domingo, 28 de septiembre de 2025

Javier Quintero, médico psiquiatra: "Uno de los gestos más sencillos pero más poderosos para fortalecer nuestras relaciones es sin lugar a dudas el abrazo"

MARC GARCÍA     |      lavanguardia.com      |      03/09/2025

Abrazar no es solo un gesto afectivo, sino un acto de salud, conexión y humanidad que refuerza los lazos y aporta bienestar a quienes lo practican

Javier Quintero, médico psiquiatra, ha reflexionado en uno de sus últimos videos de TikTok sobre el poder del abrazo y su impacto en la salud mental y las relaciones humanas. Según explica, “¿A quién le has dado un abrazo hoy? Un solo abrazo puede ser mucho más poderoso de lo que imaginas”. Para Quintero, este gesto aparentemente simple tiene efectos profundos en nuestro bienestar emocional y social.

Javier Quintero explica que el ser humano es un ser social y que las relaciones son fundamentales para mantener el equilibrio personal. “El ser humano es un ser social y por lo tanto las relaciones humanas nos completan y sobre todo hay que saber que son claves para alcanzar nuestro equilibrio”. En este contexto, el abrazo se presenta como un medio sencillo pero potente para fortalecer esos vínculos esenciales.

Quintero insiste en que abrazar va más allá de demostrar cariño. “No se trata solo de cariño. Abrazar es salud y es salud mental. Es conexión y podríamos decir que es humanidad”, explica. El gesto no solo crea cercanía emocional, sino que también provoca cambios fisiológicos que benefician al organismo.

Entre los efectos positivos del abrazo, el psiquiatra destaca la reducción del estrés y la mejora del estado de ánimo. “Cuando abrazamos y nos dejamos abrazar se reduce nuestro nivel de estrés, baja el cortisol y al mismo tiempo aumenta la oxitocina y por tanto mejora nuestro estado de ánimo”, asegura. Es decir, estas respuestas químicas ayudan a tener un mayor bienestar psicológico y fortalecer así nuestra relaciones interpersonales.

Sin embargo, advierte sobre la rapidez de la vida moderna, que ha transformado incluso este acto tan humano. “Vivimos tan rápido que hasta los abrazos se han vuelto rápidos, breves, casi automáticos”, comenta. Para posteriormente reflexionar sobre la importancia de volver a ser consciente de lo que supone abrazar. “La rutina nos despista de lo esencial, pero hoy podemos volver a abrazar más y mejor”.

Marian Rojas, psicóloga, sobre las personas a las que no les gustan las visitas: "Deja de disculparte por necesitar silencio"

ACyV     |      elconfidencial.com      |      17/09/2025


Cada vez más personas reconocen sentirse incómodas cuando alguien entra en su espacio personal

La psicóloga Marian Rojas ha lanzado un mensaje que está resonando con miles de personas: no todo el mundo disfruta de tener visitas en casa y no pasa nada por reconocerlo. A través de un nuevo vídeo en su canal, la especialista ha abordado un tema poco explorado pero muy común: la incomodidad que sienten algunas personas cuando alguien irrumpe en su espacio íntimo.

Según explica, esta sensación no tiene nada que ver con ser “antipática” ni con tener problemas sociales, sino con una forma distinta de gestionar la energía. “Para muchos, el hogar es un refugio sagrado, un lugar donde la mente se recarga con silencio y calma”, señala Rojas, recordando las ideas de Carl Jung sobre introversión y extraversión. Mientras que algunas personas se nutren de la interacción constante, otras necesitan soledad para recuperar fuerzas.

El malestar ante una visita inesperada puede ser, en realidad, un mecanismo de autoprotección, más que un rechazo personal hacia los demás. Rojas lo describe como el choque entre la “máscara social” que todos usamos en público y la necesidad de autenticidad en el espacio propio. “No estás siendo egoísta, estás siendo sabia”, recalca en su mensaje.

En su análisis, también recuerda que el hogar es un espejo del mundo interior, y que permitir o no el acceso a él no es un simple gesto de cortesía, sino un acto profundamente simbólico. Para quienes están en procesos de autoconocimiento o atravesando momentos de sanación emocional, abrir la puerta a otros puede sentirse como una invasión energética.

La psicóloga insiste en que dejar de disculparse por necesitar silencio es un paso crucial para vivir con más autenticidad. Rechazar visitas o cancelar planes no debería interpretarse como frialdad, sino como un acto de autocuidado y respeto por los propios límites. “Tienes derecho a reservar tu espacio y tu tiempo, porque mientras tratas de complacer a otros, corres el riesgo de abandonarte a ti misma”, añade.

Ese “ermitaño interior” al que se refiere Rojas no es una señal de aislamiento patológico, sino una llamada al equilibrio. Se trata de reconocer cuándo hace falta estar sola y cuándo conviene abrirse a la conexión con los demás. Crear rituales de calma, comunicarse con claridad y aprender a decir que no son, para ella, prácticas esenciales de bienestar emocional.

