miércoles, 12 de noviembre de 2025

Gabriel Rubio, psiquiatra: "El alcohol masculiniza a las mujeres y detiene las hormonas de los hombres"

ACyV      |      elconfidencial.com       |       21/10/2025

Cuatro décadas atendiendo adicciones sostienen su mensaje: la bebida etílica no es juego. En ellas empuja rasgos viriles; en ellos apaga la producción sexual.

El psiquiatra Gabriel Rubio, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre y una de las mayores autoridades españolas en adicciones, ha lanzado una advertencia tan rotunda como inquietante: “El alcohol masculiniza a las mujeres y detiene las hormonas de los hombres”. Rubio, que lleva más de cuatro décadas investigando los efectos del consumo de alcohol, asegura que esta sustancia “afecta a todas las células del organismo” y que su impacto va mucho más allá de la embriaguez ocasional.

El alcohol es un veneno para el cerebro”, recalca el psiquiatra en el pódcast Tiene Sentido. Su efecto, dice, es devastador: incrementa el riesgo de la mayoría de cánceres, deteriora las neuronas y modifica el equilibrio hormonal. En las mujeres, explica, aumenta la virilización, lo que se traduce en cambios físicos como la aparición de vello o la pérdida de cabello, además de una alteración del ciclo menstrual. En los hombres, por el contrario, disminuye la producción de testosterona y detiene las hormonas sexuales, provocando una especie de “feminización silenciosa”.

La trampa del placer y la falsa euforia

Rubio sostiene que el alcohol se percibe en el cerebro como un premio, casi más potente que el sexo o la comida, porque “alivia el miedo y da sensación de seguridad”. Esa falsa calma, combinada con la euforia inicial, explica por qué muchos beben para aliviar la ansiedad o la tristeza. Pero el problema comienza cuando el cuerpo asocia el bienestar con la bebida: “Cuando empezamos a beber para aliviar emociones negativas, ya hemos cruzado la línea roja”.

El psiquiatra alerta en el pódcast Tiene Sentido de un fenómeno que le preocupa profundamente: la insensibilidad social ante el consumo de alcohol en adolescentes. Según sus investigaciones, el 10% de los jóvenes que beben entre los 13 y 14 años desarrollará una dependencia a los 25. “Sabemos que cuanto antes se empieza, más se entorpece el desarrollo biológico y emocional”, advierte. El problema, añade, no es solo la adicción, sino los efectos colaterales: embarazos no deseados, accidentes, fracaso escolar y depresión.

Una de las frases que más irrita a Rubio es la famosa recomendación de “beber con moderación”. A su juicio, es una estrategia de marketing de la industria alcohólica para trasladar la responsabilidad al consumidor. “Si el alcohol tuviera un prospecto como un medicamento, nadie lo bebería. Nos engañan diciendo que un poco no hace daño, cuando cualquier cantidad puede ser perjudicial”, sentencia. Los estudios, recuerda, demuestran que el consumo regular —aunque sea bajo— aumenta el riesgo de cáncer de mama, de colon o de próstata décadas después.

Pese a la magnitud del daño, Rubio reconoce que el alcoholismo sigue siendo una enfermedad estigmatizada. “Decir ‘he dejado de beber’ genera sospecha. Si alguien deja de fumar, todos lo felicitan; si deja de beber, piensan que está enfermo”, lamenta. Esa vergüenza, explica, lleva a muchas familias a ocultar la situación o incluso a mantener alcohol en casa “para no parecer raros”.

Tras décadas tratando a pacientes, el psiquiatra tiene una convicción firme: “El alcohol no cura, no relaja y no alegra, solo enmascara el dolor y te hace dependiente de él”. Su consejo es tajante: no hay dosis segura ni excusa cultural que justifique su consumo. “Somos un país donde se brinda hasta en los funerales, pero debemos empezar a hablar del problema sin miedo, igual que se habla del tabaco o del cáncer”.

Rubio continúa su cruzada desde el hospital 12 de Octubre y las asociaciones de exalcohólicos, convencido de que la educación y la información son la verdadera vacuna contra una sustancia que, según él, “ha sido vendida como medicina, pero actúa como veneno”. 

10 hábitos para cultivar la empatía según el psiquiatra Enrique Rojas

 CELIA PÉREZ LEÓN      |      cuerpomente.com      |      20/10/2025

¿Tienes problemas para demostrar empatía a los demás? El psiquiatra Enrique Rojas nos recomienda 10 hábitos sencillos con los que podemos cultivar esta habilidad esencial para mantener a salvo nuestros vínculos y relaciones.

Cuando hablamos de empatía siempre esperamos que sea el otro quien la ejerza. Todos vemos valor en estar junto a alguien que es empático, pero a menudo despreciamos lo que nos puede aportar cultivar esta capacidad en nosotros mismos. “La empatía es uno de los pilares de la madurez emocional”, explica el psiquiatra Enrique Rojas, “es la capacidad de salir de uno mismo y entrar en el mundo interior de la otra persona, entender cómo se siente, qué piensa y que le duele”.

