de su propio peluche. Obviamente hay que
estar pendientes de retirarlos (la liana) en cuanto se duerme. Cada noche el
cuento es distinto, ¡ahí está la creatividad! Al final, proyectando la
circunstancia en los monos, el sueño confiado, seguro y apacible aparece en los
humanos de forma natural...
Si tuviérais que elegir,
¿por qué apostaríais, por el juego simbólico o por juegos de reglas como los
juegos de mesa?
Cada juego tiene su particularidad, su beneficio.
Todos son compatibles. No podemos apostar solo por proteínas, sino por una
dieta variada. Todos los juegos nos alimentan. De más
pequeños el juego simbólico es necesario para
el desarrollo (e inevitable, los niños lo inventan!), de hecho los de reglas solemos inventarlos
los adultos (al principio pocos son los niños que no se resisten a boicotearlas!).
Está muy bien! Hay que fomentar ambos. Sin duda