El mensaje final es claro: no hay una única forma válida de relacionarse con el mundo. Para algunas personas, el silencio y la soledad consciente son tan necesarios como para otras lo es la interacción constante. “Tu forma de estar en el mundo es legítima y merece respeto”, concluye Rojas, invitando a quienes se sienten culpables por no querer recibir visitas a ver esa necesidad como una expresión natural de su alma.

jueves, 25 de septiembre de 2025

Gloria R. Ben, psicóloga, sobre adolescentes que usan la IA como psicólogo: "Pueden recibir respuestas vacías, inadecuadas o dañinas que refuercen ideas negativas"

ELENA VILLEGAS      |       hola.com      |      02/09/2025    

 

Cada vez más adolescentes buscan ayuda psicológica en un chatbot, que, al carecer de empatía, no es capaz de valorar qué es lo mejor para cada adolescente y producir mayor malestar emocional

 La Inteligencia Artificial (IA) ya ha revolucionado nuestras vidas y seguirá haciéndolo en muchos aspectos, para bien y para mal. La mayoría de los adolescentes recurren ya habitualmente a ella y puede resultarles muy útil a la hora de hacer determinados trabajos y proyectos educativos, pero los expertos empiezan a alertar de usos no deseados de la IA por parte de adolescentes, especialmente en lo que tiene que ver con las relaciones humanas.

Muchos interactúan con chatbots como si estos fueran sus amigos y hay chicos y chicas que, incluso, los utilizan como psicólogo. Si riesgo tiene lo primero, por cuanto a que puede llegar a afectar enormemente las relaciones reales, lo segundo puede ser mucho más perjudicial para la salud mental del menor y, según el caso (ideaciones de suicidio, trastornos de la conducta alimentaria…) para su salud física. Acerca de todo ello hemos hablado con Gloria R. Ben, psicóloga de Qustodio experta en nuevas tecnologías

¿Qué lleva a algunos adolescentes a interactuar con un chatbot como lo haría con un amigo?

Los adolescentes pasan gran parte de su tiempo en entornos digitales, y eso hace que interactuar con un chatbot les resulte algo natural. La facilidad con la que pueden preguntar y recibir una respuesta inmediata es uno de los factores que más les atrae.

Además, la Inteligencia Artificial puede adaptarse progresivamente a lo que le vamos diciendo. Cuanto más interactúan con ella, más sienten que el chatbot les “entiende” o responde de manera afín a sus ideas, lo cual refuerza esa sensación de conexión.

Otro aspecto importante es que, en el mundo digital, las relaciones se perciben como más seguras y menos exigentes que en persona: no hay juicios, no hay silencios incómodos y se tiene un mayor control de lo que se comparte. Para muchas personas, resulta más fácil iniciar una conversación detrás de una pantalla que cara a cara.

¿Estos adolescentes suelen ser menos sociables o tener pocos amigos en la vida real?

Es cierto que puede ser un factor de riesgo. Los adolescentes que tienen más dificultades para entablar amistades o que se sienten inseguros en sus relaciones sociales tienden a pasar más tiempo en su habitación o con dispositivos electrónicos, lo cual puede llevarles a buscar en el chatbot una interacción más sencilla y menos exigente.

Sin embargo, esto no significa que solo lo usen los adolescentes con menos habilidades sociales. También chicos y chicas con una vida social activa pueden recurrir a estas herramientas, porque muchas veces sienten que la IA les comprende mejor, valida sus opiniones, o se adapta a su forma de pensar.

¿Cuáles son los riesgos de esta interacción?

Los principales riesgos surgen cuando el adolescente empieza a confundir la interacción con la IA con una relación real. Ya ha habido casos graves, como el de un chico en EE.UU. que llegó a creer que mantenía una relación amorosa con una IA y que esta le sugirió encontrarse “fuera de este mundo”, lo cual malinterpretó y le llevó a quitarse la vida. Esto demuestra hasta qué punto la frontera entre lo virtual y lo real puede difuminarse en etapas de tanta vulnerabilidad como la adolescencia.

Cuando se formulan preguntas personales, las respuestas que ofrece la IA pueden sonar muy convincentes y el adolescente puede interpretarlas como verdades absolutas o como vínculos emocionales auténticos. Esto aumenta el riesgo de malinterpretaciones y de generar dependencia emocional hacia un sistema que en realidad no siente ni comprende.

Otro riesgo importante es que, si la interacción con la IA resulta más sencilla y gratificante que las relaciones humanas, el menor puede reducir su interés por socializar en la vida real. Como consecuencia, puede derivar en aislamiento, pérdida de habilidades sociales, bajo rendimiento académico y un mayor impacto en su salud emocional (ansiedad, tristeza, retraimiento). En definitiva, el peligro no es usar un chatbot en sí mismo, sino que se convierta en un sustituto de las relaciones y experiencias reales que son esenciales en la adolescencia.

Cuando esa ‘amistad’ con el chatbot evoluciona hasta el punto de que busca en él ayuda psicológica, ¿qué puede implicar?

Cuando la relación con un chatbot evoluciona hasta el punto de buscar en él ayuda psicológica, el riesgo principal es que las respuestas no sean las más adecuadas ni personalizadas. La IA no tiene empatía, ni emociones, ni una verdadera comprensión del contexto de la persona, genera frases automáticas que pueden sonar convincentes, pero no necesariamente útiles o seguras.

