El Debate |
15/01/2024
Lo revelan varios psicólogos y expertos en crianza de Harvard
Los casos de ansiedad y depresión entre
jóvenes y adolescentes ha aumentado significativamente en los últimos años,
marcando una realidad antes poco explorada y minimizada en términos de salud
mental y emocional. Ante esta realidad, cada vez más creciente, han
ido surgiendo distintos estudios de instituciones destacadas
como Harvard han arrojado luz sobre estos fenómenos.
Expertos señalan que muchos trastornos
emocionales encuentran su origen, o se agravan, en la dinámica entre
padres e hijos. En este contexto, una investigadora experta en terapia familiar
de Harvard propone un innovador enfoque comunicativo que no
solo mejore la interacción, sino que también prevenga el desarrollo de dichos
trastornos.
Jennifer Breheny Wallace, periodista e investigadora sobre
paternidad graduada de Harvard, tiene una sugerencia que, si bien luce
sencilla, podría ser el primer paso para un cambio total en el
paradigma: cambiar la pregunta de bienvenida cuando los hijos ingresan a casa.
En conversación con la CNBC,
Wallace resalta que muchos de los padres suelen recibir a sus hijos con
preguntas relacionadas con la escuela, cuestiones como «¿Cómo fue esa prueba?»,
o «¿Estás listo para ese gran examen?». Unas preguntas que estarían ligeramente
equivocadas y que deberían ir dirigidas a «liderar con el
almuerzo».
En su libro Nunca es suficiente:
cuando la presión por el logro se vuelve tóxica y qué podemos hacer al respecto,
la escritora destaca que la presión puede convertirse en
un arma, en lugar de un apoyo.
«Cuando mis hijos entran por la puerta,
en lugar de preguntarles: '¿Cómo te fue en el examen de español?', lo cual
solía hacer antes de escribir el libro, ahora les pregunto: '¿Qué almorzaron?'.
Hablo de cosas que no tienen nada que ver con sus logros», comentó la experta.
La involucración, un arma de doble filo
Contrariamente a la creencia común, los padres
más involucrados pueden ser los causantes de mayor impacto
negativo en sus hijos, especialmente cuando la presión proviene del
ámbito educativo, donde una calificación puede definir el supuesto esfuerzo o
talento del estudiante.
El psicólogo Laurence Steinberg de
Harvard señala que la presión académica puede ser más desafiante de manejar que
la interacción en redes sociales, destacando que, al hablar con jóvenes,
la presión escolar se menciona más frecuentemente que la búsqueda de aprobación
en las distintas plataformas.
Ante este panorama, surge la pregunta
crucial: ¿cómo mostrar interés en el desarrollo de un hijo sin ejercer presión
y causar más perjuicio que beneficio? Aunque parezca complicado, la clave podría
residir en un cambio fundamental en la forma de comunicación entre
padres e hijos, siguiendo los ejemplos mencionados por la experta en crianza de
la prestigiosa universidad.
En este sentido, aunque la dieta del
menor no es tan importante, desviar la tensión a otro punto puede ser clave
para evitar la presión constante y que de esta forma los hijos
aprendan que ellos están por encima de sus propios logros.
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