sábado, 2 de julio de 2022

María Inés López-Ibor, psiquiatra: "La alegría, muchas veces, pasa desapercibida" ( II )


ALDARA MARTITEGUI      |     Madrid     |      Niusdiario      |        25/06/2022

-María Inés López-Ibor acaba de publicar su libro ‘En busca de la alegría’

-Hablamos con la reconocida psiquiatra sobre cómo cultivar la alegría en el día a día para alcanzar  una vida bien vivida

-La hipótesis del libro es que, aunque no sea fácil, se puede conseguir convertir la alegría en una experiencia personal, en una vivencia 

(2ª parte)…. 

P: Porque, a pesar de que la alegría se puede entrenar, no siempre es algo que dependa de la voluntad de uno…como psiquiatra esto lo habrás visto mucho. Para curar una depresión, por ejemplo, no basta con querer curarse. 

R: Es que la voluntad no lo es todo. No conozco a nadie que se quiera encontrar triste o se quiera deprimir; todavía no lo he visto…habrá alguno por ahí, pero yo todavía no lo he visto. La gente lo que quiere es estar bien, lo que quiere es estar tranquilo, alegre, poder disfrutar. Hay gente que es más melancólica, pero eso no es nada malo. La gente lo que quiere es estar bien. La depresión es una enfermedad que para mí tiene alterados dos sentimientos: la manera de cómo te encuentras tú contigo mismo, que es un sentimiento más vital, de tu interior, tienes esa tristeza vital, pero también es del ánimo, de cómo me encuentro yo en relación a lo que me está sucediendo. 

Y hay veces que eso, la tristeza, se convierte en un síntoma y aparecen otros: problemas de sueño, de concentración, tensión interna…y aparece algo que para mí es muy llamativo en la depresión, yo creo que es uno de los síntomas que marca la diferencia y es lo que no les permite cambiar: es la incapacidad de disfrutar de las cosas. Cuando les dices: “date un paseo”, les da igual darse un paseo. Van al cine y no disfrutan, están con su pareja y no disfrutan, están con los nietos y no disfrutan. Si uno no lo pasa bien, pues lo deja de hacer…pero eso no depende de ellos, ellos lo que quieren es pasarlo bien. Cuando ya se recuperan, es cuando ya empiezan a experimentar placer: dan un paseo y se encuentran mejor, se arreglan y se encuentran mejor, leen y vuelven a disfrutar de la lectura…y, entonces, en ese momento, ya dejan de pensar solo en ellos. 

Porque el discurso de una persona deprimida siempre habla de él; es como un mecanismo de protección: “no me encuentro bien, no quiero, no puedo”. Pero cuando empiezan a pensar en las otras personas; empiezan ya a preguntarse ¿cómo está mi marido?, ¿y mis hijos?...ahí ya es cuando empiezan a recuperarse. Por eso te digo que es un tema que no tiene nada que ver con la voluntad ni con la intencionalidad.

A mí me gusta que se hable ahora de salud mental; pero hay que entender que la salud mental no es la enfermedad mental (María Inés López-Ibor, psiquiatra) 

P: ¿Crees que la pandemia ha dejado tan tocada la salud mental de la población como dicen? ¿Tú también estás viendo esta pandemia paralela en consulta?

R: Yo creo que hay dos cosas, creo que la pandemia la tenemos que ver desde el punto de vista psíquico como un desastre. Desde este punto de vista psíquico es una situación de desastre o catástrofe; es una situación para la que nadie estaba preparado y que afecta a personas previamente sanas. Es como si hay un terremoto enorme y las consecuencias del hecho afectan a personas previamente sanas. Si tú vives en ese lugar y pierdes toda tu casa… o la guerra en Ucrania: eso supera nuestra capacidad de afrontamiento. Y eso es lo que ha pasado con la pandemia. No nos esperábamos eso. 

P: Pero la mayoría de las personas han salido adelante… 

R: La gran mayoría lo ha superado muy bien y eso es lo que me gusta. Ahora, como ha habido pandemia, pues todo el mundo tiene ansiedad. Pero el periodo de confinamiento lo hemos superado, la gran mayoría hemos vuelto al trabajo, hemos vuelto a hacer las cosas que hacíamos, sí. Lo que ha generado es mucha ansiedad, pero no solo por la pandemia sino por las consecuencias de la pandemia: sociales, políticas, económicas… y ahora, hay muchos síntomas de ansiedad…y no todos lo hemos vivido igual. Quien ha tenido la desgracia de estar enfermo o perder un familiar o haber trabajado en primera línea, pues tienen más síntomas de ansiedad. 

