ROCÍO NAVARRO MACÍAS | La
Vanguardia | 01/03/2020
Series como Por Trece
Razones o Euphoria o el testimonio de famosos como
Selena Gomez, y personas anónimas con mensajes virales están rompiendo el
tabú en torno a la depresión. Se calcula que unos 300 millones de personas
la padecen en el mundo, según indica la OMS.
Pese a este incipiente destape, gran
parte de las veces la incapacidad para gestionar los avatares de la vida
continúa siendo una afección silenciosa y encubierta. De
hecho, muchas personas no presentan sus síntomas
tradicionales y la
viven de forma oculta, incluso sin ser conscientes de ello. Sin embargo,
existen algunas pistas con las que se puede intuir que se ha roto el
equilibrio emocional. El perfeccionismo es una de ellas.
Los perfeccionistas luchan por mantener estándares quijotescamente altos. Piensan
que lo bueno nunca es suficiente. Como tal, están atrapados en un
ciclo interminable de esfuerzo excesivo. Pero, ¿por qué surge esta búsqueda?
“Las personas perfeccionistas suelen tener baja autoestima, no
sienten valor por ser quienes son, sino por hacer y tener. Como no se aprueban
a sí mismo, buscan la aprobación de los demás”, expone Elisa Sánchez
Lozano, psicóloga y directora de Idein.
“La perfección no existe,
por tanto quien la busque obtendrá sentimientos de frustración. Además de
todas las emociones desagradables que se derivan de ella”, comparte la
psicóloga clínica Elena Dapra. Por tanto, si tenemos en cuenta que la depresión
deriva en sentimientos de pérdida, de ira, de tristeza, de frustración que
interfieren en la vida diaria, ambas pueden tener relación.
Estos son algunos de los rasgos perfeccionistas que pueden
enmascarar, junto a otros, la depresión.
1.- Autocrítica
constante.- Que las cosas no salgan como el perfeccionista espera puede
desencadenar un bucle de argumentos contra él mismo. “Cuando, por ejemplo, no
obtiene un diez en el examen o alguien le critica y no acepta como válida su
opinión, tiende a hundirse. Esto sucede porque ha identificado lo que hace con
lo que es”, revela Sánchez. Esta serie de pensamientos pueden llevarlo incluso
a sentirse rechazado por los demás.
2.- Incapacidad
para dar por finalizados los proyectos.- Para las personas
perfeccionistas desconectar del trabajo es misión imposible. Esto sucede porque
nunca dan las tareas como válidas. “Siempre están enganchados, lo
que provoca que se quemen con él. Esto puede tener como consecuencia
una depresión”, analiza Dapra.
En estos casos es importante transformar la exigencia a la que se
someten por excelencia. “Hay que cambiar el “debería” que es una
distorsión cognitiva, por conseguir hacer las cosas lo mejor posible. Evitar
las imposiciones y desempeñar el cometido fluyendo e, incluso, si se puede,
disfrutando”, añade. De esta forma no se generan emociones desagradables, sino
otras dirigidas al bienestar.
3.-
Intentar ser socialmente perfecto.- Quien vive intentando ser
perfecto para los demás tiene un problema doble. “Son personas que acaban
agotadas justamente por eso. Están luchando todo el tiempo contra sí
mismos, porque es imposible no cometer errores. Sumado a otras cosas, este
aspecto podría desencadenar en una depresión”, explica Dapra.
Este tipo de prácticas se manifiestan a diario en las redes
sociales, a través de vidas a modo de escaparate que distan mucho con la
realidad. Se trata de individuos que crean una quimera que ajuste el devenir a
sus parámetros vitales. “Tienden a mentir, les cuesta aceptar que no hacen las
cosas perfectas; esto les puede llevar a discusiones y conflictos fuertes con
los demás, por ejemplo con compañeros o familiares”, indica Sánchez.
4.- Dificultades
para enfrentarse a los problemas.- Ante situaciones difíciles, el
perfeccionista intenta a esquivarlas. “Es frecuente que utilicen estrategias de
huida, como dejar relaciones o trabajos, cuando surge una dificultad”, matiza
Sánchez. “La depresión consiste en valorar negativamente el entorno (mi vida
fatal, mi familia no me quiere), el futuro (va a seguir siendo así, no lo puedo
cambiar) y a uno mismo; es lo que denomina la triada de la depresión”, continúa
la psicóloga.
De ahí que abandonar sea una práctica común en ellos. Aunque
parezca que esta opción elimina el problema, tiende a acumularlos y acrecienta
la sensación de insatisfacción y frustración.
5.- Necesidad
de dominar la situación.- Para los perfeccionistas tenerlo todo
bajo control no es sinónimo de medir tiempos y posibilidades, sino
una obsesión porque las cosas se ajusten literalmente a su guion. “La
gente muy perfeccionista intenta planificar todo al dedillo; algo irreal,
porque se exigen más de lo que podrían dar”, expone Dapra.
Su pensamiento queda dominado por la meta y no dejan espacio para
nada más. “Hay personas que no hablan en un país extranjero porque tienen la
creencia de que hasta que no dominen la lengua perfectamente no deben hacerlo.
Esto genera una situación de aislamiento que obliga a pasar un tiempo
desagradable en soledad. Junto a otros factores, podría llevar a
una depresión”, explica Dapra.
6.- Excesivo sentido de responsabilidad.-
Para quienes viven guiados por el perfeccionismo el deber, el honor y la
lealtad son palabras mayores. El alto sentido de la responsabilidad hace que
sean incapaces de decir que no ante propuestas de amigos, familiares
y compañeros. Por ello siempre estén ocupados y, en muchas ocasiones, sus
obligaciones excedan del tiempo real para desempeñarlas. “Pueden agotarse,
sufrir estrés crónico y burnout , no se cuidan”,
comparte Sánchez. Si la persona se halla en la antesala de una depresión o está
inmerso en ella, el motivo que le lleva a cargarse de tareas es evitar afrontar
situaciones desagradables.
La salida - Trabajar la forma de ver la realidad
Las personas perfeccionistas suelen moverse por ideas
irracionales, pensamientos muy arraigados que hacen responder al mundo de una
determinada manera, y esto genera distorsiones cognitivas. “Las mostramos en el
día a día. Por ejemplo, una persona que piensa en clave de todo o nada, o
que las cosas se hacen así o así, cuando, en principio, existen mil
maneras”, relata Dapra.
La psicóloga indica que si este tipo de fórmulas dirigen la
realidad, significa que las ideas irracionales tienen mucho peso en
la persona. “ Si dirigen la vida, la adaptación al mundo no es la más sana, ni
tampoco útil, y suelen enmascarar una patología”.
Para superar esas ideas, lo primero es identificarlas. “En
segundo lugar hay que aprender a reajustar la atención y readaptar la interpretación para
que resulten más saludables, razonables y acertadas”, explican desde el Colegio
Oficial de Psicólogos. En este sentido, suele ser necesaria la búsqueda y
puesta en práctica de soluciones alternativas a los problemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario