Aunque la salud
mental ha dejado de ser un tema silenciado, aún arrastra prejuicios y estigmas que frenan el
acceso a la ayuda. Tanto es así que el hecho de ir a terapia se sigue viendo
como una falta de fortaleza. Según un estudio elaborado por Unobravo, servicio
de psicología online y Dynata, el 51% de los españoles percibe la salud mental
como una debilidad y un tema incómodo frente a
un 18% que considera que a día de hoy se puede hablar sobre ello de manera
abierta y natural. De hecho, casi un tercio de la población (28%) considera que
la salud mental sigue siendo un tema tabú y que no se aborda de forma
suficientemente abierta. Esta percepción es especialmente fuerte entre las
personas de 35 a 55 años (32%), mientras que entre los más jóvenes, de 20 a 34
años, el porcentaje desciende al 20%. Esto lleva a pensar, según plantea
Francisco Rivera, Manager Clínico de Unobravo en España, que es fundamental
seguir trabajando en la educación emocional y la sensibilización social para que las
personas puedan sentirse validadas y apoyadas en sus procesos.
En lo que respecta a los factores que más influyen en la salud mental -
para aquellos que participaron en el estudio - el trabajo ocupa el primer lugar
(35%), seguido de la sensación de estancamiento o falta de propósito vital
(31%), una percepción que resulta especialmente significativa entre los jóvenes
de 20 a 24 años, donde llega al 47%. A continuación se sitúan la ansiedad y la
depresión (29%), la baja autoestima y la ansiedad social (27%) y, finalmente,
la soledad (21%).
5. El escollo de
la cuestión económica
Hay un interés
creciente por cuidar el bienestar psicológico, según se desprende de las
conclusiones de la segunda edición del estudio de Triodos Bank sobre 'Conductas
sostenibles de la población española sobre sus preferencias en finanzas,
movilidad, consumo, ahorro energético o bienestar personal'. El informe revela
que más de la mitad de la sociedad (52,2 %) declara tomar algún tipo de medida
para cuidar su bienestar psicológico, lo que supone aumento significativo
respecto al 38,9 % de 2024. En este sentido los datos muestran que el cuidado
de la salud mental no se distribuye de forma homogénea en la población. Las
mujeres (85,4 %) y las personas mayores de 65 años (90,7 %) son los grupos que
aseguran hacer más por el autocuidado;
mientras que los hombres, las personas jóvenes entre 18 y 25 años y la
población con menor nivel educativo son los que menos tienden a autocuidarse.
En general ha aumentado el número de personas que considera acudir a
terapia como una opción valiosa. Sin embargo el estudio aporta un hecho
significativo, ya que el porcentaje de personas que afirman que sí que irían a
terapia, pero que no se lo pueden permitir económicamente ha crecido desde el
9,6% al 20% de la población (una de cada cinco personas, por tanto, asegura no
poder pagarse una terapia).
6. La
hiperconexión y la influencia de las noticias
Convivimos con
decenas de avisos diarios: la media es alrededor de 46 notificaciones al día por usuario. Y,
claro está, cuantos más avisos, más tiempo de pantalla y más miradas al móvil.
Algunas de las supuestas soluciones que se han popularizado en este sentido es
apagar las notificaciones. Sin embargo, tal como matiza Patricia Draghici,
fundadora de Slow, en realidad la clave no reside en prohibir el uso del teléfono móvil sino en ponerle
estructura: decidir cuándo te informas, cómo te llegan los avisos y en qué
momentos trabajas sin interrupciones. «Cuando los límites están anclados al
calendario y al entorno (no a la fuerza de voluntad), la ansiedad baja y la
concentración sube», revela.
También se asocia
con la ansiedad la práctica conocida como el «doomscrolling» (consumir noticias
negativas en bucle), pues el Harvard Health Publishing advierte de que esta
práctica fragmenta la atención y dispara el tiempo de pantalla. Por eso
aprender a dosificar ese «ruido» se convierte en higiene
mental. «Cuando nos intoxicamos de contenido, sobre todo
negativo, nuestro cerebro lo vive como un peligro real: la amígdala dispara la
alarma, el pulso sube, la respiración se acorta y el sueño se vuelve más
superficial. Sostenido en el tiempo, esto alimenta la ansiedad sin que nos
demos cuenta y sesga nuestra percepción de la realidad al detectar más amenazas
de las que hay.», aporta el Dr. Ángel Durántez, especialista en Medicina
Preventiva Proactiva para el Envejecimiento Saludable y director médico de la
clínica Neleva.
7. La piel, un
reflejo del interior
Desde una
perspectiva profesional y científica, la belleza, la salud y la ciencia están
íntimamente ligadas. «Esta conexión es especialmente evidente en el campo de la
dermatología, donde hemos trascendido la idea de que el cuidado de la piel es una cuestión
meramente estética para entenderlo como un pilar fundamental de la salud
integral de las personas», asegura Isabel Castillejo, directora del Área Médica
de L'Oreal Dermatological Beauty.
