sábado, 5 de febrero de 2022

¿Cuánto tiempo tardamos en hacernos adictos a algo? (I)


LOIS BALADO TOMÉ   |  La voz de la salud-la voz de galicia.es  |  31/01/2022

El consumo repetido de una sustancia o una conducta puede hacer que caigamos en una adicción, pero la vulnerabilidad de cada persona es diferente.

¿Cuánto tiempo debe estar una persona en contacto con una sustancia para volverse adicto a ella? ¿Existe una respuesta científica y precisa? La televisión popularizó hace unos años aquello de los 21 días. Una fórmula sencilla, fácilmente comprensible y recordable que caló en la gente. Si la respuesta fuese tan sencilla, sería tan fácil como frenar el consumo en el día 20 para no caer presos de una adicción. Lamentablemente, en cuestiones biopsicosociales, la respuesta nunca es tan fácil.

Es cierto que, cuanto más prolongado sea un contacto con una sustancia, más probabilidades tienes de hacerte dependiente. Es solo una de las muchísimas variables. Y no debe confundirse un hábito con una adicción. Así que eviten los atajos. En este artículo trataremos de dar respuesta a algunas preguntas claves. ¿Qué es una adicción? ¿Puede una adicción ser positiva? ¿Hay un componente genético que nos hace tener más predisposición para caer? ¿Cúal es la mejor manera de ayudar a una persona adicta?
 
El mito de los 21 días
 
«Lo de los 21 días es un mito. No son 21 días», afirma con rotundidad Mercè Balcells, coordinadora de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital Clínic de Barcelona: «Es verdad que para hacerte adicto a alguna sustancia tienes que entrar en contacto con ella varias veces. Va a depender de la sustancia y de tu vulnerabilidad biológica que necesites más o menos contactos para hacerte adicto. En general, las adicciones tienen que ver con una vulnerabilidad genética, pero son biopsicosociales, influye mucho el entorno personal».
 
Es importante resaltar que ser adicto a algo (una conducta o una sustancia) implica cambios neuronales. Una adicción modifica el funcionamiento de nuestro cerebro. «La sustancia actúa en una parte de nuestras vías neuronales que controlan el sistema de refuerzos positivos y la parte volitiva (la función neuronal que nos mueve y que hace que queramos cosas). El alcohol, el cannabis, la cocaína... alteran esas vías neuronales , pero también tiene que ver también con la vulnerabilidad de cada persona y con su entorno», detalla la psiquiatra e investigadora del hospital catalán, uno de los más importantes de todo el país.
 
¿Hay gente que nunca se hace adicta?
 
«Es verdad que hay personas que son más resistentes a una sustancia, pero si insistimos, creo que todos podemos hacernos adictos a una sustancia con un poder adictivo, independientemente de que nos pueda costar más o menos», opina Mercè Balcells. En cualquier caso, la profesional entierra definitivamente esa fórmula tan digerible en la que los 21 días marcan un punto de inflexión. «Creo que eso tiene que ver más con los hábitos que con las adicciones. Adicción y hábito no son lo mismo. El hábito tiene que ver más con una dimensión psicológica y se requiere de un tiempo para modificarlos. Pero una adicción va más allá», detalla.
 
¿Se puede ser adicto a cualquier cosa o solo a lo que produce reacciones químicas en nuestro cuerpo?
 
Coloquialmente, cuando hablamos en un círculo de confianza tendemos a decir que somos adictos a cosas que nos gustan mucho. «Soy adicto a las pipas», «soy adicto a la novela negra» o «soy adicto a la crema de manos». Pero no somos adictos a las pipas ni a la novela negra ni a ninguna crema, aunque tú mismo sepas que te estás pasando embadurnándote las manos cada poco tiempo. «Tú puedes hacer un uso compulsivo o patológico de algo. Imaginemos que te sucede con el agua; en ningún caso tienes una adicción al agua. Puedes tener un consumo patológico de comida, pero no tienes una adicción a la comida, tienes un trastorno alimentario», dice Balcells. Es una diferencia importante y, trasladado a otro tipo de ejemplos más comunes es fácil de entender. Todo el mundo sabe que una bala puede matarte, pero eso no significa que seas alérgico a las balas.
 
Es decir, ser adicto no es lo mismo que hacer un uso patológico de algo. Una adicción tiene implicaciones a nivel neurológico y clínico.

Qué es una adicción
 
Ahora que ya sabemos qué no es, buscamos saber qué es una adicción. «Las adicciones son a sustancias adictivas o a conductas que acaban desarrollando una dependencia porque alteran estas vías neuronales de los refuerzos (aquí juega un papel esencial la dopamina) y también todas estas vías son responsables de la parte volitiva, que es la que te moviliza a hacer estas cosas», define la psiquiatra del Clínic. 
 
