Miedo, sudores, ahogo,
palpitaciones... los síntomas le paralizan y siente el mundo amenazante
Mírelo sin miedo y descubra la vida.
En la zona cómoda no pasa nada
Conducir, hablar en público, relacionarse con un grupo
de personas conocidas, ir al médico, salir de compras, educar a los hijos,
presentarse a un examen, ver una película en el cine. Son situaciones
cotidianas, en las que podría disfrutar y aprender, pero que se convierten en
un auténtico reto, incluso martirio, para las personas que sufren ansiedad.
Algunos de los síntomas que acompañan a la persona son
sensación de ahogo, asfixia, palpitaciones, sudoración, tensión muscular,
sequedad de boca, olvida palabras o incluso pierde el hilo de la conversación,
le cuesta conciliar el sueño, le invade la apatía y tiene hasta ganas de
llorar. Su cabeza es como una lavadora centrifugando. Una idea tras otra, los
pensamientos se repiten, se agolpan, le
amenazan, le hacen sentir que es una piltrafa y que no es capaz de coger el
control de su vida. ¡Basta!
Respire, tómese un momento de calma, y lea
a continuación cómo ganarle el partido a la ansiedad. Aplicando los siguientes
consejos, aprenderá a ponerla en el sitio que le corresponde.
Cambie el foco de atención. Sus síntomas no son los protagonistas, el
protagonista es usted. Llega un momento en el que aparece el famoso miedo al
miedo. Se autochequea, escanea, comprueba sus constantes vitales para decidir
si es apto o no para enfrentarse a según qué situaciones. Su mente ahora está entrenada para buscar
palpitaciones, sudoración, ojeras y agobios. Y cuando los detecta, le advierte
diciéndole ¡peligro! La señal va rápida al sistema nervioso simpático, y éste
se acelera pensando que tiene que protegerle de la fiera. El corazón late con
vigor, sus músculos se tensan, empieza a sudar y respirar de forma agitada. ¡Ya
está!, listo para el combate. Su respuesta es la lógica. Lo que no es lógico es
que su mundo sea tan amenazante. Necesita dejar de escanearse.
Consejo: aprenda técnicas de relajación y meditación. ¿Ha probado el mindfulness? Su atención debe estar puesta en lo que ocurre a su alrededor, pero no en lo que resta, sino en lo que le alimenta. Si está pasando una buena tarde en compañía de amigos, observe sus caras, métase de lleno en la conversación, saboree el café y las pastas, fíjese en la temperatura y el paisaje. La vida está ocurriendo a su alrededor. La vida no está en sus respuestas orgánicas.
Consejo: aprenda técnicas de relajación y meditación. ¿Ha probado el mindfulness? Su atención debe estar puesta en lo que ocurre a su alrededor, pero no en lo que resta, sino en lo que le alimenta. Si está pasando una buena tarde en compañía de amigos, observe sus caras, métase de lleno en la conversación, saboree el café y las pastas, fíjese en la temperatura y el paisaje. La vida está ocurriendo a su alrededor. La vida no está en sus respuestas orgánicas.
Háblese en otro idioma. El tipo de vocabulario que más utiliza una
persona ansiosa para expresarse es algo así como “tengo miedo, estoy agobiado,
no puedo, y si…, no estoy preparado, en otro momento, tengo temblor, no podré,
lo estoy pasando fatal”. La manera que tiene de pensar y expresarse condiciona
sus emociones y su comportamiento. Necesita hablarse a sí mismo en otros
términos.
Lleva tanto tiempo anticipando el fracaso y el peligro, que carece de expresiones y vocabulario adecuado para afrontar las situaciones.
Lleva tanto tiempo anticipando el fracaso y el peligro, que carece de expresiones y vocabulario adecuado para afrontar las situaciones.
Consejo: ¿quién
elige los pensamientos que invaden su mente? Nadie más que usted. Ahora está
acostumbrado a relacionarse con un estilo cognitivo tremendista. Pero puede
sustituirlo por otro que le permita contemplar el mundo sin ese carácter
amenazante. Para modificarlo, tendrá que escribir… Ante la situación temida,
anote cómo le gustaría enfrentarse a ella y los pensamientos que le podrían
ayudar.
Desenamórese. No de su pareja,
sino de la posesiva ansiedad. Si se da cuenta, se comporta con ella como si
hubiera un idilio en plena efervescencia. La observa, la mira, la atiende,
incluso habla con ella y de ella a todo el mundo. Mantenga un diálogo para
poner distancia, incluso rétela.Consejo: cada vez que se observe atemorizado por los síntomas, en lugar de verbalizar “no lo soporto, estoy fatal…”, diga algo como “qué pesadita eres, todo el día con un síntoma por aquí, otro síntoma por allá. Si no te importa voy a leer, trabajar y luego, igual te escucho otra vez. Ahora no es el momento”.
Deje de evitar. Cada vez que sortea lo que teme, se siente
relajado, protegido y se conforma en su zona de comodidad. Pero no es el lugar
en el que desea estar. Ahí no ocurre nada interesante, salvo tener todo bajo
control.
Consejo: La vida es para descubrirla, incluso
atravesando emociones desagradables. No necesita encontrarse divinamente para
dar un paso al frente. Es más, no va a ocurrir así. ¿Y sabe lo que va a
descubrir? Que es capaz de hacerlo., y que las emociones desagradables no son incompatibles
con la vida cotidiana. Cuanto antes se familiarice con ellas, mejor.
Actúe. Nadie lo va a hacer por usted. La solución está
en ponerse las pilas y hacer lo que es incompatible con la respuesta de
ansiedad: relajarse, pensar de forma útil, desdramatizar más, descansar, llevar
una vida equilibrada, tener amigos…
Consejo: no lo razone todo. La vida tiene su puntito de
inconsciencia. Si quiere superarse, tiene que correr un riesgo, aunque sea
pequeño, pero la vida los tiene. Y equivóquese. Fallar forma parte del
aprendizaje.
El que no corre ningún
peligro es el que dejó de vivir por tenerlo todo bajo control. Si pone estos
consejos en práctica, le puedo anticipar el resultado del partido: Ansiedad, 0-Usted,
5.
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