A diferencia de un amigo, un familiar o un profesional, un chatbot no puede interpretar matices emocionales ni valorar qué es lo mejor para cada situación. En cambio, una persona real ajusta sus palabras teniendo en cuenta tu situación, tu historia y lo que realmente necesitas en ese momento; la IA no.

Esto significa que, en lugar de encontrar apoyo real, el adolescente puede recibir respuestas vacías, inadecuadas o incluso dañinas, que refuercen ideas negativas o generen más confusión. En casos extremos, la dependencia de estas “respuestas enlatadas” puede retrasar la búsqueda de ayuda profesional y agravar el malestar emocional.

Además de todas las implicaciones que señalas en la pregunta anterior, ¿puede generar adicción al menor ese tipo de interacción?

Efectivamente, toda conducta que produce motivación o placer, aunque sea una satisfacción vacía o pasajera, puede dar lugar a dependencia si se repite de forma constante. En el caso de los chatbots, el riesgo aumenta porque las respuestas suelen dar un refuerzo positivo inmediato (siempre contestan, nunca juzgan, se adaptan a lo que piensas), y además pueden implicar un cierto componente emocional. Esa combinación puede hacer que el menor sienta una necesidad creciente de volver una y otra vez a la interacción, hasta el punto de preferirla a otras actividades reales.

Si se mantiene en el tiempo, esto puede llevar a una pérdida de control y a que la vida social, escolar y emocional se vea afectada, igual que ocurre con otras formas de adicción.

¿Cómo pueden darse cuenta los padres de esta relación insana de su hijo adolescente con la tecnología?

La clave está, como siempre, en mantener una observación cercana de nuestros hijos. No se trata de vigilar ni de controlar, sino de estar atentos a los cambios en sus hábitos, actitudes o carácter, porque suelen ser los primeros indicios de que algo no va bien. Algunas señales de alerta pueden ser: pasar cada vez más tiempo con el ordenador o el móvil, encerrarse con frecuencia en la habitación, mostrarse más reservado/a y hablar menos en casa, salir menos con sus amigos o abandonar actividades que antes disfrutaba, mostrarse más irritable, triste o desconectado/a del entorno familiar, etc.

Estos cambios no siempre significan un problema grave, pero sí son una señal de aviso de que algo está pasando. Lo importante es acercarse con diálogo, escucha y límites claros, mostrando interés por lo que les ocurre, sin poner el grito en el cielo cuando algo no nos guste, siendo comprensivos, y ayudándoles a buscar alternativas que les ayuden a recuperar su vida.

¿Es este tipo de interacciones un motivo más (a parte de los dados habitualmente) para retrasar la entrega del primer móvil a los hijos?

Siempre digo que la edad no debería ser el criterio principal para entregar el primer móvil, sino factores como la necesidad, la madurez y la educación recibida. Hay niños de 12 años que, gracias a un buen trabajo de prevención y acompañamiento por parte de sus padres, colegio, etc., demuestran una gran responsabilidad en el uso de la tecnología. En cambio, hay adolescentes de 16 que aún no han desarrollado ese criterio.

Lo fundamental es que los hijos comprendan que el móvil y la tecnología, bien utilizados, aportan muchos beneficios, pero que también conllevan riesgos si se usan de manera inadecuada. Por eso, antes de tomar la decisión de darles su primer dispositivo, es importante sentarse a hablar con ellos: entender qué les motiva para querer un móvil, explicar claramente los buenos y malos usos, hacerles entender que el móvil no es suyo sino nuestro, que no estamos vigilando o controlando, sino protegiendo, establecer acuerdos y, sobre todo, ser nosotros mismos un ejemplo de cómo hacerlo de forma responsable.

Dada la evolución de la tecnología en los últimos años, ¿es adecuado dejar al niño o al adolescente solo en su habitación con un ordenador o cualquier otro dispositivo electrónico, como era habitual hasta ahora?

No, nunca ha sido adecuado y hoy en día, con el acceso ilimitado a Internet, lo es aún menos. Cuando participo en encuentros con familias suelo utilizar un ejemplo muy gráfico: “¿Dejaríais a vuestros hijos solos en medio de un polígono industrial de noche?”. La mayoría responde que no. Sin embargo, muchas veces sí les dejamos solos con un móvil y libertad total para navegar, lo que puede ser aún más peligroso.

Es fundamental que los hijos comprendan que esta medida no es una prohibición ni un simple control, sino una forma de protección. Por ello, resulta muy valioso apoyarnos en aplicaciones de control parental como Qustodio, que nos dan información muy valiosa acerca del uso que nuestros menores están haciendo de la tecnología.

Acompañarles de manera activa en el uso de sus dispositivos e interesarse por lo que hacen en ellos, nos va a permitir también mejorar la relación con nuestros hijos e incluso, ayudar a que se sientan seguros y desarrollen criterios propios para no ponerse en riesgo.

¿Cómo enseñar a los niños y a los adolescentes a interactuar de manera adecuada con la IA? ¿Qué deben saber los padres al respecto?

Lo primero es que los adultos aprendamos a interactuar con la Inteligencia Artificial. No podemos olvidar que también es algo nuevo para nosotros y que su desarrollo ha sido muy rápido. No pasa nada por reconocer que no lo sabemos todo: sentarnos con nuestros hijos para que nos expliquen qué entienden ellos por IA, para qué creen que sirve y cómo la utilizan puede ser un buen punto de partida.

No se trata de negarla, prohibirla o restarle valor, sino de comprender que, bien utilizada, puede convertirse en una herramienta muy útil. Los padres debemos ser modelos: aprender y enseñar al mismo tiempo. Conversar con los hijos sobre qué es la IA y cómo emplearla de manera responsable, utilizarla juntos y aprovechar esas experiencias para guiarlos son estrategias que permiten, además, fomentar el pensamiento crítico. Es clave enseñarles a no creer ciegamente todo lo que leen o reciben a través de estas herramientas.

Por último, debemos asumir que la van a usar, tanto en sus trabajos escolares como en su vida cotidiana, porque la Inteligencia Artificial ya forma parte de nuestro día a día. Ante esta realidad, lo más constructivo no es rechazar ni prohibir, sino escuchar, acompañar y orientar. Igual que un profesor de Educación Física guía al alumno en el aprendizaje de un deporte, corrigiendo y orientando para que desarrolle hábitos saludables, los padres debemos acompañar a nuestros hijos en el uso de la IA para que aprendan a hacerlo con criterio y seguridad.

martes, 23 de septiembre de 2025

Ira y salud mental: Las 6 estrategias recomendadas por expertos para transformar el enojo en una herramienta positiva

JUAN BAUTISTA SALAVERRI       |       infobae.com       |         02/09/2025

 

La ira es una de las emociones más extendidas en la experiencia humana. El amplio repertorio de palabras y expresiones que se usan habitualmente para describirla subraya su omnipresencia. Esté fenómeno no es una mera coincidencia lingüística, sino que responde a una complejidad de un sentimiento arraigado en la biología y cultura.

Brad Bushman, profesor y experto en conductas agresivas, afirma que la ira funciona como un motor poderoso que, si bien la mayoría prefiere dejar atrás, genera una sensación de empoderamiento momentáneo. “A la gente no le gusta sentirse enojada, y la mayoría de quienes la sienten quieren liberarse de ella”, destaca el docente de comunicación en la Universidad Estatal de Ohio.

Incluso, este sentimiento ha impulsado movimientos sociales y políticos que tuvieron un gran impacto en la historia. El sufragio femenino y la acción colectiva de Black Lives Matter son dos ejemplos que reflejan como experiencias o momentos no se ajustan a los valores de la sociedad y generan una respuesta negativa.

La ira y su naturaleza

La capacidad de identificar y canalizar la ira de manera constructiva es un reto. Una gran parte de su dificultad reside en la doble naturaleza de la emoción. La diferencia entre el enojo surge como una distinción esencial para comprender el papel en la vida cotidiana.

El terapeuta Les Greenberg explica que, como emoción primaria, la bronca puede brindar información valiosa y además guiar la acción adecuada para corregir o enfrentar una situación adversa. De este modo, la furia puede ser hasta saludable: estimula a actuar frente a aquello que puede percibirse como dañino o injusto.

Sin embargo, cuando surge a partir de emociones como el miedo, la vergüenza o culpa, se convierte en un carácter desadaptativo. Esta actitud se desliga de causas inmediatas y es anclada a experiencias pasadas y emociones arraigadas, dificultando su resolución que desemboca en un espiral hostil.

En consecuencia, comprender estas facetas es un primer paso crucial para abordar la ira de un modo que genere beneficios al individuo y al entorno que lo rodea.

Consecuencias físicas, mentales y sociales: los efectos de la ira mal gestionada

El mal manejo del enojo no es un aspecto que genere únicamente consecuencias individuales, sino que también afecta al círculo inmediato. Según destacan especialistas, la dificultad para controlar la emoción deriva en problemas físicos, psicológicos y sociales.

Bushman, que fue citado por la Revista Time, manifiesta que el enojo descontrolado incrementa el riesgo de diversas patologías. Los episodios de furia elevan la presión arterial y frecuencia cardíaca, lo que podría agraviar condiciones relacionadas con el corazón.

Por otro lado, en niveles psicológicos, el mal manejo intensifica la probabilidad de padecer síntomas como la depresión o ansiedad. Asimismo, no procesar las emociones, o incluso intentar suprimirlas, dificulta la comprensión consciente de los propios sentimientos y favorece la aparición de patrones autodestructivos.

Los expertos afirman que la ira es uno de los principales factores del comportamiento agresivo en diferentes contextos. El docente de la casa de estudios en Ohio enfatiza en incidentes por furia al volante, violencia doméstica, homicidios, entre otros fenómenos de agresividad social.

No obstante, la ira mal gestionada deteriora tanto relaciones personales como profesionales, pudiendo generar bloqueos en la comunicación y agravando dificultades para resolver conflictos en entornos comunitarios. De esta manera, el círculo vicioso de hostilidad, desconfianza y falta de control repercuten en la calidad de vida de todos los involucrados.

