OSCAR CASTILLERO MIMENZA | Psicología y Mente
“Este trastorno afecta a
personas muy sugestionables que creen estar enfermas sin tener pruebas”.
Un dolor de cabeza es visto como signo evidente de la presencia de un
tumor cerebral. Una conjuntivitis probablemente esté indicando la incubación de
una fiebre hemorrágica. La aparición de un moratón indica claramente que se
padecen lesiones internas debido a una enfermedad. Una molestia en el brazo
implica que estamos sufriendo con seguridad un infarto.
Si bien en algunos casos
la asociación entre los síntomas y enfermedades que he nombrado es
correcta, una gran parte de la población no se alarma cuando ocurre un síntoma
en concreto: a casi las personas alguna vez les ha ha dolido la cabeza, han
tenido los ojos inyectados en sangre, moratones o molestias y en general no es
debido al padecimiento de las anteriores enfermedades.
Sin embargo, existen
personas que experimentan un elevado nivel de ansiedad al
notar alteraciones que generalmente son considerados leves y están convencidos
de estar sufriendo una enfermedad grave. Se
trata de personas que padecen hipocondría.
¿Qué es la hipocondría?
Se entiende por
hipocondría, actualmente
denominada trastorno de ansiedad por enfermedad en el DSM-5,
aquel trastorno caracterizado por la presencia de un elevado nivel de miedo,
preocupación y ansiedad ante la creencia o el convencimiento de estar
padeciendo una enfermedad médica grave, o bien por la posibilidad de estar
contrayéndola.
Esta creencia proviene de
la percepción de pequeñas alteraciones o sensaciones que se interpretan como signos inequívocos de
trastornos graves. En ocasiones aparece después de que la
propia persona o alguien de su entorno haya sufrido una enfermedad larga,
dolorosa o que haya concluido con la muerte del enfermo.
Lo que ocurre en la mente del hipocondríaco
En los casos en que hay
una convicción de enfermedad, en general las personas con este trastorno buscan
ayuda médica con el fin de localizar y diagnosticar el supuesto problema, y es
frecuente que ante la presencia de pruebas que muestren su buen estado de salud
las explicaciones no les satisfagan o lo hagan solo temporalmente y demanden la
realización de nuevas pruebas o busquen a otros profesionales que les confirmen
sus temores. Sin embargo existen algunas personas con este trastorno que optan por evitar acudir al médico debido
al miedo a ser diagnosticado, a pesar de sufrir una ansiedad
muy elevada y estar convencidos de estar enfermos.
El elevado nivel de
ansiedad con respecto a su salud que llegan a padecer estas personas hace que
estén continuamente focalizados en la existencia de posibles síntomas, así como
de que realicen o dejen de realizar conductas con el fin de comprobar su estado
de salud.
El diagnóstico de la
hipocondría supone que estos
síntomas se dan a lo largo de al menos seis meses, si bien la
enfermedad que se cree tener puede ir variando. Esta preocupación no debe ser
confundida ni debe deberse a la existencia de otro trastorno mental tal como
pueden ser el TOC o trastornos de tipo somático (si
bien en algunos casos la elevada ansiedad puede llegar a provocar un trastorno
psicosomático). Se trata de un trastorno que puede ser muy invalidante y
provocar un elevado nivel de disfunción en diferentes dominios vitales (tanto a
nivel personal como laboral o académico).
Causas del trastorno
El trastorno de ansiedad
por enfermedad o hipocondría es conocido desde la antigüedad, hallándose
información de este incluso en la Grecia clásica. A lo largo de la historia se
han intentado establecer diferentes explicaciones respecto a su etiología. A
nivel psicológico podemos encontrar que varias escuelas y corrientes de
pensamiento han ido formulando sus propias explicaciones.
Desde el modelo
psicodinámico a menudo se ha vinculado la hipocondría como una expresión de conflictos internos con
origen en la desconfianza hacia el propio cuerpo nacida en la infancia, con una
transformación de la hostilidad hacia los demás que se redirige hacia uno mismo
o de la necesidad de dependencia o bien como intento de la psique de responder
y defenderse de la culpa o baja autoestima. Sin embargo, esta explicación no se
encuentra validada científicamente.
Desde un enfoque
psicosocial se ve como
un patrón de comportamiento aprendido que se adquiere ante
la observación de que puede provocar beneficios. Se propone que el
hipocondríaco puede ser una persona insegura que utiliza la idea de estar
enfermo como mecanismo inconsciente para llamar la atención de su entorno. Es
importante remarcar el hecho de que sea inconsciente e involuntaria.
Sin embargo, uno de los
modelos explicativos que mayor consideración ha recibido es el propuesto por Warwick y Salkovskis,
los cuales consideraban que en la etiología de la hipocondría pueden
encontrarse en primer lugar experiencias previas nocivas con respecto a la
salud y la enfermedad (como la muerte de un ser querido) que provocan que
aparezca la creencia de que el síntoma implica siempre algo muy negativo,
Estas creencias se
activan tras un acontecimiento desencadenante y hace que aparezcan pensamientos
automáticos de tipo negativo que a su vez generan la ansiedad. Dicha ansiedad
se verá potenciada por la realización de conductas concretas y el aumento de
activación en diversos niveles.
Tratamiento de la hipocondría
El tratamiento de la
hipocondría puede revestir cierta complicación debido a que por norma general
el sujeto tiende a mantener la creencia de que le ocurre algo físico. De cara a
tratar la hipocondría, primero es
necesario descartar que no haya ninguna patología real y
una vez descartada es necesario que se establezca un buen rapport entre terapeuta y
paciente.
Inicialmente se suele
tratar en primer lugar la sintomatología de tipo ansioso para luego pasar a
aquellos aspectos más profundos que origen y/o mantienen la preocupación.
En el tratamiento se
emplea la psicoterapia con
técnicas por lo general de tipo cognitivo-conductual. El
tratamiento en cuestión se basa en primer lugar en ayudar al sujeto a detectar
las creencias respecto a su estado de salud y cómo estas afectan a su vida,
para posteriormente plantearle la alternativa de que pueda estar tratándose de
un problema relacionado a la ansiedad y enseñarle un modelo explicativo del
fenómeno (generalmente el de Warwick y Salkovskis).
Tras ello se empieza a
trabajar sobre las diferentes actividades que el sujeto realiza como
comprobación de su estado, y se propone de manera conjunta realizar diferentes
experimentos que contraríen las creencias del individuo. Se establece un
compromiso con el paciente de manera que este se compromete a no realizar
determinadas actividades comprobatorias, para posteriormente indicarle que
realice un pequeño registro en el que cuando le surja la ansiedad anote datos a favor y en contra de sus
sospechas de cara a que pueda cuestionarlas.
Posteriormente se le va
ayudando a hacer una exposición en imaginación o incluso una inundación
respecto a la idea de enfermar o padecer la enfermedad en cuestión. Se debe
trabajar también la autofocalización, mostrando la importancia que esta tiene
en la exacerbación de su malestar y proponiendo actividades que permitan variar
el foco atencional.
La reestructuración
cognitiva es también de gran utilidad para combatir las creencias disfuncionales. Es
importante incorporar en cualquier programa aplicado contra la hipocondría
elementos que tengan muy en cuenta la prevención de recaídas. También es de
utilidad formar al entorno de cara a que no potencien la sintomatología.
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