MARIAN ROJAS | 07/01/2020
Entre el «imperativo de felicidad» y las altas
tasas de depresión navega una sociedad conectada más a las pantallas que a las
personas. En medio de esa tensión existencial, la psiquiatra Marian Rojas
relativiza los dramas, elogia la tristeza, fustiga las ansias de perfeccionismo
y reivindica el miedo. Exige el «modo avión» en un universo que gira en «modo
supervivencia». Autora de Cómo hacer que
te pasen cosas buenas, habla en plata de comerse el mundo en dosis
equilibradas de conocimiento propio.
Pregunta.-Una psiquiatra joven entre los libros tendencia.
¿Cuál es su diagnóstico de este éxito inesperado?. Respuesta.- En
una época donde la gente no encuentra sentido a las cosas tendemos a sustituir las razones de vivir por
sensaciones, que dan
placer y son buenas pero no llenan. Hemos reemplazado los porqués por emociones
intensas. Somos adictos a
experiencias cada vez más vibrantes que nos dejan más solos por dentro cuando
no existen. El estudio de nuestro circuito neuronal confirma que
funcionamos así.
¿Su libro triunfa porque queremos desengancharnos de
un tren que descarrila hacia algún precipicio?.- Una
sociedad llena de vacíos se agarra a cualquier cosa: una persona, una idea, un
libro… La felicidad
depende del sentido que damos a
nuestras vidas. Como psiquiatra, me dedico a ayudar a que la gente
tenga un equilibrio sano, porque la felicidad es un concepto muy manido. Trato
de animar a superar el pasado y
mirar con ilusión al futuro conectando con el instante presente.
Terminó” Cómo
hacer que te pasen cosas buenas” con un hijo ingresado en el hospital y
su tercer embarazo en marcha.- Lo escribí en el momento más duro de mi vida.
No he llegado a las librerías para dar un sinfín de pautas de comportamiento,
sino que propongo una cuestión de fondo que he investigado para entender mejor
cómo somos, porque comprender
significa aliviar. Cuando uno entiende por qué le pasan las cosas,
por qué reacciona así su cerebro ante determinadas situaciones, por qué su
organismo enferma en momentos de amenaza, es más fácil hacer frente a todas
esas circunstancias reales y universales.
¿Se puede ser feliz sin asumir que somos vulnerables
y que el sufrimiento forma parte de la vida?.- No. Huir de la realidad nunca nos hace felices,
solo incentiva la búsqueda de vías de escape que o son sanas o son
destructivas. No hay términos medios.
¿Las redes sociales se consideran una herramienta de
evasión?.- El 95 por ciento de los jóvenes del siglo XXI utiliza las redes sociales como huida en falso frente a los problemas porque estimulan la atención —la corteza
prefrontal— y la dopamina —la hormona del placer propia
de las sustancias adictivas—. Es un reflejo de la nula tolerancia a la frustración que
nos caracteriza como sociedad.
¿Nadar en la superficie de las personas nos hace
injustos?.- Nunca hemos tenido acceso a tanta información y nunca hemos sido tan vulnerables al engaño.
Estamos enamorados de lo superfluo, y cada vez somos más incapaces de
profundizar y llegar al trasfondo de las personas y las cuestiones. Gran parte
de la felicidad consiste en
autogestionar lo que me conviene para evitar la frustración. Las
capacidades del cerebro o las usas o las pierdes. Si sustituimos la memoria
por Wikipedia, el
sentido de la orientación por Google
Maps, y la atención por la pantalla, tendremos menos capacidad para
conducir la realidad desde dentro.
¿Pretender una vida sin errores es saludable?.- No conozco vidas sin errores, sin dolor y sin batallas. Si nos pasamos la vida buscando ser perfectos y
no fallar, enfermamos. El
empeño por mostrarnos perfectos en las redes sociales ya nos está enfermando.
El perfeccionista es el eterno insatisfecho que nunca está a la altura de
lo que quiere, por eso vive siempre alerta para controlarlo todo. Rema con
esfuerzo en un mar imposible.
Nos gusta tenerlo todo atado, y al final nos
controla la ansiedad. ¿Cómo ser audaces y, a la vez, vivir en paz?.- Sueña
en grande, actúa en lo pequeño. Ese es mi lema. Construye castillos en el aire
cuando seas capaz de levantarlos. Plantearse objetivos y poder celebrarlos en la meta es importante,
porque disfrutar con la pelea por esos objetivos ya nos está conectando con lo
bueno de la vida.
