BRUNO
MARTÍN | El País |
26/02/2018
“Un análisis de
522 ensayos confirma la utilidad de los 21 fármacos más comunes para tratar la
depresión.”
Un
equipo internacional de científicos que ha analizado cientos de ensayos
clínicos de los 21 fármacos antidepresivos más comunes ha llegado a la
conclusión de que todos ellos son más eficaces para reducir los síntomas de la
depresión grave que un placebo. Los investigadores aseguran que estos resultados,
publicados en la revista médica The Lancet, son la “mejor evidencia” de que los antidepresivos funcionan y de que más
personas enfermas podrían beneficiarse de sus efectos.
El
efecto placebo es extraordinario, especialmente con la depresión”, explica
Andrea Cipriani de la Universidad de Oxford, el autor principal del estudio. En
los ensayos con control aleatorio, un tercio de los pacientes de depresión
grave mejora tras dos o tres meses de tratamiento solo con
pastillas azucaradas. Sin embargo, el porcentaje medio de pacientes que mejora
al tomar un antidepresivo real es del 60%. “El ingrediente activo, la molécula
del fármaco, aumenta en 20 o 25 puntos porcentuales la probabilidad de
mejoría”, señala Cipriani. “Sabemos que es estadísticamente significativo,
ahora tenemos que ver cómo de significativo es en la clínica”.
La
investigación es un metaanálisis, es decir, un estudio estadístico de los resultados
de investigaciones científicas previas, en este caso de 522 ensayos con 116.477
personas adultas. Para hacer el análisis lo más robusto posible, los
investigadores “se esforzaron mucho” por incluir también datos no publicados,
dice la experta en metodología de la Universidad de Berna (Suiza) Georgia
Salanti, que también participó en la investigación. “Buscamos también estudios
de empresas farmacéuticas o de investigadores privados que no llegaron a
publicar los resultados de sus ensayos porque quizás no eran favorables”,
explica.
Los científicos encontraron diferencias entre la
eficacia de los antidepresivos: varían desde los que son el doble de eficaces
que un placebo hasta los que son solo una tercera parte más eficaces que el
placebo. En este caso, la eficacia de un medicamento se define como la
probabilidad de que reduzca los síntomas de la depresión en al menos un 50%
después de ocho semanas de tratamiento. Además, los investigadores compararon
la aceptación de cada fármaco, una medida de los efectos secundarios y del
nivel de satisfacción de los pacientes inferida por los abandonos de
tratamiento durante ensayos clínicos.
Muchos
no reciben tratamiento
En todo el mundo, solo una de cada seis personas que
requieren atención médica por depresión recibe un tratamiento eficaz, dice
Andrea Cipriani. Esta atención puede ser farmacológica o de otro tipo, como la
psicoterapia. En España la cifra es una de cada cuatro o cinco. Esto significa
que muchas más personas enfermas de las que actualmente siguen tratamiento
podrían beneficiarse del efecto de los antidepresivos, además de las otras
terapias eficaces disponibles.
Según Julio Bobes, parte del problema es que la gente
que realmente necesita atención médica puede no acudir a los especialistas por
ignorancia de la enfermedad o de la eficacia de los tratamientos. “Los propios
afectados a veces no creen que es una enfermedad”, explica el psiquiatra. En
España aproximadamente el 5% de la población sufre depresión y el 10% tendrá
depresión en algún momento de su vida.
En una nota adjunta al estudio publicada en el mismo
número de la revista, los investigadores Sagar Parikh de la Universidad de
Michigan (EE UU) y Sidney Kennedy de la Universidad de Toronto (Canadá) señalan
que tres medicamentos en concreto podrían considerarse una “primera opción”
recomendable en la clínica, por sus altas puntuaciones en eficacia y
aceptación: son la agomelatina, el escitalopram y la vortioxetina. Sin embargo,
Salanti aclara que los datos se basan en efectos promedios y el objetivo de su
publicación "no es hacer recomendaciones específicas”. Cipriani opina que
la jerarquía puede ser especialmente útil para los casos clínicos nuevos y sin
antecedentes familiares en los que un médico y su paciente deben escoger un
medicamento antidepresivo sin ninguna indicación —más allá de los datos
estadísticos generales— de la respuesta individual que podría generar.
En
la práctica, los psiquiatras se guían por su experiencia en el uso de cada
antidepresivo y evalúan los casos particulares de cada paciente, asegura Julio
Bobes, el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría. Dado que los
estudios recopilados usan distintas metodologías y dosis, el metaanálisis “no
es la forma de rigor de ordenar fármacos en términos de eficacia”, opina el doctor.
Sin embargo, Bobes matiza que el estudio “está muy bien hecho” y señala que los
datos respaldan lo que los profesionales clínicos ya sabían: que los
antidepresivos funcionan para tratar la depresión grave. Tanto él como el autor
del estudio, Cipriani, coinciden en que las mismas conclusiones no
se pueden aplicar a casos de depresión leve.
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