PALOMA MARTÍNEZ VARELA | eldiario.es | 02/12/2025
La experta explica el concepto de “batería social”, que ilustra el agotamiento que sentimos tras un exceso de interacción y señala que en ningún caso se trata de un diagnóstico clínic
En un día de esos en los que las reuniones y los planes
sociales se encadenan, has quedado para comer al salir del trabajo, después
tienes otro compromiso y no hay tiempo para pasar por casa; hay quien solo
quiere desaparecer y quedarse en silencio. Para nombrar esta sensación de
agotamiento, la expresión “batería social” lleva tiempo apareciendo en redes
sociales.
“Cuando hablamos de ‘batería social’ nos referimos, de
forma metafórica, a la energía que tenemos disponible para interactuar con
otras personas. Igual que una batería física, la idea en este caso es que se
‘carga’ y ‘descarga’ en función de nuestras experiencias, contexto, estado de
ánimo, tipo de interacciones, momento vital, entre otros factores”,
contextualiza Luz María Peña, psicóloga sanitaria en Center Psicología, que deja claro que
en ningún caso se trata de un diagnóstico clínico.
“Podemos notar que nuestra batería
social está baja cuando sentimos saturación ante estímulos sociales, por
ejemplo cuando cuesta mantener conversaciones, nos sentimos más irritables,
desconectados o simplemente tenemos ganas de estar a solas”, detalla Peña. “No
necesariamente implica que tengamos un problema o que haya algo mal con
nosotros, se trata de una señal de nuestro organismo indicándonos que
necesitamos espacio para recuperarnos o reequilibrar nuestras demandas sociales
y personales”, aclara.
Las interacciones que tienen el efecto contrario
La experta señala que también podemos vivirlo de manera inversa: “Hay interacciones que pueden recargar la batería, especialmente cuando nos sentimos cómodos, comprendidos o seguros. En estos casos, la conexión social puede ser beneficiosa, nos apetece seguir hablando, compartir más, prolongar la interacción”. “En definitiva, no se trata solo de cuánto socializamos, sino también de cómo y con quién lo hacemos”, valora la psicóloga.
Si bien es cierto que
las personas introvertidas tienden a gastar más energía en interacciones
sociales, Peña asegura que este concepto va más allá de un rasgo de personalidad.
“El contexto, el estado emocional, las demandas del entorno o el tipo de
interacciones nos influyen mucho más de lo que creemos. Incluso una persona muy
sociable puede notar su batería agotada si atraviesa un momento de sobrecarga
en cualquier área de su vida: laboral, familiar, social, individual, etc.”,
explica.
Por eso, en vez de
hablar de personalidades, la experta recomienda “pensar en qué contextos pueden
percibirse como más energizantes o desgastantes, en función de la calidad de la
interacción y el resto de factores que influyen”.