La postura es uno de los signos del
lenguaje corporal que más información transmite sobre
nuestra personalidad y las emociones que sentimos en determinado momento. Es
tal la relación que nuestra postura mantiene con nuestro estado de ánimo que,
según los psicólogos, modificarla puede contribuir a que nos sintamos mejor.
Por ese motivo, y para contribuir a tu bienestar, en
esta ocasión te explicamos todo lo que debes saber sobre el pensamiento
corporal y cómo cambiar de postura puede hacer que te sientas
mejor. Seguro que ya lo has practicado de manera inconsciente
en más de una ocasión.
Cambia tu postura corporal
La postura corporal
Toda persona, según su condición física, tiene una postura
corporal ideal: espalda recta con la columna bien derecha,
extremidades bien alineadas y hombros erguidos, como si una plomada lo tuviera
erecto de cabeza a los pies. Esta pose bien compensada se nota, sobre todo, de
pie, cuando vamos caminando o cuando nos sentamos en una silla.
Sin embargo, hay otros factores que
influyen en ella, la mayoría psicológicos, si obviamos
determinados problemas de salud. Ejemplo de ello son las personas
de carácter tímido, que tienden a encorvar los hombros hacia
delante, como queriendo esconderse; las mujeres con pecho voluminoso que desean
disimularlo puesto que las acompleja; y aquellos individuos agotados o
desmotivados que caminan arrastrando los pies. Y es que las emociones también
provocan que cambiemos nuestra postura, como sucede con la tristeza,
por la que solemos llevar la cabeza baja y mirar el suelo.
De hecho, las personas inseguras y retraídas suelen
adoptar posturas cabizbajas, mientras que aquellas con una buena autoestima
y carácter alegre verás que usan una postura
expansiva, con la cabeza erguida y los hombros echados hacia
atrás, pero relajada y segura de sí misma.
Pensamiento corporal
Esta relación entre nuestras posturas y nuestro estado
emocional son las que afectan al denominado pensamiento
corporal. Este hace referencia a la relación que
se establece entre nuestro cuerpo y nuestro estado emocional y
de ánimo. Es algo en lo que puede que no hayas reparado, pero resulta
frecuente, y muy útil para poder empatizar con nuestro interlocutor y
comprender cómo se siente más allá de sus palabras. La información que
transmitimos y obtenemos así es muy valiosa.
Cuando no adoptamos una postura natural y
nuestras espaldas, nuestras extremidades o nuestros músculos en general se
tornan rígidos, estamos viviendo una situación de estrés, enfado o riesgo que
afecta a nuestras emociones. Y si andamos encorvados o nos sentamos encogidos,
seguramente nos encontremos desmotivados y tristes. Cuando veas a alguien
caminar en pleno duelo por
el fallecimiento de un ser querido comprobarás cómo parece que carga el peso
del mundo sobre sus hombros.
Postura corporal y psicología
No obstante, en determinadas situaciones, es posible ayudar a
nuestra mente a que se sienta mejor. Cuando adoptamos estas
posturas, ya sea rígidas, ya sea decaídas, le enviamos determinado mensaje a
nuestro cerebro, por lo que enaltecemos y alimentamos las emociones y los
pensamientos negativos.
De tal modo, cuando nuestro ánimo se vea afectado por
una situación
de estrés, ansiedad, tensión o tristeza puedes enviar una señal
positiva al cerebro para hacer sentirte mejor. Es tan
sencillo como cambiar tu postura. Pon derecha la espalda, relaja los
brazos, respira hondo con ritmo pausado y mira al frente. Desde luego, tu pena
y tus nervios no desaparecerán por arte de magia, pero sí te sentirás mejor y
podrás afrontar mejor la situación que se te presente.
Cómo adoptar una buena postura
Como has podido comprobar, adoptar una buena postura corporal no
solo es necesario para mantener nuestro cuerpo en perfecto estado
de salud sin problemas de espalda, sino también para que
nuestro ánimo esté más relajado y tranquilo, con una actitud más
positiva ante la vida y controlando mejor nuestras
emociones para no dejarnos llevar por la ira o abatirnos por la tristeza.
Los dos mejores hábitos para mantener una postura
corporal correcta es practicar algún deporte de manera habitual y
el autoconocimiento. Debes seguir una vida activa y caminar
cuidando la postura para fortalecer los músculos. El sedentarismo nunca es
bueno para nuestra mente ni nuestro organismo. Además, deberás aprender a
observar tu cuerpo para ver si realmente estás adoptando una pose correcta o si
te estás dejando arrastrar por un estado de ánimo extremo que hace que pierdas
el control y el equilibrio mental. Cuando veas que es así, cambia la postura y
verás cómo tu actitud cambia.
Vigila especialmente los hombros, acostúmbrate a sonreír más y relaja el gesto de tu rostro sin apretar las mandíbulas. Envía señales positivas a tu cerebro, camina, corre o practica tu deporte favorito y aprende a conocerte mejor y relativizar los conflictos para no que no terminen causándote un serio problema de salud.
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