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Estos son los recursos terapéuticos usados por los psicólogos al tratar los pensamientos intrusivos.
Los pensamientos intrusivos son aquellos pensamientos que de forma
involuntaria aparecen de forma intermitente. Existen una gran diversidad de pensamientos
repetitivos y automáticos, y algunos de ellos son muy desagradables,
llegando a existir incluso el de querer hacer daños a otros, como a tus propios
hijos.
Este tipo de pensamiento genera mucho
malestar y, a su vez, otros pensamientos del tipo “no deberías sentirte así”.
En muchos casos incluso nos culpabilizamos de algo que es normal, que son los
pensamientos involuntarios e inconscientes.
La rumiación de pensamientos es
adaptativa, busca filtrar los pensamientos que son útiles, pero, no suele
lograrlo, ya que, además, anticipamos y creemos que la próxima vez vamos a
volver a pensar lo mismo, con lo que el problema se agrava.
¿Por qué aunque queramos eliminar los pensamientos intrusivos estos se
mantienen?
Se suele dar un círculo
vicioso; por ejemplo, pensemos
en el caso de una madre que tiene el pensamiento intrusivo de querer hacer daño
a su hijo, pero, por descontado, sabe que esto no quiere hacerlo ni va a
hacerlo. En estos casos suele darse un patrón circular que se da en este orden
y a través de estos elementos: estímulo interno (agotamiento que lleva al pensamiento
intrusivo e involuntario de tirarlo por la ventana), estímulo externo (llanto
del bebé), sensaciones como palpitaciones, emoción de ansiedad y miedo,
reacción de evitación del pensamiento.
Tras este círculo viene la anticipación y el catastrofismo, que como hemos comentado, incrementa la problemática.
¿Cómo los abordamos desde terapia?
Los pensamientos automáticos son un
reflejo de nuestras creencias, pero nosotros
no somos nuestros pensamientos. Por
ello, una vez realizada la evaluación y descartanda cualquier otra patología,
trabajamos sobre la defusión del pensamiento, es decir, distanciarnos de estos
fenómenos mentales y conectarnos más y dar una mayor importancia a las
acciones, poniendo el enfoque en la acción consciente.
Es esencial realizar un adecuado análisis funcional, estudiando los estímulos externos e internos
implicados y respuesta (fisiológica/motoras/cognitivas) así como los
consecuentes. Si hay conductas evitativas (llamar por teléfono, no pensar en el
problema...) empeoramos el problema, ya que no nos exponemos, por lo que algo
primordial es la exposición a emociones, reacciones y pensamientos.
1. Recursos terapéuticos ante los pensamientos intrusivos
Algunas de las dinámicas utilizadas en nuestra consulta para trabajar este
problema son las siguientes.
2. Psicoeducación
Siendo esencial explicar a los pacientes qué les ocurre y por qué.
3. Experimentos conductuales
Con ellos, se trata de comprobar que cuando queremos no prestar atención a
los pensamientos, estos aparecen con más fuerza.
4. Reestructuración y discusión cognitiva
Esta es una de las grandes técnicas de la psicología y en la que se basa
gran parte de nuestros tratamientos. Consiste en dotar a la persona de las
herramientas necesarias para que
pueda llegar a la conclusión de que los pensamientos que están generándole
malestar no son objetivos ni útiles.
5. Ejercicios de relajación
En ocasiones es necesario dotar al paciente de estrategias de relajación
para disminuir la
activación ocasionada por los pensamientos estresantes.
6. Análisis de creencias del paciente
Detrás de los pensamientos intrusivos suelen ubicarse las creencias
intínsecas de la persona. Por ejemplo, si el pensamiento intrusivo es acerca de
matar a tu hijo, es común que estén asociadas creencias del tipo “una buena
madre nunca pierde los nervios” y exigencias desmesuradas.
7. Trabajo de sintomatología asociada, generalmente ansiedad y
culpabilidad
Como hemos comentado, los pensamientos e imágenes mentales desagradables
que aparecen de forma involuntaria, generan un gran malestar, llegando incluso a poder sufrir ataques de
ansiedad; ello suele hacer que el problema se mantenga más
tiempo. Lo mismo ocurre con la culpabilidad. Siguiendo con el mismo ejemplo, la
madre que tiene la imagen de matar a su hijo y ello le genera gran temor y
culpabilidad, retroalimenta el círculo vicioso.
8. Defusión del pensamiento
No somos lo que pensamos, somos lo que hacemos, por ello, se trabaja
para dotar de más
importancia a las acciones y desvincularnos de pensamientos que aparecen sin
nuestra voluntad.
9. Exposición controlada a situaciones y pensamientos que se evitan
Debido al miedo que suelen generar esta clase de pensamientos, evitamos
aquellas situaciones asociadas. Por ejemplo, si una persona tiene de forma
recurrente la idea de que puede hacerse daño (pero no se corresponde con
ideación autolítica porque no querría hacerlo ni siente deseos por ello), puede
tratar de evitar coger cuchillos.
10. Autodiálogo
Está muy relacionado con las creencias de la persona; es aquello que nos decimos que puede disminuir
o agravar el problema, por ello es esencial que lo trabajemos
en terapia.
11. Concentración en valores y acciones de la persona
Si la persona tiene pensamientos, por ejemplo, de hacer daño a alguien,
pero esto le genera rechazo, no querría hacerlo y no lo concibe como adecuado,
hay que redirigir a la persona a estos valores que tiene de modo que, a su vez, disminuirá la culpabilidad.
12. Entrenamiento en atención dirigida
Se trata de poner
nuestra atención en otro tipo de situaciones y estímulos
externos e internos.
13. Aceptación
Hay pensamientos que no desaparecerán completamente o que, durante un tiempo nos acompañarán, por ello , el trabajo de la aceptación es clave.
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