Los casos de sobrepeso
extremo se han duplicado en cinco años en España.
Los expertos dudan acerca de si la ansiedad es causa o
efecto del fenómeno
SUSANA GONZÁLEZ VEJO | Madrid | El País | 06/05/2013
Un 30% de los
pacientes que se operan de obesidad mórbida vuelve a engordar.
- La relación entre
obesidad mórbida y ansiedad es un camino de ida y vuelta. “Hay algunos
pacientes que presentan antes un trastorno de ansiedad que les deriva al
sobrepeso, ya que compensan esta sensación con la sobreingesta de comida. Y hay
otros que tienen sobrepeso y que no pueden controlar la ansiedad”, explica
Francisco Javier Quintero, jefe de Psiquiatría del Hospital Infanta Leonor de
Madrid. Quintero realizó un estudio sobre 100 pacientes obesos que no
conseguían adelgazar a pesar de haber sido sometidos a tratamientos médicos,
como dietas o incluso cirugía. Los resultados mostraron que había un 31% de
pacientes con trastorno de ansiedad y otro 35% con depresión. Quintero pone
como ejemplo el trastorno por atracones, una ingesta descontrolada de comida en
poco tiempo. “Este trastorno es uno de los más frecuentes en pacientes obesos y
también de los más controlables si se diagnostica a tiempo. El problema es que
muchas veces no se hace”, comenta. “El estudio destaca que muchos pacientes no
logran calmar su ansiedad y siguen comiendo. Por ello es importante tratar
estos problemas emocionales antes de cualquier cirugía o dieta”, concluye el
psiquiatra.
- Los afectados
también lo acusan. “Llevo toda la vida luchando contra los kilos de más, las
dietas sin resultados y la ansiedad que eso me ha generado”. Así describe Enma
Miller, de 36 años, un largo camino de esfuerzos, éxitos y desilusiones con la
obesidad mórbida. Como ella, casi un millón de españoles la sufren y los casos
se han duplicado en cinco años, según los últimos datos de la Sociedad Nacional
de Cirugía de la Obesidad Mórbida de 2011. Los profesionales sanitarios
aseguran que la cirugía bariátrica, una reducción de estómago, es la mejor
solución para reducir peso y erradicar algunos padecimientos asociados como la
diabetes. Pero algunos expertos señalan que el resultado de esta intervención
puede ser baladí si no se intervienen en otros aspectos psicológicos y
emocionales como la ansiedad.
Los genes influyen en la
enfermedad mórbida, pero no son determinantes- Es un fenómeno con muchas aristas. No todo el mundo nace
obeso. “Existe un componente genético que influye, pero que no es fácil de
descifrar porque no depende de un solo gen. Se puede hablar más bien de una
predisposición familiar a la obesidad”, comenta Clotilde Vázquez, jefa de
Endocrinología del Hospital Ramón y Cajal. Hay, en cambio, otros factores como
la familia o el entorno cultural, ambiental y social que desarrollan un
sentimiento de ansiedad por la comida que puede perdurar toda la vida. “Cuando
los niños están en primaria, el deseo de comer impulsivamente tiene que ver con
el cuidado de los padres. Algunos son duros con los niños obesos, les llaman
gordos o los comparan con sus hermanos delgados”, dice Caterina Calderón,
psicóloga de la Universidad de Barcelona. La niñez es especialmente sensible:
el 45% de los niños españoles padece exceso de peso, según el Ministerio de
Sanidad.
- Miller recuerda que la primera dieta que hizo fue a
los cinco años: “Me solían decir: ‘Tú no puedes comer esto o lo otro. No puedes
llevar ninguna comida al recreo’. Creo que esta actitud no beneficia a los
niños. Basta con que te prohíban algo para que tengas más ganas de hacerlo”,
dice indignada.
Uno de cada tres de los afectados manifiesta
depresión
- Hay otros casos, en
cambio, en que las familias piensan que si el niño no está gordo no está bien alimentado.
En ambos casos, el pequeño desarrolla un sentimiento de ganas de comer que es
muy difícil de erradicar con el tiempo. “En el primero de ellos la comida se
utiliza para aliviar un dolor y, en el segundo, por placer” asegura Calderón.
- Y como no todas las
obesidades son iguales no a todos los pacientes le sirven las mismas
soluciones. “Uno de los problemas de la gente con obesidad es que comete
errores al hacer dietas y se plantean objetivos difíciles de alcanzar en poco
tiempo”, dice Susana Monereo, coordinadora de la Unidad de Obesidad Mórbida del
Hospital de Getafe. Lo mismo se puede decir que ocurre con la cirugía
bariátrica. Esta operación, que disminuye la cantidad de comida que se puede
ingerir como consecuencia de la reducción del estómago, también elimina la
sensación de hambre durante muchos años al regular unas hormonas que modulan el
apetito. Los expertos reconocen, sin embargo, que existen otros factores que no
dependen de estas hormonas. “La obesidad se asocia en muchas ocasiones a
componentes de ansiedad que nos dificultan controlar adecuadamente el impulso
alimentario”, admite Alberto Goday Arno, jefe de Endocrinología del Hospital
del Mar, en Barcelona. El médico explica que no todos los pacientes son
adecuados para la intervención y que antes debe hacerse un análisis psicológico
de cada paciente. Los profesionales sanitarios insisten mucho en que la cirugía
no hace magia. “Alrededor de un 30% de los obesos recuperan parte del peso
perdido al cabo de unos cinco o seis años si no mantienen unos hábitos
saludables”, explica Monereo.
- A las dificultades de
bajar de peso y mantenerlo se suma la incomprensión y el estigma social. “A los
cinco años, un endocrino pensaba que estaba gorda porque pegaba a mis
compañeros para quitarles el bocadillo”, señala Miller, que se pregunta si el
médico era consciente del daño de sus palabras en una niña tan pequeña.
Considera que la sociedad no es consciente de que se trata de una enfermedad
que ella no ha elegido. “Yo he peleado toda mi vida contra la obesidad. La
gente nos juzga como personas que simplemente no tienen fuerza de voluntad. No
se dan cuenta de que se trata de una enfermedad y que, como enfermos, luchamos
contra ella todos los días”, concluye.
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