ÁLVARO SÁNCHEZ
LEÓN | Aceprensa |
25/11/2021
Marian
Rojas Estapé es la best
seller de la pluma antiinflamatoria, la
bata blanca y la sonrisa realista y consciente. Psiquiatra. En el momento más
doloroso de su vida escribió Cómo hacer que te pasen cosas buenas (2018), y el
viento de la naturalidad y la franqueza de sus páginas, siempre entre la ciencia y la experiencia, cosechó un alto número de hogares
reencendidos sin miedo al precio de la luz. Sus páginas trajeron más brillo,
también para los ojos de una sociedad con síndrome de burnout que
miraba hacia los lados, titubeante, incluso antes de que debutara el
coronavirus.
Este año ha
vuelto al podio de los libros más vendidos con Encuentra tu
persona vitamina: una rebotica para conocernos y sanar la
convivencia, y una vacuna de emergencia ante este clima de urgencias de salud
mental que se salen de madre en nuestros propios domicilios.
No ha
vivido aún su crisis de los 40 y ya ha salvado de muchas asfixias emocionales,
angustias existenciales, ahogamientos en piscinas y en vasos de agua, tiros por
la culata, encierros al vacío, sorderas de orgullo, miopías individualistas,
cobardías crónicas, hiperplasias de inmadurez, esguinces familiares, anorexias
de afecto, bulimias de egocentrismo… y suicidios.
El timbre
de su consulta está que arde. Las páginas de sus libros viajan en el metro.
Mujer de rojo sobre fondo gris-oscuro-casi-negro-mate. Apasionada. Ilusionante.
Es un ventilador de divulgación científica, guiños de empatía y motivos
contundentes para vivir con la cabeza alta.
Con la
mirada puesta en una pandemia que sube y baja por el retrovisor. Con El País y
su “España, en terapia” sobre la mesa del café. Muy cerca
de las grúas monstruosas que recomponen el nuevo Bernabéu, zumo de oxitocina con vitaminas, andamios, reset,
la ola en las gradas y ¡gol!
—
Dice The Lancet que los casos de depresión
grave han aumentado un 28% en todo el mundo y los diagnósticos de ansiedad, un
26%. Son porcentajes de guerra mundial que nos están hablando a gritos:
“Conócete a ti mismo, cuídate, y protege a los demás”.
— No
estamos diseñados para vivir en modo alerta. Las cifras son “lógicas” después
de este tiempo de pandemia, porque casi nadie sabe enfrentarse de manera sana a
la muerte, a la enfermedad, al sufrimiento y a la incertidumbre. Durante el
confinamiento repetí muchas veces: “Si no puedes salir fuera, métete dentro”.
Estas circunstancias son ocasiones de oro para pararse a pensar y hacerse las
grandes preguntas. La pandemia bien gestionada nos ayudará a crecer. De
momento, lo que veo en consulta es que la pandemia mal gestionada nos está
enfermando.
— Desde el
inicio de la pandemia, en España se prescriben el doble de psicofármacos. Pero
en Encuentra tu persona vitamina nos habla
de que nadie sale del hoyo solo con pastillas.
— Las
pastillas pueden ser una grúa necesaria que nos sacan del hoyo y nos colocan de
nuevo con los pies sobre la tierra. A partir de ahí, debemos contar con
herramientas que nos permitan aprender a vivir sin fármacos. Las pastillas son
impermeables que ayudan a no sentir. En los casos de depresión grave o de
angustia sirven para paliar esos síntomas ansiosos depresivos, pero debemos
prepararnos para seguir adelante sin impermeables. Recomiendo ir contando con
recursos propios, poco a poco, para ser capaz de gestionar los problemas de
cada día: un bache económico, la incertidumbre de la vida misma, la relación
con personas que no nos convienen…
“Si
contamos con herramientas para gestionar lo bueno y lo malo, vibra en nosotros
un equilibrio interior y somos más felices”
— El
CIS dice que el 35,1% de los españoles ha llorado en el último año y medio. Me
parecen pocos. Lo que está claro es que ante una sociedad que cambia bruscamente
cada día, la incertidumbre y las crisis cada vez necesitamos más estar rodeados
de personas que curan: aspersores de oxitocina, en la jerga de tus libros.
— Yo he
llorado varias veces durante la pandemia y no me importa admitirlo. En pleno
confinamiento tuve a mi cuarto hijo y el mayor tenía cinco años… De pronto, me
vi en unas circunstancias muy complejas de gestionar, porque mi marido era
trabajador esencial. No conozco a nadie que no haya sufrido mucho en algún
momento de esta pandemia. La incertidumbre, el miedo y el estrés nos intoxican
de cortisol y las personas vitamina nos riegan de oxitocina, que inhibe el
cortisol. Es importante aprender a ser persona vitamina y rodearse de personas
vitamina, que son esas que en un solo instante te alivian de la tensión y saben
sacar lo mejor que llevas dentro.