P: Muchas veces hablamos de salud mental y enfermedad mental como si fueran lo mismo ¿Cuál es la diferencia y por qué es importante hacer la distinción entre ambos conceptos? 

R: A mí me gusta que se hable ahora de salud mental; pero hay que entender que la salud mental no es la enfermedad mental. Es como la salud cardiovascular y la enfermedad del corazón. Hay una parte que es verdad, que tenemos que cuidarnos, para que estemos sanos mentalmente y hay algunas personas que van a tener síntomas de enfermedad mental, y algunos van a tener la enfermedad mental. 

Yo puedo tener ansiedad porque la ansiedad es normal…todos tenemos que tener ansiedad porque es la respuesta normal al estrés. Algo ha sucedido y tengo que responder. Pero, en algún momento, la ansiedad se convierte en un síntoma de una depresión, o de otra enfermedad, o de un trastorno en sí mismo y ahí ya necesito un tratamiento. Entonces, yo creo que ahora sí que estamos viendo que hay personas que no están bien y que, además, empiezan a venir a consulta con síntomas relativamente leves porque ya se está perdiendo un poco el tabú de ir al psiquiatra o al psicólogo. Yo necesito ayuda y voy a ir, entonces, vienen con síntomas más leves que antes y las posibilidades de recuperación son muchísimo mayores, como en cualquier enfermedad… 

Lo que no podemos hacer es medicalizar todo el sufrimiento o todos los sentimientos del ser humano (María Inés López-Ibor, psiquiatra)

P: ¿Cómo saber que ha llegado el momento de pedir ayuda profesional? 

R: Creo que el límite en cada persona es distinto, pero es cuando ya te afecta a tu vida; incluso cuando tú ya empiezas a pensar “esto no es normal” (…) cuando los demás te lo dicen: “oye, es que estas muy irritable”. Cuando ya tienes señales en tu cuerpo, que a veces no las prestamos atención: no duermo, me cae mal la comida, estoy como con un perro aquí en el estómago que me está mordiendo todo el rato, tengo dificultad respiratoria, salto con mis hijos, salto en el trabajo. Cuando todo se me hace muy pesado y me afecta ya…yo creo que ya hemos pasado el límite. Y entonces, ahí es cuando hay que ir al médico de cabecera o a un especialista. 

P: Unas personas aguantan y aguantan y no van al profesional de la salud mental cuando tienen que ir, y otras van cuando en realidad no sería necesario…de ahí viene la queja de que se patologiza la vida cotidiana porque, como dices, cierto nivel de ansiedad, es normal… 

R: Claro, lo que no podemos hacer es medicalizar todo el sufrimiento o todos los sentimientos del ser humano, no. Yo tengo que tener ansiedad si tengo un examen o si tengo esta entrevista porque, si no, es que no me importa. Tengo que estar triste, igual que tengo que ponerme muy contenta si algo bueno me sucede. 

P: ¿Tenemos mucho que aprender todavía sobre salud mental? 

R: Exactamente, porque medicalizamos el sufrimiento. Mira, a mí, lo que realmente no me gusta, es que viene mucha gente a la consulta y me dice: "yo tengo la autoestima baja"…¿pero eso que es? Y yo digo, "la autoestima no es ni baja, ni alta, ni gorda, ni delgada… es que tú no te estimas a ti mismo de manera adecuada: tu autoconcepto todavía no está bien", pero claro, si ya le pones un apellido, ya lo dejas así: “yo soy morena: punto” Y no es así, porque yo puedo trabajar, conocerme bien… efectivamente, hay cosas de mí que no me gustan nada, pero puedo irlas modificando y, al final, estar más contenta conmigo misma. Por eso digo que la alegría es como un camino. El subtítulo del libro se me ocurrió en el último momento es cómo vivir una vida bien vivida, bien sentida, bien pensada…y a lo mejor te han pasado miles de desgracias pero, si las has afrontado bien, tú vas a tener esa sensación de que tu vida ha sido plena. 

P: Para terminar: ¿Algún consejo para lograr esa vida bien vivida? 

P: Hay algunos muy sencillos…yo creo que hay uno que es importantísimo, y es que cada día te fijes en tres cosas buenas que te hayan pasado y les des importancia; que tus hijas sonríen, que hayan ordenado el cuarto, que el vecino te salude, que te ha llamado un amigo…porque siempre estamos con el ‘pero’… “ya, pero es que no me llamó ayer”. No, pero te ha llamado hoy. O que alguien te diga un detalle…Es que todas esas cosas buenas las damos por hechas, no les damos importancia, pero si uno las reflexiona cinco minutos, toda la angustia, todo el estrés de la vida cotidiana, puede bajar un poco…

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