ROCÍO CARMONA | La
Vanguardia | 27/10/2019
Consejos de los expertos para
disfrutar al máximo de una soledad reparadora en el ámbito físico y emocional
¿Descansamos lo suficiente? ¿Cuál es
la mejor forma de hacerlo? ¿Cuántas horas de reposo necesitamos en
realidad? Cuando pensamos en recargar pilas, ¿nos referimos a las del
cuerpo o a las de la mente? Una
encuesta reciente llevada a cabo
entre 18.000 personas de 134 países ha concluido, entre otras cosas, que
el tiempo que pasamos a solas es el que más descanso nos proporciona,
incluso entre las personas que se consideran extrovertidas.
Al parecer, para descansar de
verdad, tengamos un carácter más o menos sociable, necesitamos pasar más
tiempo con nosotros mismos. En este sentido, los participantes del estudio,
realizado por la BBC y Hubbub –un grupo internacional de académicos, artistas,
poetas y expertos en salud mental–, mostraron una clara preferencia por
descansar sumergiéndose en actividades que no implicaban compañía. Ver a
los amigos o a la familia, charlar o tomar algo con otras personas fueron
ocupaciones consideradas mucho menos restauradoras por los
encuestados.
La
necesidad de desconectar es independiente del carácter de cada persona.- Si hasta el momento solía pensarse que
solo las personas introvertidas necesitaban soledad para
recargar pilas, este estudio británico ha descubierto que también el descanso
de los extrovertidos pasa por conectar consigo mismos. Así, leer, pasar
tiempo en la naturaleza, estar solo, escuchar música o no
hacer nada en particular fueron las actividades de descanso más escogidas
por los participantes de dicha encuesta.
La psicóloga y
psicoterapeuta Pilar Sanz afirma en este sentido que “la mejor forma
de descansar es el silencio interior. En esta era se anhela la
desconexión, pero lo que necesitamos de verdad es conectar; conectar con
nosotros; conectar con nuestra esencia para desconectar del
personaje”.
Silvia Congost, psicóloga y autora
de A solas (Zenith), una obra que reivindica las
bondades del reencuentro con uno mismo, explica que, a pesar de que sus
beneficios están más que demostrados, la soledad todavía tiene mala prensa.
“Básicamente porque la relacionamos con el fracaso y la vergüenza. Al ser seres
sociales, el hecho de estar solos nos lleva a sentirnos abandonados,
desamparados y eso, a ojos de los demás, pensamos que será interpretado como
una señal de ser poco importantes y valiosos. Pero todos tenemos la capacidad y
la necesidad de llevarnos bien cuando nos quedamos solos con nosotros mismos”,
comenta.
El monje zen Shunmyo Masuno,
autor de El arte de vivir con sencillez (Urano) explica
en su libro que en Japón se utiliza el concepto “tener una morada en la
montaña” para referirse a un estilo de vida que nos permita alejarnos de
vez en cuando del mundanal ruido: “Leer mientras escuchas el canto de los
pájaros y la corriente del agua. Disfrutar de una copa de sake mientras
contemplas el reflejo de la luna en la copa (…)”.
Para los monjes budistas zen, la
soledad en la naturaleza es el estilo de vida ideal, pero como observa Masuno
en uno de los capítulos de su obra, “en realidad es todo un desafío. Adaptando
el concepto de tener una morada en la montaña a la vida moderna, incluso sumido
en el barullo de la ciudad, el monje y famoso maestro del té Sen no Rikyu acuñó
la frase “reclusión en la ciudad”. Tener un lugar donde poder desconectar de
los demás y pasar un tiempo a solas y donde poder recuperar la
libertad de espíritu”.
Los
beneficios de la soledad.-
Y es
que, a veces, puede resultar difícil encontrar estos espacios de
soledad en los que recargarse: ¿quién tiene tiempo para ello? Como señala
este autor japonés, en ocasiones no hace falta más que una pequeña pausa en
mitad de la jornada para notar los efectos reparadores de la soledad. “Un día
de estos, busca diez minutos. No necesitas más. Intenta buscar un espacio
para el vacío, para dejar de pensar. Solo procura despejar la mente, sin
dejarte atrapar por las cosas que te rodean”, apunta.