Formas saludables de afrontar y expresar la ira

La regulación efectiva de la ira constituye un desafío que requiere estrategias bien definidas. Se pueden organizar en prácticas que abarcan desde el control inmediato hasta el desarrollo de habilidades comunicativas y la búsqueda de apoyo profesional.

Relajación y reducción de la excitación

A diferencia de la necesidad de desahogo, una creencia popular instalada, especialistas señalan que liberar esa energía mediante gritos o movimientos bruscos solo intensifica la excitación fisiológica y refuerza el enojo. Bushman advierte que en vez de incrementar la agitación, se recomienda disminuirla a través de técnicas de relajación.

La respiración profunda es quizás el método más accesible y que resulta más efectivo en las personas que sufren de ira. Como alternativas complementarias surgen la meditación, ejercicios de relajación muscular y la práctica de yoga. Cada una de estas actividades posibilita una reducción paulatina de las tensiones físicas y emocionales asociadas a la ira, facilitando un retorno gradual al equilibrio.

Laura Beth Moss, supervisora ​​de la Asociación Nacional para el Manejo de la Ira, destaca que al revisar estos registros se facilita la identificación de patrones, permitiendo anticipar reacciones y diseñar estrategias específicas para futuras ocasiones. A partir de ello, se motiva a buscar soluciones preventivas, en vez de las recreativas.

Utilizar la comunicación asertiva

Expresar la ira de forma clara y respetuosa es esencial para transformar la emoción en una herramienta de diálogo constructivo. La terapeuta colegiada, Julia Baum, insiste en el valor de la comunicación asertiva, la cual implica reconocer las propias necesidades y sentimientos sin sobreponerlos ni someterlos a los de la otra persona.

Para generar un efecto positivo, el momento y el tono de la conversación resultan decisivos. Si la agitación todavía domina el ánimo, es esencial esperar para poder manejar la conversación con serenidad. De igual manera, recomiendan propiciar la reciprocidad en la comunicación, indagando también en el estado emocional y las percepciones de la contraparte.

Si la autogestión no basta, buscar ayuda profesional

En casos donde la ira se vuelve frecuente e intensa, donde ya las estrategias personales no logran controlar los efectos, los especialistas explican que resulta pertinente considerar la intervención profesional. Esto no busca únicamente controlar las manifestaciones negativas, sino también fomentar capacidades que permitan una mejor calidad de vida. 

Narcís Cardoner, cap de Psiquiatria de l´hospital de Sant Pau: "Si el malestar postvacacional no es dilueix en una o dues setmanes hem d´anar amb compte, podem estar davant d´una depressió"

CLARA BARDAJI      |      Rac1.cat      |      04/09/2025

El psiquiatre de Sant Pau remarca que és normal que hi hagi "una resposta emocional" al retorn a la rutina i que pot allargar-se entre una i dues setmanes

Ha començat setembre i, amb això, les vacances de moltes persones arriben a la seva fi. És el moment de tornar a la rutina, a la feina o a l'escola, i deixar enrere el ritme pausat per recuperar la vida atrafegada i marcada pels horaris. Aquest canvi que, sovint, fem de manera sobtada pot provocar efectes en el nostre benestar. És el que es coneix com a malestar postvacacional i ens podem notar més tristos, frustrats, fatigats, nerviosos... "És una resposta emocional i és totalment normal en el 99% de persones que la pateixen", assenyala el doctor  Narcís Cardoner, director del Servei de Psiquiatria de l'Hospital de Sant Pau, a RAC1.cat.

Sovint es parla de síndrome postvacacional o, fins i tot, de depressió. En aquest sentit, Cardoner  recorda que"no és ni un trastorn ni una síndrome en el sentit clínic i patològic", sinó que aquest malestar "forma part del ventall de respostes emocionals que ens permeten fer transicions i adaptar-nos a un context diferent". "Hem de treure-li aquesta etiqueta amb connotació clínica, és molt diferent dels trastorns d'ansietat o depressius", afegeix el psiquiatre.

Per què patim respostes emocionals i com podem evitar-les?

Les vacances són un moment de desconnexió total de la rutina que seguim durant tot l'any. Pràcticament, no hi ha alarmes o, si n'hi ha, són perquè hi ha alguna activitat per la qual val la pena llevar-se abans. En general, però, els horaris canvien: ens llevem i ens n'anem a dormir més tard, mengem a deshores, fem migdiades, socialitzem més, tenim més temps per a nosaltres mateixos i per fer aquelles coses que no podem fer (o no tant) durant l'any.


És un canvi d'hàbits que dura només unes setmanes i que, tard o d'hora, cal deixar enrere per tornar a la rutina que se segueix durant l'any. Tornar a treballar després de les vacances sempre fa una mica de pujada, per molt que la teva feina t'agradi i la gaudeixis. "És el més normal, som éssers humans i ens agraden les coses bones. Estàs deixant de fer coses plaents per tornar a la rutina", explica el doctor.

