ABC-Madrid |
13/03/2020
Un
estudio publicado en la revista Cell ha
descrito 109 variantes genéticas relacionadas con ocho patologías psiquiátricas: el autismo, el trastorno por
déficit de atención con hiperactividad (TDAH), la esquizofrenia, el trastorno
bipolar, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo, la anorexia y el
síndrome de Tourette.
Para
ello, ha trabajado con cerca de 230.000 pacientes de todo el mundo.
Se trata de la investigación más detallada que se ha publicado hasta ahora
sobre genética
de trastornos psiquiátricos.
Más
allá de elaborar una lista de posibles factores genéticos que predisponen a
desarrollar estas patologías, la investigación determina qué factores de riesgo
comparten los diferentes trastornos psiquiátricos.
Un
25 % de
la población mundial está afectada por algún tipo de trastorno psiquiátrico que
puede alterarles la capacidad intelectual,la conducta, la afectividad y las relaciones sociales.
El
estudio ha definido tres grupos de trastornos genéticamente afines: los que
responden a comportamientos
compulsivos (anorexia nerviosa, trastorno obsesivo-compulsivo,
síndrome de Tourette); los trastornos del humor y psicóticos (trastorno bipolar,
depresión mayor y esquizofrenia) y los del neurodesarrollo de inicio
precoz (trastorno
del espectro autista, TDAH y síndrome de Tourette).
Según
detalla Bru
Cormand, de
la Universidad de Barcelona, centro que participa en el
trabajo, «los trastornos clasificados dentro de un mismo grupo tienen tendencia a compartir más factores
genéticos de
riesgo entre ellos que con los otros grupos. Además, también comprobamos que estas agrupaciones,
basadas en criterios genéticos, concuerdan con el tratamiento clínico de las
patologías».
Ahora
bien, agrega Cormand, «el nuevo trabajo no hace hincapié en los genes que comparten los miembros de un mismo
grupo, sino en
los genes compartidos por el máximo número de trastornos». Es decir, aquellos factores que
darían lugar a un cerebro ‘sensible’, más propenso a sufrir cualquier trastorno
psiquiátrico. «Que acabe siendo uno u otro trastorno dependería de factores
genéticos más específicos, sin olvidar los factores ambientales».
Es
conocido que los pacientes tienden a manifestar muchos trastornos psiquiátricos al mismo tiempo o
secuencialmente, a lo largo de su vida.
Según
los resultados del trabajo, el gen DCC (relacionado con el
desarrollo del sistema nervioso) está presente en los ocho trastornos
estudiados. A
su vez, el gen RBFOX1 (que regula el proceso de corte y empalme de material
genético) está implicado en siete de los ocho trastornos.
También
se ha visto, por ejemplo, que el TDAH y la depresión comparten un 44 % de los factores genéticos
de riesgo que
son frecuentes en la población general. Y en el caso de la esquizofrenia y del
trastorno bipolar, la cifra llega al 70 %.
Por
su parte, Josep Antoni Ramos-Quiroga, miembro del Vall d'Hebron
Instituto de Investigación, opina que «estos resultados ayudan a
entender mejor el trastorno TDAH y las razones por las que estas personas
pueden sufrir
depresiones con más frecuencia. También es una nueva demostración científica de la
persistencia del trastorno a lo largo de la vida, incluso en adultos. Esperamos
que todo ello ayude a reducir el estigma social alrededor del TDAH y del resto de trastornos
mentales», manifiesta.
Cormand
destaca que «ahora sabemos que esta coocurrencia de trastornos psiquiátricos
tiene, en parte, una base genética. Por tanto, en el caso de una persona afectada por
TDAH, podemos llegar a estimar el riesgo de que desarrolle otros trastornos
–por ejemplo, la adicción a drogas– y así tomar medidas preventivas. Sin embargo, estas predicciones
son de carácter probabilístico
y no hay certezas sobre ellas», aclara.
El
trabajo se adentra, por ejemplo, en el impacto de la expresión génica
en regiones específicas, como los órganos, regiones del cerebro, etc. Así como en el momento en
el que se activan y se desarrollan.
El
estudio revela que los genes que son
factores de riesgo para más de un trastorno suelen expresarse más durante el segundo trimestre del embarazo, coincidiendo con un momento decisivo en el desarrollo del sistema nervioso.
Curiosamente,
algunas variaciones genéticas pueden ser un factor de riesgo para un trastorno
determinado pero tener un efecto protector en otros casos. «En el estudio se
han identificado once regiones del genoma en que los efectos son contrarios en
diferentes parejas de trastornos», detalla la profesora Raquel Rabionet, que confirma que todavía estamos
lejos de poder resolver el puzle puesto que las relaciones entre los genes son
más complejas de lo que pensábamos.
Los
cambios en un único nucleótido del ADN –SNP– podrían explicar menos
de un
tercio de la base genética relacionada con estas patologías. Los otros dos tercios pueden corresponder a otros
tipos de alteraciones genéticas, como las variantes raras, que no son tan
frecuentes en el genoma humano.
Según
apuntan los expertos, los trastornos psiquiátricos tienen un origen
multifactorial. «Por ejemplo, gracias a los estudios en gemelos sabemos que el TDAH tiene una carga genética de
cerca del 75
%, mientras
que el
25 % restante
se explicaría por el impacto de factores ambientales, como experiencias traumáticas en
la infancia, exposición a toxinas, etc. ».
«Es decir, los SNP tienen un peso importante, pero
todavía hay muchos otros factores por explorar», detallan los autores.
«Gracias
a los estudios en gemelos sabemos que el TDAH tiene una carga genética de cerca del 75 %», dicen los autores.
En el
futuro, una de las prioridades del Consorcio de Genómica Psiquiátrica es completar el paisaje
genético de los trastornos mentales mediante el análisis de otras variaciones
genéticas, por ejemplo las variaciones del número de copias o CNV, que afectan a segmentos largos del
ADN.
Desde
la perspectiva de la epigenética –en especial, la metilación
del ADN– también se quiere analizar las interacciones entre genes y ambiente, que pueden ser decisivas en
psiquiatría.
Además,
será importante entender cómo las alteraciones genéticas se traducen en la enfermedad y ello implica estudiar en
detalle la función de genes concretos señalados por los estudios genómicos –con
modelos animales o celulares–.
«En
cualquier caso, el objetivo final será siempre utilizar la genética para
mejorar y personalizar el diagnóstico, el pronóstico y la terapia de
estas patologías
tan prevalentes y,
a menudo, tan incapacitantes para las personas que las sufren», concluyen.
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