EUCLIDES KILÓ
ARDILA | La Vanguardia | 10/09/2017
¡Es clave desahogarse! Nadie puede ponerse una máscara y fingir que algo no
le duele. Sin embargo, el hecho de exteriorizar sus dolores, no le da visa para
vivir toda todo el día deprimido, amargado o frustrado. ¡Sacúdase de esa mala
vibra y elija vivir!
Existen
situaciones o momentos en los que disimulamos un dolor interior y hasta nos
hacemos los fuertes, entre otras cosas, para que esas angustias no paralicen nuestra
vida en todos los ámbitos.
Sé que es
fundamental desahogarnos o al menos dedicarnos un tiempo para manifestar, con
total naturalidad y libertad, lo que nos pasa y no reprimirnos.
Hecha la
aclaración, en donde admito que el desahogo siempre será clave, quiero insistir
en el hecho de que no nos podemos quedar lamentando nuestras desgracias.
Yo nunca he
entendido por qué, en más de una ocasión, hay gente con ‘cara de tote’,
pesimista y aburrida por el hecho de que las cosas no le salen como esperaba.
¿Por qué no
sonreír en lugar de llorar?
No hay que
ser un experto en técnicas de relajación, ni mucho menos ser psicólogo, para
recomendar la importancia de ser una persona optimista. ¡Es obvio que siempre
será mejor estar bien que pasarla mal!
Y aunque usted
está en todo su derecho a ‘bajarse de nota’ cuando tropieza, también puede
asumir que lo mejor está por venir y tratar de vivir en un ambiente en donde
prime la esperanza.
Usted dirá
que por ser tan optimista me obstino en la idea de barnizar y embellecer mi
vida a mi manera. ¡Puede que sea así! Pese a ello, un pesimista tampoco
resuelve nada siendo crudo o refunfuñando por la suerte que le toca vivir.
Analice bien
y verá que al que piensa mal todo le sale mal. Y es apenas normal, porque
alguien así tiene la actitud del vencido; es más, antes de empezar ya tiene la
batalla perdida, ya sea en el trabajo, en el estudio, en el amor o en cualquier
otra situación.
Es
recomendable para la salud mental ser propositivo. Eso es distinto a vivir en
medio de la fantasía o de lo que no es real.
Si se trabaja
para que las cosas salgan bien, al final se cosecharán buenos resultados.
No es
optimista sino iluso o majadero quien espera buenos dividendos, cuando no ha
trabajado o vive esperando que todo le llueva del cielo.
Tener una
agradable actitud ante la vida y sobre todo atraer la ‘buena vibra’ son
herramientas para sobrevivir en medio de la adversidad.
Es cierto que
cada uno tiene un lado negativo en la personalidad y que en más de una ocasión
sale a flote por las dificultades que se tienen para afrontar la realidad.
Pero, qué se saca con proyectar lo malo.
Además, si lo
analiza bien, el pesimista tiene una actitud cómoda ante la vida, se ahorra el
trabajo de pensar o de cambiar su entorno. Lo anterior sin decir que alguien
negativo también exagera la realidad o la empobrece con su manera de verla,
para estar siempre frustrado o deprimido, tanto que a veces puede propiciar una
epidemia de desgano. En más de una oficina ese virus sí que se ha expandido.
Yo sé que el
pesimismo y el optimismo, como la noche y el día, son dos maneras de percibir
el mundo, que los dos están hechos de sueños o realidades y que ocurren casi
siempre en terrenos de la invención.
Pese a ello,
seguiré insistiendo en decir que mantener una sonrisa ‘a flor de labios’ puede
ser la mejor medicina para el alma.
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