PURA CANO |
Psicología y Mente | 22/07/2021
Una reflexión sobre los viajes
que realiza la mente, la visualización, y su uso en terapia.
Desde la psicología con perspectiva sistémica, habitualmente decimos que lo importante a la hora de
acompañar a un cliente en su proceso, no es tanto saber cómo ha llegado al
estado en el que se encuentra o al estado que le trae a pedir ayuda, sino el
estado al que desea acceder.
Es decir, que nos
gusta más mirar hacia adelante, ya que este es el camino que queda por recorrer,
utilizando el pasado para recoger la gran cantidad de recursos que nos brindan
las experiencias pasadas.
Cualquier comportamiento tiene una justificación, y conocerla a veces solo
te ayuda a permanecer donde estás, ya que encontraste el motivo, pero
curiosamente rara vez te ayuda a resolver la situación, ya que estando centrado
en la causa no puedes diseñar lo deseado, más bien diseñas lo “no deseado”. En
este artículo te cuento por qué esta diferencia es importante.
Las dos direcciones de la mente
Nuestra mente puede viajar en dos direcciones y de dos maneras distintas.
Viajes conscientes
·
Al futuro, para
visualizar aquello que queremos alcanzar y contar con motivación.
·
Al pasado, para recoger
los aprendizajes que realizamos a través del tiempo vivido, a través de lo
experimentado. Aporta esperanza y seguridad.
Viajes inconscientes o automáticos
·
Al pasado: buscando
causas y justificaciones. Atrae hacia uno mismo resentimiento y culpa.
·
Al futuro: queriendo
resolver la incertidumbre. Atrae miedo y ansiedad
Los viajes de la mente
Gracias a que nuestro cerebro es capaz de crear imágenes y realizar
las conexiones sinápticas pertinentes, podríamos decir que para él, es lo mismo que algo sea vivido o
imaginado, ya que de las dos formas lo experimenta como real, y
así queda registrado en su interior para poder acceder a ello cuando lo
necesite, como si de una experiencia vivida se tratase.
Por ejemplo: Si alguna vez visualizas que estás en un escenario con un
traje rojo hablando sobre tu libro, mientras te aplauden y suena una canción de
Janis Joplin de fondo, cuantas más veces realices esa visualización, más
profundo se grabará ese contenido en tu mente, de tal manera que el día de
mañana podrás acceder a esa visualización con tanta facilidad como cualquier
otro recuerdo, incluso puedes llegar a creer que sucedió de verdad. Mágico,
¿verdad?
Por eso es tan importante estar conscientes cuando hacemos los dos viajes
virtuales de la mente, porque podemos
construir aquello que queremos con tanto detalle que casi podríamos dibujarlo.
Hay todo un mecanismo muy interesante, y fundamentado científicamente por
lo que sucede esto; Te invito a que lo descubras, de momento quédate con esto:
“El cerebro no ve aquello que no conoce”.
A nuestra mente le gusta lo que conoce, y por el contrario,
le gustan poco los cambios, ya que nuestra amigadla (cerebro primitivo, encargado de nuestra
supervivencia) está siempre en modo alerta por si hiciese falta algún
movimiento extra ante una amenaza real o imaginaria. Por tanto, nuestra mente
normalmente se enfoca en lo que conoce, tratando de automatizar y así consumir
poca energía.
Ventajas de la visualización consciente
¿Cuál es la ventaja de que los pacientes de psicoterapia visualicen su
futuro con todo lujo de detalles (con los cinco sentidos)? Pues que a su
cerebro esa imagen le va a resultar familiar, y a partir de ese momento su foco
va a estar disponible para todo aquello que se asemeje a lo deseado, eliminando todos aquellos estímulos o
situaciones que no le llevan a esa imagen.
Así es que por un lado tenemos la visión clara de lo que queremos, y por
otro lado nuestro cerebro solo va a ver aquello que queremos, porque como ya
sabes, con los ojos miramos, y con el cerebro vemos.
Volviendo al diseño consciente del estado deseado por nuestro
cliente, ¿qué pasará si
nos centramos en averiguar por qué el cliente está en el estado que está? Pues
simplemente que estaremos ayudándole a mantener el foco justo en aquello que no
desea, con lo cual su estado de ánimo va a generar más dificultad para cambiar.
Si se presenta con ira, con miedo, con culpa o con rabia, o quizás con
ansiedad o apatía, va a
ser muy difícil que surja la creencia de que puede cambiar.
Posiblemente estaremos ayudando a validar su estado y se marchará sabiendo el
por qué pero no se llevará el cómo salir de su situación, porque no habrá un
lugar atractivo a donde ir.
Y quizás se vea secuestrado por la incertidumbre, el miedo y estará
creando un escenario poco atractivo, pero desgraciadamente es el que la mente
reconocerá cuando se presente ante él, y lo seleccionará de entre todo lo
demás, porque es lo que conoce.
El cerebro no juzga, pero es muy obediente y te dará aquello que creas, porque lo otro aún
estará en el limbo y por descubrir.
¿Qué hacer?
Hay que acompañar de la mano a ese estado deseado que a veces la persona
no se atreve a soñar porque no lo cree posible, enredada como está en averiguar
las causas y en cuestionar el porqué, como si realmente tuviese algún control
sobre todo aquello que no es ella, e intervenir desde la fisiología, el
lenguaje, la respiración, el dibujo, la creatividad, el movimiento... para
hacerlo lo más real posible.
Ese día, la persona no llegará a las causas, pero conocerá un destino por
el que seguir adelante. Más tarde quizás la comprensión pase por esa mirada
hacia atrás, para explorar todo aquello que ha de ser soltado y todo aquello
que ha de ser mantenido para acercarse a lo que se quiere. Y poco a poco irá construyendo el
"cómo", porque ya lo hizo otras veces.
A mí me gusta cambiar su "porqué" por el "para qué", pero de eso ya hablamos otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario