CRISTINA GARRIDO | ABC
| 04/04/2019
El daño que provoca el consumo de alcohol en
el cerebro no
se frena inmediatamente después de abandonar el hábito. Así lo demuestra un
trabajo conjunto del Instituto de Neurociencias CSIC-UMH, en Alicante, y del Instituto
Central de Salud Mental de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, que ha
detectado, mediante resonancia magnética, cómo, al menos durante las seis
primeras semanas de abstinencia, siguen progresando los daños en la materia
blanca, que son como las «autopistas» del cerebro.
«La
sustancia blanca pone en comunicación a las distintas regiones de sustancia
gris. Si la autopista está dañada la comunicación en el cerebro no será tan
eficiente como si funcionara bien», explica a ABC la doctora Silvia de Santis,
investigadora del Instituto de Neurociencias de Alicante y primera autora del
estudio.
En
este trabajo, que se publica este miércoles en la revista «JAMA Psychiatry», participaron 90 pacientes
alcohólicos, con una media de 46 años, internados en un programa de
desintoxicación en Alemania. Como grupo de control, para comparar las
resonancias magnéticas, se utilizó a 36 hombres sin problemas de alcohol, con
una edad media de 41 años.
La
investigadora señala que hay trabajos previos que hablan de un año como plazo
para que los parámetros cerebrales regresen al nivel de población sana. Hasta
ahora se creía que los daños
comenzaban a revertirse en el mismo momento en el que se dejaba la bebida,
pero este nuevo estudio ha podido comprobar que, a las dos y a las seis semanas
de abstinencia, no solo no se aprecia una mejora sino que, por el contrario, se sigue produciendo daño,
comparado con el grupo que nunca consumió alcohol.
«Creemos
que esto ocurre porque el consumo de alcohol genera un estado de inflamación en el cerebro que
avanza incluso en ausencia de alcohol. Esto a su vez podría explicar por qué
las primeras semanas de abstinencia son las más complicadas y cuando hay una
mayor posibilidad de recaída», apunta la doctora Silvia de Santis. Para
corroborar esta hipótesis, el equipo sigue trabajando con técnicas más
avanzadas.
Estudio
paralelo en ratas
Para
determinar si los daños observados en el cerebro de los pacientes participantes
estaban realmente producidos por la bebida o existían otros factores que podían
influir (tabaco, cocaína, marihuana, problemas neurológicos o psiquiátricos),
los investigadores llevaron a cabo el mismo estudio, de forma paralela, en
ratas con preferencia por el alcohol. «En este modelo animal vemos un patrón muy similar al de los sujetos
alcohólicos, aunque nunca llegan a sus niveles de intoxicación.
Esto sugiere que cantidades
de alcohol limitadas también pueden producir un patrón de daños similares
en la estructura del cerebro, aunque el efecto sea menor», concluye la
investigadora.
El
objetivo de este trabajo es identificar biomarcadores que permitan realizar
un diagnóstico temprano y personalizado de los
daños en el cerebro producidos por el abuso de alcohol de cara al tratamiento
de estos pacientes.
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