SALUD Trastornos
psicológicos
BEATRIZ G. PORTALATIN | El Mundo | 06/02/2015
Se
puede inventar, fabular y conspirar pero sólo a veces, y en el peor de los
casos, el miedo se volvería real. La hipocondría, decía Sigmund Freud, es el
enamoramiento de la propia enfermedad. O la enfermedad inventada y buscada que
dijeron otros. O la pesadilla diurna que escribió Charlotte Brontë ("La
hipocondría hace de mí una constante pesadilla diurna").
¿Qué debe existir o qué debe tener una persona para
considerarla como hipocondríaca? Fundamentalmente, tres cosas: miedo,
preocupación y/o creencia. Es decir, tener un miedo excesivo a padecer y/o
desarrollar una enfermedad, que normalmente suele ser grave y mortal. Tener
preocupación excesiva por creer que se tiene, y por último, tener la creencia y
la certeza de que uno posee realmente esa enfermedad.
Según la nueva clasificación del DSM-V, manual por excelencia de
los psiquiatras, la hipocondría, denominada ahora trastorno de ansiedad hacia
la enfermedad, está recogida dentro de los trastornos de síntomas
somáticos. Debido especialmente a la naturaleza reciente de su condición
(antes la medicina no prestaba atención a estos pacientes) y a la poca
precisión de su definición, es difícil cuantificar su prevalencia, de hecho
ésta difiere según estudios y no se pueden dar datos concluyentes, pero sí se
recogen algunas estimaciones. Por ejemplo, "el 28,8% de las personas que
acuden a las consultas de Atención Primaria tiene somatizaciones. De ellas un
1% podría ser hipocondríaca", señala a EL MUNDO Antonio Cano, presidente
de la Sociedad Española del Estudio para la Ansiedad y el Estrés y catedrático
de Psicología de la Universidad Complutense.
El doctor José Ángel Arbesú, médico de familia del Centro de Salud
de La Eria, en Oviedo y coordinador del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la
Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), ofrece datos muy
similares: "La prevalencia en Atención Primaria podría estar entre
el 1-2% de los pacientes atendidos por el médico de familia. Suele
comenzar en la segunda década de la vida y no hay diferencias de género u otras
variables socio demográficas".
Es importante diferenciar entre la somatización y la hipocondría.
Según explica Jerónimo Fernández Torrente, médico general del Centro de Salud
La Milagrosa de Lugo, el paciente que somatiza centra su atención en el
síntoma. Es decir, se preocupa por el síntoma físico que suele tener un
origen psicológico (ansiedad, estrés, etc.) Pero no tiene el miedo o la
preocupación excesiva por desarrollar una enfermedad que sí tiene el
hipocondríaco. Es muy importante esta distinción, pues si no "todas las
personas que somatizan serían hipocondríacas, y no es así", aclara.
Personalidad obsesiva, ansiosa y nerviosa
Los especialistas aseguran que no existe un perfil característico
de las personas hipocondriacas pero sí es cierto que este problema "tiene
mucho que ver con los trastornos obsesivos o con una personalidad marcadamente
obsesiva", expone Cano. También son personas que suelen tener un
componente elevado de ansiedad y suelen por ello, ser más ansiosos y
nerviosos: magnifican sus síntomas mucho más que cualquier otra persona. Por
este motivo, muchos autores relacionan este trastorno con la ansiedad.
Pese a todo, y para definir de forma correcta a la persona
hipocondriaca, añade el profesor Cano, estos pacientes cometen
fundamentalmente dos tipos de errores: Uno es magnificar los síntomas de
ansiedad, y el otro, anticipar una realidad que no va a ocurrir. Realmente, no
son conscientes de que tienen un problema psicológico, ellos no saben que son
hipocondríacos porque el miedo les puede.
El paciente hipocondríaco, tiene una preocupación excesiva por su
cuerpo, se cuida en exceso y presta demasiada atención a su cuerpo. Pero sin
duda, recalca este experto en Psicología, estas personas hacen un largo
peregrinaje por las consultas de Atención Primaria: van numerosas veces
al médico y solicitan además hacerse pruebas. Por ello, el papel del
médico de familia, también en estos casos, se vuelve fundamental.
'Padre hipocrático adoptivo'
La primera puerta a la que llama el paciente hipocondríaco es a la
de su médico de cabecera. Por ello, Fernández Torrente recuerda el libro
'Cartas de un hipocondríaco a su médico de cabecera', del escritor Chumy
Chúmez. Según relata el doctor, en este libro, Chúmez habla de la importancia
de su médico, de la confianza que deposita el enfermo en el médico buscando no
sólo al profesional sino también a la persona que se preocupa más allá del
dispositivo asistencial. Chúmez llamó a su médico, 20 años más joven que él,
tal como relata en su libro, 'padre hipocrático adoptivo'. El paciente busca
atención y dedicación.
Pueden ser pacientes de difícil abordaje para los que "se
necesita tiempo suficiente en consulta (algo que como es sabido
escasea en nuestros centros de salud) y así evitar pruebas diagnósticas y
derivaciones a otros niveles de atención que no serían necesarios", añade
el doctor Arbesú. Conocer a los pacientes es algo fundamental. Por eso, debe
ser el médico de Atención Primaria quien derive a su paciente a una Unidad de
Salud Mental. Si una persona se pasa seis meses realizándose pruebas y yendo a
distintos especialistas, debe derivarse a una Unidad de Salud Mental. Todo lo
que pase de seis meses, insiste Fernández Torrente, debe ser trasladado a estas
unidades y debe existir además, una buena coordinación entre servicios . El
trabajo coordinado y conjunto es fundamental.
Por su parte, el profesor Cano recomienda también la terapia
psicológica para el tratamiento fundamentalmente de carácter cognitivo-conductual,
ya que la hipocondría radica, sobre todo, en la creencia y la preocupación
desmedida. Sentir miedo por tener una enfermedad es normal, matiza
Maldonado, nadie está exento de ello. Por ejemplo, de una escala del uno al
100, lo normal es tener 40-60, pero no ese miedo excesivo.
Para los pacientes que lo manifiestan de esa forma, explica esta
especialista, lo que se hace en consulta es aplicar técnicas de exposición. Por
su parte, para las personas que manifiestan su hipocondría como una creencia
real de que tienen esa enfermedad, se les aplica una terapia cognitiva, para
hacer sobre todo una retribución de los síntomas, porque el paciente lo
que hace es dar una explicación a sus síntomas que no son reales. El
porcentaje de éxito con terapia conductual, concluye Maldonado, es en la
actualidad superior al 80%.
El ambiente social en el que me muevo es plural, pero me pregunto si esta patología con la edad aumenta, pues conozco a varias personas hipocondríacas. Pienso que al jubilarse y tener más tiempo libre generalmente se escoge una de estas dos opciones; dedicarse a hobbys que se tenían aparcados, voluntariado, viajar... - o por contra estar muchas más horas en casa relajándose y con una vida quizá demasiado encerrada en sí mismo. En este segundo caso puede estar el caldo de cultivo de las personas hipocondríacas, pues suelen estar muy pendientes de su salud y se preocupan por cualquier síntoma nuevo por pequeño que sea.
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