VALERIA CHAVEZ | Infobae.com | 22/08/2025
Lo reveló un estudio científico
británico. Cuánto líquido hay que beber por día y de qué manera influye en la
respuesta del organismo ante situaciones de tensión
Las
personas que no alcanzan la ingesta diaria recomendada de agua presentan niveles
más elevados de cortisol, la principal hormona del estrés, incluso si no perciben una mayor sensación de sed.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad
John Moores de Liverpool (LJMU) sugiere que la hidratación podría
influir en la respuesta biológica al estrés y, en consecuencia, en la salud a
largo plazo.
Recomendaciones de
hidratación y metodología del estudio
El trabajo, publicado en el Journal
of Applied Physiology, analizó a 32 adultos divididos en
dos grupos: uno formado por quienes bebían menos de 1,5 litros de agua
al día y otro compuesto por personas que cumplían con las
recomendaciones oficiales de ingesta de líquidos.
Para
establecer estos parámetros, los científicos se basaron en las directrices de
la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA), que aconsejan
un consumo diario de 2,5 litros de agua para los hombres y 2
litros para las mujeres.
Por su
parte, la Guía Eatwell del Reino Unido sugiere entre 1,5
y 2 litros diarios, equivalentes a seis u ocho tazas de líquido. Los
expertos también señalaron que las necesidades pueden aumentar en situaciones
de calor, actividad física intensa, recuperación de enfermedades, embarazo o
lactancia.
Durante una semana, los participantes fueron evaluados mediante análisis
de orina y sangre para verificar su nivel de hidratación.
Posteriormente, todos acudieron al laboratorio para someterse a una prueba
de estrés diseñada para simular situaciones cotidianas de presión. La
evaluación consistió en una entrevista de trabajo improvisada, para la que cada
persona dispuso de diez minutos de preparación antes de enfrentarse a un panel
de tres entrevistadores vestidos con batas blancas y una cámara simulada.
Tras la entrevista, se les solicitó resolver un desafío de
cálculo mental, restando números lo más rápido posible.
Resultados: cortisol,
síntomas físicos y percepción de sed
El
profesor Neil Walsh, de la Escuela de Ciencias del Deporte y el
Ejercicio de la LJMU, describió la prueba como “realmente desconcertante”. El
objetivo era comprobar si las personas con baja ingesta de líquidos,
probablemente mal hidratadas, mostrarían una respuesta hormonal al estrés
diferente bajo condiciones controladas. Para ello, los investigadores
tomaron muestras de saliva antes y después de la prueba, con el fin de medir
los niveles de cortisol.
El
análisis reveló que, aunque ambos grupos experimentaron síntomas físicos
similares durante la prueba —como aumento de la frecuencia cardíaca, manos
sudorosas y boca seca—, quienes bebían menos agua presentaron
incrementos significativamente mayores en los niveles de cortisol.
Un
aspecto relevante es que los participantes con menor consumo de agua no
reportaron sentir más sed que el resto, lo que indica que la percepción
subjetiva de hidratación no siempre refleja el estado real del organismo.
El
profesor Walsh destacó la importancia de este hallazgo, ya que el
cortisol, además de ser la principal hormona del estrés, está vinculado a
funciones como la respuesta inmune, el metabolismo y la presión arterial.
“El cortisol es la principal hormona del estrés del cuerpo y la reactividad
exagerada del cortisol al estrés está asociada con un mayor riesgo de
enfermedad cardíaca, diabetes y depresión”, señaló.
Los
autores del estudio advierten que, si bien mantener una hidratación adecuada podría ser una
estrategia útil para moderar la respuesta al estrés, se requieren más
investigaciones para determinar si aumentar la ingesta de agua en
personas que no beben lo suficiente puede reducir la reacción del organismo
ante los llamados “microestresores” diarios, como atascos de tráfico o
presentaciones laborales.
“Nos
gustaría pensar que cumplir con las pautas de consumo de agua podría ser una de
las varias cosas que se pueden hacer para mitigar esa respuesta del cortisol
día a día”, añadió Walsh.
En
situaciones de presión o exigencia, prestar atención a la cantidad de
agua consumida puede convertirse en un hábito sencillo con potenciales
beneficios para la salud a largo plazo.