«Somos una sociedad que ha perdido el sentido de la
vida», ha dicho usted. ¿Y de la muerte?.- La muerte
como final de una vida de lucha y de amor da sentido a todo. Nos hace pensar. Reflexionar sobre cómo quiero
llegar a la muerte —cómo me despediré de mis seres queridos o cómo quiero que
me recuerden— nos ayuda a replantearnos la vida con visión de conjunto.
En este siglo XXI frenético usted receta
contemplación, mindfulness, desconectar el móvil… - El
ser humano no está diseñado para ir constantemente en «modo supervivencia», sino
para conectar y disfrutar de lo que tiene: la
naturaleza, las personas… ¡Ojo, que vivimos en una sociedad que conecta mejor con las pantallas
que con los seres humanos y la relación directa con las
personas es lo único que nos llena de felicidad en la vida!
¿Existe una tendencia a patologizar y a medicalizar
estados de frustración o duelo?.- El 20 por ciento de la población está medicada por ansiedad, depresión,
insomnio… ¡Las cifras son terribles! Cualquiera que lea el
nuevo manual de trastornos
mentales se verá reflejado en diferentes patologías de algún
modo, y en el caso de los niños es particularmente llamativo. El mundo se ha psicologizado. Yo
tiendo a quitarles hierro a los diagnósticos, incluso, a veces, ni los doy,
porque los nombres técnicos
generan perturbación.
Fingimos que empatizamos. Fingimos que sufrimos.
Fingimos que fingimos. ¿Cómo reconectar con la autenticidad?.- Lo que más motiva al ser
humano es ser amado y ser reconocido,
por eso hacemos todo lo que sea para aparentar que vivimos bien. Si no estamos
sanos por dentro, buscaremos ese aplauso o ese afecto como compensación a nuestros vacíos. Y germinará
la envidia, que demuestra superficialidad, no profundidades. Fingiendo pensamos
que los demás nos ven como queremos, porque las ganas de querer que todo el
mundo piense que nuestra vida es casi perfecta son universales. Me encanta desmitificar a la gente que parece
perfecta.
Ser optimista, alargar los telómeros y tener menos
posibilidades de enfermar. Explique esta trilogía del emoticono sonriente.- Los telómeros son los capuchones
de las puntas de los cromosomas, que se van acortando cuando nos vamos haciendo
mayores. Sabemos que la manera en la que nos enfrentamos a los problemas de la
vida puede acortar o alargar nuestros telómeros. La actitud proactiva —me
levanto, leo, hago deporte, quedo con alguien, me venzo a mí mismo y voy hacia
adelante— mejora los telómeros,
la salud física y la psicológica. El optimismo es ver la vida como una gran posibilidad para
mejorar. La gente que tiende a ver la vida en positivo, a pesar de las
circunstancias, tiene menos riesgo de minar su salud. El pesimista, el que convierte las emociones
en una soga, se acerca al diván.
Usted receta optimismo y observa enfermedades
sociales. ¿Dónde encuentra el equilibrio una psiquiatra?.-Es una profesión de riesgo mental. Pasar el día escuchando fantasmas, traumas y problemas puede conducir a no creer en el ser humano. Uno también acaba
teniendo sus miedos y sus fobias, porque tú ayudas al paciente pero el paciente
te provoca sentimientos con cada una de sus palabras. Yo tengo momentos diarios para encontrar calma mental.
Me sirve conectar con mi marido y mis hijos, con la lectura, darme un paseo
y echar el freno por completo
en vacaciones.
Drogodependientes emocionales, chutes de sensaciones
fuertes, mendigar likes a
cualquier precio. ¿Cuál es la metadona contra esta adolescencia crónica?.-La mejor manera de conectar con el mundo online es
estar de lleno en el mundo offline. Uno de los grandes abonos para
el cerebro es azuzar
nuestra capacidad de asombro y volver a mirar las cosas con interés.
Debemos volver a educar en la
espera en las diferentes facetas de la vida, porque el cerebro, cuando no tiene lo que quiere, se
frustra, se pone triste y se irrita. Las dos esferas que nos hacen
más felices están relacionadas con el amor y con el trabajo, dos ámbitos que nunca ofrecen resultados inmediatos y requieren la
paciencia y la perseverancia de saber esperar. Hay que aprender a vivir en la rutina encontrando la belleza en
lo cotidiano
¿Está proscrita la tristeza en nuestra sociedad?.- La tristeza tiene muy mala fama, y eso es un problema. Decía Darwin que el ser humano que
sobrevive es el que mejor se adapta a las circunstancias, y esa capacidad de
adaptación depende en buena medida de cómo gestionamos todas las emociones: la tristeza,
la alegría, la ira, el asco…
Aunque no tenga buena prensa, es fundamental, porque es la emoción que mejor nos conecta con nuestro
interior. La tristeza nos
sirve para reflexionar y decidir cambiar las cosas que no funcionan.
