Mariana Alvez – Psicología Positiva
| 16/04/2014
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Entre las exigencias de la cotidianeidad, evitamos detenernos y ser conscientes de todo aquello por lo cual
deberíamos estar agradecidos. Siempre queremos más, deseamos más, nada nos
alcanza. Y así estamos, día tras día, indiferentes hacia todas aquellas cosas y
personas, situaciones y experiencias que sí tenemos y que en realidad son más
que valiosas y pueden dibujarnos una sonrisa eterna en el corazón.
La gratitud es esa fortaleza que está a nuestro alcance para recordar y valorar lo que sí
tenemos (en todo sentido) y sí funciona en nuestra vida. Si bien todos
tenemos batallas con las cuales lidiar, problemas que sortear, la gratitud
puede ser nuestro faro que arroje luz donde solamente habita la oscuridad.
Puede convertirse en un poderoso hábito.
¿Cuáles son los beneficios de la gratitud?
Psicológicamente nos ayuda a incrementar nuestra
capacidad de enfrentarnos a momentos difíciles, nos habilita volver a nuestro
estado de felicidad y bienestar más rápidamente. Nos ayuda a tener más
energía hacia nuestros proyectos, incrementa nuestra creatividad, favorece
nuestra espiritualidad, mejora nuestro optimismo. La gratitud mejora nuestra
autoestima y nos hace menos egocéntricos, nuestro pasado puede valorarse como
más positivo, nos protege de la envidia, nos ayuda a relajarnos y nos hace
más saludables.
¿Qué hábitos tienen las personas agradecidas?
Conscientes de la vida y la muerte, saber que la
vida es finita nos ayuda a valorar cada día, el simple y complejo hecho de
que estemos vivos nos brinda una oportunidad para cambiar lo que no nos
agrada, para generar nuevos recursos, para reinventarnos.
Las personas agradecidas se toman el tiempo para
apreciar la belleza que los rodea, ya sea el perfume de una rosa, el repiqueteo de la lluvia en la ventana, los rayos de sol colándose
entre las hojas de los árboles. Disfrutar de las emociones positivas con
todos nuestros sentidos hace que estas experiencias permanezcan en nuestro
cerebro y agradecer estas experiencias las hace más poderosas todavía.
Las cosas buenas que nos suceden las deberíamos
considerar obsequios y no cosas que nos merecemos sí o sí. Si creemos que
somos seres especiales y merecemos que la vida y los demás nos traten como si
fuéramos sumamente importantes, estamos hundiendo la gratitud.
También tenemos que considerar que nunca somos
absolutamente autosuficientes, necesitamos de los vínculos para crecer, para
desafiarnos, para que nos muestren las cosas que a veces no podemos ver por
nosotros mismos.
Ser agradecidos con las personas que nos rodean es
otro hábito a tener en consideración. Cuando le decimos gracias a quienes
están con nosotros, logramos conectarnos mejor con esa persona, experiencias
sencillas como agradecer cuando alguien nos ayuda, reconocerles su esfuerzo
no importa que sea grande o pequeño y explicarles en qué han contribuido en
nuestro bienestar es suficiente para mejorar esa conexión y alimentar
tiernamente ese vínculo que tenemos con el otro.
Agradecer las malas experiencias y las enseñanzas o
posibilidades que surgen de las mismas es un gran desafío, aunque también es
invaluable a la hora de practicar la gratitud. Esto es un proceso cognitivo
importante, la llave para lograr que una situación dolorosa o desastrosa se
convierta en un pilar más de nuestro crecimiento humano, ser capaces de ver
la ganancia potencial de esa situación y transformar ese gran obstáculo en
una nueva oportunidad también transforma nuestro estado de ánimo y
autoconfianza.
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Me ha gustado mucho este artículo, porque en general somos poco agradecidos. Todo es normal, levantarnos, lo necesario para el aseo personal, un desayuno..., y estas cosas de "normal" no tienen nada para millones de personas. Además leyendo despacio los beneficios de la gratitud me he quedado boquiabierto. Os recomiendo que lo hagáis por vuestra cuenta. Y aunque no hubiera descrito Mariana Alvez los beneficios en mi tierra decimos "es de bien nacidos ser agradecidos", y sigue siendo necesario practicarlo más, pienso yo.
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