DÍA MUNDIAL DE LA
SALUD MENTAL MATERNA
La
depresión posparto es la enfermedad mental materna más frecuente y afecta a la
relación con el bebé. Se estima que la padecen un 15% de las madres recientes.
CAROLINA
GARCÍA |
El País | 04/05/2017
Una
de cada cinco nuevas madres presenta, en muchos países, algún tipo de trastorno
perinatal o de ansiedad. Enfermedades que no se suelen evaluar ni tratar y que
tienen consecuencias a largo plazo importantes para la mujer y el recién
nacido. Entre las psicopatologías que afectan a las nuevas madres en este
periodo destaca, por su frecuencia, la depresión posparto, cuyos síntomas
pueden comenzar en el embarazo y suelen estar presentes hasta un año después
del nacimiento del pequeño. Estos trastornos pueden afectar a cualquier mujer
sin importar su educación, cultura o raza.
La
depresión posparto es la enfermedad materna más común en el año que sigue al
parto y tiene síntomas específicos precisamente por su efecto en el bebé, ya
que suele alterar la capacidad maternal de responder amorosamente al nuevo
hijo. Se estima que la padecen un 15% de las madres recientes, aunque en la
mayoría de los casos no se llega a diagnosticar. Se le suele llamar “la
depresión sonriente, precisamente, porque muchas madres consiguen esconder su
sufrimiento por miedo a ser tachadas de malas madres”, explica Ibone Olza,
psiquiatra infantil y perinatal, profesora asociada en la Universidad de Alcalá
y directora del programa de formación en salud mental perinatal Terra Mater.
Es
la incapacidad de disfrutar, especialmente con el bebé, el sentimiento de culpa
y arrepentimiento por haberlo tenido, la pena constante por el hijo. Cosas como
pensar “pobre hijo mío que le tocó esta madre que no le quiere como debería”, o
incluso “estaría mejor sin mí”, explica Olza. "La alteración del sueño, el
no dormir ni siquiera cuando duerme el bebé porque no pueden dejar de escuchar
cada ruidito que el bebé hace al respirar…El agotamiento profundo, las ganas de
llorar, el mal humor. En los casos más graves, se llega a fantasear con hacer
daño al bebé, hay pensamientos intrusivos, y también hay madres que no pueden
acercarse a la ventana ni bañar al bebé solas porque temen tirarlo por la
ventana o ahogarlo. Sufren muchísimo y lo peor es que muchas no se atreven a
contar a nadie el infierno que están viviendo en su cabeza”, prosigue la
experta.
“Hay
que ayudar a las futuras madres y a sus bebés”, está es la premisa con la que
parte la campaña del Día Mundial de la
Salud Mental Materna que se celebra este miércoles 3 de
mayo y que pretende llamar la atención con un mensaje claro: La salud
mental materna de las mujeres importa (#maternalmhmatters). "Padecer
un trastorno psicológico no es un crimen", algo en lo que quieren incidir
los promotores de esta jornada que instan a informar de los recursos con los
que cuenta la mujer para salir adelante y superarlo.
“El
estado psíquico de la madre afecta enormemente al bebé desde la gestación. Si
sufre ansiedad, estrés o depresión el embarazo se complica, puede producirse un
parto prematuro, hemorragias, infecciones… Además, su estado de ánimo afecta,
de diversas maneras, al desarrollo cerebral de su bebé, condicionándola,
incluso a muy largo plazo”, explica Olza. “¡El estrés en el embarazo puede ser
casi tan tóxico como el tabaco!”, recalca la experta. “Y el efecto continúa en
el posparto”. "Si la madre no está bien, si no se detecta su sufrimiento y
no se le ayuda o se trata, además de al bebé, se verá afectada también la
relación de pareja y la crianza de los otros hijos”, añade.
Para
la experta, para conseguir que la mujer se sienta apoyada, es importante que la
atención durante el embarazo no se centre solo en lo físico. Olza opina que los
obstetras y las matronas deben saber detectar en las madres que padecen
sufrimiento psíquico y "deben atender a la parte más emocional y preguntar
en las consultas: ¿cómo estás?, ¿cómo te sientes?, ¿cómo está tu pareja?”. “Y
cuando haya síntomas de una posible psicopatología, cuando haya sufrimiento, se
debe derivar a la mujer a profesionales de salud mental perinatal y que estos
participen en los equipos de atención al embarazo y posparto. La mayoría de
estos trastornos son tratables, pero si no se hace nada se suelen cronificar,
durar años y afectar profundamente al desarrollo del bebé”, argumenta la
psiquiatra.
