Infobae.com | 06/10/2025
La neuropsicóloga Lucía Crivelli destacó en Infobae en Vivo la
importancia de las relaciones sociales y dijo que la ciencia revela cómo los
actos cotidianos más sencillos impactan en el bienestar emocional y en la
prevención de enfermedades como la demencia
Valorar la empatía, la escucha activa y
los gestos sencillos, como una sonrisa o llamar
a una persona por su nombre, pueden marcar una diferencia significativa en
los vínculos interpersonales. Así lo aseguró la doctora Lucía Crivelli,
neuropsicóloga (MN 33.849), durante su columna en Infobae en Vivo, donde
expuso cómo las relaciones sociales inciden en el bienestar
psíquico, la prevención del envejecimiento cerebral y hasta en el riesgo
cardiovascular.
“No hay sonido más dulce que el nombre propio”, afirmó, cuando destacó el
papel central de los pequeños gestos para forjar vínculos valiosos.
Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en
Vivo, durante el programa de la mañana, que cuenta con la
conducción de Gonzalo Sánchez, Maru Duffard, Ramón Indart y Cecilia
Boufflet.
En este contexto, Crivelli profundizó
sobre la importancia de los lazos sociales y la capacidad de
influir en los demás de manera positiva, sin imponer, a través de la empatía
y estrategias concretas de comunicación. Su intervención giró
en torno al arte de conectar con las personas e influir en ellas sin imponerse
y cómo los pequeños gestos pueden generar los mayores cambios en nuestras
relaciones, una materia que ha cobrado notoriedad, especialmente tras la
pandemia y en una era donde el aislamiento social es uno de
los catorce factores de riesgo para la demencia.
Durante la conversación,
la especialista hizo hincapié en cómo el aislamiento social no solo repercute
en la salud mental, sino que también se asocia a un aumento en las
probabilidades de desarrollar enfermedades como la demencia. “Uno de los
principales factores de riesgo es el aislamiento social”, recalcó Crivelli,
y enfatizó que el ser humano está hecho para el contacto y que
la interacción genuina es tan vital como cualquier tratamiento médico
preventivo. Citando la experiencia de la pandemia, la neuropsicóloga remarcó:
“Vimos como experimento natural cuánto sufrió la gente por el
aislamiento, no solo en lo emocional, sino también en la salud física”.
De acuerdo con Crivelli,
incluso los vínculos que surgen espontáneamente pueden no resultar fáciles para
todas las personas, y muchas veces la necesidad de conectarse requiere de un aprendizaje y
de estrategias intencionales. “No es tan sencillo hacerse amigos a
lo largo de la vida, y menos en tiempos donde las redes sociales han instaurado
la ilusión de los contactos masivos, pero lo que realmente beneficia al
cerebro y a la felicidad son las amistades genuinas, esas que existen en la
conversación cara a cara”, explicó.
Las investigaciones
científicas, como el famoso Harvard Aging Study, desempeñan un rol
clave en este debate. “Las personas más felices no son quienes tienen una
enorme familia, sino las que cultivan una variedad de relaciones de
distintos ámbitos”, comentó Crivelli. “Es importante fomentar
relaciones laborales, de amistad, familiares, de diferentes entornos.
La diversidad social proporciona una red de bienestar y protección, un
amortiguador importante frente al estrés y al desgaste”, añadió.
El valor de la empatía
fue otro eje central. Definida como la capacidad de comprender y sentir las
emociones del otro, la empatía, según Crivelli, tiene tanto un costado
emocional como uno cognitivo. “Entender lo
que el otro siente y, también, lo que piensa, es esencial. En ciencia, lo
llamamos teoría de la mente”, explicó. Para ejercer la empatía conscientemente,
recomendó el uso de preguntas abiertas e indagar sobre los sentimientos
reales de los demás, dado que “no todos tenemos ese ejercicio tan
incorporado”. En esa línea, la experta subrayó la importancia de la escucha
activa, donde “más que hablar, debemos aprender a preguntar y
a dejar espacio a la mirada del otro”.
Un fenómeno actual
analizado por Crivelli es lo que en Estados Unidos se denomina “phubbing” (combinación
de phone y snubbing), es decir, el desaire social producido por la
irrupción del teléfono móvil en medio de una interacción personal.
“Los experimentos muestran que mirar el teléfono repetidas veces frente al otro
genera una caída abrupta de la confianza y la valoración. Hay que aprender a
poner el celular fuera del alcance cuando estamos en una
conversación importante”, subrayó, aludiendo al efecto directo que estos
pequeños gestos pueden tener en la calidad del vínculo y, a largo plazo, en la
salud mental.
