ROCÍO NAVARRO MACÍAS | La
Vanguardia | 15/04/2020
Fortalecer nuestras
defensas mentales nos aleja de la negatividad y también mejora la respuesta del
organismo .
Igual que el cuerpo cuenta
con herramientas para combatir virus y bacterias y salvaguardar la salud
física, la mente dispone de sus propios mecanismos que la mantienen en
equilibrio. Su herramienta es el sistema inmunitario psicológico. “Por una
parte nos ayuda a enfocar nuestros objetivos en la vida en todo momento y, por
otra, a protegernos frente a situaciones conflictivas. Ayuda a gestionar
mejor el miedo, la ansiedad y el estrés”, comparte el psicólogo sanitario José
Elías.
Mantener en forma nuestras
defensas mentales es fundamental para sobrellevar situaciones adversas como la
crisis epidemiológica a la que se enfrenta la sociedad en estos momentos. Un
buen escudo psicológico nos aleja de la negatividad y es fundamental
para adaptarse, con optimismo, a las circunstancias. ¿Quieres saber cómo
fortalecerlo?
¿Cómo funciona? | Un mecanismo
automático que tenemos todos los humanos
Cuando nos anticipamos a
una situación desagradable, el córtex prefrontal simula una “realidad” basada
en el potencial sufrimiento. Sin embargo, cuando el escenario sucede, la
respuesta suele ser mejor de lo que esperábamos. Lo que explica esa positividad
inesperada es el poder del sistema inmunológico psicológico. Las
situaciones desafortunadas tienen un golpe más débil de lo que parecían.
“Este sistema nos permite
sobrellevar no solo los pequeños problemas cotidianos, sino también situaciones
muy complicadas. Es cierto que ante hechos traumáticos tenemos que sucumbir en
la tristeza, pero la calidad de nuestro sistema inmune facilitará la
recuperación”, comparte Elías.
Se trata de un mecanismo
automático que todos los humanos tenemos. Lo desarrollado que esté dependerá de
la calidad de los pensamientos y sentimientos. “Para activarlo, reforzarlo y
mantenerlo en estado óptimo es necesario aprender a percibir la realidad
cotidiana desde ópticas más alegres y felices. Ante la mayoría de
acontecimientos de la vida podemos pensar positiva o negativamente, y eso
afianzará o debitará nuestro sistema inmune mental”.
Resiliencia y autoestima | Los
recuerdos influyen
Según J. Westermann de la
Universidad de Luebeck y su equipo, se puede establecer un paralelismo en la
consolidación de la memoria psicológica e inmunológica. El sistema inmune
recuerda los contactos con antígenos creando células T de
memoria, que duran meses o años, y ayudan al cuerpo a reconocer una
infección previa, respondiendo rápidamente en caso de nuevo contacto. “Lo mismo
pasa con el sistema inmune mental, los recuerdos influyen en su
activación y reforzamiento o debilitamiento dependiendo de su signo e
intensidad. Si son positivos generamos un estado emocional que nos permite
actuar mayor eficacia y seguridad en el futuro”, explica Elías.
Tener la capacidad
de adaptarse a situaciones adversas es esencial para mantener un
sistema inmunológico psicológico saludable. “El sistema inmune psicológico está
relacionado directamente con la resiliencia, ya que las personas resilientes tienen
pensamientos positivos frente a los hechos traumáticos que les suceden, por lo
que están reforzándolo constantemente”, indica el psicólogo.
En ello coincide psicólogo
clínico y profesor de la Universidad Complutense José Antonio Portellano, que
indica cómo el sistema inmune psicológico se ve favorecido por la resiliencia,
pero también por una buena autoestima y la práctica de la
psicología positiva. “Autoestima no es sinónimo de narcisismo, sino sentimiento
de apego y bienestar con nosotros mismos. Cultivarla consiste en focalizar
sobre los aspectos positivos de nuestra personalidad, tratando de ponerlos en
valor para contribuir a mejorar nuestro sentimiento de bienestar”, continúa.
Se puede mejorar | También ayuda a
la salud general
Desde hace mucho tiempo se
tiene constancia de que el optimismo, la esperanza y la
resiliencia favorecen la salud física, tal y como puso de relieve Gregorio
Marañón. “El sistema inmune psicológico es el componente cognitivo y emocional
que facilita la protección del sistema inmunitario, interactuando con los
componentes biológicos del mismo. Los estados mentales positivos favorecen
la inmunoactivación, mientras que los de signo opuesto contribuyen a la
inmunosupresión”, comparte Portellano.
“Aunque realmente no
existen células inmunitarias psicológicas, los estados mentales pueden activar
o deprimir la respuesta del sistema inmunitario, favoreciendo o perjudicando la
salud de la persona”, matiza el psicólogo.
Aunque el sistema
inmunitario psicológico surge de forma innata, ciertos hechos traumáticos
en la infancia o ambientes hostiles pueden mermarlo. “Afortunadamente, como
toda capacidad o habilidad mental, podemos desarrollarlo si realizamos
determinados ejercicios”, comparte Elías, que recomienda cuatro pautas para
fortalecerlo.
Potenciar nuestra
autoestima, es una de ellas. También tener control sobre nuestros pensamientos,
dirigiéndolos hacia las situaciones racionales y positivas. “Tenemos que darnos
cuenta que no es importante lo que sucede sino lo que pensamos de lo que
sucede. No podemos cambiar los hechos traumáticos, pero si la forma en que nos
afectan; si cambiamos la forma de pensar (siendo coherentes), tendremos
pensamientos más racionales”, indica Elías.
El especialista también
recomienda desarrollar la creatividad, esencial para percibir nuevas
oportunidades en situaciones conflictivas, facilitando el desarrollo personal.
Asimismo, tener un objetivo vital contribuye a mantenernos fuertes en los
momentos adversos. “También encauzará nuestras energías hacia ese objetivo
personal”, comenta.
Asimismo, Portellano
insiste en cómo técnicas de relajación, mindfulness y meditación son
beneficiosas para desarrollar este sistema. “Los seres humanos disponemos de
cualidades y defectos. Cuando focalizamos sobre nuestras negatividades estamos
favoreciendo cambios neuroquímicos negativos que debilitan la respuesta
inmunitaria e incrementan un estado de salud mental negativo. De modo
contrario, cultivar la esperanza, la alegría y la visión positiva de la vida
producen una modificación en el sistema neuroendocrino, activando el incremento
de endorfinas así como de determinados neurotransmisores como la dopamina”,
concluye.
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