Los
recursos en nuestro país para atender a estas mujeres son muy escasos. “Apenas
hay psicólogos en los equipos obstétricos o de neonatología. Es una carencia
tremenda y dramática. Las familias a veces transitan situaciones durísimas,
como la muerte gestacional (muerte del bebé en el útero o en el parto), sin
apenas atención o apoyo psicológico. Esta carencia también afecta a los
profesionales, que a menudo tienen que atender situaciones muy complejas de
gestantes con trastornos mentales sin recursos especializados. No tenemos
apenas unidades ni programas de psiquiatría perinatal ni existen las llamadas
Unidades Madre-bebé donde ingresar de forma conjunta a las madres que requieren
un ingreso psiquiátrico en el posparto, a diferencia de lo que ocurre en otros
países europeos. Es urgente que se incorporen psicólogos perinatales a los
equipos de atención al embarazo y posparto, así como a los servicios de
neonatología”, dice tajante Olza.
Para
la experta, si no se trata a la madre, su salud física empeorará, el embarazo
se podría complicar y aumentaría la posibilidad de que el futuro niño sea
prematuro. Sin mencionar, siempre según la experta, que se podrían tener
“dificultades con la lactancia, en la pareja, separaciones y divorcios”. “La
crianza”, prosigue, “se iniciaría de la peor manera y provocaría que los hijos
a su vez pudieran padecer alguna psicopatología a lo largo de la infancia y
adolescencia”. “Un drama que se transmite de una generación a otra y que puede
derivar en maltrato y violencia… Sin embargo, con la detección y tratamiento en
el periodo perinatal se puede romper esa transmisión intergeneracional. Es el
momento preciso para las intervenciones psicoterapéuticas, el impacto de un
buen tratamiento cambia la evolución de toda la familia para bien”, añade.
La
falta de información sobre la depresión posparto niega a la mujer estrategias
para afrontarla. “Conocer esto es clave para formar a los profesionales
sanitarios. Sabemos que las madres con depresión posparto no suelen ir al
médico o al psiquiatra. Por el contrario, acuden a urgencias de pediatría a
menudo porque el bebé no para de llorar o a la farmacia a comprar lo que sea
porque están muy preocupadas por la salud de su retoño. "Creo que nos
corresponde a toda la sociedad ayudar a las madres en el posparto, no dejarlas
tan solas, facilitarles la vida y desestigmatizar la depresión”, agrega Olza.
Cuando
se detecta, según la experta, el tratamiento consiste en diversos puntos
- Lo primero
es la psicoeducación: entender qué es la depresión, que afecta a todo tipo
de madres. Que ellas no tienen la culpa de estar mal y es importante que
sepan que se van a curar y que van a poder disfrutar de su bebé.
- En el
tratamiento hay que incluir al bebé y, si se puede, al padre o pareja.
Buscar la manera de que la madre esté acompañada, favorecer que pueda
descansar y que se relacione con otras madres.
- El
ejercicio físico moderado tiene un efecto antidepresivo, aunque en algunos
casos va a ser necesario el uso de fármacos.
- La
psicoterapia es imprescindible: un espacio de escucha donde poder
elaborar su nueva identidad como madre y aprender
a relacionarse con el bebé de una manera más saludable.
Hay
que recordar que, “si no se trata la depresión posparto, afecta mucho a la
interacción con el bebé, así que este podría sufrir, por ejemplo un retraso en
la adquisición del lenguaje o psicomotor por falta de estimulación. En los
casos más graves hay riesgo de suicidio e incluso de infanticidio”, explica
Olza. "Sin tratamiento, muchas madres siguen deprimidas meses o años. Son
mujeres malhumoradas, con aumento de peso, que no disfrutan de sus hijos ni de
su vida. Por eso es importantísimo prevenir, detectar y tratar".
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