lunes, 2 de diciembre de 2019

La heroína digital está creando una generación de jóvenes zombis

LAURA PERALTA   |   ABC   |   15/10/2019

Andrés M. Joison, psicólogo, apunta que las «orejeras digitales» reducen el campo visual, la perspectiva y el movimiento necesario para el desarrollo de la identidad del niño de manera saludable.

El psicólogo Andrés M. Joison acaba de publicar el libro «Navegar en el inconsciente, la creatividad en la terapia de adicciones», —cuyo prólogo ha escrito el nieto sobrino de Sigmund Freud, Joseph Knobel Freud— en el que propone un innovador enfoque en la curación de las adicciones mediante la construcción de una nueva identidad en la persona afectada, así como en el desarrollo de la creatividad.

Asegura que en su consulta recibe a numerosos familias con jóvenes adictos a las tecnologías. No duda al afirmar que es un grave error ofrecer a los niños, desde muy pequeños, estos dispositivos para que estén entretenidos, callados y no molesten. «Los padres no son conscientes de los graves riesgos que supone esta decisión en un cerebro infantil en pleno desarrollo. La heroína digital, o adicciones a las nuevas tecnologías, está destrozando una generación entera de jóvenes y adolescentes. Está creando una generación de zombis».

Explica que el uso excesivo de pantallas produce el «síndrome del astronauta», en el que la persona pierde las coordenadas temporales y espaciales, siente que flota perdiendo su sentido de orientación y produciéndose olvidos que comprometen el contacto con sus afectos y afectando su capacidad de imaginación. «Es lo que denomino como "orejeras tecnológicas" que comprometen e involucran una acotación de la perspectiva y de la visión horizontal por una permanente fijación del campo visual y del movimiento de la cabeza restringiendo la capacidad natural de exploración. El movimiento arriba-abajo del espacio reducido de la pantalla produce una adaptación artificial del espacio y del movimiento horizontal. De ahí que se produzca la verticalización del cerebro y de la identidad. Todo esto limita la capacidad natural de exploración del mundo real, reduce el espacio íntimo de la persona e impide que se desarrolle de forma amplia».

Añade que la saturación de imágenes a través de la pantalla «destruyen la creatividad en la infancia, perjudica el desarrollo cognitivo y afectivo del niño, así como su evolución personal porque se crea en el sujeto un vacío de identidad».
Explica que juegos como “el famoso Fornite produce en el niño el mismo impacto que la heroína”. «Cuando el pequeño juega se siente feliz, piensa que todo es maravilloso, se sumerge en él y solo se siente bien mirando la pantalla y participando en el juego. Pero, en realidad, lo que consigue tras horas de juego es quedarse fuera de la realidad, en un entorno difuso. El niño querrá jugar más para sentirse mejor, ganar en seguridad y confianza y, de esa manera, siente que existe. Sus recursos como persona en desarrollo se limitan», matiza.
El problema es que si el niño no accede al juego entra en cólera. «Las rabietas son cada vez mayores y los padres tienden finalmente, y cada vez a mayor velocidad, a darle su "chupete tecnológico". Resultado: se agrava el problema».
En cualquier caso, no recomienda quitar los dispositivos tecnológicos radicalmente «porque puede producir un efecto adverso en el menor. Es mucho más conveniente que el niño se dé cuenta y tome conciencia de lo limitado que está en su vida por estar tantas horas enganchado a vídeojuegos o a las posibilidades de las redes sociales, para que pueda ganar en confianza y lanzarse con seguridad a querer un cambio en su vida. «Se trata de lograr un cambio de actitud. Por ello, es mejor que lo deje paulatinamente y sea consciente de ese cambio, de que deja algo que le atrapa y que, sin ello, es más consciente del afecto, de una mirada de sus padres.... Prohibir su uso llama al deseo y, por ello, no es la fórmula más sensata».
Insiste en que es recomendable contar con apoyo profesional que ayude en este proceso para generar un cambio de actitud. En su caso, trabaja con el inconsciente de manera que la persona recupera sus sueños, la creatividad, se conoce más a sí mismo y es más consciente de su presente para trabajar en el futuro en base a su identidad.

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