 

I com ens pot afectar en el nostre benestar?

Cardoner detalla que "els primers dies poden ser més difícils i amb certes interferències transitòries a l'hora de fer les coses". Així i tot, no és una situació que acostumi a persistir: "No deixa de ser un període molt retallat de temps que, habitualment i de manera progressiva, es va normalitzant". És més, el psiquiatre de Sant Pau assenyala que, el fet que el teu cos i la teva ment reaccionin negativament a aquest retorn a "un context més rutinari i estressant" és una realitat molt positiva: "És un senyal de bona salut mental".

Tot i que no hi ha una pauta concreta que evitin totalment aquesta "resposta emocional", sí que hi ha unes mesures perquè l'adaptació sigui més fàcil:

·        Planificar el retorn: intentar evitar tornar de les vacances el dia abans de la tornada a la rutina. "Fer-ho amb uns dies d'antelació per poder fer les compres o preparatius necessaris.

·        Mantenir hàbits saludables després de les vacances: per exemple, mantenir activitat física o activitats com la lectura i esplaiar-ho el màxim possible, "si pot ser de manera indefinida, encara millor".

·        Tenir petites fites o plans de futur: el psiquiatre creu que és una bona opció tenir "objectius a curt termini", com una activitat organitzada per al proper festiu o cap de setmana, que "mitiguen aquest estrès".

 

La situació pot persistir: en quin moment m'he de preocupar?

De la mateixa manera que el malestar postvacacional és normal en la gran majoria de persones, també és habitual que aquestes emocions negatives vagin desapareixent soles amb el pas dels dies i a mesura que ens tornem a acostumar a un ritme de vida més accelerat. Ara bé, el psiquiatre que cal estar alerta si la situació s'allarga en el temps.

"El 99% de les situacions es resolen soles, però hi ha persones que comencen a sentir que aquest malestar persisteix i, fins i tot, es pot intensificar i provocar-te certa interferència", assenyala Cardoner. En concret, apunta que deixa de ser "una simple reacció postvacacional" quan aquest malestar persisteix una o dues setmanes: "Si la situació no es dilueix o normalitza en poc temps hem d'anar amb compte, podem arribar a estar davant d'una depressió".

En aquesta línia, el doctor recorda que una de les característiques de la depressió "és la seva estacionalitat i és habitual que, a la tardor, debutin molts episodis depressius". De la mateixa manera que l'expert transmet que el malestar postvacacional "és una resposta normal i adaptativa", també avisen que "no hauria d'allargar-se molt més d'una o, màxim, dues setmanes des del retorn a la feina". Si això passa, és important que la persona afectada no ho deixi passar i busqui ajuda.

 

sábado, 20 de septiembre de 2025

Sara Bosch y Marta López, psicólogas: "Los niños que juegan con sus padres y madres están grabando en su cerebro enlaces neuronales maravillosos"

ELENA VILLEGAS      |     hola.com     |     19/09/2025


Las expertas explican cómo el simple acto de jugar en familia fortalece el desarrollo cerebral y emocional de los niños

El juego no solo es diversión, sino que es necesario para los niños. Mediante el juego aprenden habilidades sociales, pero también es una forma de expresión de su mundo emocional. Además de todo eso, es una forma única y maravillosa de fortalecer el vínculo con nuestros hijos. “¡Creamos familia jugando!”, afirman con rotundidad Sara Bosch y Marta López, psicólogas y coautoras del libro Juguetes fáciles para momentos difíciles. Ideas profesionales para crear en familia y mejorar el día a día (Ed. Sentir)

Hemos hablado con ellas y explican cómo el juego contribuye al desarrollo cognitivo y emocional del niño y aportan ideas de juegos muy especiales para que padres, madres e hijos jueguen juntos y los niños aprendan al tiempo que disfrutan a lo grande.

¿Qué papel desempeña el juego en el desarrollo emocional e intelectual del niño?

Un papel absolutamente fundamental. De manera natural e innata, los niños juegan. Exploran, interaccionan y se adaptan a todo lo que les rodea (entorno y personas), generando vínculos seguros a través del juego. Por ello, podemos aprender de su método natural y proporcionarles juguetes que, además, estén orientados a que esa interacción no sólo sea lúdica, sino que genere aprendizajes dirigidos, conscientes y saludables. 

No existe un solo aspecto que forme parte de su desarrollo emocional que no pueda formar parte de un juego. Y si aprenden jugando, resulta obvio que el juego es una herramienta de incalculable e incuestionable valor. Los adultos inventamos y fabricamos juguetes para ellos, pero aún no los vemos suficiente -y desafortunadamente- como las maravillosas herramientas que son. No solo desempeñan un papel fundamental, sino que hacen que el desarrollo sea más bonito, sano, rápido y estable. Es -sencilla y llanamente- su lenguaje natural.

¿Qué juegos elegir para ese correcto desarrollo emocional y cognitivo de nuestros hijos?

