LOIS BALADO TOMÉ | La voz de la salud-la voz de galicia.es | 31/01/2022
El consumo repetido de una sustancia o una conducta puede
hacer que caigamos en una adicción, pero la vulnerabilidad de cada persona es
diferente.
¿Cuánto
tiempo debe estar una persona en contacto con una
sustancia para volverse adicto a ella? ¿Existe una
respuesta científica y precisa? La televisión popularizó hace unos años aquello
de los 21 días. Una fórmula sencilla, fácilmente comprensible y recordable que
caló en la gente. Si la respuesta fuese tan sencilla, sería tan fácil como
frenar el consumo en el día 20 para no caer presos de una adicción.
Lamentablemente, en cuestiones biopsicosociales, la respuesta nunca es tan
fácil.
Es
cierto que, cuanto más prolongado sea un contacto con una sustancia, más
probabilidades tienes de hacerte dependiente. Es solo una de las muchísimas
variables. Y no debe confundirse un hábito con una adicción. Así que eviten los
atajos. En este artículo trataremos de dar respuesta a algunas preguntas
claves. ¿Qué es una adicción? ¿Puede una adicción ser positiva?
¿Hay un componente genético que nos hace tener más
predisposición para caer? ¿Cúal es la mejor manera de ayudar a una
persona adicta?
El mito de los 21 días
«Lo de los 21 días es un
mito. No son 21 días», afirma con rotundidad Mercè Balcells, coordinadora de
la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital Clínic de Barcelona: «Es verdad que
para hacerte adicto a alguna sustancia tienes que entrar en contacto con ella
varias veces. Va a depender de la sustancia y de tu vulnerabilidad biológica
que necesites más o menos contactos para hacerte adicto. En general, las
adicciones tienen que ver con una vulnerabilidad genética, pero son
biopsicosociales, influye mucho el entorno personal».
Es importante resaltar
que ser adicto a algo (una conducta o una sustancia) implica cambios
neuronales. Una adicción modifica el funcionamiento de nuestro cerebro.
«La sustancia actúa en una parte de nuestras vías neuronales que controlan
el sistema de refuerzos positivos y la parte volitiva (la función
neuronal que nos mueve y que hace que queramos cosas). El alcohol, el cannabis, la cocaína... alteran esas
vías neuronales , pero también tiene que ver también con la vulnerabilidad de
cada persona y con su entorno», detalla la psiquiatra e investigadora del
hospital catalán, uno de los más importantes
de todo el país.
¿Hay gente que nunca se
hace adicta?
«Es verdad que hay
personas que son más resistentes a una sustancia, pero si insistimos, creo que
todos podemos hacernos adictos a una sustancia con un poder adictivo, independientemente
de que nos pueda costar más o menos», opina Mercè Balcells. En cualquier
caso, la profesional entierra definitivamente esa fórmula tan digerible en la
que los 21 días marcan un punto de inflexión. «Creo que eso tiene que
ver más con los hábitos que con las adicciones. Adicción y
hábito no son lo mismo. El hábito tiene que ver más con una dimensión
psicológica y se requiere de un tiempo para modificarlos. Pero una adicción va
más allá», detalla.
¿Se puede ser adicto a
cualquier cosa o solo a lo que produce reacciones químicas en nuestro cuerpo?
Coloquialmente, cuando
hablamos en un círculo de confianza tendemos a decir que somos adictos a cosas
que nos gustan mucho. «Soy adicto a las pipas», «soy adicto a la novela negra»
o «soy adicto a la crema de manos». Pero no somos adictos a las pipas ni a la
novela negra ni a ninguna crema, aunque tú mismo sepas que te
estás pasando embadurnándote las manos cada poco tiempo. «Tú puedes hacer un
uso compulsivo o patológico de algo. Imaginemos que te sucede con el agua; en
ningún caso tienes una adicción al agua. Puedes tener un consumo
patológico de comida, pero no tienes una adicción a la comida, tienes un
trastorno alimentario», dice Balcells. Es una diferencia importante y,
trasladado a otro tipo de ejemplos más comunes es fácil de entender. Todo
el mundo sabe que una bala puede matarte, pero eso no significa que seas
alérgico a las balas.
Es decir, ser adicto no
es lo mismo que hacer un uso patológico de algo. Una adicción tiene
implicaciones a nivel neurológico y clínico.
Qué es una adicción
Ahora que ya sabemos qué
no es, buscamos saber qué es una adicción. «Las adicciones son a sustancias
adictivas o a conductas que acaban desarrollando una dependencia porque
alteran estas vías neuronales de los refuerzos (aquí juega un papel esencial
la dopamina) y también todas estas
vías son responsables de la parte volitiva, que es la que te moviliza a hacer
estas cosas», define la psiquiatra del Clínic.
