LAURA
PERAITA |
ABC-Sevilla | 03/04/2019
Según esta psiquiatra el ser humano no
está programado para vivir constantemente «en modo supervivencia.
Marian Rojas Estapé, médico y doctor especialista en
Psiquiatría, se siente una mujer muy afortunada porque considera que su
profesión es la más bonita del mundo. «Ayudo a aportar alegría al que está
triste, angustiado, bloqueado, al que lo pasa mal... Soy médico de las
emociones. ¡Vendo felicidad! ¿Hay algo mejor que eso?», se preguntó durante la
celebración del taller «Cómo hacer que te pasen cosas buenas», impartido durante la celebración
del 39º Congreso de Fepace en
Sevilla.
A día de hoy, esta psiquiatra confiesa que no entiende
cómo su libro «Cómo hacer que
te pasen cosas buenas» está en los primeros puestos en ventas. «Creo
que el éxito está en cuando lo escribí». Explica que coincidió que justo hace
un año su hijo tuvo un accidente muy grave y estuvo ingresado en la unidad de
quemados del Hospital de La Paz. «Había firmado con la editorial que lo entregaba
a finales de abril de 2018, pero les dije que no tenía la cabeza en aquel
momento como para terminarlo. Me advirtieron que había firmado un contrato y que
debía cumplir. Me dieron 15 días más. En medio de ese sufrimiento por mi hijo tuve que pensar en escribir sobre cómo
hacer que te pasen cosas buenas, ¡y encima estaba embarazada de mi tercer hijo!
Finalmente nació el libro a la vez que mi bebé. Entre la rehabilitación de mi
hijo y los cuidados del pequeño pedí a la editorial que estuviera varios meses
sin que se hiciera publicidad del libro porque yo no podía asistir a ninguna
presentación. Mi sorpresa fue que, en poco tiempo, estaba entre los más vendidos. Este
libro me ha traído muchas cosas buenas y he llegado a gente que pensé que nunca
podría llegar», confiesa.
Durante el taller celebrado en el Colegio Entreolivos
explicó a su numeroso público cómo llegar a la felicidad. Aclaró que en los
cromosomas hay una parte que son los telómeros, que son nuestro verdadero reloj
biológico. Uno puede tener 42 años y en la revisión de telómeros
indicar que tiene 47 o 32. «Cuanto más cortos son mis telóremos más
probabilidad tengo de enfermar, tener enfermedades cardiovasculares o cáncer.
Son un pronóstico en mi vida. Hoy en día sabemos que podemos modificar nuestros
telómeros en función de nuestra actitud hacia la vida. Si soy optimista,
activa, me cuido, medito..., soy capaz de alargar mis telómeros y tener menos
posibilidades de enfermar. Es una cuestión importantísima».
Aseguró que hablar de felicidad es hablar del sentido
que cada uno le damos a nuestra vida. Pero en una sociedad que ha perdido el
sentido, el rumbo, «lo hemos sustituido por sensaciones, como pueden ser la
comida, el alcohol, el sexo..., aspecto que no son malos de por sí, pero que
pueden ser autodestructivos en exceso. Nos hemos convertido en drogodependientes emocionales. Solo actuamos cuando nos mueve una
emoción cada vez más fuerte, vibrante. Hemos acostumbrado al cerebro a experiencias de gran
intensidad y, como consecuencia, hemos perdido los referentes y
los valores necesarios para que nos guíen en momentos de caos. Constantemente
en nuestra vida nos podemos perder y tenemos que tener claro el sentido de la
vida».
Según Rojas Estapé, cuando una persona tiene motivos
para vivir es capaz de superar las dificultades. «Hoy sabemos que el poder de
los recuerdos y de las ideas tiene un impacto brutal en nuestro organismo. El ser humano es el único ser vivo que
solo con pensar es capaz de amargarse la vida. Los médicos tienen muy estudiada
la bioquímica y cuando una persona tiene un propósito en la vida se fortalece.
La felicidad, por tanto, consiste en
vivir instalado de forma sana y equilibrada en el presente, habiendo superado
las heridas del pasado y mirando con ilusión al futuro». El 90% de las preocupaciones nunca suceden.
Explicó que las personas que viven enganchados al pasado son los
depresivos y los que viven angustiados por el futuro son los
ansiosos. «Depresión y ansiedad, las dos grandes enfermedades del siglo XXI.
Nuestra única manera de actuar es estar en el hoy y en el ahora. El 90% de las
preocupaciones nunca jamás suceden, pero nuestro cuerpo y mente lo viven como
si fuera real: ¿y si me echan del trabajo?, ¿y si me deja mi mujer?, ¿y si mi
hijo se engancha a las drogas?, ¿y si mi padre tiene cáncer?... El ser humano no está
programado para vivir constantemente en modo supervivencia. Tenemos sometido al cerebro a un
estado de alerta constante que está haciendo que el individuo enferme. Y, por
ello, hay síntomas de alerta como los del nivel físico (tiembla un ojo, sudan
las manos, se estropea la piel, se cae el pelo, surgen problemas
gastrointestinales...). ¡Todo el cuerpo se inflama! El siglo XXI es el siglo de
las inflamaciones».
También el sistema
inmunitario se inflama y es cuando surgen problemas de tiroides,
paratiroides... «A nivel psicológico la persona se vuelve más irritable, está
de los nervios, salta con facilidad, tiene menos concentración, es más propensa
a ser depresiva... En el ámbito social no quiere ver a gente, prefiere quedarse
en casa...».
Esta psiquiatra
aseguró durante la celebración del Congreso de Fepace que «si uno sabe lo que
le pasa, si entiende cómo funciona el cerebro, comprenderá más fácilmente por
qué su organismo está cada vez más enfermo. «La mente y el cuerpo no distinguen
lo real de lo imaginario y si se vive constantemente en alerta uno enferma. La
felicidad consiste en cómo conecto yo con el hoy y con el ahora, no es lo que
me pasa, sino lo que interpreto que me pasa. Lo que para uno es una alegría
para otro no lo es».
Prosiguió matizando que la felicidad consiste en
encontrar un motivo por el que levantarse cada mañana. «Hay mucha gente que se levanta sin saber para qué. Nuestro
estado de ánimo determina la interpretación que hacemos de la realidad. Cuando
intentamos ser felices, que es poner pasión en la vida, las cosas nos van mejor
porque conectamos con las personas corazón con corazón y activamos la oxitocina, que es
la hormona del vínculo. Otro factor que influye en la interpretación de la
realidad es la capacidad de fijar la atención, lo que se denomina el sistema
reticular activador ascendente. Nuestro cerebro ve muchas cosas, pero solo se
queda con aquello que es importante para mi corazón, mis ilusiones o
preocupaciones; por eso la mujer embarazada va por la calle y solo ve carritos
de bebé; el que se rompe una pierna solo ve personas con muletas...».
Como conclusión, quiso matizar que para potenciar la
felicidad es necesario también apartarse de las personas tóxicas, que acortan los telómeros y, sobre todo,
no estar continuamente en alerta, porque nos inflamamos. Por último insistió en
que «cuando estemos solos, cuidemos nuestros pensamientos; cuando estemos con
los demás, cuidemos nuestra lengua; cuando estemos alterados, cuidemos nuestras emociones; cuando estemos en conflicto, cuidemos
nuestro temperamento y, cuando todo nos vaya bien, cuidemos nuestra vanidad.
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