IMA SANCHÍS | La Contra de la Vanguardia |
23/03/2020
Antonio
Bulbena, director del Instituto de
Neuropsiquiatría y Adicciones del hospital del Mar.
Tengo 66 años. Soy barcelonés. Casado, dos hijos. Soy catedrático de
psiquiatría en la UAB, un médico de pueblo que se ha disfrazado de psiquiatra.
He podido disfrutar mucho con mis cuatro ‘profesiones’: médico, investigador,
académico y gestor.
Valores en alza
Fundó
y dirigió el Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del hospital del Mar
donde ahora dirige la unidad de tratamiento de los trastornos de ansiedad, a lo
que le ha dedicado años de investigación, Ansiedad (Tibidabo). Está preocupado
por el alto riesgo al que están expuestos los profesionales de la salud: “Ya
tengo a dos compañeros en la UCI, y en China el 10% tenían síntomas
depresivos”. Está convencido de que tras la pandemia nada volverá a ser como
antes: “Esta especie de año nuevo que esta primavera nos ha traído supone un cambio
completo de paradigma de nuestras vidas. Aprenderemos a pasar con menos y nos
identificaremos más con lo natural y con nosotros mismos. Los objetos bajarán
de valor y cotizarán al alza la persona y sus valores”.
A.B.
- El miedo es una
reacción sana y necesaria que nos pone en alerta ante un peligro.
I.
S.-Pregunta- ¿Y si dura
semanas?
Respuesta.- Cuando la alarma es inespecífica en
el espacio y el tiempo como ocurre con este virus, el cuerpo usa una gran
cantidad de energía física y mental para afrontar una amenaza que no puede
atajar, y se traduce en más tensión, más ansiedad y más susceptibilidad.
P.-
Eso agota. | R.- Las quejas y broncas en familia y
entre vecinos están aumentando considerablemente, y es un efecto del miedo,
debemos ser conscientes.
P.-
Pero el miedo
nos acecha. | R.- El
cerebro se ve atraído y fija con mucha más fuerza lo negativo que lo positivo.
La desgracia de las Torres Gemelas nos demostró que a mayor exposición
informativa más estrés, más ansiedad, más violencia, más alcoholismo. Hay que
estar informados pero no atrapados.
P.- Multas por salir de casa, amenaza
de cárcel... ¿empeora esto las cosas?
| R.- Sirve para que cumplamos pero psicológicamente no nos ayuda,
porque debemos ser nosotros los que nos gobernemos, comprender qué hay que
quedarse en casa y comprometernos.
P.-
¿Necesitamos
más tiempo de reflexión individual?
| R.- Sin duda. El miedo a la infección, la incertidumbre, la
frustración y la información tan saturada de amenazas, despiertan nuestro cerebro
primitivo que una y otra vez nos sostiene en alarma continuada. Hay que romper
ese círculo.
P.-
¿Cuál es la
lección del pasado? | R.- Las
epidemias que ha sufrido la humanidad nos muestran lo que el miedo puede
desencadenar. Atribuciones acusatorias a otros como ocurrió con el Holocausto o
la fiebre española; acopios desaforados y egoísmos insospechados.
P.-
El miedo
soporta mal la incertidumbre. | R.- Sí,
y eso nos puede llevar a una búsqueda insaciable de culpables y de
conspiraciones. Debemos aceptar que la incertidumbre es inherente a nuestra
condición humana.
P.- Cierto. | R.- Y tampoco hay que olvidar la
certera observación de Victor Frankl: el miedo provoca lo que uno teme.
P.-
¿Cómo
impedirlo? | R.- Comunicándose
con calidad y no con cantidad; reflexionando sobre nuestros hábitos,
automatismos, dimensiones que obviamos, sensaciones que añoramos y deseos que
aplazamos. Descubramos la riqueza humana de las personas: gestos, miradas,
actitudes de los que tenemos cerca.
P.-
Valorar lo
bueno. | R.- Y
alimentar el humor que nos permite distanciarnos del problema, pero no de forma
permanente ni frivolizando.
P.-
¿Cuáles son las
consecuencias del confinamiento? | R.-
Durante la fiebre equina en Austria en el 2008, hubo que confinar a 2.700
personas durante varias semanas, un 34% sufrió importantes síntomas
psicológicos de ansiedad y depresión.
P.- ¿Cómo nos afecta el confinamiento? | R.- El espacio se reduce, para muchos
drásticamente; el tiempo pierde referencias y horarios y la convivencia o la
soledad se extreman. Aunque hay pocos estudios, todos coinciden en que a partir
del décimo día de confinamiento comienza el periodo crítico.
P.-
¿Y? | R.- Cuando el cerebro más primitivo
toma el mando pasamos a los extremos: o frenesí hiperactivo o bloqueo exhausto.
Ese circuito se vuelve circular: más hiperactividad, más agotamiento y más
ineficiencia, que a su vez vuelve a activar el frenesí. Necesitamos momentos de
silencio.
P.-
¿Qué debemos
tener en cuenta? | R.- Estar
atentos a que nuestros mecanismos de adaptación restringidos no empiecen a
tropezar con intolerancias, incomodidades, frustración o bloqueo.
P.-
¿Cómo podemos
crecer como sociedad? | R.- Habilitando
una comunicación más serena. Es curioso pero nuestro cerebro más primitivo, el
de la supervivencia, manda mucho; el otro, el que piensa, el que nos lleva al
goce de vivir, de compartir y a la calma, sólo propone.
P.-
¿Se impondrá la
empatía? | R.- Si
no te pones en el lugar del otro la relación es vertical y el sálvese quien
pueda tiene cabida, es el egoísmo del miedo. El miedo reduce la empatía . Darse
cuenta del otro es fundamental.
P.-
Creemos que
cuando controlemos el virus todo volverá a ser como antes. | R.- Es una fantasía, vamos a ser mucho
más pobres, tendremos que renunciar a muchas cosas; pero también va a ser una
oportunidad.
P.-
Para el
planeta, seguro. | R.- Y
a nosotros esta crisis nos otorga la oportunidad de cambiar el tener por el
ser. Habrá escasez y villanía, pero después vendrá un periodo de reconstrucción
en el que ya sabremos que somos naturaleza y que un virus no distingue entre
clases sociales, países, ni razas. Tendremos la oportunidad de revalorizar la
relación directa con los demás, con el entorno y con uno mismo. Debemos
aprovechar este tiempo para estar con nosotros mismos y aclararnos qué queremos
de la vida. Hemos de declarar la paz a esta guerra, dándole la mano y mirándola
profundamente de frente.
Soy consciente de haber publicado en el blog bastantes artículos que tienen que ver con el Covid-19, pero como son de autores distintos y escritos durante la crisis, si de cada uno sacamos una idea "madre" o nos "aclara un concepto", pienso nos puede ayudar en el día a día. Éste es el fin que pretendo.
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