Creo que son pequeños grandes retos. Ellos son los que nos desafían a que pensemos y optemos. Podemos repetir mil veces, gritar, incluso castigar o pretender que sean “pequeños adultos”, o podemos pensar en elegir o inventar no uno, sino cientos de juegos. ¿Cómo puedo enseñarle algo importante? ¿Cómo puede motivarle hacer algo? Hablamos del juego como un estilo, que trasciende al juguete clásico.

Cada edad tiene sus desafíos, por lo que cada edad tendrá sus recursos en forma de juego o juguetes. ¡Y no por ello tendrá el aprendizaje menos valor! Al contrario. No hay resistencias al aprendizaje porque es natural y divertido. Somos los adultos quienes los hacemos aburridos. Así que elegimos el juego siempre adaptándolo a un objetivo, unas normas y una manera de alcanzarlo. Y lo hacemos fácil y que pueda repetirse. 

Sin duda, mientras juega aprende conceptos que después va a extrapolar a la vida. Sucede. Sin más. Siempre animamos a los padres a que confíen en el aprendizaje positivo y natural. Trabajamos todos los “músculos” emocionales (la frustración, la tolerancia, la paciencia, la empatía, la adaptabilidad, la impulsividad, el afrontamiento al miedo, etc) y cognitivos (la planificación, la gestión del tiempo, la secuenciación, la atención, etc). Los psicólogos los utilizamos como recursos profesionales -para hacer nuestro libro escogimos algunos de ellos- ¿porqué no los van a utilizar los propios padres y madres en casa?

Creemos que, cada vez que somos conscientes de que queremos que aprendan algo, podemos pensar, diseñar o elegir un juego y adaptarlo a ese desafío. Objetivo, normas/instrucciones y método. Tres aspectos inherentes al juego de la vida. Ojalá la industria dedicara su interés a crearlos para facilitarles a los padres directamente esas herramientas. Quizás algún día… (estaremos encantadas de colaborar en eso!)

La elección del juego no es sencilla, pero como padres y madres, tenemos que apostar sobre todo por aquello que resulte funcional para nuestros peques, en base a su etapa madurativa, a su desarrollo emocional y a los objetivos que nos queramos marcar. Es importante ir poco a poco, hacerles el adecuado acompañamiento en ese aprendizaje disfrazado de juego. Los padres, a menudo, se justifican en consulta explicando que cuando gritan, es porque no pueden más. Optar por elegir juegos adecuados a su etapa, fáciles y motivadores, nos dará ese plan b mágico, ese oxígeno que a veces se acaba cuando educamos.

¿Cuáles son los primeros juegos que todo padre o madre debería ofrecer a su bebé?

Los juegos del amor, sin duda. Una manera de promover una relación mutua -a través de un objeto- que se convierte en un vínculo maravilloso. Esos juegos donde aparecen reacciones y gestos simples y sencillos (acción-reacción) que se repiten en una secuencia divertida “(no juegues a algo con un bebé que no estés dispuesto a repetir mil veces!”); sonidos, manipulaciones, movimiento/parálisis, simulaciones, aparecer/desaparecer… De aspectos y actividades primarias y básicas. 

Los primeros juegos deben promover ternura y sonrisa. No hay más complicación. Son momentos insustituibles de promover un apego seguro, un vínculo afectivo adecuado que perdurará en el tiempo. Ese es el objetivo y el aprendizaje que -mágicamente- se produce. Los bebés, los niños que juegan con sus padres y madres (adaptándose los adultos a ellos y no a la inversa) están grabando en su cerebro enlaces neuronales maravillosos, no sólo en ese momento en la relación con sus padres, sino como base futura de relación con los demás. Y fíjate, todos de forma instintiva usamos el juego con los bebés o para aproximarnos a ellos.

¿El juego puede sanar heridas emocionales?

Son fascinantes. Lo vemos cada día en consulta. El juego del buzón respondón, por ejemplo. Recuerdo un niño de 6 años. Su madre falleció y vivía en medio de un litigio entre su padre (custodia) y sus abuelos maternos, con quienes había convivido. Los abuelos estaban muy preocupados porque cuando iba a visitarles no expresaba nada de la nueva vida con su padre. Sentían que, obviamente tenía miedo de causar más conflictos en el mundo adulto. El buzón fue la clave. De repente empezó a poner notas dentro de él expresando miedos y tristezas. Y los abuelos (¿o el buzón?) pudieron responderle con notas de comprensión, amor y serenidad. Poco a poco, llevó esas expresiones a la comunicación real. El buzón le ayudó a transitar. Aún conservan esas notas escritas. 

No siempre es fácil que los niños nos hablen de lo que sienten. Ellos prefieren otros canales. Otros juegos nos ayudan a sanar adecuadamente la autoestima (otro músculo fundamental!), incluso a gestionar el duelo (tenemos ejemplos maravillosos) y el rechazo, algo que en ciertas edades causa un enorme daño entre iguales (como el bullying). Incluso nos ayudan a que adquieran habilidades para relacionarse cuando por circunstancias no las han adquirido adecuadamente. Como te decía, los juegos son recursos básicos en terapia. Nos ayudan a fomentar y promover estrategias personales que por otro canal, en ocasiones los peques no se ven capaces, a veces porque duele y otras porque no se contemplan...

¿Es necesario jugar en familia?