¿Estamos en pie de guerra contra emociones como la
ira, el miedo, el asco o la envidia, además de la tristeza?.- Todas las emociones son necesarias porque constituyen las respuestas lógicas
ante las diferentes circunstancias, y todas vienen precedidas de un
razonamiento, aunque no seamos conscientes. Las emociones —buenas o malas— son
básicas para la supervivencia.
¿Por qué tenemos dificultad para encontrar palabras
que expresen las emociones?.- En la generación de nuestros padres y abuelos
expresar los sentimientos era lo propio de personas débiles. A ellos les
enseñaron que había que tragárselo todo. Luego descubrimos que quien se traga las emociones se ahoga.
Hay estudios que relacionan el silencio
emocional con problemas dermatológicos, cardiológicos,
digestivos… Las siguientes generaciones han ido aprendiendo a gestionar las
emociones y estamos en una etapa interesante.
¿Cuáles deben ser las pasiones dominantes de una
sociedad que quiere romper el cascarón y madurar?.- Urge
educar en valores como la
empatía, de tal manera que se evite juzgar a los demás. Todos ponemos etiquetas y tenemos
nuestros prejuicios sobre personas, razas, orientaciones sexuales… Aprender a
ponernos en el lugar del otro es una pasión urgente para la convivencia social.
Las páginas de su libro mezclan cuerpo y mente. ¿Los
médicos que solo ven huesos, cartílagos y venas pueden ser perjudiciales para
nuestra salud?.- Hipócrates decía que el médico no tiene que estudiar la
enfermedad que tiene el enfermo, sino al enfermo que tiene la enfermedad, y su
sabiduría sienta cátedra más de dos mil años después. El paciente es quien se merece el foco de
atención. Esto requiere tiempo, empatía y paciencia. Es más fácil prescribir una pastilla que
preguntar qué te ha pasado, cuál es tu situación personal…
La familia se rompe cada vez más. Lo dicen las
estadísticas y se palpa en su consulta. ¿Corremos el riesgo de envejecer
teniendo como compañera de fatigas a la triste soledad?”?.- La salud física y psicológica predice nuestro modo
de envejecer, y la manera
de envejecer depende de
cómo nos sintamos queridos. Mi gran preocupación del siglo XXI es la soledad. Recomponer las relaciones de familia no es solo una medida importante,
sino una urgencia sanitaria.
¿Es viable comerse el mundo sin atragantarse?.- Cuidado
con comerse el mundo muy rápido y obsesionarse por alcanzar pronto el éxito. No pasa nada por ir
avanzando poco a poco. El trabajo bien elaborado con ilusión es más sano.
¿Cómo se cura el odio?.- Perdonando,
que es un acto de amor. Sin el perdón, se instala en nosotros el odio y el
rencor, dos reacciones incompatibles
con la felicidad. Si no somos capaces de perdonar, el problema es
nuestro, porque nos quedamos intoxicados.
¿Seremos capaces de incorporar a nuestras rutinas el
deporte de reírnos de nosotros mismos y de nuestras imperfecciones?.- Reírnos de nuestros fracasos y problemas y priorizar el sentido del humor es básico.
No podemos tomarnos tan en serio lo que nos pasa. Para superarse es necesario
asumir el error y la imperfección, y reírse de uno mismo. Está comprobado
que cuando uno se ríe a
carcajadas hay una explosión luminosa en el cerebro, como se ha
visto en alguna resonancia magnética. El sentido del humor es una vitamina para
el cerebro muy buena para la salud.
¿El optimismo realista y sanador de Rojas Estapé
será un tsunami crónico?.- A raíz de esta publicación he descubierto otra
forma de ayudar más allá de conferencias o terapias. Mi única finalidad
es ofrecer un apoyo basado en la evidencia científica y en mis
reflexiones personales para alegrar la vida de muchas personas, para alcanzar
la paz y el equilibrio en un mundo
hiperestresado e hipercomunicado.
Hola a todos; me consta que el artículo es muy largo, pero ya he suprimido algunas preguntas y respuestas que me parecían menos importantes, porque entero ocupa 5 páginas. Si alguna persona lo quiere buscar no tengo el link, pero lo encontré en Google.
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