NORBERTO ABDALA | clarin/lavanguardia.com | 18/08/2025
El BDNF (del inglés, Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro), es una proteína esencial para el desarrollo, el mantenimiento y la plasticidad del sistema nervioso.
Su función
principal es promover la supervivencia de las neuronas, estimular la formación
de nuevas conexiones y facilitar el nacimiento de nuevas neuronas,
especialmente en el hipocampo, una región clave para la memoria y el
aprendizaje.
Durante el
embarazo, el BDNF participa en la maduración de las neuronas y la formación de
circuitos cerebrales. En el cerebro adulto, sigue siendo fundamental y se lo
considera un actor clave en la capacidad del cerebro para adaptarse,
reorganizarse y recuperarse frente a cambios internos o externos.
Para la
salud mental, el BDNF se ha convertido en un biomarcador de interés, ya que su
disminución se asocia con diversas patologías psiquiátricas y neurológicas,
como la depresión mayor, la esquizofrenia, el trastorno bipolar y el Alzheimer
y el Parkinson.
Uno de los
hallazgos más consistentes en la investigación clínica es la relación entre el
BDNF y la depresión dado que numerosos estudios han demostrado que las personas
con depresión presentan niveles más bajos de BDNF en sangre y en el
cerebro.
Además,
los tratamientos antidepresivos eficaces elevan sus niveles, lo que sugiere que
esto podría ser un componente esencial de la mejoría clínica.
El estrés crónico y los factores adversos sostenidos
provocan una disminución del BDNF, lo que a su vez afecta negativamente la
regeneración de las neuronas, la conectividad entre ellas y la función
sináptica.
Esta contribuye al desarrollo de síntomas como la falta
de placer, la apatía, dificultades cognitivas y el predominio de vivencias
negativas.
En ese contexto, aumentar el BDNF representa no solo
una estrategia terapéutica sino, también, una forma de prevención. No solo los
fármacos pueden elevar el BDNF ya que diversas prácticas tienen un impacto
directo en mantener o elevar sus niveles.
El
ejercicio físico, especialmente el aeróbico sostenido, es uno de los estímulos
naturales más potentes para aumentarlo en el cerebro.
También la alimentación influye: las dietas ricas en
antioxidantes, omega-3 (presente en pescados grasos) y polifenoles (como los
del cacao o el arándano) pueden promover la producción de BDNF.
Puede reducirlo el consumo excesivo de grasas
saturadas, azúcar refinada y alimentos ultra procesados, afectando
negativamente la salud mental y cognitiva. El sueño es otro buen regulador ya
que el mal dormir reduce sus niveles, mientras que un descanso adecuado
favorece su producción.
La meditación, el aprendizaje de nuevas habilidades y
la estimulación cognitiva también se han vinculado a incrementos en BDNF,
reforzando la idea de que una actividad mental activa protege el cerebro y
mejora su funcionamiento.
El BDNF también participa en la
regulación de funciones metabólicas, la sensibilidad a la insulina y el control
del apetito. Por eso, su alteración no solo se asocia con enfermedades
mentales, sino también con trastornos metabólicos como la obesidad o la
diabetes tipo 2.
La psiquiatría y la neurología probablemente continúen
profundizando en el BDNF como una vía para la prevención y el tratamiento de
múltiples condiciones mentales y neurodegenerativas.
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