Durante el diálogo, la
frase “no hay sonido más dulce que el nombre propio”, atribuida al célebre
empresario y escritor Dale Carnegie, fue especialmente destacada
por la especialista. “Eso lo avalan los estudios neurocientíficos
actuales: cuando escuchamos nuestro nombre, se activa un área
cerebral relacionada con las emociones positivas”, explicó. “A veces olvidamos
lo importante que resulta para cualquier persona ser reconocida y
llamada por su nombre. Es un acto simple que puede fortalecer profundos lazos”.
La experiencia personal y
profesional nutrió muchos de los ejemplos y recomendaciones de la
neuropsicóloga. “Quienes trabajamos en contacto con mucha gente solemos tener
más oportunidades para ejercitar las habilidades sociales, pero es fundamental
que esto sea parte de las recomendaciones de salud para todas las etapas de la
vida. Desde la infancia, pasando por la adultez, hasta la vejez, la
importancia de forjar y mantener vínculos saludables es transversal”,
enfatizó.
En la misma línea, Crivelli describió
el “efecto Franklin”, que hace referencia al acercamiento que se produce cuando alguien
pide un favor y la otra persona responde positivamente. “Cuando pedimos un
favor, generamos una validación: el otro se siente respetado y
valorado”, aclaró, sumando que esta clase de microactos tienen un sorprendente
impacto en la percepción y la construcción de lazos de confianza.
Entre las medidas
prácticas para fortalecer relaciones, la especialista mencionó varios “gestos
neuroeficientes”, como la sonrisa auténtica (la “sonrisa de
Duchenne”, que involucra tanto boca como ojos), el contacto visual,
la escucha activa y la atención tangible al
otro. “Así como la empatía se puede entrenar, también se aprende a prestar
atención real, dejar de lado las distracciones tecnológicas y demostrar
interés genuino. Estos gestos, aunque parezcan menores, desencadenan
respuestas neurológicas beneficiosas, inclusive la activación de neuronas
espejo responsables de la imitación emocional”, afirmó Crivelli.
En cuanto a los desafíos
para sociabilizar, la neuropsicóloga describió cómo, si bien existen
diferencias individuales marcadas (como la personalidad introvertida o
extrovertida), el cerebro humano está diseñado para recibir estímulos positivos
del contacto interpersonal. “No hay nada más desafiante ni más saludable para
el cerebro que interactuar con otro en tiempo real, con
espontaneidad y escucha. Los mensajes de texto, a pesar de su inmediatez, no
reemplazan la riqueza y la adaptabilidad que se pone en juego en una
conversación presencial”, enfatizó.
Consultada sobre la
relación entre vida social y salud cerebral, Crivelli se
refirió al creciente cuerpo de evidencia que vincula aislamiento social
y aparición de demencias. “En la Argentina, cerca del 60% de los casos de
demencia podrían evitarse; el aislamiento social explica el 3% y, aunque
pareciera poco, representa una enorme diferencia a escala
poblacional. Por eso es fundamental promover políticas de prevención y acciones
comunitarias para mantener a las personas conectadas”, advirtió.
Cuando comenzó su diálogo
de hoy en Infobae en Vivo, Crivelli comentó el reciente
trabajo internacional sobre Alzheimer del cual formó parte y
que tuvo una amplia difusión en medios del mundo días pasados: “Es una serie de
artículos en The Lancet, la primera vez que la revista saca un
fascículo íntegro sobre el tema en 200 años. El cambio más relevante es que
ahora el diagnóstico puede ser certero incluso con pruebas de sangre para
proteínas claves, pero es un campo todavía controvertido: no siempre la
presencia de biomarcadores significa que se desarrollará la
enfermedad y eso exige un debate ético sobre a quiénes diagnosticar y tratar,
porque los nuevos fármacos, aunque mejoran la calidad de vida,
pueden tener efectos adversos”.
Destacó que su
contribución al trabajo colectivo, integrado por 40 expertos
internacionales, giró en torno a los factores de prevención y
riesgo. “Yo escribí especialmente sobre prevención, que es mi área de
especialidad. Todavía hay mucho por recorrer, pero hoy sabemos que fomentar la
interacción social es una de las claves preventivas”, recalcó la neuropsicóloga
y relató que la serie de artículos tuvo impacto internacional con un gran
lanzamiento en Ginebra y cobertura en los principales medios del mundo.
Por último, la
especialista instó a recuperar hábitos sencillos y a valorar los gestos
pequeños: “Tomarse el tiempo para saludar, sonreír o simplemente
preguntar cómo está el otro, puede generar los mayores cambios. Hay toda
una ciencia detrás de estas prácticas”, concluyó Crivelli, e invitó
a reflexionar sobre la capacidad de influir en la vida ajena de forma positiva
y duradera.