sábado, 22 de octubre de 2022

Luis Rojas Marcos: "El optimista vive más, y vive mejor"

La Voz de Galicia      |      Virginia – Madrid     |     16/10/2022

 

La principal clave para alcanzar el bienestar, dice el experto, es la tranquilidad: «Cuando nos sentimos serenos y sosegados pasamos los problemas a un segundo plano y no nos estresan»

A sus 79 años, el prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943), no piensa en jubilarse: «Me gusta estar activo, y además me apasiona mi trabajo», asegura con una sonrisa mientras sostiene en sus manos su último libro, Estar bien aquí y ahora (HarperCollins). Un manual donde nos enseña a sentirnos bien en este momento, porque dice que la incertidumbre que ha provocado la pandemia ha trastocado la idea de ser felices: «La importancia que le dábamos al futuro, a la felicidad a largo plazo, ha sido sustituida por estar bien y disfrutar aquí y ahora». Sencillo y cercano, reconoce que los atentados contra las Torres Gemelas le «marcaron profesional y emocionalmente» (ya que como máximo responsable de los Servicios de Salud Mental de Nueva York, se encargó de dirigir los equipos que prestaron atención médica y psicológica a las víctimas y a sus familiares). Durante la entrevista, recuerda a su madre con emoción en varias ocasiones. «Me siento bien escuchando», indica el psiquiatra, que confiesa: «Tengo pendiente aprender a meditar».

—Estar bien, aquí y ahora. ¿Por dónde empezamos para lograrlo?

—Primero, debemos ser conscientes del momento en el que nos encontramos, cómo nos sentimos por dentro, y descubrir también cuándo nos sentimos bien y cómo, en qué momentos o situaciones, pues la sensación de bienestar es subjetiva. Después, debemos poner el foco en las estrategias y en una serie de pautas de conducta que al llevarlas a cabo, harán que poco a poco nos sintamos mejor. Todos podemos sentirnos bien, pero para ello hay que querer lograrlo.

—¿Y cuáles son las claves del bienestar?

—La principal es la tranquilidad. Esa sensación de calma, sosiego, serenidad y paz interior que sentimos en un momento determinado. Cuando nos sentimos serenos y sosegados no negamos los problemas que podemos tener, pero los pasamos a un segundo plano y no nos estresan. Así, podemos evaluar nuestras circunstancias, tomar mejores decisiones y emprender nuevos caminos. Otros ingredientes importantes son sentirnos bien con las personas a las que queremos y disfrutar de lo que hacemos.

—También abordas la importancia de la gratitud y la solidaridad.

—Cada día hay más evidencias que demuestran que las personas agradecidas tienden a experimentar emociones positivas, y además se desenvuelven socialmente con calidez y alegría, algo que produce mucho bienestar. Y respecto a la solidaridad, cuando preguntamos a voluntarios acerca de sus labores humanitarias, responden que el placer de sentirse útiles ayudando a otras personas les proporciona satisfacción con la vida, y es un antídoto contra muchos malestares.

— Dices que no nos podemos olvidar de la fuerza del optimismo.

—¡Claro! El optimista vive más y vive mejor, porque la fuerza del optimismo es enorme. Pensar en positivo nos ayuda a gestionar mejor los desafíos que nos plantea la vida. Está demostrado que antes de tomar decisiones importantes, las personas con alto optimismo sopesan tanto los aspectos favorables como los negativos (mientras que las que tienen bajo optimismo solo consideran estos últimos), tienden a considerar posible lo que desean y confían en su capacidad para alcanzar las metas que se proponen. El optimismo es algo que podemos trabajar y cultivar, cualquiera que se lo proponga puede lograrlo.

—En el libro, dedicas un capítulo a los venenos del bienestar. ¿Cuáles son?

—La incertidumbre, el miedo, la angustia y el estrés nos hacen mucho daño y provocan sensaciones incómodas, difíciles y dolorosas, alejadas de la sensación de bienestar. Pero, sobre todo, la sensación de no poder hacer nada, de sentirse rendido, nos hiere profundamente, porque sin esperanza no podemos vivir. En el día a día, nos ayuda a soportar mejor las frustraciones del hoy el pensar que mañana será otro día, y que será mejor. La esperanza es esa fuerza natural que sustenta en nosotros la motivación para neutralizar el fatalismo, resistir, disfrutar crear y progresar.

—¿Podrías resumir en unas cuantas pautas cómo podemos empezar a cambiar nuestra vida para sentirnos bien aquí y ahora?

—Lo primero, poner el foco en el centro de control dentro de nosotros mismos. Es decir, sentirnos el capitán que lleva el timón de forma que sabemos hacia dónde vamos sin dejarnos arrastrar por las mareas. Después, es fundamental cuidar y alimentar las relaciones afectivas (de pareja, amistad y familiar), pues nos protegen del aislamiento y nos proporcionan confianza y seguridad. También debemos hablarnos bien interiormente, sin criticarnos ni juzgarnos, siempre con cariño y con mensajes positivos. No podemos olvidarnos de echarle sentido del humor a nuestra vida, pues nos ayuda a distanciarnos emocionalmente de la situación que nos estresa. Y, por supuesto, cuando el malestar tanto físico como mental perdura en el tiempo, debemos ser conscientes de que algo nos pasa y debemos buscar la ayuda de profesionales para encontrarnos mejor.

—¿Cómo se siente bien Luis Rojas Marcos?

—Sobre todo, escuchando, porque aprendo mucho de los demás y me enriquece, algo que mi trabajo como médico me permite y me satisface especialmente. También, saber que los míos, a los que quiero, están bien. Y además, tener un nuevo proyecto siempre me ilusiona a seguir adelante. Lo mío es hacer, estar activo, para focalizar mi hiperactividad.

—Quizá ya tienes en mente un nuevo reto. ¿Nos lo puedes desvelar?

—Hacer meditación, parar. Necesitaría que alguien me ayudase a aprender a relajar mi mente. Es mi siguiente objetivo.

—Un recuerdo recurrente.

—Mi madre contándome fascinantes historias de mi abuelo Miguel como médico rural en Santander, yendo por las casas y ayudando a las personas a sentirse mejor por unas monedas de entonces. Aquellas vivencias despertaron en mí las ganas de ser médico para ayudar a sentirse bien a aquellos que estaban enfermos.

—Una afición terapéutica.

—La música. Durante mi adolescencia tocar la batería en un conjunto musical que formé con un grupo de amigos me ayudó a reconstruir mi autoestima y a canalizar la agitación que me desbordaba por dentro. Ya me decía mi madre: «Luis, la música amansa las fieras». Y qué razón tenía.

—Un placer confesable.

—Comer. Disfruto mucho con la comida. Las croquetas me gustan especialmente. Las de mi madre las recuerdo muy ricas.

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