Numerosos estudios señalan
que pasar tiempo a solas −y en este punto quizá conviene recordar que
es muy diferente buscar esos momentos a estar forzosamente solo−
también favorece la empatía, incrementa la productividad, ayuda a reducir
problemas de comportamiento en los niños, es un estímulo para
la creatividad y fortalece la resiliencia.
Pilar Sanz afirma que la sociedad
del siglo XXI tiene una marcada tendencia a la acción, a la inmediatez, a la
intervención, a lo externo y a la distracción que nos aleja del silencio y de
la conexión con nosotros mismos: “Creo que existe una gran falta de descanso
físico, mental y emocional”, advierte, “y muchas de las consultas en
psicoterapia tienen que ver con eso”.
Sanz señala a las nuevas
tecnologías y a las redes sociales como uno de los elementos que más
perturban el descanso, el silencio interior: “Antes, discutías con tu
novio y te ibas a casa. Los dos teníais un espacio donde pensaros, sentiros,
tomar distancia física, mental y emocional. Descansar. Y, tras consultar con la
almohada, retomar. Ahora, no hay espacio para consultar a la almohada, porque se
sigue en sesión continua por las distintas redes”.
Esta psicoterapeuta resalta la
importancia de aprender a autoregularnos para conectar con nosotros mismos, y
proveernos de los espacios imprescindibles para recargar el cuerpo y la mente.
Se descansa a solas, explica, cuando se ha aprendido a estar a
solas con uno mismo. Y esa educación empieza en la infancia: “Es
importante que no enseñemos a los niños a calmarse con la tablet o con chuches,
por ejemplo”.
Conectar
con nuestro espacio interior,- Los
expertos recomiendan recurrir tanto a estímulos internos como externos
para fomentar el descanso en soledad. Algunos de ellos, según Pilar Sanz,
pueden ser escuchar una música monótona, como los mantras;
mantener un entorno ordenado, limpio, ventilado; pasar tiempo en la naturaleza;
rodearse de olores que evoquen un entorno natural con inciensos o
velas, utilizar la respiración consciente...
El descanso también pasa
necesariamente por dormir las horas suficientes y así regenerar el sistema
nervioso, algo que puede resultar difícil si vivimos acelerados.
“Cuando no puedo estar a solas
conmigo, me cuesta meditar, me cuesta estar en silencio, y al final me cuesta
dormir… porque la mente no descansa y no permite al sistema relajarse. Nuestro
cerebro no distingue ficción de realidad, y si recibe el estímulo de activarse
porque hay un peligro, real o imaginario, no puede distinguir uno de otro y
pone en marcha al cuerpo para la defensa automática. Cuando se está en este
estado y nos vamos a dormir, el sueño no es reparador, y uno se levanta y sigue
agotado. En estos casos yo recomiendo incluir una actividad física
consciente que te vaya ayudando a conectar contigo a través del cuerpo y
facilite que se deje de alimentar con “comida basura”, concluye Sanz.
Silvia Congost afirma, por su parte,
que son ideales los espacios de silencio y aislamiento, “la naturaleza o
cualquier entorno que nos aporte paz y nos conecte con una sensación de armonía
interna y calma mental. Se trata de lograr detenernos y sentir la vida que
llevamos dentro. Las actividades que nos ayudan a conectar con este espacio
interior de cada uno, con el cuerpo, con nuestras células, con nuestras
emociones van muy bien, pero al final, uno se da cuenta que se trata de ir más
allá. Cuando eres capaz de conectar con esa parte interna tuya, puedes estar en
medio de un concierto y volver allí en cuestión de segundos, y pasar de
sentir emociones de rabia, enojo o frustración a conectar con una
paz de lo más profunda y sincera”.
“En nuestra sociedad existe una gran
falta de descanso físico, mental y emocional”
PILAR SANZ Psicóloga y psicoterapeuta
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