PREVENCIÓN | En lugares peligrosos
Las redes y barreras en puentes y
acantilados ayudan a reducirlos
Muy
pocos países incluyen la prevención de este tema entre sus prioridades
LAURA
TARDÓN | Madrid | El Mundo | 28/09/2015
Medidas
de seguridad como la instalación de redes y barreras en puentes altos y
acantilados pueden ayudar a reducir el número de muertes por suicidio en más de
un 90%, según afirma un consorcio de expertos a través de un artículo publicado
en la revista científica The Lancet
Psychiatry.
Dado
que "no hay demasiados datos sobre la efectividad que tienen estos
dispositivos" a la hora de evitar finales fatales, científicos de la
Universidad de Melbourne (Australia) presentan un meta-análisis en el que evalúan
el efecto de tres tipos de intervención: aquella enfocada a restringir
el acceso a determinados lugares de peligro (como terrazas en edificios altos,
vías del tren, etc.), iniciativas que alenten la búsqueda de ayuda (mediante la
colocación de señales y teléfonos de emergencias) y otras que aumenten las
probabilidades de que un tercero entre en acción para ayudar (vigilancia
mediante cámaras de televisón y patrullas de suicidio).
"Utilizamos
diferentes modelos para valorar el impacto de cada uno de los abordajes de
forma aislada y también en combinación", argumenta Jane Pirkis, principal
autor de esta investigación y profesor en el centro de Salud Mental de la
Universidad de Melbourne.
Pirkis
y sus colegas realizaron una revisión sistemática centrada en 23 artículos
(correspondientes a 18 estudios, con sus comentarios). Compararon el número de
suicidios en distintos puntos de acceso, antes y después de la integración de
medidas de prevención. Así es como observaron que las intervenciones,
efectivamente, disminuían significativamente la tasa de fallecimientos.
Concretamente, se redujo de un promedio de 5,8 suicidios por año (es decir, 863
suicidios en 150 años de estudio) a 2,4 (211 suicidios en 88 años de estudio).
Haciendo
una traducción más específica, las medidas que restringen el acceso a lugares
peligrosos dieron lugar a “un 93% menos de suicidios por año”. La colocación de
señales y teléfonos de emergencia para solicitar ayuda conseguía reducir la
tasa global un 61% y la instalación, por ejemplo, de cámaras de vigilancia,
lograba disminuir el número de fallecimientos de este tipo un 47%.
"Estas
intervenciones son clave. Tienen el potencial de complementarse entre sí y
ganar tiempo para dar la oportunidad al individuo a reconsiderar sus
acciones e incluso facilitar la intervención de un tercero",
subraya el profesor Pirkis.
En
un comentario que acompaña a este trabajo, de Eric Caine, del centro de
investigación de control de lesiones en la prevención del suicidio de la
Universidad de Rochester Medical Center (EEUU), señala que "el bloqueo del
acceso a uno de los puntos peligrosos ayuda a construir conciencia y a prevenir
suicidios. Sin embargo, dado el pequeño número de personas implicadas en estas
circunstancias, conviene dar fuerza a un enfoque más global, trazando un plan
de sensibilización que logre efectos sostenidos". Por ejemplo, con
iniciativas relacionadas con el acceso a los principales métodos empleados para
el suicidio, como las armas de fuego o los medicamentos; fomentar políticas
para reducir el consumo abusivo del alcohol; potenciar una información responsable
en los medios de comunicación y favorecer el diagnóstico precoz y tratamiento
de personas con un problema de salud mental, abuso de sustancias o dolor
crónico.
En
este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS), coincidiendo con el
Día Mundial para la prevención del suicidio, el pasado 10 de septiembre, ha
animado a todos los países a aumentar la sensibilización sobre la prevención y
desarrollar estrategias integrales con un enfoque de salud pública.
Se trata de uno de los ejes prioritarios del plan de acción de salud mental
2013-2020, que entre otras cuestiones propone reducir las tasas nacionales de
suicidios en un 10% para el año 2020.
Por
desgracia, lamentan expertos de la OMS, hay muy pocos países que
incluyan la prevención del suicidio entre sus prioridades sanitarias y
sólo 28 han desarrollado una estrategia nacional para abordar este problema. De
hecho, sólo 60 países disponen de un registro de calidad que sirva para
elaborar estadísticas y evaluar la evolución del problema. Faltan datos.
Según
estimaciones de este organismo, cada año, más de 800.000 personas se quitan la
vida y muchas más intentan hacerlo a nivel mundial.
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