Entrenarla, sugiere el psiquiatra, es esencial para tener grandes relaciones sociales, e incluso puede mejorar nuestro futuro profesional. Porque sí, la empatía se entrena.  Y es que, tal como señala el experto desde sus redes, “aunque hay personas naturalmente empáticas, esta habilidad se puede educar”. Y para hacerlo, el experto recomienda incluir diez hábitos en nuestra vida.

ESCUCHAR SIN PANTALLAS MENTALES

 Si ponemos entre nosotros y nuestro interlocutor opiniones, prejuicios o expectativas, no lograremos una verdadera comunicación”, comienza sus recomendaciones el Dr. Rojas. Tal como nos explica, la verdadera comprensión del otro solo puede alcanzarse cuando se dejan de lado los prejuicios personales. En caso contrario, entenderemos solo aquello que se ajuste a nuestra versión de los hechos, algo que los psicólogos explican con lo que se conoce como “sesgo de confirmación”, la tendencia de nuestro cerebro de quedarse únicamente con los datos que confirman sus ideas preconcebidas.

No dar consejos que no se nos piden

Es fácil caer en la tentación de dar consejos a las personas que nos rodean cuando nos cuentan que están pasando por un mal momento, sin darnos cuenta de que al hacerlo no estamos adoptando una postura realmente empática. “Cuando alguien se esté sincerando, no debemos juzgarlo o decirle lo que debe hacer, a menos que nos lo haya pedido”, explica el Dr. Rojas.

Preguntar con delicadeza

En lugar de ofrecer consejos, como se exponía en el punto anterior, el Dr. Rojas nos recomienda preguntar con delicadeza. “Interesarnos por el mundo del otro sin que por ello se sienta invadido”, señala desde sus redes. Y es que solo por medio de la curiosidad genuina podemos acercarnos al mundo emocional del otro. De lo contrario, es fácil acabar asumiendo que algunas percepciones personales son ciertas. Es mejor verificar todo siempre con una pregunta amable.

Expresar los propios sentimientos

Si queremos que una persona confíe en nosotros, debemos mostrar confianza. “La comunicación de calidad es siempre bidireccional. Para que se dé un clima de complicidad, ambos deben poner las cartas sobre la mesa”, señala el experto. Así que para poder ingresar en el mundo emocional de los demás, lo primero que debemos hacer es acostumbrarnos a abrir el nuestro de par en par. Al menos, para aquellas personas con las que queremos establecer una relación significativa.

Demostrar afecto

Si mostrarnos abiertos emocionalmente era esencial, demostrar afecto es algo obligatorio.  “Mostrar una actitud cálida y cariñosa que facilita el intercambio de opiniones y sentimientos”, nos explica el psiquiatra. Solo en una relación en la que existe auténtico afecto hay cabida para la auténtica comprensión y empatía, cualidades de las personas con inteligencia emocional. Cuanto más conectemos a nivel emocional con el otro, más sencillo nos será comprender sus preocupaciones y motivaciones.

Cultivar la paciencia

La empatía requiere de otra habilidad en desuso, como es la paciencia. Según Enrique Rojas, “paciencia es saber esperar y continuar”, porque “el amor necesita tanto pasión como paciencia”. Algunas emociones cuesta expresarlas en voz alta, y con prisas no se llega a ninguna parte. Darle tiempo a la otra persona es esencial para que pueda comunicarse con nosotros con claridad.

Practicar la indulgencia con los demás

No podemos exigir a los demás aquello que no estamos dispuestos a exigirnos a nosotros mismos, es una de las leyes básicas de las relaciones saludables. Pero es que, además, señala Enrique Rojas, sabemos gracias a la psicología que “sacar a relucir los fallos ajenos dinamita la comunicación”, por lo que no es muy efectivo para la empatía.

Ser conscientes del lenguaje no verbal

A veces las personas que nos rodean nos parecen indescifrables, porque solo prestamos atención a lo que nos dicen con las palabras. Pero hay otra forma, mucho más sutil, en la que las personas comunicamos lo que sentimos. Y es por medio del lenguaje no verbal. “Hay pequeños gestos corporales que nos aportan una informaciónmuy valiosa sobre el humor y el ánimo del otro”, señala el psiquiatra.

Educar la mirada para ver el lado positivo

Parece un consejo para ser feliz, y podría serlo, pero es también esencial para practicar la empatía. “Poner énfasis en los aspectos que nos unen al otro en lugar de insistir en las posibles diferencias”, explica Enrique Rojas, es esencial para mantenernos conectados. Es una de las formas más eficaces de multiplicar la empatía.

Asumir la culpa

Para acabar, el psiquiatra nos recuerda que “aceptar que somos imperfectos humaniza la relación y rompe la rigidez que puede generar tensión”. Así que asumir nuestra responsabilidad en los conflictos o circunstancias del día a día es esencial para que pueda construirse un verdadero vínculo basado en la empatía.