CINTHYA MARTÍNEZ | La Voz de la Salud – La Voz de Galicia | 13/01/2025
El trastorno depresivo es uno de los más
registrados en las historias clínicas de atención primaria (47,8 casos por cada
1.000 habitantes), según el último Informe Anual del Sistema Nacional de Salud.
Con todo, la curación y prevención de recaídas es posible
Patricia tiene 60 años y
está jubilada, pero reconoce que a nivel profesional siempre había
sufrido estrés. «Además, se me juntaba
ser madre —tiene dos hijos— y otro tipo de problemas personales», dice. Desde
muy joven, ha padecido depresiones. «Siempre se daba primero un pico de ansiedad. De hecho, en cada una
de las bajas que tuve que cogerme, siempre ponía lo mismo: cuadro
ansioso-depresivo». Era profesora. «Al final, tienes que
entusiasmar a los niños, tirar de ellos. Tener ansiedad no te permite
planificar las clases, es muy inhabilitante estar mal». Pero a día de hoy, es
protagonista de estas líneas porque ha conseguido superar estos trastornos de
la salud mental y la clave, según ella, se podría resumir en una palabra: el
autocuidado.
La espiral
Antes de que se produjese «el bajón» y junto a ese estrés que sufría por su profesión, se empezaban a dar
una serie de fenómenos que, ahora, Patricia sabe que eran signos de que las
cosas comenzaban a torcerse. La depresión asomaba. El
primero, «que dejaba de poder organizar mis comidas, mi día a día,
gestionarme; dejaba de funcionar en mi vida cotidiana».
Además, curiosamente, «hubo una temporada, sobre todo hace años, que también me
daba por tener algún choque pequeño con el coche, tenía errores conduciendo». Y
cuando se vio superada, acudió al médico. Le diagnosticaron ciclotimia o
trastorno ciclotímico, una forma leve de trastorno bipolar en la que una
persona tiene oscilaciones del estado de ánimo durante años, que van
desde depresión leve hasta euforia
emocional. «Me dieron medicación. Y al mes me recuperaba, porque me funcionaban
muy bien los fármacos».
Hasta que los síntomas depresivos volvían de nuevo. Una
espiral con difícil salida. «Creo que la presión que se siente en muchas
ocasiones a nivel laboral se paga con depresiones. Lo que necesitas es
descansar. Pero también es verdad que lo único que podría parar era el mundo
laboral, porque no podía coger una baja de ser madre o de llevar mi vida»,
reflexiona. Considera que, en aquel momento, hablar sobre este tema era tabú:
«Sé que soy una de tantas, pero cuando empecé con la depresión, ni se me ocurría decir
lo que me pasaba».
«Lo que me gustaría transmitir es que con la depresión se
puede, sobre todo, pidiendo ayuda cuanto antes», subraya.
En su caso, en uno de los peores momentos, «caí en Feafes (Federación de
Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Galicia); una de
las mejores cosas que me ha pasado». Gracias a lo servicios que proporcionan,
Patricia pudo acudir de una forma más regular a terapia psicológica. De hecho,
aunque ahora se encuentra mucho mejor, sigue yendo. Una circunstancia que no sería
posible a través de la Seguridad Social. «Ahí no te ven con frecuencia y
me da mucha rabia que la recuperación tenga que ver con tu poder adquisitivo.
Porque yo ahora mismo gasto dinero en mi salud mental, pero ¿y aquel que no
puede hacerlo? Es muy injusto».
El autocuidado
Está divorciada y desde hace un tiempo, vive sola. «Pienso
que el miedo a la soledad tenía mucho que ver. El síndrome del nido vacío, ¿no?
Soy consciente que pasar tanto tiempo conmigo misma puede llevarme a
deprimirme», cuenta. Pero en pleno confinamiento, todo dio un cambio. Patricia
dice que cambió el foco. «Fíjate, en una etapa tan complicada, descubrí mi
fuerza. Aprendí a tratarme bien. Dejé de considerarme una persona enferma,
porque no lo soy. Conectando con aficiones que me apasionan y me provocan placer»,
explica.
Aunque ya practicaba mindfulness desde
antes de la pandemia, lo hizo rutina. Explica que cuenta con una aplicación por
la que paga una suscripción, «como un Netflix», que le ayuda mucho. También se
aficionó a la jardinería, a la pintura, y a escribir. Y cuando fue posible
salir de casa, se apuntó a baile y a natación. Además, empezó a crear
conexiones con personas que «me hacen bien, gente que me hace sentirme querida
y con la que puedo hablar tranquilamente». Actividades y proyectos «que me
hacen levantarme con ilusión cada día».
A día de hoy, aunque pasa «una ITV» con su psicólogo cada
tres meses, no necesita medicación. «Cuando le conté todo
lo que estaba haciendo al psiquiatra, me dijo que le parecía estupendo, que
siguiese haciendo todas estas cosas que me hacen bien». Lleva cuatro años sin
sufrir una recaída: «No solo se puede salir de la depresión, también prevenir
no recaer en ella».
María, paciente de depresión: «Creo que en mi caso, el trastorno
va a ser crónico, pero estoy en un buen momento»
María (62) prefiere no revelar su identidad. No ha superado
la depresión, pero sí cree que está en un período de mejora. «No considero que
me haya recuperado del todo, pero sí puedo hablar del tema sin llorar.
Creo que, en mi caso, el trastorno va a ser crónico, de por vida. Pero sí que
estoy intentando que estos momentos de bajón sean cada vez más cortos o
espaciados».
