Como la mayoría de
personas con alguna enfermedad mental sabrán,
la dignidad es algo que se les da en dosis muy pequeñas, cuando son otros los
que toman decisiones por ellos o hacen suposiciones sobre sus facultades mentales.
Por esta razón, este
año el Día Mundial
de la Salud Mental está centrado en la dignidad para
ayudar a acabar con la estigmatización. Nuestros compañeros de Reino Unido han
hablado con gente que padece enfermedades mentales para saber qué significa
para ellos la dignidad.
No hay dignidad alguna en la depresión.
Ni en los días sin ducharse ni en llorar sin parar por ninguna razón. Con la
gente más cercana a ti no te quedan fuerzas para avergonzarte. No podía
acordarme de la dignidad.
Pensé que podría mantener algo de
dignidad llevándolo en silencio, pero eso fue peor. Me di cuenta de que puede
haber dignidad en la sinceridad, en saber y compartir, si puedes, lo que te ha
pasado a ti. No tiene por qué ser tu secreto mejor guardado. La dignidad se
puede volver a encontrar.
2. Andrew Voyce, 64 años,
con esquizofrenia
Que los medios no se refieran a mi enfermedad utilizando palabras ofensivas
como loco o psicópata. Eso es lo que significa la dignidad para mí.
Para mí, dignidad significa que los
demás me acepten por quien soy, en vez de que me reconozcan únicamente por mi
enfermedad mental.
Soy muy abierta en cuanto a mis
experiencias relacionadas con la salud mental, con los que me rodean y a nivel
público. Escribo un blog sobre mi recuperación y defiendo lo que creo que es lo
correcto, especialmente cuando se trata de que se deje de percibir a las
enfermedades mentales como algo de lo que avergonzarse.
Para mí la dignidad es ser tratada como
una persona. Lo he dicho muchas veces y seguiré diciéndolo: padecer una
enfermedad mental no te hace menos humano.
Si no hubiera tanta energía negativa
alrededor de la representación y la aceptación de las enfermedades mentales,
podría sentirme más cómoda pidiendo ayuda. En mi opinión y según mi
experiencia, la estigmatización afecta a la dignidad. Para mí la dignidad es
ser respetado, comprendido y aceptado.
Para mí la dignidad significa ser
tratado justamente, como se trataría a cualquiera, tenga una enfermedad mental
o no. Sigo siendo una persona digna, como todas las demás. La dignidad se basa
en ser considerado, comprensivo y educado; pero sobre todo en ser respetado sin
sentirse degradado, sin degradarse a uno mismo de ninguna manera y con la
cabeza bien alta.
Tengo el cuerpo lleno de cicatrices,
consecuencia de autolesionarme. Al principio, vivir con esas cicatrices es una
experiencia humillante; incluso aunque la causa de esas cicatrices sea una
enfermedad que está machacándote, es asqueroso tener que llevarlas en la piel. Para
mí, la dignidad es ser capaz de mostrar mis cicatrices sin vergüenza, porque la
depresión es una enfermedad contra la que ahora estoy luchando conscientemente.
Ya no escondo mis cicatrices porque
cuentan una historia que quiero compartir con el mundo. Si mis cicatrices
pueden ayudar a alguien a encontrar el valor para luchar contra la oscuridad,
eso es la dignidad para mí y para esa persona a la que estoy ayudando.
Dignidad, empatía y estigmatización son
palabras que se asocian con frecuencia cuando se trata de enfermedades
mentales. A menudo, cuando mencionas que padeces una enfermedad mental, los
estereotipos entran en juego. Por ejemplo, la gente asume que un trastorno
alimenticio es autoinfligido y que implica estar delgada como un palo y al
borde de la muerte. Quizá sea una adolescente que se puso a dieta y acabó mal.
O que elegí que me pasara esto y simplemente tengo que comer para ponerme bien
(como si fuera así de sencillo).
Es fácil quedar mal y, con un mecanismo
de respuesta negativo, muy fácil caer en ello. Cuando se tiene una enfermedad
mental, los pensamientos racionales son reemplazados muy rápidamente provocando
que el que la padece pierda la dignidad, cosa que puede interpretarse como
incompetencia, irascibilidad o inmadurez, entre otras cosas.
Una mejor comprensión de las
enfermedades mentales es de vital importancia. Tenemos que pensar desde una
perspectiva más amplia cómo se perciben la empatía y la comprensión cuando se
goza de una buena salud mental.
7. Paul Stevens, 32 años,
con esquizofrenia
No puedo pensar en lo que ha pasado ni
exteriorizar mis sentimientos sobre ello tras haberme encontrado sumamente
indispuesto hasta que no me encuentre en un lugar más estable. Solo entonces
soy capaz de reflexionar sobre las personas que me han tratado con dignidad y las
que podrían haber demostrado más.
Siempre he asociado la dignidad, o, más
bien, la falta de dignidad, con el fracaso. Desde que era joven he tenido miedo
al fracaso en todos los ámbitos. Las medias tintas no existían para mí: o era
la mejor en algo, o no valía la pena ni siquiera que lo intentara.
Esto es algo muy común dentro del
trastorno bipolar, y se ha convertido en una de las características
definitorias de mi vida. Hay ocasiones en la que me siento muy segura, contenta
con la dirección que lleva mi vida y con las cosas que estoy haciendo, pero,
con más frecuencia, me siento llena de frustración y miedo, y estoy segura de
que nunca conseguiré nada de lo que me proponga.
Eso es lo que me hace sentir indigna: el
contraste constante (y la coexistencia) entre la obsesión conmigo misma y el
odio por mí misma que implica el trastorno bipolar.
Yo no veo a otros enfermos mentales como
personas dignas: las veo como enfermas mentales. Las enfermedades mentales son
únicas en cuanto a que nos permiten ampliar la simpatía, el respeto y el apoyo
a los demás, pero rara vez a nosotros mismos.
9. Jake
Mills, 26 años, con depresión
Dignidad es
algo personal que deberíamos cuidar y proteger. No consiste en cumplir todas
las expectativas ni en ser alguien que no eres. Es algo más que elegancia y
grandeza. Consiste en respetarte y en no comprometer eso por nadie. Pero, en
general, la dignidad es algo que controlamos y que utilizamos para proteger
nuestro nombre.
La dignidad es tu amiga. Es tuya, de
nadie más; es lo que la hace tan especial. Y cada cual tiene que estar atento a
la suya. Habrá veces en las que otras personas intenten quitártela, veces en
las que la pierdas por completo, veces en las que pienses que se ha ido para
siempre. Pero no. Siempre que estés presente, tu dignidad también lo estará.
Este artículo fue originalmente publicado
en la edición de Reino Unido de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del
inglés por Lara Eleno Romero.
Si a alguna persona le interesa leer el artículo entero que lo busque en la referencia de la cabecera. Era el doble de largo y lo he acortado pero he dejado el testimonio de las mismas 9 personas. Saludos.
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