—
Bienaventurados quienes te bajen el cortisol y te mejoran la vida, porque ellos
son la mejor vitamina en este contexto de anemia existencial.
— Tener una
persona con quien hablar o estar cuando lo necesitamos provoca ratos oxitocínicos que
son el mejor regalo. Por primera vez en nuestra historia, hoy, cuando vemos a
alguien, medimos antes el riesgo que el cariño. Prevalece el miedo a
contagiarse sobre las ganas de verse. ¿Estará vacunado? ¿Lleva mascarilla? ¿Me
ha dado la mano? ¿Le respondo con un abrazo? Todo este proceso mental es
terrible en las relaciones humanas, que son de entrega, de servicio y de
cariño.
— En tus
libros abres muchas pestañas y hay una que me parece la más esperanzadora de
todas: los seres humanos podemos cambiar. Tenemos capacidad para mejorar
nuestra forma de ser y para hacer que nos pasen cosas buenas después de evitar
las inercias malas.
— No
conozco a nadie que no esté librando una batalla importante en algún aspecto de
su vida, porque la vida es un drama y eso es una realidad. Al que no le
preocupa la salud, le angustia el dinero, o el amor, o el trabajo, o los
padres, o los hijos… Como psiquiatra y como persona que se dedica a investigar
el comportamiento humano, cada vez tengo más claro lo importante que es ser
capaces de disfrutar lo bueno y gestionar adecuadamente lo malo. Conozco a
personas que protagonizan muchas vivencias positivas, pero no son capaces de
disfrutarlas y deambulan en tensión. Suelen ser personas que, después, ante lo
malo, se bloquean, se enfadan, pierden el control o enferman. Mi mensaje es
esperanzador, porque yo he visto que, cuando contamos con herramientas para
gestionar lo bueno y lo malo, vibra en nosotros un equilibrio interior y somos
más felices.
— Es
posible pensar en una sociedad en la que amanezcamos pensando: ¿cómo puedo
hacer que todas las personas que se cruzan hoy por mi vida estén a gusto,
aunque el mundo real no sea Pixar?
— En esto
soy más pesimista, porque hay un fondo egoísta en la sociedad. Hoy estamos más
conectados que nunca, tenemos más amigos en las redes sociales que nunca, y
somos más individualistas que nunca. Y la pandemia ha exacerbado ese perfil.
Nos levantamos por la mañana preguntándonos qué hago con mi vida, qué me satisface,
y nos hemos olvidado completamente de qué hago con la vida de los demás o qué
les satisface a quienes me rodean. Con mis libros, trato de impulsar que esto
cambie, porque una sociedad individualista, se destruye. No estamos diseñados
para vivir así. No tocarse, mata. Aislarse, enferma.
— Pongamos
por hecho que yo quiero ser vitamina en medio del mundo. ¿Cómo puedo curar a
una persona egoísta?
— Las
personas que no son vitamina están sufriendo por algún motivo. La mejor manera
de ser vitamina es dejar de juzgar a los demás. Debo comprender que detrás de
la toxicidad de ese egoísmo, de ese mal humor, de esa frialdad, hay un daño
patente o latente. Si levanto la barrera del juicio crítico y me impongo la del
entendimiento, todo cambia. Yo escucho cosas increíbles en mi consulta, y evito
juzgar, sobre todo desde que me tocó afrontar un caso muy grave que me dejó
impactada. En este episodio concreto, pensaba que mi paciente era una mala
persona, y cuando percibí ese planteamiento, me di cuenta de que así nunca
sería capaz de ayudarle. Me despojé del prejuicio del juicio, intenté entender
el camino por el que había llegado hasta ese comportamiento, y en ese momento
el paciente empezó su fase de sanación, porque cuando comprendemos a alguien
aflora la oxitocina, y si hay oxitocina, baja el cortisol, y cuando baja el
cortisol, nos empezamos a curar.
“La mejor
manera de ser vitamina es dejar de juzgar a los demás. Comprenderse y
comprender es aliviar”
— Dices que
la escucha activa “provoca un subidón de oxitocina instantáneo en el prójimo”.
Que empatizar de verdad es una receta magistral para todos. Parece fácil, pero…
— La
empatía es una cualidad maravillosa, pero ojo con la empatía exagerada. Hay
personas que empatizan tanto que se pasan la vida sufriendo por todos los
problemas del mundo. Debemos aprender a protegernos. De todas formas, para el
80% de la población, la empatía es dejar de ser el centro del universo para que
los demás nos empiecen a importar. Todos nos damos cuenta perfectamente cuando interesamos
de verdad a otra persona y sentimos esa conexión mágica ante quien nos entiende
perfectamente
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