Empezó a sufrir este trastorno muy joven: «Llevo
prácticamente toda la vida con
depresión».
Enumera momentos puntuales en los que la ha sufrido con más intensidad. «Uno
fue a los 19, otro a los 35 y el último, hace tres años». Y cree que en su
caso, existe cierto componente genético. «Llevo toda la vida intentando
saberlo. He preguntado a varios profesionales y nadie supo contestarme a
ciencia cierta, pero mi padre también era depresivo y se murió por eso hace
muchos años».
El detonante de su primer episodio depresivo fue la mala
relación que tenía con su madre. «De desvalorización. Cuando me tuve que
enfrentar al mundo, en la adolescencia, sentía que no estaba preparada. No me
sentía fuerte ni competitiva. Para ella todo lo hacía mal, no era lo
suficientemente buena, siempre había otra persona mejor que yo. Por eso tenía
baja autoestima».
Esa percepción de sí misma fue trasladada a lo largo de los
años a otros ámbitos de su vida. «Lo trasladé con un jefe, un amigo, una
pareja, a todo, porque lo llevo dentro». Dice que ahora lo ve y lo explica con
claridad, pero no fue fácil descubrirlo. «Me encantaría haber resuelto esto
cuando tenía 20 o 30 años, pero no se dio o no fui capaz. A lo mejor no era el
momento y sí lo es ahora, porque tengo más experiencia y una visión de vida que
no tenía cuando era más joven».
Además, remarca que se encuentra en un momento bueno gracias
a que ella misma se buscó más alternativas que las que le proporcionaba la
sanidad pública. «No quiero entrar en política, pero me dan una cita de
psicología cada seis meses, es imposible recuperarse
con ese sistema», lamenta. Fue ella la que le derivó a una asistenta social en
Lugo y esta, a su vez, le recomendó Feafes. «Gracias a ellos salgo de mi cama,
de mi casa y socializo. Formo parte de dos grupos que ellos tienen, justamente,
con ese fin. Porque cuando uno padece depresión, no tiene ganas de nada, eso es
un gran logro; y ellos me ayudan mucho con eso».
María está en una etapa en la que ve la salida. «Hay que
tener fuerza de voluntad para encontrarla y sostenerla. Ser honesto con uno
mismo, porque si uno no sabe o que está pasando o lo tapa, es imposible. Ese es
mi mensaje final, que hay que tener fe en uno mismo», concluye.
Las claves de la depresión
Gualberto Buela-Casal, catedrático de
Psicología Clínica y presidente de la Asociación Española de Psicología
Conductual, explica las claves de la depresión.
¿Se puede curar la depresión?
«Sin duda. Tiene tratamiento, aunque el resultado final y el
tiempo necesario dependen del tipo de depresión, de la comorbilidad
(padecimiento de otros trastornos de manera simultánea) y de la cronicidad, es
decir, del tiempo transcurrido antes de iniciar el tratamiento», indica.
¿Qué abanico de tratamientos existe?
El catedrático expresa que, a día de hoy, se cuenta con un
importante catálogo de tratamientos psicólogicos y farmacológicos para abordar
la depresión. «La elección viene determinada por la evaluación de los síntomas
y el consecuente diagnóstico diferencial».
En función de ello, se puede aplicar terapia cognitivo
conductual, de solución de problemas, activación conductual, terapia
interpersonal, farmacológica, etcétera. «Y, por supuesto, estas opciones se
pueden combinar», añade.
¿Son posibles las recaídas?
«Sí. Las recaídas son bastante frecuentes», confirma
Buela-Casal. Añade que la terapia psicológica más eficaz para que eso no suceda
es la cognitivo conductual porque «se hace una intervención más guiada por el
diagnóstico diferencial de la sintomatología». Y proporciona un ejemplo: «Si un
paciente identifica los fracasos de la vida personal, social y profesional como
propios (causa interna), y los éxitos los atribuye a factores externos o al
azar, tiene una alta probabilidad de recaída si solo se trata la depresión y no
se cambia su estilo atribucional».
¿Es posible prevenir la depresión?
«Sin duda, tener un estilo de vida saludable afecta a la
prevención de múltiples trastornos, también la depresión», confirma el experto.
De esta forma, proporciona varios factores a tener en cuenta:
1.
Evitar la soledad y tener actitud positiva ante la
vida. «Resulta
importante tener relaciones sociales y no culpabilizarse por todos aquellos
fracasos personales o profesionales. Como se suele decir, ver la botella media
llena», explica el experto.
2.
No rumiar los problemas. «Es un factor muy
importante para prevenir la depresión y la ansiedad». Además, resalta la
importancia de tomar decisiones «y darse cuenta de que no hacerlo y seguir
dándole vueltas a ese problema impide su solución».
3.
Hacer interpretaciones objetivas de los éxitos y
fracasos. No atribuir los éxitos al azar o a factores externos y los fracasos a
uno mismo. «Esto es un caldo de cultivo para padecer la depresión», asegura.
4.
Llevar un estilo de vida saludable. Dormir bien. «Esto
no implica ocho horas, sino lo necesario para no sufrir somnolencia durante el
día», amplía Buela. Llevar una dieta sana y equilibrada, y practicar ejercicio
de forma regular (adaptado a cada persona y edad).
5.
Evitar el consumo de sustancias tóxicas. «Alcohol, tabaco,
drogas y otras sustancias con alto porcentaje de azúcares», concluye.