Una adicción tiene
siempre connotaciones negativas. Es decir, ¿se puede ser
adicto a «algo bueno»?, ¿ser dependientes de algo que en realidad nos
viene bien porque es sano? La respuesta es que no, no existe una adicción
buena. «Una adicción es siempre negativa porque lleva implícito perder la
capacidad de decidir. La sustancia es la que decide por ti, altera las vías volitivas y en esta nueva
escala de valores tú vas a poner por delante la adicción, que te impide hacer
otras cosas» desgrana Mercé Balcells, que puntualiza: «Una definición que a
mí me gusta dice que una adicción es cuando usas una sustancia a pesar de
las consecuencias. El uso de la sustancia te invade. La necesitas. Y no tiene
nada que ver con lo que buscas, con lo que quieres o con lo que necesitas.
Pierdes libertad. Eso no puede ser bueno».
Aunque cada sustancia es
diferente, sí que existen una serie de criterios comunes que pueden
ayudar a identificar una adicción.
¿Qué tipo de adicciones
hay?, ¿se puede ser adicto al deporte?
Distinguimos dos tipos de
adicciones: las adicciones a una sustancia y las adicciones
conductuales. Muchas de las segundas están todavía en estudio y a día de hoy, en el
campo de las adicciones conductuales, solo está catalogada oficialmente la
adicción al juego. Pero vendrán más. Y la adicción a las pantallas está
haciendo méritos para ser incluida más pronto que tarde en esta categoría.
Tipos de
adicciones
§ Adicción a una sustancia (alcohol,
tabaco, cannabis, cocaína, heroína, etc)
§ Adicción conductual
Como ya hemos comentado
anteriormente, existe una predisposición genética a que acabemos siendo adictos
a algo. Pero cabe aclarar que eso no significa que haya un gen identificado
como el «culpable» de que no sepamos controlar el consumo. «Hay gente que
sabemos que va a tener más capacidad para engancharse, por ejemplo, a una
droga; a convertirse en adicto. No se trata de un gen en concreto, sino
que es multicausal. Más un polimorfismo que un gen en concreto».
Ahora bien, qué sucede
cuando no hay una sustancia por el medio. Todo el mundo ha escuchado hablar de
la adicción al sexo, al juego o al móvil. ¿Son también adicciones? «Es
verdad estamos empezando a ver trastornos adictivos sin sustancia,
conductuales. A día de hoy, el juego ya está reconocido como una
adicción. Con las pantallas vamos viendo que, seguramente, en los próximos
años, será reconocida como tal», pronostica Balcells.
¿Se puede ser adicto al deporte, por ejemplo? «A día de
hoy no», responde la jefa de la Unidad de Adicciones del Clínic de Barcelona,
que matiza: «Para que pudiéramos a la larga ser adictos al
deporte, tendría que tener connotaciones negativas. Si a ti te gusta mucho
el deporte y lo practicas mucho, perfecto. Pero si no puedes evitarlo y lo
pones por delante de otras cosas que son importantes para ti, o incluso por
delante de la propia salud… La vigorexia, por ejemplo, acaba
perjudicando en vez de ser saludable».
Lourdes Suárez, psicóloga y también
directora de una unidad de trastornos adictivos en Galicia (Carballo, A
Coruña), sí ve claramente las características típicas de un trastorno adictivo
en las adicciones comportamentales. «Algunas conductas son potencialmente
adictivas, como el juego, el sexo, las redes sociales, las compras o la comida. Al igual que sucede con
las adicciones a sustancias psicoactivas, activan el circuito cerebral de
recompensa y pueden convertirse en conductas repetitivas, compulsivas, que
generen pérdida de control, dependencia y craving».
Y el consumo ocasional y
controlado, ¿existe o es un mito?
Todos conocemos a alguien
que se autodefine como «fumador social». Tal vez también se les venga alguien a
la cabeza que consume ocasionalmente cocaína, en noches señaladas o alguna
boda. ¿Es realmente esto un consumo controlado? «Sabemos que el consumo de bajo
riesgo existe. Con el alcohol, incluso lo tenemos
tipificado, aunque la OMS acaba de hacer una corrección. Si antes se establecía el
límite en menos de 40 g de alcohol al día para hombres y de 20 para una mujer,
en el 2021 se modificó y ya es menos de 20 g para el hombre y de 10 para la
mujer. Consideramos que ese consumo es de bajo riesgo, aunque lógicamente para
las otras drogas no lo tenemos tan tipificado», comentan desde el Clínic.
En el hospital catalán, a
través de una beca de investigación, están trabajando en los efectos del
cannabis sobre nuestro cuerpo. «Estamos estudiando si es posible un consumo de bajo
riesgo de cannabis. Sabemos que es una sustancia que está disponible en
nuestro entorno y sabemos que aún lo va a estar más, queremos saber si es
posible que exista un consumo de bajo riesgo. No lo sabemos. Para otras drogas
no está tan estudiado, aunque seguramente pueda existir», aventura Mercè, que
sin embargo advierte: «También es cierto que todas las adicciones suelen
empezar como conductas de bajo riesgo. No puedo decir que eso no exista pero
tampoco lo voy a recomendar a nadie. No sabemos cuál es tu vulnerabilidad
genética. Cuando más tarde se introduzca una droga en nuestro entorno y menos
contactos se tengan con ella, menos números tendremos de desarrollar una
adicción».
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