¡Indudablemente! ¡Creamos familia jugando! Cambiamos o intercambiamos roles, no hay jerarquías, todos tenemos el mismo objetivo y oportunidades… reír y hacer una actividad juntos no sólo es un rato agradable, sino que crea vínculo. Un vínculo irrompible que se graba en nuestro cerebro desde muy temprano. Es mi tribu. Y el vínculo parece invisible, pero no lo es. Químicamente es más que evidente y real. 

Pocas cosas hay que les gusten más a los niños que jugar con sus padres. Y si es con ambos a la vez, y con hermanos… es la máxima felicidad. Verse feliz con ellos y verles felices entre ellos. Eso les da una seguridad que no nos podemos ni imaginar. Sentir esa comunión con los suyos a través del juego común deja ese sentimiento de pertenencia y aceptación social que es el antídoto a sentir vacío, miedo a fallar, inseguridad y soledad futuros. Para la salud mental y su correcto desarrollo, es obligatorio jugar en familia.

¿De qué manera puede afectar a un niño la falta de juego con sus iguales?

La falta o ausencia de juego con iguales siempre va a ser un indicador a tener en cuenta. Puede ser que el niño no quiera jugar o que simplemente no pueda darse esa circunstancia. En cualquier caso no es la interacción natural. Los niños juegan a relacionarse, ensayan códigos, proyectan aprendizajes, emulan e imitan. La falta de esa antesala o entrenamiento social “jugando” promoverá una probable falta de habilidades relacionales o la tendencia a relacionarse muy específica y selectivamente o a percibir a los demás, en general de forma defensiva. 

Jugar con los iguales nos enseña a sentirnos iguales. Y a conocernos. El juego nos homogeneiza, nos comparte, nos hace colaboradores necesarios, nos muestra que el paraguas común del juego comprende estilos distintos, nos comparamos, competimos, nos obliga a vivir conflictos y a negociar o a buscar maneras de afrontar que, si son desadaptativas, los adultos pueden revertir. La falta de juego nos debe alertar a estar muy pendientes ante problemas relacionales futuros o incluso de identidad.

Uno de los juegos que proponéis en el libro es el 'spray antimonstruos', ¿en qué consiste?

Lo más importante del juego es que revierte el “modo pasivo” (bloqueo) en el que el miedo nos sitúa. El niño se convierte en un agente activo. Hace la pócima. Sigue instrucciones de figuras de confianza. Se enfrenta con inteligencia y realiza una acción claramente afrontadora (rociar). Es muy importante lo que proponemos que diga en voz alta (y lo repita) porque es lo que en psicología llamamos una autoafirmación. Es el mensaje que se da a sí mismo. Cada noche. De seguridad. De capacidad. Es lo que esa acción de afrontar dice de él. 

Todo eso son conductas incompatibles con las conductas que obedecen al miedo (pasivas, vulnerables, empequeñecedoras, devaluadoras..). Es un giro de 180 grados. La repetición conllevará el aprendizaje y la desensibilización. El miedo se neutraliza solo… con otras emociones antagónicas. Nunca el miedo desaparece con la razón, haciéndole sentir tonto o con la imposición a que no debe sentirse.   

'Los dormimonos' es el primero de los juegos que aparecen en el libro y está orientado, además de para superar miedos, para favorecer el sueño. ¿Cómo funciona este juego?

Es maravilloso. La creatividad de los papis aquí es lo que más lo enriquece. Es cómo usamos el juego. Son dos peluches (monos) unidos por una cuerda (liana). Obviamente la liana es la unión física entre los peques y los papis. Así la distancia emocional desaparece. No hay sentimiento de soledad aunque mamá o papá no estén delante. Un pequeño tirón sirve para comunicarnos sin vernos. Como los padres tienen uno de los peluches y el/la peque tiene el otro, representan simbólicamente los mismos pares. No pueden verse pero están unidos

Primero juntos se utilizan para generar un cuento, luego se comunican, se despiden, se dan las buenas noches… puede el mono “papis” aparecer de vez en cuando por el marco de la puerta y anunciarle al monito del peque que seguirá haciéndolo mientras descansa tranquilo… los dormimonos generan tranquilidad, seguridad y conexión. Y el peque se convierte en protector de su propio peluche. Obviamente hay que estar pendientes de retirarlos (la liana) en cuanto se duerme. Cada noche el cuento es distinto, ¡ahí está la creatividad! Al final, proyectando la circunstancia en los monos, el sueño confiado, seguro y apacible aparece en los humanos de forma natural...

Si tuviérais que elegir, ¿por qué apostaríais, por el juego simbólico o por juegos de reglas como los juegos de mesa? 

Cada juego tiene su particularidad, su beneficio. Todos son compatibles. No podemos apostar solo por proteínas, sino por una dieta variada. Todos los juegos nos alimentan. De más pequeños el juego simbólico es necesario para el desarrollo (e inevitable, los niños lo inventan!), de hecho los de reglas solemos inventarlos los adultos (al principio pocos son los niños que no se resisten a boicotearlas!). Está muy bien! Hay que fomentar ambos. Sin duda