ANGELES JURADO |
Las Palmas de Gran Canaria
| El País |
05/12/2019
“El
psicólogo Serigne Mor Mbaye es especialista en personas vulnerables en
situación de crisis y auxilia a los profesionales que, en Europa, trabajan con
inmigrantes”.
Serigne Mor Mbaye (Louga, Senegal, 1954) se sienta en la terraza de una
cafetería de Las Palmas de Gran Canaria con el cigarro prendido, su
inconfundible gorro sombreando sus ojos glaucos y un café delante. Es psicólogo
y psicoterapeuta en ejercicio desde 1979, cuando inició su carrera como
consultor en el hospital de Cayssiols Rodez, en Francia. Ha ostentado diversas
responsabilidades en salud pública, derechos de la infancia, contextos de
conflicto, educación para la salud y lucha contra la explotación sexual o el
sida en lugares como Abiyán, Dakar, Casamance o Saint Louis. En su propio país,
Senegal, analizó la mendicidad entre los niños
talibés, y en la República Centroafricana, trabajó como psicólogo clínico
encargado del seguimiento de niños víctimas de la
violencia sexual de los cascos azules.
Ha recalado varias
veces en Canarias este año, por invitación de la Federación de Asociaciones
Africanas en Canarias (FAAC), para hablar sobre la salud mental del
migrante. En una de estas visitas se dedicó a formar a 80 técnicos que
trabajan con menores extranjeros no acompañados, en el marco del I Seminario
África y la Juventud Migrante, que se organizó a finales de marzo.
Resalta que, muy a
menudo, hay situaciones de depresión oculta que los profesionales occidentales
no perciben a la hora de tratar a un migrante. "En la cultura africana, la depresión no es algo que se pueda
mostrar", subraya
él. "Hay un encerramiento en uno mismo. Tienen que comprenderlo: muchas
veces ven a un individuo en estado de agitación, que no para de moverse, y
están muy lejos de sospechar que dentro hay una tragedia, que se está fraguando
en el interior de ese individuo, que debilita sus recursos y que lo puede
llevar hasta a cometer actos suicidas".
Pregunta. ¿Qué quiere
contar a quienes trabajan con migrantes en Canarias?
Respuesta. El proyecto
del migrante es comunitario al principio. Tener éxito es adaptarte en el país
de acogida y encontrar los medios para asegurar tu propia supervivencia y el
sustento de tu comunidad de origen: es decir, devolver la deuda a la comunidad.
Cuando el migrante llega y se le envía a prisión o a un centro de
internamiento, esto representa un terrible fracaso.
Es una tragedia, pero una tragedia que
se convierte en individual. La comunidad no contempla esa situación de fracaso.
De ahí surgen síntomas de estrés postraumático, casos de episodios depresivos,
fenómenos de disociación, casos de agresividad, casos de aislamiento emocional.
Todos los profesionales del ámbito médico y del ámbito social que trabajan con
ellos deberían comprender todas estas vivencias.
En el momento en el que el migrante
llega, hace falta ayudarle a reconstruirse, ayudarle a superar sus traumas y a
contemplar la posibilidad de quedarse y adaptarse o la posibilidad de volver, a
sabiendas que también se tendrá que readaptar si vuelve. Ese estado de
sufrimiento menoscaba los recursos de resiliencia con respecto a la adaptación
en el país de acogida o con respecto a su retorno a la comunidad de origen. No
digo que sean enfermos mentales, por supuesto: simplemente que su salud mental
se ve afectada por las diferentes situaciones dramáticas por las que pasan.
P: ¿Y con respecto a
los menores de edad, a las personas que llegan con todas estas cargas sobre sus
hombros y, además, son menores?.
R: He reflexionado
mucho sobre ese tema. Es una etapa de la vida en la que el sentimiento de
identidad es todavía muy confuso, sea la identidad sexual o la identidad
cultural. Y en este contexto vas a viajar. El país de acogida no siempre es un
país estable en materia de acogida. Cuando digo estable, quiero decir: ¿hay
algún referente que te pueda ayudar a construirte? No es tan fácil.