Cuando hablamos de salud cutánea, las cifras permiten tomar conciencia
de su importancia. Según declara el informe «La Esencialidad de la belleza»,
realizado en colaboración con la consultora Asteres y publicado este
septiembre, a nivel mundial, cerca de 2.000 millones de personas sufren
problemas de piel. Una estadística que aterriza en nuestro país de una forma
muy contundente: en España, el 83% de la población adulta declara tener alguna
afección cutánea, siendo el acné, la dermatitis, el eccema o la alopecia
algunas de las más prevalentes.
Tal como recuerda
Castillejo, la piel es el órgano que, además de protegernos, nos conecta con el
mundo y con el interior del organismo y por eso su bienestar influye
directamente en el estado psicológico y en la calidad de
vida. Así, un estudio del Grupo L'Oréal estima que el 30 % de los pacientes
dermatológicos también sufre alteraciones psicológicas, asociadas a sus afecciones cutáneas, dado que impactan
en la autoestima de cada persona, generando inseguridades y agravando problemas
mentales, especialmente cuando afectan al rostro. «Al final, la piel refleja
nuestro estado de ánimo y, a su vez, una piel sana refuerza nuestra confianza»,
recuerda la experta de L'Oreal.
La conexión entre cuerpo y mente no
es un concepto abstracto, sino una realidad científica. Cuando una persona
atraviesa estrés, ansiedad o depresión, las hormonas y neurotransmisores que
regulan las emociones también afectan los procesos metabólicos y la forma en
que el cuerpo almacena o utiliza la energía. Esto puede alterar los hábitos
alimentarios, convirtiendo la comida en una vía de escape o consuelo emocional.
Para muchas
personas perder peso no es un camino fácil, puede implicar una lucha diaria
contra nuestra propia mente, lo que refleja cómo la relación entre la obesidad
y la salud mental evidencia la profunda conexión entre el bienestar físico y
emocional. Pero, hay un faro de esperanza: un estudio realizado recientemente
por PronoKal, reveló que el 58% de los encuestados define el «peso saludable» como «aquel que te ofrece
salud y bienestar, aunque no sea el peso perfecto». Este cambio de perspectiva
refleja una evolución hacia un enfoque más consciente y menos centrado en la
báscula.
9. Detalles y
gestos cotidianos
En un mundo acelerado
y cada vez más digital, los gestos como regalar un ramo de flores, dejar una
nota escrita a mano o preparar un desayuno inesperado se han convertido en
pequeños anclajes de humanidad. «Los vínculos y las relaciones afectivas son
fundamentales para el bienestar de las personas. De hecho, parecen ser el
factor externo clave —junto con la estabilidad laboral—para mantener una buena
salud mental», según explica Buenaventura del Charco, psicólogo sanitario y
director de Estar Contigo Terapia, que ha lanzado esta reflexión a petición de
Flowwow con motivo del Día Mundial de la Salud Mental. De hecho el experto
asegura que, aunque los gestos cotidianos no son la
única forma de mostrar afecto, sí que es una de las fórmulas más eficaces: «Son
gestos con los que las personas se sienten cómodas y entendidas», añade.
En un contexto donde las interacciones son cada vez más rápidas y
digitalizadas, dedicar tiempo a algo tangible adquiere un valor especial. «Lo
sorpresivo, lo diferente, provoca impacto emocional. Dedicar tiempo y tener
detalles en un formato analógico y no digital es hoy en día algo escaso, y
precisamente por eso tan poderoso», señala el psicólogo.
Pero además el
experto pone el acento en el factor
sorpresa y en la autenticidad pues,
según asegura, no todos los gestos emocionales se viven igual. «Un gesto socialmente
esperado, como un ramo en un cumpleaños, se percibe de otra forma que uno
espontáneo», explica Buenaventura. «En las fechas señaladas 'toca' hacerlo, y
aunque sea sincero, puede vivirse como más protocolario. En cambio, un gesto
sin motivo aparente se percibe como más genuino y auténtico».
10. Las mascotas
como grandes aliadas
La ciencia ha
demostrado que la interacción con animales no solo
reduce los niveles de cortisol —la hormona del estrés—, sino que también ayuda
a bajar la presión arterial, disminuye la sensación de soledad, potencia los
vínculos sociales y contribuye a mejorar el estado de ánimo. En España, un
reciente estudio señala que 9 de cada 10 españoles (87%) considera que su
mascota juega un papel positivo en su salud mental. Estos datos, recogidos en
el 'II Informe sobre hábitos de familias españolas con animales de compañía',
impulsado por Santévet, reflejan no solo el valor
emocional de las mascotas sino también que su papel terapéutico es cada vez más
reconocido.
Además, casi un
40% de los españoles considera que su mascota les hace más felices, el 86% de
encuestados afirman que la presencia de su animal de compañía les relaja, y dos
de cada diez afirman que su compañero de cuatro patas ha formado una parte
importante en la recuperación de una enfermedad relacionada con salud mental o
ayudándole a tener una mayor capacidad de sobrellevar y superar situaciones
difíciles como una ruptura amorosa, un cambio de rumbo profesional, o el
fallecimiento de un ser querido.
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