Consejo General de Colegios Farmacéuticos | farmaceuticos.com | 08/10/2025
Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, con el objetivo de sensibilizar sobre la importancia de la detección temprana, el abordaje integral y el apoyo a las personas que sufren enfermedades mentales
El Consejo General de Colegios Farmacéuticos se suma a este día con la
publicación de un informe centrado en el trastorno bipolar, una patología
mental en la que el incumplimiento terapéutico es un problema frecuente que
puede afectar a más de la mitad de los pacientes
Para mejorar la adherencia, además de preparar sistemas personalizados de
dosificación (SPD), el farmacéutico puede recomendar recordatorios mediante
dispositivos digitales, vincular la toma del fármaco a rutinas diarias o
elaborar un plan escrito con el paciente o su cuidador
También puede explicar de manera comprensible las características del
tratamiento prescrito, la importancia de tomar regularmente la medicación y las
consecuencias clínicas de no hacerlo
Uno de los principales retos en el abordaje del trastorno bipolar es la
falta de adherencia al tratamiento, que se estima afecta hasta al 60 % de los
pacientes en algún momento durante el proceso terapéutico.
Para solventar este problema, desde la farmacia comunitaria y
hospitalaria, el farmacéutico puede explicar de manera comprensible las
características del tratamiento prescrito, la importancia de la toma regular de
la medicación y las consecuencias clínicas de no hacerlo, como el riesgo de
recaída o de desestabilización.
Asimismo, puede ofrecer pautas prácticas que faciliten la adherencia,
entre ellas, recomendar el uso de sistemas personalizados de dosificación (SPD)
preparados por el farmacéutico; de recordatorios mediante dispositivos
digitales; vincular la toma del fármaco a rutinas diarias, o elaborar un plan
escrito con el paciente o su cuidador. Incluso, en los pacientes con
dificultades específicas (por ejemplo, ancianos con polimedicación o
adolescentes con rechazo al tratamiento), el farmacéutico puede adaptar la
información a su contexto, identificando barreras individuales.
Estas son solo algunas intervenciones que el farmacéutico puede hacer en
favor de los pacientes con trastorno bipolar recogidas en el Punto
Farmacológico 193 centrado en esta enfermedad y que ha elaborado el Consejo
General de Colegios de Farmacéuticos para sumarse al Día Mundial de la Salud
Mental, que se celebra cada 10 de octubre.
El objetivo de este día mundial es recordar la importancia de la detección
temprana, el abordaje integral y el apoyo a las personas con problemas de salud
mental. Objetivos con los que está plenamente alineado el farmacéutico, siempre
comprometido con la mejora de la atención sanitaria de los que sufren estas
enfermedades.
Seguimiento para detectar efectos adversos
El tratamiento farmacológico del trastorno bipolar es la base del manejo
de una enfermedad que se caracteriza por la alternancia de episodios de manía o
hipomanía y de depresión, con fases de estabilidad emocional o eutimia entre
ellos.
Así, en la fase aguda de manía, los antipsicóticos atípicos son los
fármacos de elección por su rápido inicio de acción y, en ocasiones, se
combinan con estabilizadores del ánimo, como el litio o el valproato.
Para los episodios de depresión, el uso de antidepresivos presenta mayores
limitaciones que en el caso del trastorno depresivo mayor, por lo que con frecuencia
se emplean también antipsicóticos, como la quetiapina, o antiepilépticos, como
la lamotrigina, habitualmente combinados con litio.
En la fase de mantenimiento, el litio continúa siendo el fármaco de
referencia por su eficacia en la prevención de las recaídas.
Ahora bien, el litio, los anticonvulsivantes y los antipsicóticos se
asocian con determinados efectos adversos y algunos de ellos, como el litio,
cuentan con un margen terapéutico estrecho, por lo que se debe resaltar la
importancia de respetar las dosis indicadas por el especialista para evitar el
riesgo de aparición de efectos tóxicos.
En este sentido, el farmacéutico comunitario, gracias a su contacto
frecuente con el paciente, se encuentra en una posición estratégica para
identificar de manera temprana signos de toxicidad o problemas relacionados con
la medicación.
Por ejemplo, si el paciente está tomando litio y sufre síntomas como
temblor, sed excesiva o alteraciones gastrointestinales, la concentración
plasmática del fármaco podría haber excedido el margen terapéutico.
Por otra parte, los antipsicóticos de segunda generación conllevan riesgo
de síndrome metabólico (aumento de peso, dislipemia, diabetes), de modo que el
farmacéutico puede ofrecer controles regulares de glucemia y perfil lipídico,
así como promover estilos de vida saludables con una dieta adecuada –de tipo
mediterráneo– y la práctica de ejercicio físico.
Interacciones farmacológicas
Igualmente, es clave la vigilancia de interacciones farmacológicas. Y es
que, el uso concomitante de fármacos que afectan al metabolismo hepático o
renal puede incrementar el riesgo de toxicidad. Por tanto, la revisión de la
medicación completa del paciente permite detectar interacciones o duplicidades,
lo que subraya la importancia de una estrecha colaboración entre psiquiatría,
atención primaria y farmacia en el manejo del trastorno bipolar.
Asimismo, en el ámbito hospitalario, la participación de los farmacéuticos
en comités multidisciplinares permite optimizar la selección del tratamiento,
ajustar las dosis en situaciones especiales (embarazo, ancianos, insuficiencia
renal o hepática) y monitorizar los parámetros analíticos.
Y, en el ámbito comunitario, la derivación oportuna al médico ante la
detección de signos de alarma –cambios bruscos de conducta, abandono del
tratamiento, síntomas sugestivos de toxicidad– contribuye a la optimización de
los resultados del tratamiento.
Luchar contra el estigma
No hay que olvidar otro importante desafío que supone el abordaje del
trastorno bipolar: el estigma, habitualmente asociado a estereotipos negativos,
como la idea de que el paciente es “peligroso”, “inestable” o “incapaz de
llevar una vida normal”, algo que no refleja la realidad de la enfermedad y
que, en cambio, puede provocar retrasar la búsqueda de ayuda, limitar la
adherencia y afectar negativamente a la integración social y laboral de los
pacientes.
También en estos casos el farmacéutico, por su situación de cercanía y por
la relación de confianza que suele entablar con los pacientes, puede contribuir
activamente a combatir estos prejuicios, a través de una comunicación empática,
centrada en la persona, que refuerce la idea de que el trastorno bipolar es una
enfermedad tratable y que, con un manejo adecuado, los pacientes pueden llevar
una vida plena.
Además, la farmacia comunitaria es un espacio privilegiado para ofrecer
campañas de sensibilización y divulgación orientadas no solo a pacientes, sino
también a familiares y a la población general.