Pienso en cuando yo
me fui a Francia con 18 años. Tenía un arraigo identitario sólido, hablaba mi
idioma, tenía el ideario de mi cultura y cuando me acerqué al otro, en este
caso, a Francia, ya estaba hecho, tenía mis certezas. Nunca me he visto en una
situación de complejo o de soledad. Conocía además la cultura francesa, porque
había leído sobre Europa desde la Edad Media hasta el siglo XX. Es cierto que
era un conocimiento libresco, pero me permitía tener unas claves de lectura de
la sociedad de acogida. Pero los que emigran hoy se van de unas sociedades en
crisis que dudan de ellas mismas. No tienen un arraigo identitario. No hablan
el idioma del país de acogida, no conocen sus referencias. Es una situación muy
compleja.
P: Como usted
dice, muchos de los migrantes que llegan a España no conocen nada del país al
que llegan...
R: No sé si lo
sabe, pero en mi cultura de origen, en Senegal, a toda Europa se le llamaba
“Tugal”. La gente dice “vas a Tugal”, porque los primeros europeos que llegaron
a nuestras tierras fueron de Portugal. La mayoría de los migrantes no han
contemplado nunca la posibilidad de quedarse en Europa. Al principio, el plan
no era ese. El plan era irse, ganar dinero y volver. Satisfacer las
necesidades, primarias diría yo, de la comunidad de origen, pagar la deuda.
Como decía, cuando te acercas a una
civilización sin conocerla, hay un problema. El dominio de tu cultura de origen
te permitirá saber descifrar a toda la humanidad. Cuando uno tiene este
dominio, puede con todo, porque la humanidad es una e indivisible,
independientemente si en un sitio hay chozas y en otro, edificios. Como decía
antes, la gente que emigra hoy se va de sociedades en crisis, sociedades que
dudan de ellas mismas, así que esa gente ya había perdido las referencias. En
este contexto, viajar y llegar al país de acogida se convierte en una hazaña
todavía más compleja. A mí me gustaría hablar con los médicos que abordan los
cuerpos de estos migrantes, para que entiendan cuál es la representación que
estas personas tienen de la enfermedad, cuál es la representación que tienen de
su propio cuerpo, cuál es la representación que tienen de las nuevas
tecnologías médicas. Todo esto es muy necesario.
LA DIÁSPORA Y LA MIGRACIÓN
El profesor Mbor acusa a las élites que
gobiernan en África de no tener un proyecto de sociedad. "África sufre por
culpa de estas élites", dice. "Todos los países tienen Ministerios de
la Diáspora, en toda África. Pero están huecos, no hay nada detrás, porque no
existe un proyecto de sociedad como fundamento". Opina que, si tuvieran un
proyecto de sociedad, los estados africanos podrían aprovechar a la diáspora para
acoger a los migrantes para ayudarles a adaptarse o a irse.
P: Según su
experiencia, ¿por qué viajan a Europa algunos jóvenes africanos?.
R: Si se van, es
porque no ven posibilidades, cuando en realidad todas las posibilidades están
en sus propios países. Lo que pasa es que la comunidad está entusiasmada con el
viaje. Hay algo neurótico en la
repetición de la idea del
viaje. Ya ni siquiera miran a su alrededor en el sitio en el que están.
Yo les digo a los jóvenes del pueblo en el que vivo: “Esperen, hay tantas cosas
que hacer aquí, tantas cosas. Tienen pescado, ¡transformen el pescado! Tienen
tierra, ¡cultiven la tierra!”. No se lo creen: es el viaje, en una repetición
neurótica. Por tanto, es necesaria una labor con respecto a la acogida de la
gente que necesita sanar todos los sufrimientos por los que han pasado, pero
también es necesaria una labor para que la gente se readapte a otro tipo de
proyecto, que no sea el proyecto del viaje.
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