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elconfidencial.es | 22/10/2025
Este método de introspección, que mezcla neurociencia y autocosnocimiento, es una herramienta práctica para quienes quieren salir del bucle de pensamientos autodestructivos
Según explica Amen, cada
pensamiento —positivo o negativo— tiene una consecuencia física inmediata: “Cuando tienes un pensamiento triste, enfadado o ansioso, tu
cerebro libera un conjunto de químicos que te hacen sentir mal.
Tus manos se enfrían, sudan, tu respiración se acelera y los músculos se
tensan”. Lo contrario sucede con pensamientos positivos, que “hacen que las
manos se calienten, se sequen, la respiración se calme y el corazón lata más
sano”.
Esto, afirma, lo ha comprobado en pacientes con TDAH (trastorno
por déficit de atención con hiperactividad), donde los pensamientos negativos
suelen tener más fuerza porque “son más
estimulantes para el cerebro”.
El ejercicio de las cinco
preguntas
Para romper el ciclo de pensamientos negativos, el psiquiatra
propone una rutina mental sencilla pero poderosa. “Cada vez que te sientas
triste, enfadado o fuera de control, escribe
lo que estás pensando y luego respóndete estas cinco
preguntas”:
1.
¿Es cierto?
2.
¿Es absolutamente cierto?
3.
¿Cómo me siento cuando tengo este pensamiento?
4.
¿Cómo actúo cuando tengo este pensamiento?
5.
¿Cuál es el resultado de tener este pensamiento?
Después, añade tres más que sirven como contraste:
1.
¿Cómo me sentiría sin este pensamiento?
2.
¿Cómo actuaría sin este pensamiento?
3.
¿Cuál sería el resultado de no tener este pensamiento?
Este proceso, explica, lo aprendió de su amiga Byron Katie y
asegura que “puede transformar completamente
tu forma de pensar si lo haces de forma repetida”.
Cambiar el pensamiento... y
comprobar si lo opuesto también es verdad
Para Amen, el paso final es invertir el pensamiento negativo y
comprobar si lo opuesto puede ser igualmente cierto. “Si pienso: ‘Tana nunca me
escucha’ —Tana es mi esposa—, pruebo a decir ‘Tana sí me escucha’, y me
pregunto si eso también es verdad. Muchas veces lo es”.
Este pequeño giro es lo que él considera dejar de ser víctima de
los propios pensamientos: “Muchos de mis
pacientes viven atrapados en su mente hasta que hacen este trabajo.
Les digo: escribe tus 100 peores pensamientos, aplícales este proceso, y para
cuando llegues al número 30, habrán dejado de molestarte”.
El psiquiatra asegura que el
impacto de esta práctica no es solo emocional: modifica el cerebro físicamente. “Ser un
pensador negativo o positivo de forma repetida cambia la forma de tu cerebro”,
concluye. La clave está en asumir el control y entrenar la mente con
constancia.
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