Sólo el 10% de las pacientes con patología dual
tiene un empleo
Más estigmatizadas, más dificultades
laborales, más problemas de integración social. La brecha de género se
cristaliza en las mujeres que sufren patología dual (una adicción y otro
trastorno mental).
La cuesta arriba que supone convivir con una dolencia mental
como esta se empina todavía más si la paciente es una mujer. A esa conclusión
han llegado un grupo de más de 200 expertos que se han reunido recientemente en
el hospital Vall d'Hebron de Barcelona para abordar la cuestión de género en
patología dual. A falta de estudios concretos en este colectivo, los expertos
estiman, a partir de la experiencia clínica, que sólo el 10% de las mujeres con
patología dual mantienen su actividad laboral.
“Son pacientes que
tienen menos soporte familiar, menos posibilidades de tener trabajo y más
predisposición a sufrir problemas en su entorno social y familiar, como
violencia de género. Las parejas con las que acaban suelen ser otros pacientes
adictos”, señala el doctor Carlos Roncero, responsable de la sección de
adicciones y patología dual del servicio de psiquiatría de Vall d'Hebron.
Los hombres tienen más tendencia a padecer adicciones a sustancias ilegales y trastornos psicóticos. Ellas, sin
embargo, consumen más drogas legales —alcohol, benzodiacepinas— y los
trastornos mentales vinculados son ansiedad y depresión. En cuanto a las
relaciones sociales, las mujeres tienden a relacionarse sentimentalmente con
parejas que también sufren adicciones, un extremo que facilita la
conflictividad y los problemas en el ámbito familiar. Los hombres, en cambio,
suelen buscar parejas sanas.
Por cada tres diagnósticos masculinos
hay uno femenino, pero los efectos de la enfermedad son más profundos entre las
mujeres. Hasta el 70% de las pacientes padece una depresión y de ellas, según
los expertos, al menos el 50% sufre violencia de género. Además, las mujeres
pueden sufrir una fuerte exclusión laboral y económica porque los índices de
desocupación son altos y el rendimiento laboral suele ser menor, entre otras
cosas, apunta Roncero, porque también son más vulnerables a los efectos
secundarios del consumo. “Suelen tener empleos de baja cualificación, en la que
no están en contacto con muchas personas, trabajos de poca responsabilidad o
interacción”.
Los psiquiatras alertan de que estas
pacientes tienen que enfrentarse también al estigma y a cuestiones legales
complejas, como la valoración de la capacidad para cuidar a los hijos. “Los
pacientes adictos tienen un estigma, todos. Pero si eres mujer, más, por el
cuidado de los hijos, el mantenimiento tradicional de la casa, que no puedes
cumplir… Esto hace que, inadecuadamente, se las señale más. Ellas llegan peor a
la consulta porque tardan más en venir, por vergüenza, por el qué dirán”,
valora el psiquiatra.
Los expertos ven necesario “un abordaje
específico de género”. Trabajar y reconstruir su autoestima para mantener los
lazos familiares, sociales y laborales. “Hay que facilitarles herramientas,
acceso a cursos, formación, espacios en los que atender a los hijos…”, dice el
médico.
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