Una adicción tiene siempre connotaciones negativas. Es decir, ¿se puede ser adicto a «algo bueno»?, ¿ser dependientes de algo que en realidad nos viene bien porque es sano? La respuesta es que no, no existe una adicción buena. «Una adicción es siempre negativa porque lleva implícito perder la capacidad de decidir. La sustancia es la que decide por ti, altera las vías volitivas y en esta nueva escala de valores tú vas a poner por delante la adicción, que te impide hacer otras cosas» desgrana Mercé Balcells, que puntualiza: «Una definición que a mí me gusta dice que una adicción es cuando usas una sustancia a pesar de las consecuencias. El uso de la sustancia te invade. La necesitas. Y no tiene nada que ver con lo que buscas, con lo que quieres o con lo que necesitas. Pierdes libertad. Eso no puede ser bueno».
Aunque cada sustancia es diferente, sí que existen una serie de criterios comunes que pueden ayudar a identificar una adicción.
 
¿Qué tipo de adicciones hay?, ¿se puede ser adicto al deporte?

Distinguimos dos tipos de adicciones: las adicciones a una sustancia y las adicciones conductuales. Muchas de las segundas están todavía en estudio y a día de hoy, en el campo de las adicciones conductuales, solo está catalogada oficialmente la adicción al juego. Pero vendrán más. Y la adicción a las pantallas está haciendo méritos para ser incluida más pronto que tarde en esta categoría.
 
Tipos de adicciones

§  Adicción a una sustancia (alcohol, tabaco, cannabis, cocaína, heroína, etc)
§  Adicción conductual 
 
Como ya hemos comentado anteriormente, existe una predisposición genética a que acabemos siendo adictos a algo. Pero cabe aclarar que eso no significa que haya un gen identificado como el «culpable» de que no sepamos controlar el consumo. «Hay gente que sabemos que va a tener más capacidad para engancharse, por ejemplo, a una droga; a convertirse en adicto. No se trata de un gen en concreto, sino que es multicausal. Más un polimorfismo que un gen en concreto».
 
Ahora bien, qué sucede cuando no hay una sustancia por el medio. Todo el mundo ha escuchado hablar de la adicción al sexo, al juego o al móvil. ¿Son también adicciones? «Es verdad estamos empezando a ver trastornos adictivos sin sustancia, conductuales. A día de hoy, el juego ya está reconocido como una adicción. Con las pantallas vamos viendo que, seguramente, en los próximos años, será reconocida como tal», pronostica Balcells.
 
¿Se puede ser adicto al deporte, por ejemplo? «A día de hoy no», responde la jefa de la Unidad de Adicciones del Clínic de Barcelona, que matiza: «Para que pudiéramos a la larga ser adictos al deporte, tendría que tener connotaciones negativas. Si a ti te gusta mucho el deporte y lo practicas mucho, perfecto. Pero si no puedes evitarlo y lo pones por delante de otras cosas que son importantes para ti, o incluso por delante de la propia salud… La vigorexia, por ejemplo, acaba perjudicando en vez de ser saludable».
 
Lourdes Suárez, psicóloga y también directora de una unidad de trastornos adictivos en Galicia (Carballo, A Coruña), sí ve claramente las características típicas de un trastorno adictivo en las adicciones comportamentales. «Algunas conductas son potencialmente adictivas, como el juego, el sexo, las redes socialeslas compras o la comida. Al igual que sucede con las adicciones a sustancias psicoactivas, activan el circuito cerebral de recompensa y pueden convertirse en conductas repetitivas, compulsivas, que generen pérdida de control, dependencia y craving».
 
Y el consumo ocasional y controlado, ¿existe o es un mito?

Todos conocemos a alguien que se autodefine como «fumador social». Tal vez también se les venga alguien a la cabeza que consume ocasionalmente cocaína, en noches señaladas o alguna boda. ¿Es realmente esto un consumo controlado? «Sabemos que el consumo de bajo riesgo existe. Con el alcohol, incluso lo tenemos tipificado, aunque la OMS acaba de hacer una corrección. Si antes se establecía el límite en menos de 40 g de alcohol al día para hombres y de 20 para una mujer, en el 2021 se modificó y ya es menos de 20 g para el hombre y de 10 para la mujer. Consideramos que ese consumo es de bajo riesgo, aunque lógicamente para las otras drogas no lo tenemos tan tipificado», comentan desde el Clínic.
 
En el hospital catalán, a través de una beca de investigación, están trabajando en los efectos del cannabis sobre nuestro cuerpo. «Estamos estudiando si es posible un consumo de bajo riesgo de cannabis. Sabemos que es una sustancia que está disponible en nuestro entorno y sabemos que aún lo va a estar más, queremos saber si es posible que exista un consumo de bajo riesgo. No lo sabemos. Para otras drogas no está tan estudiado, aunque seguramente pueda existir», aventura Mercè, que sin embargo advierte: «También es cierto que todas las adicciones suelen empezar como conductas de bajo riesgo. No puedo decir que eso no exista pero tampoco lo voy a recomendar a nadie. No sabemos cuál es tu vulnerabilidad genética. Cuando más tarde se introduzca una droga en nuestro entorno y menos contactos se tengan con ella, menos números tendremos de desarrollar una adicción».
 

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