Big Vang –
Redacción | La Vanguardia | 4-02-2019
Hasta
ahora la relación entre microbiota y comportamiento solo se había demostrado en
animales
Científicos
de la Universidad belga de Leuven han logrado demostrar por primera vez en
humanos cómo la microbiota intestinal está implicada en
la salud mental, algo que hasta el momento se sospechaba y que solo se
había logrado probar en animales. En un estudio que publican en Nature
Microbiology, los investigadores consiguen identificar dos bacterias que son
clave en la depresión y, en general, en la calidad de la salud
mental. Este hallazgo abre la puerta a diseñar, en un futuro, nuevos
tratamientos que tengan como diana estas dos comunidades de bacterias.
Asimismo,
también han comprobado cómo algunos de los miles de millones de microorganismos
que conforman la microbiota intestinal son capaces de producir compuestos
neuroactivos.
Desde hace
poco más de una década los científicos estudian el complejo intercambio de
mensajes, tanto químicos como eléctricos, entre el
cerebro y el intestino a través, sobre todo del
nervio vago, que se extiende desde la base del cerebro hasta el abdomen. En
2011 se publicaron los primeros resultados que demostraban cómo la microbiota
influía en el comportamiento; científicos de la Universidad de Cork, en
Irlanda, de la McMaster, en Canadá, y del Instituto Karolinska, en Suecia,
realizaron tres experimentos en los que lograban modificar el comportamiento de
ratones tan solo alterando la composición de su microbiota intestinal.
Es más, recientemente,
uno de esos equipos de investigadores, el de Premysl Bercik, de la Universidad
McMaster, uno de los pioneros en el estudio del eje cerebro-intestino, en un
estudio en Nature Comunications demostraba en
ratones cómo las bacterias intestinales desempeñaban un papel crucial para
producir ansiedad y depresión.
Ahora los
investigadores flamencos han logrado demostrar eso mismo pero en humanos, que
cuentan con una microbiota intestinal, formada por una comunidad de miles de
millones de organismos, mucho más rica, variada y compleja que la de los
roedores. Para ello, han cruzado datos acerca de la composición microbiana
intestinal y de diagnósticos médicos de depresión de 1054 individuos de la
cohorte del Proyecto flamenco de microbiota intestinal. De esta forma lograron
identificar que las bacterias Coprococcus y Dialisterestán
en cantidades ínfimas en la microbiota intestinal de las personas que sufren
depresión, independientemente de que tomen tratamiento, en comparación con
personas sin la enfermedad.
A
continuación, validaron esos resultados en otra cohorte de más de 1000 personas
clínicamente deprimidas, del Hospital Universitario de Leuven.
“La
relación entre el metabolismo de la microbiota intestinal y la salud mental es
un tema controvertido en ciencia”, apunta en un comunicado Jeroen Raes, coautor
del trabajo e investigador del Centro de microbiología de la Universidad de
Leuven. Para este científico, a pesar de los interesantes resultados de
estudios previos en animales que han arrojado luz a la relación entre
metabolitos -o productos de desecho que generan las bacterias después de
digerir los alimentos- y comportamiento y sentimientos, la investigación en
humanos, a su juicio, se ha quedado completamente rezagada.
“En
nuestro estudio hemos logrado identificar diversos grupos de bacterias que
varían en función de si la persona tiene o no depresión y también de la calidad
de su salud mental”, añade.
De hecho,
en trabajos previos este mismo grupo de investigadores ya habían establecido
qué enterotipos, esto es qué composición -en variedad y cantidad- de la
microbiota intestinal, se asociaban a personas con síndrome de Crohn, una
enfermedad inflamatoria autoinmune que afecta al tracto intestinal. Y en este
nuevo estudio han visto que la composición microbiana de las personas con
depresión o una salud mental pobre era similar a la de aquellos con Crohn.
En este
sentido, se sabía que casi 9 de cada 10 personas que padecen síndrome de
intestino inflamado, colitis ulcerosa o Crohn suelen sufrir con mayor
frecuencia que personas sin estas enfermedades intestinales depresión, ansiedad
y otros trastornos psicológicos. Y también se ha visto que ocurre al revés, que
determinadas patologías mentales provocan alteraciones intestinales.
Asimismo,
los investigadores han creado un catálogo de microbios intestinales en función
de su capacidad de producir o degradar moléculas que pueden potencialmente
interactuar con el sistema nervioso. Para ello han empleado una técnica
computacional para estudiar el genoma de 500 bacterias aisladas del tracto
intestinal de personas con depresión. Han obtenido información acerca de la
capacidad de producir compuestos neuroactivos.
“No solo
hemos podido identificar las distintas bacterias que podrían desempeñar un
papel clave en las enfermedades mentales sino también los mecanismos
involucrados potencialmente en esa interacción con el huésped”, señala en un
comunicado Mireia Valles-Colomer, coautora del trabajo. “Por ejemplo, hemos
visto que la capacidad de los microorganismos de producir DOPAC, un tipo de
metabolito del neutrotransmisor dopamina, se asociaba con una mejor calidad
mental”, resalta.
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